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Channel: EL RINCÓN DE LA MEDICINA INTERNA. juanpedromacaluso@yahoo.com.ar
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DÉFICIT DE COBRE Y DEGENERACIÓN COMBINADA SUBAGUDA DE LA MÉDULA

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Una mujer de 61 años presentó una historia de 3 días de marcha cada vez más inestable y una incapacidad para parase. Desde hacía un año refería   entumecimiento y hormigueo en sus manos y pies. No se quejaba de dolor de cabeza, confusión, alteraciones  visuales, dolor de espalda, debilidad, trauma, fiebre, enfermedad reciente o episodios de caídas. No tenía incontinencia urinaria ni fecal.
Como antecedentes cursaba  una enfermedad renal en etapa terminal, por la cual estaba en diálisis peritoneal; enfermedad pulmonar obstructiva crónica; hipertensión; anemia debido a enfermedad renal en etapa terminal; infección crónica por virus de la hepatitis C; depresión; dolor de espalda crónico; enfermedad por reflujo gastroesofágico; y cáncer de mama, por lo que se había sometido a una mastectomía bilateral. No tenía antecedentes de enfermedad celíaca, inflamación enfermedad intestinal o cirugía gástrica. Sus medicamentos incluían amlodipino, bupropión, carvedilol, clonazepam, elbasvir-grazoprevir, epoetina alfa, tramadol, pantoprazol y venlafaxina. Un régimen de 220 mg de sulfato de zinc dos veces al día se inició 12 meses antes de la presentación del cuadro actual , cuando se había diagnosticado  déficit de zinc a raíz de que se quejaba de disgeusia. La dosis se había duplicado 9 meses antes de la presentación de los síntomas en curso, pero los síntomas no habían disminuido. Ella tenía una historia de tabaquismo de 23 paquetes/año y actualmente estaba fumando un cuarto de paquete de cigarrillos por día. Ella bebía alcohol raramente.
En el examen, la temperatura de la paciente fue 36,2 ° C. La presión sanguínea era 157/76 mm Hg.
Estaba alerta y orientada. Su conversación  era fluida. Los movimientos extraoculares estaban intactos. Había simetría facial, audición era normal. La fuerza en ambos esternocleidomastoideos y trapecios estaban  intactas. La lengua estaba en la línea media, sin fasciculaciones, el paladar  simétrico, y la úvula era la línea media. La fuerza era  5/ 5 en todos los grupos musculares, excepto para la fuerza de agarre (4 + de 5 en ambas manos) y fuerza en el hombro izquierdo (4+ de 5, debido a dolor). Todos los grupos musculares  tenían volumen normal y tono, sin alteraciones de los movimientos. Sensación de tacto superficial  y pinchazo estaban intactos en ambos brazos y se reducían  simétricamente en ambas piernas a nivel dela mitad de tibias hacia distal. El sentido vibratorio estaba reducido  en ambos pies, la  propriocepción se reducía notablemente en el Hallux  izquierdo. La prueba de Romberg no pudo ser realizada porque el paciente no podía soportar sin ayuda la bipedestación.  Los reflejos  bicipital,, braquiorradial y tricipital eran 1+ en ambos brazos, los patelares y aquilianos estaban ausentes.  El reflejo plantar era flexor en ambos pies.  La  prueba punta de dedo   nariz reveló un temblor cinético. La prueba de la marcha requería asistencia de dos personas, y el hallazgo más notable era la ataxia. Se observaban  los pies de la paciente golpear el suelo con cada paso. El resultado del resto de su examen físico fuer normal.
El nivel de creatinina fue de 7,9 mg por decilitro. Todos los demás niveles de electrolitos eran normales. El nivel de hemoglobina fue de 8,3 g/dl, lo cual era consistente con sus anteriores mediciones, con un ancho de distribución de glóbulos rojos (RDW) de 19,9% y un volumen corpuscular medio de 84 fl (rango de referencia, 78 a 94). El recuento de plaquetas y de células blancas era normal.
La VDRL fue negativa. El nivel de vitamina B12 fue 1207 pg por mililitro (rango de referencia, 180 a 914 pg por mililitro). El nivel de folato fue de 20,3 ng por mililitro ( intervalo de referencia 5,3 a 14,2 ng por mililitro). El nivel de tirotropina fue normal. Anticuerpos para  VIH fue negativo. Resultados de los estudios de hierro fueron normales. El índice de reticulocitos fue de 0,5%. Se realizó una punción lumbar:  presión de apertura no fue medido.  El nivel de glucosa fue de 64 mg por decilitro( rango de referencia, 40 a 70), y el nivel de proteína fue de 51 mg por decilitro (referencia, menos de 50 mg por decilitro). Un cultivo del líquido cefalorraquídeo no mostró  crecimiento. La PCR para citomegalovirus, Epstein- Barr y el virus varicela-zoster fueron negativos. Se realizó una RMN   de  columna vertebral sin contraste (Fig. 1).





Figura 1: Resonancia Magnética de columna.
En la imagen A se ve una RMN en secuencia T1 corte sagital que muestra la médula normal en tamaño, forma y posición.
Imagen B secuencia  T2 sagital muestra aumento de la señal en la porción media y posterior de la médula.
Imagen C (puntas de flecha). T2 axial que muestra hiperintensidad confinada a los cordones posteriores.

EVOLUCIÓN
La RMN  ponderada en T2 mostró una hiperintensidad intramedular posterior paramedial en cordón posterior que se extendía desde C2-C3 hasta C5-C6, lo que generó preocupación por la posibilidad de degeneración combinada subaguda de la médula. No se observó expansión de la médula espinal. Los hallazgos en la columna torácica fueron normales.  En la columna lumbosacra, se se observó una isla de hueso hipointenso dentro del cuerpo vertebral de  L2; los hallazgos en la cauda equina fueron normales.  La resonancia magnética del cerebro no mostró ninguna evidencia de infarto, hemorragia intracraneal, efecto de masa o edema. El nivel de alfa-tocoferol fue de 1,01 mg por decilitro (intervalo de referencia, 0,55 a 1,80 mg por decilitro). El nivel de anticuerpos glicoproteínicos asociados a la mielina no estaban elevados. El nivel de ceruloplasmina fue inferior a 4 mg por decilitro (rango de referencia, 20 a 56). El nivel de cobre fue inferior a 10 μg por decilitro ( rango de referencia 75 a 145 μg /decilitro). El nivel de zinc fue de 134 μg por decilitro (rango de referencia, 66 a 110 μgpor decilitro).


PONENTE
El nivel de alfa tocoferol fue normal. La ceruloplasmina era baja lo cual puede estar relacionada tanto con exceso de cobre como se ve en la enfermedad de Wilson, como con deficiencia de cobre. Clínicamente los hallazgos de esta paciente son compatibles con deficiencia y no sobrecarga de cobre. El nivel de cobre sérico que presentaba esta paciente muestra el severo déficit y el nivel de zinc está elevado. La deficiencia de cobre puede resultar en toxicidad por zinc dbido a que el zinc aumenta las proteínas que se unen al cobre en el enterocito y es así cómo un exceso de zinc fuerza al cobre a quedar atrapado en el enterocito, no disponible para su absorción (figura 2).Dado que esta paciente estaba recibiendo suplementos de zinc y tenía un alto nivel de zinc en suero el cuadro clínico de severa mielopatía con compromiso de los cordones posteriores se relaciona con deficiencia de cobre asociada a alto aporte de zinc exógeno.



EVOLUCIÓN
Se suspendió la administración de suplementos de zinc, y se comenzó tratamiento con cobre elemental  que se inició en una dosis de 2 mg al día, administrada por vía intravenosa, durante 5 días. Al quinto día de la terapia, la marcha mejoró notablemente, y pudo pararse y moverse independientemente con un andador. La propriocepción fue mejorada en los hallux izquierdo y derecho.  Continuó reportando parestesias de manos y los pies. Se realizó  transición de la terapia a la suplementación de cobre  oral en una dosis de 6 mg al día. Antes del alta, el cobre sérico había aumentado a 23 μg por decilitro, y se le dio el alta a un centro de rehabilitación por un corto período para la recuperación de la fuerza. Seis meses después del alta, continuó independiente aunque ayudada con un andador






COMENTARIO
Esta  paciente presentó una historia de 3 días de ataxia y se encontró que había reducido la sensibilidad, la sensación vibratoria y la  propriocepción en los pies. La hiperintensidad de la médula espinal, que fue demostrada en la resonancia magnética ponderada en T2, despertó preocupación por la posibilidad de degeneración combinada subaguda. Las pruebas de laboratorio descartaron las causas comunes de la enfermedad de los cordones posteriores (incluyendo deficiencia de vitamina B12, deficiencia de folato, infección por VIH y neurosífilis); su historia no era compatible  con varios otras condiciones asociadas con la degeneración combinada subaguda como  el síndrome de Sjögren, los efectos tóxicos del óxido nítrico y los efectos efectos de la quimioterapia (por ejemplo, nelarabina) .1,2
En última instancia, pruebas adicionales revelaron deficiencia de cobre en asociación con un nivel elevado de zinc.
Los pacientes con mielopatía por déficit de cobre típicamente presentan  dificultad de la marcha, parestesias de manos o pies y citopenias.3 Tienen ataxia sensorial debido a disfunción cordonal posterior columna dorsal, neuropatía sensitiva o motora (o ambas) manifestándose como reflejos distales disminuidos, pérdida sensorial en una distribución de medias  y guantes (limitado a los pies y las manos) y a veces paraparesia espástica.4,5 Signos  de neurona motora superior, aunque no se observaron  en esta paciente, están a menudo, pero no invariablemente presentes. Anormalidades hematológicas, incluyendo leucopenia o anemia, preceden típicamente a la manifestaciones de la deficiencia de cobre. La anemia es típicamente macrocítica, aunque puede ser normocítica y se han descrito también anemias microcíticas.  La biopsia de médula ósea puede revelar precursores mieloides y eritroides  vacuolados, sideroblastos en anillo y displasia de todas las series,  hallazgos que son consistentes con  síndrome mielodisplásico.3  Los niveles séricos de de ceruloplasmina y cobre son bajos en todos los pacientes con deficiencia de cobre. En pacientes con exceso de zinc que conduce a la deficiencia de cobre, los niveles séricos de zinc son típicamente altos y la excreción urinaria  de cobre es típicamente baja, pero ambas pueden ser normales. La excreción urinaria de cobre suele ser baja pero puede ser normal.4
La resonancia magnética de la médula espinal en pacientes con deficiencia de cobre revela lesiones hiperintensas en la región dorsal media a nivel de la región cervical y torácica en las secuencias ponderadas en T2 - un hallazgo que es indistinguible de la degeneración combinada subaguda.
Estudios de conducción nerviosa en pacientes con mielopatía asociada revelan varios grados de neuropatía periférica. La neuropatía puede ser neuropatía sensitiva,  motora y  mixta. La neuropatía puede ser motora pura o neuropatía sensitiva pura. Resultados de las pruebas de potenciales evocados somatosensitivos son típicamente  anormales debido a la lesión del nervio periférico o a lesiones de la vía sensitiva central.
La punción lumbar puede revelar una  concentración de proteínas y el recuento normal de células, como se observó en esta paciente.
El cobre es un oligoelemento que funciona como cofactor necesario en muchas reacciones enzimáticas integrales  para  la correcta función de los sistemas neurológico, vascular, hematológico y esquelético. Además de las   manifestaciones neurológicas y hematológicas  mencionadas arriba,  alteraciones  esqueléticas incluidas la osteoporosis y otras lesiones óseas pueden ocurrir en adultos y niños con deficiencia de cobre. En adultos, la deficiencia de cobre puede estar asociada aumento de los niveles de glucosa y colesterol y riesgo cardiovascular.4 Las reacciones cobre-dependientes  incluyen las esenciales para el  transporte y la fosforilación oxidativa de la cadena respiratoria mitocondrial, así como también  son necesarios para la defensa antioxidante, la biosíntesis de catecolaminas, para el  procesamiento de neuropéptidos y hormonas peptídicas y para la homeostasis del hierro en el cerebro.6
El cobre es un oligoelemento ubicuo y está presente en la mayoría de las dietas balanceadas, incluyendo dietas con restricciones renales.
La absorción de cobre ocurre en el estómago y el duodeno proximal. La deficiencia es rara, excepto en estados malabsortivos o en el caso del exceso de zinc
Cuando se ingiere zinc, este  incrementa las metalotioneína en los enterocitos.8 La metalotioneína es un ligando intracelular al cual el cobre se une con una afinidad mucho mayor que el zinc. Una mayor ingesta de zinc conduce a una mayor incremento (upregulation) de metalotioneína, y por lo tanto más metalotioneína se une preferentemente al cobre. Este cobre permanece en los enterocitos y se pierde en las heces cuando las células intestinales son descamadas lo que conduce a hipocupremia (Fig. 2) .6,9






Figura 2: EFECTOS DEL ZINC EN LA ABSORCIÓN ENTERAL DE COBRE
En el panel (A), se muestra cómo el cobre (Cu) es absorbido dentro del enterocito desde la luz intestinal vía la alta afinidad del Cu por la proteína de transporte (CTR1) y los transportadores de metales divalentes 1  (DMT1).En el extremo apical, el Cu alcanza la circulación periférica a través de la ATPasa transportadora (ATP7A). Una vez dentro del citoplasma del enterocito, el Cu se une a las metalotioneinas (MT) proteínas que sirven para prevenir efectos tóxicos del Cu. .9
En el panel (B) se muestra cómo elzinc (Zn) causa deficiencia de Cu como consecuencia de aumentar la síntesis citoplasmática de MT. Cuando el Cu se une a las MT, este se pierde en las heces como consecuencia de la apoptosis de las células intestinales
MTFI  son las siglas del factor 1 de transcripción regulatorio de metales.
ZIP4 significa proteínas  Zrt- y Irt-like.4



Ciertas poblaciones de pacientes son susceptibles a la deficiencia de cobre. Los pacientes que han sufrido cirugía intestinal o cirugía de bypass y pacientes con enfermedad celíaca están en riesgo, al igual que los reciben nutrición intravenosa sin reemplazo de cobre.10 La deficiencia de cobre es bien reconocida en personas que usan cremas dentales  a base de zinc en exceso5; también se ha visto en personas que toman suplementos de zinc.4 Como sucedió con esta paciente , la suplementación con zinc se prescribe frecuentemente en los pacientes con enfermedad renal terminal, que pueden ser deficientes en zinc.11 Los pacientes con altos niveles de zinc de causa desconocida que han generado deficiencia de cobre están descritos.
Raramente, la hipocupremia se produce como resultado de una condición hereditaria, como la enfermedad de Menkes, un trastorno ligado al X que es causado por una mutación en la proteína que media la absorción de cobre en los enterocitos13; La enfermedad de Menkes está asociada con retraso en el desarrollo, convulsiones y síntomas neurológicos consistentes con deficiencia de cobre. Hasta el 20% de los casos de deficiencia de cobre puede ser idiopática.
No existe un régimen de tratamiento estandarizado para la mielopatía por  deficiencia de cobre. A menudo se utiliza la suplementación oral con cobre. En una revisión de 55 informes de casos, las dosis eran iguales a 2 a 4 mg de cobre elemental; sin embargo, algunos pacientes requirieron hasta 8 a 9 mg.4 Como en esta paciente, el tratamiento parenteral puede darse inicialmente para evitar un mayor deterioro de la condición del paciente.4 Además de suplementos de cobre, fuentes exógenas de zinc deben ser removidas.
Las anomalías hematológicas generalmente se resuelven con suplementos de cobre, pero las respuestas neurológicas son más variables. En una revisión de 16 pacientes con deficiencia de cobre, la citopenia se resolvió en 14 de 15 pacientes (93%) dentro de 8 a 12 semanas después de la iniciación de la suplementación con cobre, 3 mientras que entre los 12 pacientes con signos y síntomas neurológicos , 3 (25%) tuvieron una reducción parcial de los síntomas sensitivos y motores, 5 (42%) tuvieron deterioro, y 4 (33%) presentaron progresión de la enfermedad a pesar del tratamiento.3 En otra revisión de 55 pacientes, de los cuales 47 tenían datos disponibles  del estado  neurológicos, 24 pacientes (51%) tuvieron estabilización de los síntomas y 23 (49%) reducción parcial de los síntomas después de la iniciación de la suplementación con cobre.4 Mejora en la función neurológica y variables hematológicas se han reportado que ocurre tan temprano como 6 semanas y hasta dos años y medio después del inicio de la suplementación, con el tiempo promedio  para mejoría entre 4 y 7 meses.5,12,14,15 No están descritos hasta el presente, casos de mejora tan rápida como la que presentó esta paciente. Existen pocos datos acerca de la normalización de los hallazgos medulares en RMN una vez que el cobre sérico se ha normalizado. 3,10,15
A pesar de las notables complicaciones, la deficiencia de cobre sigue siendo subdiagnosticada por médicos generales.En una revisión, el tiempo medio entre el inicio de los síntomas hasta el diagnóstico de hipocupremia inducida por zinc fue de 12 meses.  En el caso aquí reseñado, el conocimiento por parte de los médicos tratantes de que la deficiencia de cobre es  causa enfermedad de cordón posterior y que puede ser la consecuencia de el exceso de zinc condujo bastante rápidamente al diagnóstico correcto y por lo tanto el tratamiento oportuno puede explicar la mejoría rápida de los síntomas neurológicos.


Fuente
Traducción de:  "An Element of Unsteadiness"
Danielle L. Saly, M.D., Ursula C. Brewster, M.D., Gordon K. Sze, M.D.,
Elan D. Louis, M.D., and Anushree C. Shirali, M.D.
The New England Journal of Medicine. 




References
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MUJER DE 90 AÑOS CON PTOSIS PALPEBRAL UNILATERAL.

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Una mujer de 90 años fue vista en el departamento de emergencia de un debido a la ptosis del párpado izquierdo.
La paciente había estado en su estado de salud habitual hasta 4 días antes, cuando, al despertar, no pudo abrir su ojo izquierdo. No refirió inflamación periorbitaria, secreción, prurito, visión borrosa o doble, ni debilidad de las extremidades. Era diestra y tenía hipertensión, hiperlipidemia, aterosclerosis, osteoporosis, cifosis debido a enfermedad espinal degenerativa y bloqueo cardíaco completo, para el cual se le había insertado un marcapasos permanente 5 años antes. Ella había tenido herpes zóster y una colecistectomía laparoscópica en el pasado. Los medicamentos incluían doxazosina, furosemida, simvastatina, lisinopril, alendronato de sodio, un complejo multivitamínico, calcio y vitamina D. Era alérgica al ácido acetilsalicílico, la penicilina, las sulfonamidas y la codeína. La hidroclorotiazida había causado hiponatremia. Ella era soltera, se había jubilado y vivía de forma independiente, realizando todas las actividades de la vida diaria, haciendo compras con amigos y caminando de 50 a 60 minutos por día. Bebía alcohol ocasionalmente y no fumaba ni usaba drogas ilícitas.
En el examen, los signos vitales fueron normales. Había ptosis del párpado superior izquierdo y la paciente no podía elevar el párpado izquierdo. La agudeza visual era de 20/40 en el ojo izquierdo y 20/30 en el ojo derecho. Los movimientos extraoculares estaban intactos, con dos o tres latidos de nistagmo en la mirada hacia la izquierda. Había 2+ edema bilateral en miembros inferiores. Un temblor de las manos estaba presente en reposo, el cual aumentaba cuando la paciente levantaba  los brazos. Se pasaba un poco de largo en la prueba dedo-nariz-dedo. El resto del examen era normal. La velocidad de sedimentación de eritrocitos era de 18 mm por hora; los niveles séricos de glucosa, calcio, fósforo, magnesio, proteína total, albúmina y globulina fueron normales, al igual que las pruebas de función renal y hepática. Otros resultados de prueba se muestran en la Tabla 1




Tabla 1 Datos de laboratorio .


El análisis de orina reveló 3 a 5 glóbulos blancos y 2+ células escamosas por campo de alta potencia, 0 a 2 cilindros granulares por campo de baja potencia y mucina. Un electrocardiograma (ECG) no se modificó desde 3,5 años antes, con un ritmo de marcapaso y un crecimiento de la aurícula izquierda.
La tomografía computarizada (TC) del cerebro sin la administración de material de contraste y la angiografía por TC mostraron hipodensidades periventriculares extensas de la sustancia blanca y oclusión focal de la arteria vertebral derecha distal cerca de la unión vertebrobasilar. También había una masa redondeada de partes blandas (1,6 cm de diámetro) en la región del seno cavernoso izquierdo con un foco de aumento de 4 mm lateralmente que se pensó que era un aneurisma trombosado.
Se diagnosticó disfunción del músculo elevador del párpado superior, posiblemente causada por la desinserción espontánea del tendón del elevador del párpado. Mientras se preparaba para el alta, la paciente informó sentirse inestable. Al volver a examinarse, la paciente no podía caminar sin ayuda y lo hacía aumentando ampliamente la base de sustentación; los resultados no se modificaron. Ella fue observada durante la noche; se obtuvieron consultas de fisioterapia y salud ocupacional, y se le dio de alta al día siguiente a un hospital de rehabilitación para su reacondicionamiento y asistencia con la ambulación.
En el hospital de rehabilitación persistieron la ptosis del párpado izquierdo y la hipertensión. Se administró besilato de amlodipina. Durante las primeras 2 semanas, el paciente refirió rigidez en el cuello. En el examen, al flexionar el cuello se notaba un cambio en la calidad de su voz, que mejoraba transitoriamente cuando levantaba la cabeza. Se aplicó un collar cervical blando, un parche de lidocaína y calor. Diez días después del ingreso, el nivel de sodio sérico era de 130 mmol por litro. Se suspendió la furosemida, se administraron bolos de solución salina y tabletas de sal, y se comenzó la restricción de líquidos. Durante los siguientes 10 días, el nivel de sodio cayó gradualmente a un nadir de 120 mmol por litro. El nivel de péptido natriurético cerebral fue de 113 pg por mililitro (rango de referencia, 5 a 99). La presión arterial sistólica aumentó a 159 mm Hg, y se inició la administración de metoprolol, seguido de dinitrato de isosorbide, con mejoría. El día 14, la TC de cráneo no mostró cambios. El nivel sérico de sodio aumentó gradualmente a 130 a 131 mmol por litro, y se suspendió la restricción de líquidos.
Aproximadamente 6 semanas después de la admisión al hospital de rehabilitación, presentó disfagia, asfixia y ronquera, asociado a un aumento de la fatiga y dificultad para levantar la cabeza. La repetición de la TC de la cabeza no reveló cambios. Se informó que un estudio modificado de deglución de bario reveló  aspiración de líquidos. Fue llevada al departamento de emergencia.   La presión arterial era de 124/74 mm Hg y la saturación de oxígeno del 92 al 98% mientras respiraba aire ambiente; otros signos vitales fueron normales. El cuello era flexible. Había ptosis del párpado izquierdo, temblor de intención leve, un fuerte reflejo nauseoso y reflejos osteo-tendinosos profundos 1+ en forma universal; los reflejos plantares eran flexores. La marcha no se evaluó, y el resto del examen fue normal. Los resultados de las pruebas de laboratorio se muestran en la Tabla 1. Un ECG repetido no se modificó. Una radiografía de tórax mostró un marcapasos cardíaco con doble derivación, volúmenes pulmonares bajos, derrames pleurales pequeños bilaterales y atelectasia bibasal; crecimiento leve de la silueta cardiomediastinal con una aorta torácica tortuosa y calcificada y osteopenia difusa, sin cambios desde estudios anteriores. La tinción de Gram de una muestra de esputo reveló leucocitos polimorfonucleares, células escamosas y organismos mixtos gram-positivos y gram-negativos. Se comenzó la administración de bisulfato de clopidogrel. A la mañana siguiente, la paciente regresó al hospital de rehabilitación; se instituyó una dieta de alimentos en puré y líquidos espesos. Se planeó una evaluación adicional de la masa del seno cavernoso.
Al día siguiente, se observó que la paciente tosía y se ahogaba con la comida y ella refirió que tenía dificultad para respirar. La temperatura era de 37.8 ° C y la saturación de oxígeno de 89 a 90% mientras respiraba aire ambiente; se administró oxígeno suplementario (1 litro por cánula nasal). Según los informes, una radiografía de tórax mostró un infiltrado en el lóbulo inferior del pulmón derecho. La paciente declaró que no deseaba ser intubada o resucitada en caso de insuficiencia respiratoria o paro cardíaco.
En la repetición del examen, llevaba un cuello cervical blando e impresionaba frágil. La presión arterial era de 147/74 mm Hg, el pulso 72 latidos por minuto, la temperatura de 36.1 ° C y la frecuencia respiratoria de 18 respiraciones por minuto, con el uso de músculos accesorios. La saturación de oxígeno fue del 96% mientras respiraba oxígeno (4 litros) con la cánula nasal y disminuía al 83% cuando respiraba aire ambiente. El cuello era flexible, con tono muscular disminuido. No podía extender su cuello (es decir, levantar la cabeza) en contra de la gravedad. La presión venosa yugular era de 7 a 8 cm por encima de la aurícula derecha. Había secreciones en la orofaringe y roncus gruesos difusos. Los reflejos eran 2+ y simétricos, y el resto del examen no se modificó. Los niveles de plaquetas, calcio, magnesio, glucosa, proteína total, amilasa y lipasa fueron normales, al igual que las pruebas de función hepática y renal. Otros resultados de la prueba se muestran en la Tabla 1. Un ECG no se modificó. Una radiografía de tórax mostró opacidades bilaterales basales compatibles con atelectasia, neumonía por aspiración o ambas. Hubo cambios que fueron consistentes con edema intersticial leve.
Vancomicina, cefepima, metronidazol, furosemida y metilprednisolona se administraron por vía intravenosa, y albuterol e ipratropio por nebulizaciones. Se administró una presión positiva en la vía aérea de dos niveles intermitentemente, complicada por hipotensión episódica (presión sistólica, 70 a 80 mm Hg); la presión parcial del dióxido de carbono cayó a 82 mm Hg. Se realizó una prueba de paquete de hielo (colocando hielo en el párpado afectado para determinar si se reduce la ptosis), con resultados equívocos. Los resultados de la prueba de laboratorio en el tercer día se muestran en la Tabla 1. En consulta con la familia, y de acuerdo con los deseos expresados ​​previamente por el paciente, solo se administraron medidas de comodidad y el paciente murió al tercer día.

Se realizó una autopsia.

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Esta anciana tuvo un cuadro de debilidad de desarrollo rápido comenzando con ptosis unilateral, seguida de caída de la cabeza, disartria y disfonía, y más tarde, disfagia y fatiga general, que culmina en insuficiencia respiratoria. Antes de esta enfermedad, había llevado una vida activa e independiente en su décima década. La evolución gradual del síndrome durante un período de 8 semanas durante el cual diferentes médicos observaron fragmentos de su enfermedad a través de los efectos de confusión de la insuficiencia cardíaca, la hiponatremia, la neumonía por aspiración y los medicamentos pueden haber causado dificultades en el diagnóstico neurológico.
Al abordar el diagnóstico diferencial, es útil caracterizar las deficiencias. La ptosis unilateral indica debilidad del músculo elevador del párpado superior, y la caída hacia adelante de la cabeza indica debilidad de los músculos paraespinales cervicales. La disartria, la disfagia y la disfonía reflejan la paresia de la musculatura orofaríngea, palatina y cuerdas vocales. La falla respiratoria con hipercapnia tiene relación con la debilidad del diafragma y los músculos ventilatorios intercostales. En contraste con estas anormalidades profundas, el estado mental de la paciente, la fuerza, la sensibilidad y los reflejos tendinosos de las extremidades no se vieron afectados. Tal síndrome neurológico puede ser el resultado de lesiones del sistema neuromuscular periférico o del tronco encefálico. Además, la incapacidad para pararse o caminar y la incoordinación de los brazos indican una disfunción del sistema cerebeloso, mientras que el temblor sugiere la participación de los ganglios basales.
La TC del cerebro sin la administración de material de contraste reveló hipodensidades extensas de la sustancia blanca periventricular. Una angio-TC (Figura 1A) mostró un estrechamiento de la arteria vertebral derecha distal y una masa redondeada de partes blandas (1,6 cm de diámetro) en la región del seno cavernoso izquierdo, con un foco de realce de 4 mm que probablemente sea un aneurisma carótido cavernoso trombosado (Figura 1B) .










Figura 1 Estudios de imagen.)
Una angio-TC con reconstrucción  a nivel del círculo de Willis (Panel A) no revela un aneurisma intracraneal. Una imagen axial (de una angio-TC de la cabeza) a nivel de las arterias carótidas cavernosas (Panel B) muestra una salida lateral de la arteria carótida cavernosa izquierda, representando muy probablemente el componente permeable de un aneurisma parcialmente trombosado (flecha) . Una radiografía de tórax (Panel C) muestra el ensanchamiento del mediastino superior.

Este paciente tuvo hallazgos clínicos que fueron indicativos de la participación del tronco encefálico, el cerebelo y el sistema nervioso periférico. Consideraré cada uno de estos por separado.

1 SÍNDROMES DEL TRONCO ENCEFÁLICO

ACCIDENTE VASCULAR DE TRONCO CEREBRAL
La ptosis, la debilidad bulbar y la pérdida de equilibrio pueden ser causadas por trombosis de la arteria basilar, que puede evolucionar en el curso de días a medida que las áreas de isquemia coalescen en un gran infarto cerebral1. La edad de la paciente y los factores de riesgo cardíacos y vasculares, incluida la estenosis del arteria vertebral derecha, prepara el escenario para un stroke de tronco. La resonancia magnética (RM) es más sensible que la TC para la detección de infarto temprano en el tallo cerebral, pero estaba contraindicada debido a un marcapasos cardíaco. Sin embargo, la preservación de las pupilas, los movimientos extraoculares intactos, la ausencia de hemiparesia o cuadriparesia, la falta de anomalías sensoriales en la cara y las extremidades y el nivel normal de conciencia durante toda la enfermedad hacen que este diagnóstico sea improbable.

MIELINOLISIS CENTRAL PONTINA
La mielolisis central pontina  resulta de la corrección rápida de la hiponatremia, por lo que podría considerarse en esta paciente con hiponatremia. Sin embargo, sus síntomas son anteriores a la hiponatremia, y la presentación con ptosis, la debilidad severa del cuello sin paresia de los miembros y la insuficiencia respiratoria posterior no son consistentes con este diagnóstico. Las tomografías computarizadas seriales, aunque no tan sensibles como la RMN, habrían mostrado una baja atenuación simétrica que refleja la desmielinización en la protuberancia.

ENCEFALITIS DEL TALLO ENCEFÁLICO DE BICKERSTAFF
La encefalitis del tallo encefálico de Bickerstaff es un raro trastorno inmunitario que ocasiona oftalmoplejía externa aguda, que incluye ptosis, nistagmo, debilidad bulbar, ataxia de la marcha y las extremidades y, en casos graves, insuficiencia respiratoria.2 Disminución del estado de alerta, coma, hiperreflexia bilateral, Babinski, cuadriparesia y las alteraciones sensoriales son frecuentes. La ausencia de estas características hace que este diagnóstico sea poco probable.


2 ENFERMEDAD DE LA NEURONA MOTORA
El síndrome bulbar ocurre en aproximadamente el 20% de los casos de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), especialmente en mujeres mayores.3 Esto puede extenderse a las neuronas motoras espinales cervicales y torácicas, lo que lleva a debilidad del cuello, caída de la cabeza e insuficiencia respiratoria. La ELA es poco probable en este caso debido al inicio abrupto y curso muy rápido. Además, la ptosis no ocurre con frecuencia en la ELA, ya que las neuronas motoras oculares generalmente se preservan. La esperada atrofia y fasciculaciones de la lengua, disartria espástica y signos de neuronas motoras superiores en las extremidades nunca desarrollaron.

3 TRASTORNOS NEUROMUSCULARES PERIFÉRICOS
La debilidad aguda de los músculos bulbares, del cuello y respiratorios, sin afectación del sistema nervioso central, indica un trastorno de los nervios, los músculos o la unión neuromuscular.

NEUROPATÍAS CRANEALES
Las parálisis de los nervios craneales III, IX, X y XI podrían explicar el síndrome de este paciente. Las causas habituales de parálisis del nervio craneal son meningitis metastásica (debido a carcinoma o linfoma) y meningitis granulomatosa (debido a sarcoidosis, tuberculosis o una infección fúngica) .4 En este caso, es poco probable una neuropatía craneal debido al reflejo nauseoso conservado,  severa hipotonía del cuello, y la ausencia de otras parálisis oculares y trastornos sensoriales faciales. La lesión en el seno cavernoso izquierdo es relevante porque podría causar ptosis al comprimir el nervio motor ocular y porque puede extenderse hasta causar parálisis del VI nervio craneal y la primera división del V nervio craneal. Sin embargo, no hay otros signos del síndrome del seno cavernoso progresivo secundario a la lesión mostrada en las imágenes quees un aneurisma fusiforme y no una masa neoplásica; por lo tanto, la lesión es muy probablemente una anormalidad incidental.

NEUROPATÍAS PERIFÉRICAS
Un subgrupo de pacientes con el síndrome de Guillain-Barré presenta parálisis ocular, bulbar y respiratoria en lugar de la parálisis habitual que asciende desde las piernas.5 La ataxia de la marcha y la extremidad puede ocurrir antes de la debilidad de la extremidad. La ausencia de parálisis faciales, la falta de debilidad de las extremidades superiores y los reflejos tendinosos intactos a lo largo del curso de la enfermedad contrastan con este diagnóstico. El síndrome de Miller Fisher, una variante del síndrome de Guillain-Barré que se presenta con ataxia, arreflexia y oftalmoplejía, es una consideración. Sin embargo, las características clave de la oftalmoplejía y la arreflexia generalizada no se desarrollaron en este paciente.6 Aun así, estos trastornos de los nervios periféricos deben investigarse mediante pruebas electrofisiológicas en este paciente.

MIOPATÍAS
La parálisis respiratoria aguda ocurre muy raramente en pacientes con deficiencia de maltasa ácida y miopatías mitocondriales, polimiositis y dermatomiositis, y suele ir precedida de debilidad muscular proximal insidiosa.7 La ptosis unilateral y la debilidad bulbar en este paciente hacen poco probable la enfermedad miopática.

TRASTORNOS QUE AFECTAN LA UNIÓN NEUROMUSCULA
  • SÍNDROME DE LAMBERT-EATON

El síndrome de Lambert-Eaton, mediado por autoanticuerpos contra los canales de calcio presinápticos dependientes de voltaje en la unión neuromuscular, a menudo se considera una causa de debilidad oculobulbar. Sin embargo, los hallazgos cardinales son debilidad muscular proximal, arreflexia y alteraciones autonómicas, como ojos secos, disfunción eréctil e hipotensión ortostática. Este trastorno no explica la debilidad craneocervical y muscular respiratoria en este paciente.
  • MIASTENIA GRAVIS

La miastenia gravis es el trastorno más común que ocurre en la unión neuromuscular postsináptica. La debilidad músculo-ocular es una característica temprana  del cuadro y puede ser asimétrica e incluso restringirse a un solo músculo, como lo ejemplifica la ptosis unilateral en este caso. La fluctuación de la debilidad con la actividad es común pero no invariable.
La debilidad leve de los músculos extraoculares puede aparecer como nistagmo (nistagmo parético), ya que los músculos débiles se esfuerzan para mover el globo contra los antagonistas más fuertes; tales músculos débiles pueden explicar el nistagmo de esta paciente. La característica principal de la miastenia gravis es la debilidad prominente de los músculos del cuello, que lleva a la caída de la cabeza.8 La insuficiencia respiratoria hipercápnica es una complicación común y temida de la miastenia gravis9. La insuficiencia respiratoria puede ocurrir rápidamente, a menudo precipitada por infección respiratoria y el uso de antibióticos, estatinas, betabloqueantes y glucocorticoides en altas dosis. Todas estas características surgieron rápidamente en este paciente, sin anormalidades sensoriales o reflejas en las extremidades y con la conciencia intacta, y apoyan fuertemente el diagnóstico de miastenia gravis.
La debilidad de los músculos bulbares, del cuello y respiratorios, con poca afectación ocular o de las extremidades, como se observa en esta paciente, ocurre en el 20% de los pacientes que tienen miastenia gravis con anticuerpos del receptor de la acetilcolina. Patrones similares de debilidad e insuficiencia respiratoria también ocurren en la miastenia gravis paraneoplásica asociada con  timoma.10 Con menos frecuencia, este fenotipo de miastenia gravis, a veces acompañado de atrofia de los músculos del cuello, se observa en pacientes que dieron negativo al anticuerpo del receptor de acetilcolina y quienes tiene anticuerpos contra la tirosina cinasa específica del músculo (MuSK), una proteína muscular de transmembrana en la unión neuromuscular.
La miastenia gravis está siendo diagnosticada cada vez más en pacientes mayores de 50 años.12 Aun así, sospecho que este paciente, de más de 90 años de edad, sería uno de los más viejos en recibir un diagnóstico de miastenia. La miastenia tiende a pasarse por alto en personas de edad avanzada porque la ptosis, los cambios en el habla y la deglución, y la fatiga generalmente se atribuyen a las fragilidades de la edad, como aparentemente lo fueron en este caso.

La radiografía de tórax muestra un leve ensanchamiento del mediastino (Figura 1C). Hay una enfermedad pulmonar intersticial y la silueta cardíaca no tiene características notables.

Con un alto grado de sospecha de miastenia gravis, incluso este sutil ensanchamiento del mediastino sugiere timoma, que ocurre en 10 a 15% de los pacientes con miastenia, y sería indicación de una tomografía computarizada de tórax para definir mejor la lesión.

PRUEBAS DE DIAGNÓSTICO PARA MIASTENIA GRAVIS
Cuando finalmente ingresaron a este paciente al hospital, la miastenia gravis fue claramente una consideración seria. Se colocó una compresa de hielo sobre el ojo durante 1 minuto para mejorar la transmisión neuromuscular y aliviar temporalmente la ptosis, pero su respuesta fue equívoca. Incluso cuando es negativo, esta prueba no excluye la miastenia.
Se necesitan varias pruebas para confirmar el diagnóstico de miastenia gravis y para superar el problema de los resultados falsos negativos y falsos positivos.13,14 La estimulación nerviosa repetitiva, en la que se estimula un nervio motor de 2 a 5 Hz mientras la respuesta de la acción motora compuesta  registra el potencial, es la prueba clave. Una disminución progresiva en la amplituddel potencial de acción es el hallazgo diagnóstico. En esta paciente, sería apropiado probar el músculo esternocleidomastoideo y los músculos faciales. Los resultados de las pruebas electromiográficas de una sola fibra son anormales en aproximadamente el 95% de los casos de miastenia gravis, incluso cuando los resultados de la estimulación repetitiva son equívocos, pero la electromiografía de una sola fibra no es específica. Los estudios estándar de velocidad de conducción nerviosa y la electromiografía con aguja están indicados para descartar  neuropatía desmielinizante y  miopatía, que pueden coexistir con  miastenia gravis.
Los anticuerpos séricos contra el receptor nicotínico de acetilcolina son altamente sensibles y específicos para el diagnóstico de miastenia gravis. Alrededor del 80% de los pacientes sin timoma y casi todos los que tienen timoma tienen dichos anticuerpos. Los anticuerpos contra la proteína de músculo estriado titina y contra el receptor de rianodina también son comunes en la miastenia gravis asociada al timoma y pueden predecir una enfermedad más grave y una propensión a insuficiencia respiratoria.15 Si no existen anticuerpos contra el receptor de acetilcolina, se deben buscar anticuerpos contra la tirosin kinasa específica del músculo (MuSK). Se están descubriendo muchos autoanticuerpos diferentes en pacientes con timoma, lo que resulta en una variedad de trastornos neurológicos paraneoplásicos, que incluyen neuromiotonía, encefalitis límbica, polimiositis, síndrome delhombre rígido y sordera subaguda16. La  pregunta en este caso sería si la ataxia en este paciente refleja una degeneración cerebelosa  paraneoplásica.
El edrofonio intravenoso, un inhibidor de la acetilcolinesterasa de acción rápida y corta duración que aumenta la disponibilidad de la acetilcolina en la unión neuromuscular, es la prueba farmacológica para la miastenia gravis. Es adecuado para pacientes en quienes la debilidad es fácilmente visible y se puede determinar fácilmente una respuesta, como la ptosis y la debilidad del cuello de este paciente. En estas circunstancias, se observa un resultado positivo en aproximadamente el 80% de los casos. Debido a la posibilidad de una bradicardia severa, es necesario controlar el ECG y tener a mano disponibilidad de atropina.

RESUMEN
En conclusión, esta paciente parece haber tenido miastenia gravis complicada por una crisis miasténica como un trastorno paraneoplásico debido a un timoma. La degeneración cerebelosa paraneoplásica puede ser parte del cuadro.


DIAGNÓSTICO CLÍNICO  PRESUNTIVO
MIASTENIA GRAVI Y CRISIS MIASTÉNICA ASOCIADA A TIMOMA.
SÍNDROME PARANEOPLÁSICO  ASOCIADOA TIMOMA


DISCUSIÓN PATOLÓGICA
En la autopsia, el corazón estaba agrandado (370 g), con hipertrofia ventricular izquierda, dilatación biauricular y enfermedad coronaria severa. Un marcapasos estaba en su lugar. Había edema pulmonar. Había una masa bien circunscrita (4,2 cm de diámetro) en el mediastino anterior.

El examen microscópico de la masa mediastínica reveló un tumor celular encapsulado (Figura 2A). Las células tumorales tenían un aspecto en forma de huso u ovales con núcleos blandos y cromatina dispersa (Figura 2B). Se mezclaban pequeños linfocitos maduros dispersos. Las células fusiformes fueron positivas para queratina de acuerdo con el análisis inmunohistoquímico (Figura 2C), y los linfocitos fueron células T CD3 + (Figura 2D). Estos hallazgos son diagnósticos de timoma tipo A (también conocido como timoma medular), según el sistema de clasificación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) .17





Fig 2. Masa Mediastinal.
A bajo aumento (panel A, hematoxilina y eosina), la masa mediastínica contiene una mezcla de células fusiformes y linfocitos. A mayor aumento (panel B, hematoxilina y eosina), las células fusiformes tienen núcleos ovales y blandos, y los linfocitos parecen pequeños y maduros. Con el uso del análisis inmunohistoquímico, las células fusiformes expresaron citoqueratina (Panel C, inmunoperoxidasa para citoqueratina) y los linfocitos fueron células CD3 + T (Panel D, inmunoperoxidasa para CD3).



Los cortes del ventrículo izquierdo mostraron miocarditis de células gigantes con infiltración de linfocitos pequeños y células gigantes (Figura 3A). y 3B
Un corte del músculo psoas (Figura 3C) también mostró miositis. Los cortes del tallo cerebral mostraron infiltrados microgliales en la médula y la protuberancia sin la participación de la corteza cerebral o las estructuras límbicas (Figura 3D). Esta distribución es consistente con un proceso paraneoplásico.





Figura 3 Fenómenos paraneoplásicos (Hematoxilina y Eosina)).
Una sección del corazón (Panel A) muestra una miocarditis de células gigantes con infiltración de linfocitos y células gigantes histiocíticas multinucleadas (que se muestran a mayor aumento en el Panel B). Un corte del músculo psoas (Panel C) también muestra miositis. Un corte de la médula (Panel D) muestra infiltrados irregulares de linfocitos e histiocitos (microglia) que son indicativos de encefalitis leve del tallo cerebral.


Los resultados de un panel de anticuerpos paraneoplásicos que se envió al Mayo Medical Laboratory se recibieron después de la muerte de la paciente. Los resultados mostraron la presencia de anticuerpos musculares contra receptores de acetilcolina, anticuerpos moduladores musculares del receptor de acetilcolina y anticuerpos a proteínas estriacionales. Los anticuerpos de unión al receptor de acetilcolina activan el complemento que conduce a la pérdida del receptor, mientras que los anticuerpos moduladores conducen a la endocitosis y a la pérdida de expresión del receptor. Las proteínas estriacionales, presentes tanto en el corazón como en el músculo esquelético, incluyen las proteínas estructurales titina y receptor de rianodina y una proteína de canal de potasio, Kv1.4. La paciente no tenía otros autoanticuerpos paraneoplásicos. Los diagnósticos finales después de la autopsia fueron:  timoma (tipo A de la OMS, no invasivo) y síndromes paraneoplásicos asociados miastenia gravis, polimiositis de células gigantes que involucra el corazón y el músculo esquelético, y encefalitis cerebral leve.
Los fenómenos paraneoplásicos se observan en hasta el 50% de los casos de timoma; son más comunes en el timoma tipo B2 de la OMS pero ocurren en todos los subtipos. Además de los trastornos neuromusculares, incluyen trastornos hematológicos como la aplasia de células rojas y otras citopenias, hipogammaglobulinemia y otros trastornos autoinmunes.18 Hasta el 10% de los pacientes con miastenia gravis y timoma tienen más de un síndrome paraneoplásico, como este paciente .16,18 Un reciente estudio grande de pacientes con miastenia gravis demostró que el corazón, el músculo esquelético o ambos eran objetivos autoinmunes en solo el 0.9% de los pacientes; la polimiositis fue dos veces más común que la miocarditis19. La polimiositis se desarrolló antes o al mismo tiempo que la miastenia gravis, mientras que la miocarditis asociada a arritmias e insuficiencia cardíaca se desarrolló después del inicio de la miastenia gravis. Todos los pacientes tenían anticuerpos antiestriacionales y ninguno tenía anticuerpos específicos de los músculos, hallazgos similares a los de nuestro paciente.
En conclusión se puede relacionar estos diferentes diagnósticos (polimiositis, encefalitis del tallo cerebral y miastenia gravis) con los hallazgos clínicos específicos y establecer una correlación clínico-patológica. La polimiositis que causa insuficiencia respiratoria y cardíaca es parte del trastorno neuromuscular asociado al timoma y puede haber tenido un papel en el curso de la evolución de paciente. La ataxia y el nistagmo pueden correlacionarse con la encefalitis leve del tronco encefálico encontrada en la autopsia. Sin embargo, el componente más grave de su enfermedad se explica mejor por la miastenia gravis.
Parece que en la evaluación inicial de este paciente, hubo un cierre prematuro en torno al diagnóstico de dehiscencia del tendón del elevador del párpado. La dehiscencia o ruptura del tendón del elevador del párpado superior puede causar ptosis mecánica del párpado y es bastante común en pacientes mayores. Sin embargo, el inicio de la ptosis no sería tan brusco que el paciente se despertara con él algún día. Ante un paciente con ptosis de nueva aparición, buscar  pupila dilatada con constricción disminuida a la luz y deterioro de otros movimientos oculares, ya que estos indican una parálisis del nervio motor ocular común  y sugieren un problema grave como un aneurisma cerebral que comprime el nervio. Hay que pensar en miastenia en pacientes con ptosis indolora y conservación de la función pupilar. En tal caso buscar otros  elementos como la fatigabilidad.
Como lección importante de este caso habría que concluir que si una persona activa (sin importar la edad),  de repente se debilita,  causas de  debilidad que no sean la vejez o el desacondicionamiento deben buscarse cuidadosamente.

DIAGNÓSTICOS ANATÓMICOS
TIMOMA - TIPO A DE LA OMS, NO INVASIVO - CON MIASTENIA GRAVIS PARANEOPLÁSICA, POLIMIOSITIS Y MIOCARDITIS DE CÉLULAS GIGANTES Y ENCEFALITIS DEL TALLO CEREBRAL.



Fuente: “A Woman in Her 90s with Unilateral Ptosis”
Nagagopal Venna, M.D., R. Gilberto Gonzalez, M.D., Ph.D., and Lawrence R. Zukerberg, M.D.
N Engl J Med 2011; 365:2413-2422December 22, 2011


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VARÓN DE 71 AÑOS CON FALLO RENAL Y HEMATURIA

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Un hombre de 71 años fue  internado por deterioro de la función renal y hematuria.
Tres semanas antes, la esposa del paciente se enfermó con un cuadro de escalofríos, fatiga y mialgias, y ella pensó que tenía gripe. Unos días más tarde, el paciente presentó  fiebre subjetiva, con escalofríos intermitentes, fatiga, malestar general, anorexia y mialgias difusas leves. Notó que había reducido la ingesta de líquidos y que su orina se había vuelto más oscura. Sus síntomas fueron temporalmente aliviados con la administración de acetaminofén. Aproximadamente 10 días antes de la internación actual, el paciente fue evaluado por su médico de atención primaria, que pensó que el paciente estaba deshidratado. Le realizó pruebas de laboratorio, y los resultados  ese mismo  día, mostraron  una creatinina sérica de 4.9 mg por decilitro; el nivel de creatinina había sido de 0,8 mg por decilitro 2 meses antes. Fue referido a la emergencia  del  hospital donde refirió persistencia de los síntomas constitucionales, calambres intermitentes en la parte inferior del abdomen y mayor oscurecimiento de  la orina, que se había convertido en el color de la coca cola. La temperatura era 36.9 ° C, la frecuencia cardíaca de 87 latidos por minuto, la presión arterial 153/82 mm Hg y la saturación de oxígeno de 98% mientras respiraba aire ambiente. El peso era de 103.2 kg, y el las membranas mucosas estaban húmedas. El resto del examen era normal. La prueba de un hisopo nasofaríngeo para virus de influenza A y B fue negativa, y se obtuvo un cultivo de orina; otros resultados de pruebas de laboratorio eran como sigue: .
Hemoglobina 10.8 (g/dl)  Hematocrito  33%.Glóbulos blancos 11600/mm3.Fórmula N 76%. L 13%.  M 9%.  E 0,6%. B0.3%.Plaquetas 300.000/mm3.
Na 143. K 3,4. Cl 107. Urea 70 mg/dl. Creatinina 3,9 mg/dl. Glucemia 99 mg/dl. Calcemia 8,8mg/dl.
Proteínas totales 6,4 g/dl. Albúmina 3 g/dl.  ESD 82 mm/h.
FAN (-). ANCA c y ANCA p negativos. Anti PR3 (-) Anti mieloperoxidasa (-).
C3 153 mg/d (normal  75-175)
C4  30 mg/dl (normal  12-39)
Anti-DNA de doble cadena negativo.  FR (-)
Serología para virus B y C negativa. VDRL (-). PSA normal.
Ferremia 25 ug/dl (45-160). Transferrina 121 mg/dl (200-360 ug/dl).  Ferritina plasmática 603 ug/l (normal 200-300).
Orina: color rosado, levemente turbia, pH 6.0. Densidad 1008. Proteínas 2+. Glucosa (-). Cetonas (-).  Sangre 3+. Bilirrubina (-). Leucocito esterasa (-). Nitritos (-). GR a gran aumento : más de 100 (normal 0-2). Leucocitos a gran aumento 10 a 20 (normal 0-2).  Na 43 meq/l.Creatinina 57 mg/dl (39-259). Proteínas totales en orina 325 mg/dl. Microalbuminuria 194 mg/dl (0-20).
Relación proteínas (mg)/creatinina(mg): 5,71 (menos de 0.15)
Relación microalbuminuria (mg)/creatinina (grs): 3412 (menos de 30).

Se obtuvieron estudios de imágenes:  una radiografía de tórax era normal. Una tomografía computarizada (TC) de la abdomen y pelvis, realizados sin administración intravenosa de material  de contraste,  revelaron quistes renales bilaterales sin evidencia de hidronefrosis, diverticulosis sin evidencia de diverticulitis, colelitiasis sin evidencia de colecistitis y calcificaciones vasculares de aorta abdominal, con un aneurisma aórtico abdominal de 3.9 cm de diámetro.
Los  medicamentos que elpaciente recibía en forma ambulatoria eran:  aspirina, atorvastatina, amlodipina con benazepril, metformina, colecalciferol y ácidos grasos n-3, así como ibuprofeno cada dos días para el dolor de rodilla. Ibuprofeno, aspirina, benazepril y metformina se suspendieron inmediatamente después de internarse.
La ecografía renal reveló riñones de tamaño normal (13.3 cm el derecho y 11.8 cm el izquierdo, con quistes bilaterales ( de menos 5.5 cm de diámetro), incluyendo uno con una tabicación delgada, y sin evidencia de hidronefrosis.
En el día 4 del hospital, el nivel de creatinina disminuyó a 3,2 mg por decilitro, pero en los siguientes 2 días, apareció hematuria y el nivel de creatinina aumentó a 3.9 mg por decilitro. El examen del sedimento urinario reveló glóbulos rojos, cilindros de glóbulos rojos y cilindros de glóbulos blancos. Como consecuencia de ello se le indicó un tratamiento empírico con metilprednisolona intravenosa, y se programó la biopsia de riñón.
Dado que el paciente tenía temperaturas de hasta 37.7 ° C y leucocitosis persistente, dos muestras de  hemocultivos fueron obtenidos. Dos días después, bacilos gramnegativos desarrollaron en los dos frascos para anaerobios por lo que se inició tratamiento con ceftriaxona intravenosa se inició y se suspendió la metilprednisolona. Se repitieron los  cultivos de sangre y orina, se suspendió la ceftriaxona, y se comenzó  tratamiento con cefepima y aztreonam.
Se repitió una TC del abdomen y la pelvis, sin la administración intravenosa de material de contraste, la cual reveló una mayor cantidad de líquido perirrenal  sin evidencia de absceso. También se vio un  quiste renal  de 0.9 cm de diámetro, hiperintenso en elpolo superior derecho, evidencias de infiltración de la grasa presacra nueva, y pequeños derrames pleurales bilaterales. Un ecocardiograma mostró una función ventricular normal y sin calcificaciones valvulares. En el hospital el día 11, el nivel de creatinina fue de 3.0 mg por decilitro.
En la evolución, el paciente  presentaba hematuria macroscópica con orina de color marrón, fatiga, fiebre de bajo grado, anorexia y tos intermitente El paciente refirió dolor abdominal difuso de tipo  calambre que calificó de intensidad 3 en una escala de 0 a 10. Informó que no tenía disuria, aumento en la frecuencia urinaria, dolor en el flanco, náuseas, vómitos, faringitis, disnea, rash, dolor de cabeza, o síntomas neurológicos.
El paciente tenía un historial tolerancia a la glucosa alterada, hipertensión, hiperlipidemia, aneurisma aórtico abdominal, eccema, pólipos colónicos benignos, diverticulosis y osteoartritis de rodillas, hombros y columna lumbar. Él había sufrido reparación de una hernia inguinal derecha, así como prostatectomía radical para el tratamiento de cáncer de próstata 16 años antes. No tuvo nunca reacciones a los medicamentos. Varios de sus cinco nietos jóvenes habían estado enfermos durante el mes antes de esta internación. Se había retirado 1 año antes de un trabajo en ventas, trabajo por el cual había viajado a Europa y más recientemente a México. Él  había bebido 3 o 4 cervezas diariamente desde que se había retirado. Había fumado medio paquete de cigarrillos diariamente durante 50 años, pero había fumado más recientemente algunos pocos cigarrillos por día. Su padre había tenido cáncer de pulmón y su madre habían tenido diabetes, pero no había antecedentes familiares de autoinmunidad o enfermedad renal.
En el examen físico, la temperatura era 37.4 ° C, la frecuencia cardíaca 84 latidos por minuto, la presión arterial 159/90 mm Hg, la frecencia respiratoria 18 respiraciones por minuto y la saturación de oxígeno 94% mientras el paciente respiraba aire ambiente. El peso era 103.6 kg, la altura 175 cm, y el índice de masa corporal de 33.8. El paciente parecía cómodo.
La dentición era pobre, pero no había lesiones orofaríngeas.  La  auscultación del tórax revelaba un soplo sistólico de pico temprano (grado 2/6) en la base izquierda y crepitantes bibasilares. El abdomen era blando, indiferente y no distendido, y no había dolor en el ángulo costovertebral.  Había una hernia inguinal izquierda. No había lesiones sépticas en las uñas y tampoco  erupciones. La orina era rosa, sin coágulos. El resto del examen era normal. Se extrajeron muestras para cultivos de orina y sangre. Los niveles en sangre de magnesio, fósforo,  alanina aminotransferasa, aspartato aminotransferasa, fosfatasa alcalina y bilirrubina eran normales. Se muestran otros resultados de pruebas de laboratorio. El examen del sedimento urinario mostró glóbulos rojos no dismórficos que eran "demasiado numerosos para contar, "algunos cilindros granulares, y sin cilindros celulares.  El resultados de la electroforesis de proteínas séricas eran normales, y una prueba de orina para proteína de Bence Jones fue negativa.
Se realizó una TC del abdomen y  pelvis  sin la administración intravenosa de material de contraste (Fig. 1) que mostró infiltración de la grasa  perinefrica bilateral leve sin hidronefrosis. Los riñones contenían múltiples, quistes corticales renales simples bilaterales. Había diverticulosis colónica, predominantemente en el colon sigmoide, con infiltración grasa  y múltiples ganglios linfáticos prominentes en el mesenterio sigmoides. Estos hallazgos fueron compatibles con diverticulitis sigmoidea aguda El peritoneo contenía una pequeña cantidad de líquido libre sin aire libre. Había calcificaciones vasculares que involucraban la aorta abdominal y sus ramas principales, con un aneurisma aórtico abdominal infrarrenal (3.9 cm de diámetro). Las bases de los pulmones estaban limpias. Había escaso  derrame pleural bilateral. Se administró  ceftazidima intravenosa y metronidazol. A la mañana siguiente apareció  un  dolor abdominal  y suprapúbico intenso y la orina impresionaba como más oscura roja.
Se llevó a cabo una prueba diagnóstica







Figura 1. Tomografía computarizada del abdomen y la pelvis sin administración intravenosa de sustancia de contraste. Las imágenes coronales muestran una infiltración perinéfrica bilateral leve (Panel A, flechas) sin evidencia de hidronefrosis, múltiples divertículos en el colon sigmoide (Panel B, puntas de flecha), e infiltración de la grasa mesentérica del sigmoide.   (Panel B, flechas).




DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Este hombre de 71 años se presentó con una función renal rápidamente decreciente  y hematuria. Su nivel de creatinina aumentó durante un período de 2 meses, de 0,8 a 4,9 mg por decilitro. En el contexto de construir  un diagnóstico diferencial, el primero paso es determinar si la disminución de la función renal se debe a una uropatía obstructiva, una condición prerrenal o una enfermedad intrínseca del riñón.  El paciente tenía pocos  síntomas relacionados con el tracto urinario y no había evidencia de hidronefrosis en la ecografía renal, haciendo poco probable el diagnóstico de uropatía obstructiva.   Un insulto prerrenal tal como depleción de volumen  intravascular  sería poco probable como causa  de la injuria aguda que este paciente presentó sin una enfermedad reñal preexistente .  Además, la administración de solución salina intravenosa no dio lugar a una mejoría notable en la función renal, lo que también hace muy improbable que la pérdida  de volumen intravascular sea una explicación para este caso. Medicamentos que podría alterar la tasa de filtración glomerular, incluidos antiinflamatorios no esteroideos (AINES), o inhibidores de la enzima convertidora  de angiotensina,  discontinuaron. Por lo tanto, el proceso de la enfermedad es muy probable que sea intrínseco al riñón.

EXAMEN DEL SEDIMENTO URINARIO
Mucho se puede deducir de las descripciones del sedimento urinario. En la presentación inicial, la orina se describe como el color de la cola y el examen del sedimento urinario reveló células rojas, cilindros de glóbulos rojos y cilindros de células blancas, hallazgos sugestivos de  glomerulonefritis.1 Los resultados de los análisis de orina y el deterioro de la función renal hicieron que hubiese preocupación sobre el pronóstico  por lo que se inició tratamiento con metilprednisolona  endovenosa. La presencia de cilindros de células blancas plantea posibilidad de nefritis intersticial. Aunque la nefritis intersticial puede ser causada por  gramnegativos anaerobios facultativos (p. ej., yersinia) que pueden ser adquiridos en un viaje al extranjero,  rara vez causa hematuria macroscópica. Dado el grado de hematuria visto en este paciente, una nefritis  intersticial sería poco probable y por lo tanto deben considerarse otras causas de hematuria.
Un examen repetido posterior del sedimento urinario mostró que los glóbulos rojos no eran  dismórficos y que no había cilindros  celulares, hallazgos que sugieren una fuente de sangrado en el tracto urinario. Una ecografía renal y una TC  sin contraste mostraron quistes renales simples y una masa quística mínimamente compleja (clasificación Bosniak 2) de poca importancia clínica, junto con una vejiga contraída. Aunque no se puede descartar  una fuente de sangrado en  el tracto urinario, sería una causa poco probable ya que no explicaría una declinación tan rápida de lafunción renal en este paciente.

GLOMERULONEFRITIS RÁPIDAMENTE PROGRESIVA
La glomerulonefritis rápidamente progresiva es el diagnóstico más probable en este paciente, y el plan de diagnóstico y terapéutico  tendría que proceder rápidamente para evitar cicatrización glomerular e intersticial. La evaluación de los niveles del complemento sérico (C3 y C4) es muy útil para reducir el diagnóstico diferencial. La activación de la vía  clásica del complemento, que reduce tanto el nivel de C4 como el nivel de C3, sugiere enfermedad glomerular debido a un proceso como el lupus eritematoso sistémico o la crioglobulinemia. La  activación de la vía  alternativa del complemento, que da como resultado un bajo nivel de C3 y un nivel normal de C4, aumenta la posibilidad de una variedad de enfermedades infecciosas y de la glomerulonefritis membranoproliferativa. En este caso, los niveles de C3 y C4 están normales, lo que sugiere que la disminución de la función renal se debió a un proceso como la nefropatía IgA, enfermedad por anticuerpos anti citoplasma de neutrófilos (ANCA), o enfermedad por anticuerpos anti-membrana basal glomerular  (Síndrome de Goodpasture).
Este paciente tenía varios test  serológicos negativos, incluidas pruebas específicas para la hepatitis B y  C, hallazgos que disminuyen la probabilidad  de glomerulonefritis viral. Un anticuerpo anti-DNA de doble cadena negativo hace el diagnóstico que el diagnóstico de lupus eritematoso sistémico sea  poco probable y  los test para anticuerpos anti-antiproteinasa 3 y antimieloperoxidasas, en dos ocasiones separadas,  disminuyen la probabilidad de que los ANCA estuviesen involucrados en la patogenia de la enfermedad No hay mención de pruebas serológicas para anticuerpos anti-MBG.
Ante cualquier diagnóstico de glomerulonefritis, se deben formular dos preguntas: primero, ¿ la condición inflamatoria está  limitada al riñón?, ¿o es parte de un proceso sistémico? La presencia de manifestaciones extrarenales ayuda a reducir la lista de diagnósticos diferenciales. Por ejemplo, un paciente podría tener un síndrome pulmón-riñón  (por ejemplo GNF  ANCA-positivo o enfermedad por anticuerpos anti-MBG),  o dolor abdominal  de tipo  calambres asociado con vasculitis del intestino por IgA. En este caso, el dolor abdominal  es la única pista extrarrenal. Segundo, las manifestaciones extrarenales ¿proporcionan pistas sobre la patogenia de la enfermedad? En este caso, la intersección de infección y enfermedad renal agudiza el enfoque.

INFECCIÓN Y ENFERMEDAD RENAL
Algunas infecciones (por ejemplo, infección por el virus de la hepatitis B o C, infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, sífilis e infección por estafilococos), causan enfermedad renal, y algunos pueden agravar afecciones renales existentes, como la nefropatía por IgA o enfermedad anti-MBG, o puede conducir la causa de la enfermedad renal.  Este caso contiene muchas pistas.
¿Podría el paciente haberse contagiado una infección de su esposa o nietos o durante su reciente viaje a México? La lista de posibles transmisiones es larga. Dado que el paciente tenía enfermedad diverticular, su dolor abdominal bajo de tipo calambre y el malestar, muy probablemente se deba a colitis o a diverticulitis . Se comenzó un tratamiento antibiótico cuyo espectro fue posteriormente ampliado para tener cobertura para anaerobios  gramnegativos que fue lo que desarrolló en el hemocultivo. Hay más de dos docenas de géneros de bacilos anaerobios gramnegativos,  y Bacteroides fragilis y Fusobacterium nucleatum lideran la lista de posibilidades en este caso.
Una infección endovascular del aneurisma aórtico o de una válvula cardíaca son posibles pero poco probable, dado la ausencia de vegetaciones en la ecocardiografía y la región periaórtica relativamente normal en la TC.

BACTERIEMIA GRAM-NEGATIVA Y GLOMERULONEFRITIS
Podría la bacteremia gramnegativa haber contribuido  a la inmunopatogenia de la glomerulonefritis de este paciente? La nefropatía IgA es causada por defectos de la inmunidad de la mucosa, y  la interacción entre esta enfermedad glomerular y los trastornos intestinales están bien documentados3. Brotes de de la nefropatía IgA pueden ocurrir de forma sincrónica con infecciones gastrointestinales. Pacientes con vasculitis IgA (Púrpura de Henoch-Schönlein) puede presentarse con dolor abdominal de tipo calambres. Dicho esto, una  nefropatía rápidamente evolutiva por IgA sería un diagnóstico inusual en un paciente de 71 años sin episodios previos de hematuria macroscópica. Es posible que este paciente tuviera una glomerulonefritis necrotizante con formación de semilunas  ANCA negativo que imitaba una glomerulonefritis ANCA-positiva.
4  Tanto la nefropatía por IgA  como la glomerulonefritis  ANCA-negativa  deben permanecer en el diagnóstico  diferencial. En este caso.
El diagnóstico más probable en este paciente es enfermedad anti-MBG: una causa de glomerulonefritis rápidamente evolutiva  tanto en  jóvenes como en  ancianos. La enfermedad anti-MBG puede causar sangrado pulmonar pero este paciente no tenía evidencia de hemorragia a dicho nivel.  La enfermedad anti-GBM no afecta los órganos  abdominales. ¿ El dolor abdominal tipo calambre  y la bacteriemia por gram-negativos anaerobios proporcionan información sobre el proceso de la enfermedad en este paciente?
Las enfermedades autoinmunes ocurren como consecuencia de múltiples factores y no de un solo factor. El paciente debe perder tolerancia inmunológica a algún autoantígeno; específicamente, los pacientes con enfermedad por anti-GBM, se pierde tolerancia inmunológica a un epitope notablemente restringido al dominio no colágeno de la cadena  alfa-3 del colágeno tipo IV, conocido como alfa-3 (IV) NC1 o antígeno de Goodpasture. 5,6 Este antígeno normalmente está oculto de la vigilancia inmune y debe someterse a un cambio estructural,o “conformopatía autoantigénica”, para permitir  su interacción con los anticuerpos  anti-MBG circulantes.7
La predisposición genética y factores ambientales desempeñan un papel en la formación de autoanticuerpos y en la disponibilidad de autoantígenos.  La enfermedad anti-MBG está marcada por "agrupamiento espacial y temporal", 8 indicando la importancia de los factores genéticos y del medio ambiente. La predisposición genética se basa  en una asociación HLA muy fuerte.9  Los riesgos ambientales son numerosos e incluyen el hábito de fumar cigarrillos y la infección. El caso original de Ernest Goodpasture's (que en realidad puede haber sido un caso de glomerulonefritis ANCA-positiva)  estuvo asociado con el brote de gripe de 1918.10 La aparición de variaciones estacionales de la enfermedad en primavera y principios de verano sugiere desencadenantes  infecciosos.  En un estudio reciente, 11 67% de los pacientes con la enfermedad anti-MBG tenían  pródromos febriles e infecciones  y bacterianas debido a una variedad de bacterias gramnegativas.
El potencial inmunopatogénico de los microbios en la enfermedad anti-MBG ha sido probado en varios formas. Un importante epItope de células B humanas de alpha-3 (IV) NC1 se solapa con un epítope de células T de enfermedad murina anti-MBG, lo que sugiere que un  aminoácidos es responsable crítico de la autoinmunidad en la enfermedad anti-MBG. Cuando este aminoácido se enfrentó  contra una base de datos de proteínas microbianas, siete péptidos derivados de microbios basados en este fueron encontrados. Anticuerpos circulantes contra estas bacterias fueron descubiertas en circulación de pacientes con enfermedad anti-MBG.12 Tres de estos péptidos microbianos eran de  especies de bacteroides.
La enfermedad anti-MBG de este paciente puede ser un ejemplo de mimetismo molecular inducido por un gramnegativo anaerobio como bacteroides u otras bacterias gramnegativas que contribuyeron a la diverticulitis. Hay otros dos mecanismos por los qué una infección puede haber exacerbado la enfermedad. Primero, se pueden encontrar anticuerpos anti-MBG en la circulación durante meses o años antes de la manifestación de la enfermedad, 13 y es posible que una infección por bacteroides acelerara la producción de anticuerpos anti-MBG. Segundo, el crítico  epítope alfa-3 (IV) NC1 debe someterse a conformopatía autoantigénica, 14 y es posible que un medio infeccioso expusiese el antígeno oculto.
Hay otra consideración de diagnóstico en este caso. Este paciente tenía una proteinuria mucho más marcada de lo que se esperaría en un paciente con enfermedad anti-MBG. Una relación proteína: creatinina de 5,71 sería muy probablemente el resultado de la perturbación de los podocitos inducidos por otra enfermedad glomerular. Por ejemplo, el paciente podría haber tenido nefropatía membranosa concurrente asociada con cáncer causado por años de fumar cigarrillos.
Sin embargo, este hombre, que tenía obesidad e intolerancia a la glucosa y estaba recibiendo metformina, probablemente tuvo una nefropatía diabética concurrente leve.
En América del Norte, hay una epidemia de diabetes y nefropatía diabética que pueden coexistir con cualquier enfermedad glomerular.15  Para establecer el diagnóstico de enfermedad anti-MBG en este paciente, habría que realizar una biopsia de riñón.
Diagnósticos presuntivo:  Enfermedad anti  membrana basal glomerular causando una glomerulonefritis con semilunas.
Diverticulitis debida a Bacteroides fragilis y otras bacterias anaerobias gramnegativas.
Podocitopatía, posiblemente debido a nefropatía diabética leve.


DISCUSIÓN PATOLÓGICA
Los procedimientos de diagnóstico en este caso fue una biopsia con aguja gruesa del riñón, un ensayo inmunosorbente ligado a enzimas en suero (ELISA) y análisis de transferencia Western. EL examen de la muestra de biopsia reveló 21 glomérulos, de los cuales  el 19% estaban  globalmente esclerosados ​​y el 38% eran semilunas celulares (Fig. 2A y 2B). Había necrosis segmentaria  en algunos glomérulos. Cilindros de glóbulos rojos (figura 2C), gotitas de reabsorción, y lesiones tubulares de diversos grados de gravedad. Aproximadamente el 30% de  la corteza mostró fibrosis intersticial y atrofia tubular. Los vasos sanguíneos mostraron leve fibrosis intimal en arterias e hialinosis arteriolar. En conjunto, estos hallazgos muestran evidencia de una glomerulonefritis necrotizante y con formación de semilunas.

En la microscopía de inmunofluorescencia de los glomérulos, la membrana basal glomerular mostró brillo, global, lineal (4+) tinción para IgG (Fig. 2D) y un patrón similar e intensidad de tinción para kappa y lambda. Las semilunas fueron positivas para fibrina. La MBG mostró tinción 3+ a 4+ para IgG4, 2+ a 3+ tinción para IgG1 y 1+ tinción para IgG2. La tinción para IgG3 fue negativa. En la microscopía electrónica, el endotelio era reactivo Había borramiento global de los procesos del pie podocitario,  lo que que explica la proteinuria del paciente. No había depósitos electrón densos (Fig. 2E). No había evidencias de nefropatía diabética.






Figura 2 Biopsia renal.
Tinción con de ácido periódico-Schiff y hematoxilina y eosina  (paneles A y B, respectivamente) muestran glomérulos hipercelulares con semilunas celulares (flechas) y segmentos de necrosis (punta de flecha). Hematoxilina adicional y la tinción con eosina (Panel C) muestra cilindros de glóbulos rojos y lesión tubular. La microscopía de inmunofluorescencia directa (Panel D) muestra tinción lineal brillante (4+) para IgG a lo largo de la pared capilar glomerular. Microscopía electrónica (Panel E) muestra podocitos reactivos (asteriscos), con borramiento de los procesos del pie y células endoteliales reactivas (flechas). No hay depósitos electrón  densos.




Las pruebas de ELISA en suero para la detección y cuantificación de anticuerpos contra alfa-3 (IV) NC1 fueron negativas a menos de 2 unidades de referencia por mililitro (resultado positivo,  más de 20). El análisis de Western blot para la detección de anticuerpos contra alfa-3 (IV) NC1 fue positivo.
Los hallazgos son diagnósticos de enfermedad anti-MBG pero con varias características inusuales. Primero, las semilunas y la necrosis no fueron tan prominentes como estarían en un caso clásico de enfermedad anti-MBG, en el que las semilunas son difusas, globales, y circunferenciales, involucrando típicamente aproximadamente 75% de glomérulos.16,17 En este caso, las semilunas involucraron menos de la mitad de los glomérulos y eran pequeñas, lo que sugiere enfermedad transitoria o subaguda. 
En segundo lugar, el ELISA sérico fue negativo para Anticuerpos anti-MBG, mientras que eltest má sensible,  el análisis de Western blot fue positivo. Pruebas falsas negativas ocurren en 2 a 3% de los casos de enfermedad anti-MBG.18 En este caso, el ELISA negativo sugiere que el título del anticuerpo era demasiado bajo para la detección por esa metodolgía.
Finalmente, este caso mostró una distribución dominante de lasubclase IgG4. La IgG4 se considera inerte y tiene una capacidad limitada para fijar el complemento y receptores de Fc. El dominio de IgG4 puede haber explicado  la menor gravedad y  alcance de las lesiones glomerulares. A su vez, los anticuerpos IgG4  contra   alfa-3 (IV) NC1 pueden causar un ELISA falso negativo. 19,20
En la enfermedad anti-MBG, la distribución de subclases de  IgG pueden estar asociadas con la gravedad de la enfermedad.21
En resumen, glomerulonefritis necrotizante con formación de semilunas asociado con un Western blot para anticuerpos contra  alfa-3 (IV)NC1 positivos  es diagnóstico de enfermedad anti-MBG. La relativamente modesta extensión  y severidad de las lesiones  glomerulares y el ELISA sérico negativo para anticuerpos anti-MBG son características que se han descrito en presentaciones inusuales de enfermedad  anti-MBG. 18,22

DISCUSIÓN DEL MANEJO
Una vez establecido el diagnóstico de la enfermedad anti-MBG,   este paciente fue tratado con
metilprednisolona intravenosa durante 3 días consecutivos y ciclofosfamida oral por día durante 5 días,  seguido de un descenso de ladosis. No hubo evidencia de hemorragia pulmonar, pero esta posibilidad impulsó a continuar con cinco sesiones de plasmaféresis durante los 10 días posteriores la biopsia renal. 
En los hemocultivos anaeróbicos crecieron tres organismos: B. fragilis, Fusobacterium. necropho- ron y Peptoniphilus indolicus. Las infecciones bacterianas fueron tratadas con éxito por vía intravenosa con ceftazidima y metronidazol. Los hemocultivos subsiguientes  fueron negativos.
Cinco días después de la biopsia renal, el paciente desarrolló severo dolor, junto con un recuento de  leucocitos de más de 40,000 por milímetro cúbico. La TC del abdomen reveló evidencia de diverticulitis  con una pequeña perforación colónica. El paciente inicialmente recibió un tratamiento conservador pero finalmente se sometió a una colectomía sigmoidea y colostomía. Sus medicamentos inmunosupresores fueron interrumpidos durante 3 días durante el período perioperatorio. Desarrolló  trombosis venosa profunda bilateral  en el postoperatorio y fue tratado con heparina intravenosa. Durante las 2 semanas posteriores a la biopsia renal, el paciente tenía función renal fluctuante, con un nivel de creatinina sérica que variaba de 2.3 a 3.2 mg por decilitro. Nunca requirió diálisis. La hospitalización del paciente duró más de 6 semanas Durante ese tiempo, tuvo dos episodios de dehiscencia de la suturaprobablemente agravado por la terapia con glucocorticoides, y eventualmente  curaron  por segunda intención. Nunca hubo evidencia de hemorragia pulmonar, una característica potencial temida de la enfermedad anti-MBG que puede conducir a complicaciones graves y ocasionalmente hasta la muerte. Hacia final de su curso hospitalario, el paciente recibió rituximab intravenoso Su nivel de creatinina sérica
en el momento del alta fue de 2,0 mg por decilitro.
Tres meses después del alta, el paciente recibió una segunda dosis de rituximab intravenoso.
La ciclofosfamida se detuvo después de 3 meses, y la prednisona se redujo gradualmente durante un período de 5 meses y luego fue descontinuada. Alpaciente se lo sometió  a una reversión exitosa de la colostomía 1 año después.
Ahora, 16 meses después de que recibió el diagnóstico de la enfermedad anti-MBG, él está bien, con un nivel de creatinina sérica de 1.5 mg por decilitro, y no está recibiendo actualmente  medicamentos inmunosupresores


DIAGNÓSTICO ANATÓMICO
ENFERMEDAD POR ANTICUERPOS ANTIMEMBRANA BASAL GLOMERULAR.


 Traducción de:

Case 24-2018: A 71-Year-Old Man with Acute Renal Failure and Hematuria

Ronald J. Falk, M.D., Jad S. Husseini, M.D., Andrew Z. Fenves, M.D.,
and Ivy A. Rosales, M.D.
NEJM


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HEMATURIA MICROSCÓPICA ASINTOMÁTICA: ENFOQUES UROLÓGICO Y NEFROLÓGICO. CONSIDERACIONES PRONÓSTICAS Y DE EVALUACIÓN.

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 Autor:
Carlos Federico Carriquiry
Ex Residente de Nefrología, HIGA San Martín, La Plata, Bs. As., Argentina

Director de Monografía: Dr. Luis Maximiliano Malinar, Instructor de Residentes, Residencia de Nefrología, HIGA San Martín, La Plata

Índice General

Introducción………………………………………………………………………….3
Caso clínico………………………………………………………………………….4
Definición y epidemiología………………………………………………………....5
Etiología…………………………........................................................................8
Evaluación……………………….......................................................................11
Rol de la biopsia renal…………………………….……………….……………….18
Hematuria microscópica glomerular: Historia natural y pronóstico…..………..22
Conclusiones………………………………………………………………..……….25
Bibliografía……………………………………………………………………..…….27






INTRODUCCIÓN
La hematuria microscópica aislada, merced a su elevada prevalencia, constituye un frecuente motivo de consulta y derivación a consultorios de Urología y Nefrología. Sumándose a esta condición epidemiológica, este tópico se trata de un signo que potencialmente expresa una pléyade de posibilidades diagnósticas, desde afecciones triviales hasta procesos que implican un riesgo concreto y grave para la integridad del paciente. Más aún, la pesquisa de dichas entidades nosológicas implica necesariamente la aplicación de métodos de estudio complementarios, algunas veces complejos o invasivos, con los consiguientes costos y riesgos involucrados. Adicionalmente, luego de una evaluación exhaustiva, no es posible arribar a un diagnóstico en oportunidades para nada infrecuentes. Ergo, se genera la perspectiva de una afección no filiada, generando ansiedad y preocupación comprensibles tanto de parte del enfermo como del profesional.
Debido a todas estas cuestiones, amerita llevar a cabo un trabajo de revisión sobre hematuria microscópica aislada, aludiendo en particular, a los aspectos más controvertidos o discutidos respecto al estudio y manejo de esta condición.
Esta monografía iniciará con la narración de un caso clínico visto en el Consultorio Externo de Nefrología del HIGA San Martin de La Plata. Se trata de un paciente arquetípico, sin las grandes y ampulosas disquisiciones diagnóstico terapéuticas que caracterizan a patologías nefrológicas complejas, algunas de las cuales se han puesto en boga últimamente a expensas de temas “olvidados” como el que nos ocupa. Sin embargo, constituirá el puntapié inicial para considerar las distintas posibilidades diagnósticas, repasar el trabajo diagnóstico urológico a implementar, contrastándolo con las recomendaciones más actuales de las guías disponibles, y fundamentalmente, enfocar el tópico desde la perspectiva nefrológica. A este respecto, uno de los principales objetivos es dilucidar, a partir de la evidencia disponible, la cuestión relativa al pronóstico de esta condición, sobre todo, cuando luego de la evaluación no se llega a un diagnóstico preciso. Particularmente, el enfoque versará sobre la práctica de la biopsia renal y otros estudios invasivos, donde no existe un criterio unificado, sino posturas muy dispares entre los nefrólogos. Merced a esta consideración, intentaré interpretar la evidencia asequible desde la perspectiva del juicio clínico, evitando tanto el nihilismo diagnóstico terapéutico como  la aplicación excesiva de procedimientos riesgosos.



CASO CLÍNICO
            Paciente H.F. Femenina, de 47 años de edad, oriunda de La Plata. No tenía antecedentes familiares de relevancia. Como antecedentes personales refirió 3 gestas normales, con partos sin complicaciones (G3/P3/A0). Manifestó hábito tabáquico de 10 paquetes/año.
            Consultó en febrero de 2017 por consultorio externo de nefrología, debido a detección de hematuria microscópica en sedimento urinario durante un examen prelaboral. Al interrogatorio se rescató el antecedente de tabaquismo, ya mencionado. Al examen físico no se halló ningún signo de relevancia. Se constató tensión arterial de 110/70 mmHg, frecuencia cardíaca de 72 latidos por minuto. Trajo consigo los resultados del examen que motivaron la consulta, donde se apreciaba: Hto 38%, GB 7600/mm3, urea 0,29 g/l; creatinina 0,79 mg%, Dipstick sangre positivo +.
            Regresa en abril del mismo año, con los resultados de los estudios solicitados, a saber: sedimento urinario que confirma la hematuria microscópica, con la presencia de 10 hematíes por campo de gran aumento (CGA), analítica de sangre y orina de 24 horas que indica clearence de creatinina de 97 ml/min, proteinuria negativa, sin alteraciones en todos los parámetros hemáticos y de química clínica. Urocultivo negativo. Ecografía renal que informa riñones de tamaño, forma y ecorrespuesta conservados, sin urostasis, vejiga sin alteraciones. Continúa normotensa, sin hallazgos semiológicos relevantes.
            En junio de ese año, completó una evaluación ginecológica que incluía ecografía pertinente y descartó patología. Se realizó un nuevo sedimento urinario que evidenció 5 hematíes/CGA, con 17% de dismorfia. Se realizó una tomografía computada de abdomen y pelvis con cortes finos para árbol urinario, sin y con contraste en fase parenquimatosa y excretora. Éste estudio resultó completamente normal, no se identificaron anomalías orgánicas, litiasis ni alteraciones vasculares. Se realizó una nueva evaluación de orina de 24 horas, indicando normoalbuminuria, e incluyendo esta vez un estudio metabólico que descartó hipercalciuria e hiperuricosuria. El clearence de creatinina continuaba mayor de 90 ml/min y la tensión arterial era normal.
            En julio el urólogo que seguía conjuntamente con este servicio a la paciente decide llevar a cabo una cistoscopía, atendiendo a la edad y al hábito tabáquico de la paciente. El resultado de la misma fue normal.


DEFINICIÓN Y EPIDEMIOLOGÍA
Es relativamente común constatar la aparición de unos pocos glóbulos rojos en la orina de personas en algún momento a lo largo de su vida. En algunos casos, esta presencia de hematíes constituye el signo de presentación de alguna patología significativa renal o urológica.1
El médico que se encuentra ante esta eventualidad, se enfrenta a la decisión de iniciar una evaluación a fin de pesquisar la presencia de dichas enfermedades. Justamente, la implementación de una definición de hematuria microscópica (HM) determinaría la cantidad de glóbulos rojos (GR) a considerar como significativa, es decir, que expresaría la potencial presencia de una enfermedad subyacente y, por ende, la necesidad de emprender estudios adicionales. Además, debería tener un adecuado valor predictivo negativo, a fin de descartar con fidelidad dichas anomalías.
Cabe aclarar que independientemente de los valores o puntos de corte considerados a fin de lograr una definición operativa, una condición necesaria para definir HM asintomática o aislada, es corroborar la ausencia de deterioro de la función renal, proteinuria o hematuria macroscópica.
La definición de HM varía ampliamente según los estudios o guías consultadas. La mayoría toman distintos valores como punto de corte dentro del rango de 2 a 10 GR x CGA. La Asociación Urológica Americana (AUA) toma como parámetro la presencia de 3 o más GR x CGA en una muestra de orina de chorro medio centrifugada.2 Este punto de corte es el más utilizado en la bibliografía reciente.3 Las guías canadienses toman el mismo valor, pero aclarando la necesidad de positividad en al menos dos determinaciones realizadas, en ausencia de condiciones que podrían dar falsos positivos (menstruación, ejercicio vigoroso, coito o instrumentación urinaria). Asimismo, otros recomiendan considerar HM la positividad de al menos dos de tres sedimentos realizados en el lapso de 2 a 3 semanas. No obstante, la evidencia existente no sostiene una diferencia sustancial en la probabilidad de patología urinaria seria entre la HM persistente y la transitoria, sobre todo teniendo en cuenta que muchas entidades de esta clase se manifiestan por hematuria intermitente.2 Otro modo de definir HM es a partir de la positividad de la tira reactiva para hemoglobina (dipstick); en este caso la Asociación Británica Renal y de Cirujanos Urológicos considera HM, un dipstick con  igual o mayor de 1+.
Algunos matices deben tenerse en cuenta respecto a los dos métodos de detección de hematuria. El dipstick acarrea cierta tasa de falsos positivos (especificidad 65 – 99%), por ejemplo ante mioglobinuria, hemoglobinuria, deshidratación. Sin embargo, es altamente sensible (únicamente se encuentra descripto el exceso de vitamina C como causa de falso negativo); y, aunque es un tema controversial, algunos autores no consideran necesario confirmarlo por microscopía del sedimento. Éste último, si bien se considera el patrón de oro, puede tener falsos negativos, particularmente ante orina muy diluida o ante la demora en el examen de la misma, ya que los GR se pueden lisar en estas condiciones. Por ejemplo, en un estudio, 2 de 35 pacientes con dipstick positivo, pero sedimento negativo tenían finalmente cáncer de vejiga.4 Sin embargo, la opinión mayoritaria sostiene que es necesario confirmar por sedimento un dipstick positivo. En otro estudio, sólo se confirmó 14 (25,9%) de 54 casos de HM en el sedimento luego de un dipstick positivo.5 De esta manera, emprender una evaluación a partir de únicamente un dipstick positivo expondría a los pacientes a costos y riesgos innecesarios en muchas ocasiones. La AUA sugiere, en estos casos, repetir tres sedimentos y si resultan todos negativos, se descarta la presencia de HM.
Cabe mencionar respecto a la metodología de examen de la orina, ciertos aspectos a tener en cuenta a fin de evitar resultados falsos. Se debe evaluar preferentemente la primera micción matutina, ya que al estar más concentrada y ácida, incrementa el rédito. El tiempo hasta el procedimiento no debe demorar más de una hora para el sedimento, o dos horas para el dipstick.
Otra cuestión importante en todos los casos, pero fundamentalmente ante la presencia de piuria o bacterias, es tomar cultivos de orina, instaurar tratamiento antibiótico adecuado y reevaluar la presencia de HM luego de seis semanas.
Respecto a la epidemiología, la variabilidad en las definiciones propuestas para HM dificulta la capacidad de brindar un cálculo exacto de su prevalencia. Se han reportado cifras entre 0,18% a 16,1% en población general.3 En exámenes periódicos de salud es esperable hallar aproximadamente un 2,5% de sedimentos con cantidad significativa de hematíes, pudiendo incluso llegar al 20% en ciertos subgrupos de pacientes (varones, mayores de 60 años, tabaquistas, mujeres postmenopáusicas con prolapso pelviano o atrofia vaginal).1 De todos modos, si se toma en cuenta el frecuente requerimiento de positividad en más de un examen de sedimento, la prevalencia es lógicamente menor. Por ejemplo, un estudio realizado en Israel que evaluó más de un millón de adolescentes y adultos jóvenes, encontró un 0,3% de HM persistente, definida como la presencia de al menos 5 GR x CGA en al menos 3 ocasiones.6
 Una cuestión que ha sido debatida, es la vinculación de la HM asintomática con las terapias antiagregante y anticoagulante (aspirina y warfarínicos). La evidencia disponible señala que las tasas de HM entre usuarios y no usuarios de antiagregantes son las mismas y tampoco difiere la frecuencia de neoplasias del tracto urinario en dichos casos. Los agentes anticoagulantes tampoco parecen justificar la presencia de hematuria, excepto en casos de marcado exceso de anticoagulación. Ergo, la aparición de HM asintomática en estos pacientes debe ser enfocada de la misma manera que en la población general.
Para finalizar este capítulo, se considera la cuestión del cribado para HM en la población general asintomática (screening). Las principales guías urológicas no apoyan el screening universal en la búsqueda de patología, dado que la frecuencia de enfermedad maligna urológica en la población general es muy baja (0,01 – 3%) como para justificarlo. Sin embargo la realidad evidente es que anualmente millones de pacientes son sometidos al mismo, fundamentalmente mediante dipstick.

ETIOLOGÍA
La HM puede surgir a partir de cualquier localización en el tracto urinario, desde el glomérulo hasta el meato uretral. Por lo tanto constituye el signo de presentación de una miríada de enfermedades renales y urológicas. Dejando de lado causas fisiológicas, ya mencionadas previamente, como ser la actividad física intensa, menstruación, coito, etc., el espectro de patologías que expresan como común denominador HM es extremadamente amplio. Así, puede originarse a partir de condiciones relativamente banales como una cistitis infecciosa aguda hasta causas más temidas, que en última instancia ponen en peligro la vida del paciente, entre ellas tumores (cáncer de vejiga, hipernefroma) y glomerulopatías que pudieran derivar en enfermedad renal crónica severa.7 A continuación se detallan las posibles etiologías de HM asintomática (tabla 1).





Tabla 1. Orígenes anatómicos de la hematuria microscópica


Respecto a la frecuencia de cada una de estas causas, predominan las no glomerulares. Sin embargo, como en la mayoría de los ámbitos, la biopsia renal no forma parte de la evaluación rutinaria de la HM asintomática, probablemente exista una subestimación del origen glomerular. Se ha sugerido que las causas nefrológicas representan aproximadamente el 10% de HM y también de hematuria macroscópica. En un estudio donde se llevó a cabo biopsia renal a todos los pacientes en quienes no se llegaba a un diagnóstico luego de la evaluación inicial, se corroboró el origen nefrológico en un 16%, con predominio de nefropatía IgA.8 De hecho, esta glomerulopatía es, de manera prácticamente unánime, la causa reportada más frecuente de HM asintomática. Otro motivo habitual de HM glomerular es la enfermedad de membrana basal fina, una condición hereditaria caracterizada por un adelgazamiento difuso de la membrana basal glomerular. Un estudio sobre biopsia renal en HM asintomática encontró que la enfermedad de membrana basal fina fue la causa más frecuente en pediatría (20-50%), mientras que en adultos queda relegada al segundo lugar, siendo la nefropatía IgA la glomerulopatía más habitual (28%).9 La tercera causa glomerular en frecuencia son las nefritis hereditarias, particularmente la enfermedad de Alport, trastorno hereditario del gen del colágeno tipo IV (generalmente ligado al cromosoma X), que provoca alteraciones de la membrana basal glomerular, con el posterior desarrollo de proteinuria, deterioro del filtrado glomerular y eventual enfermedad renal crónica estadío V. Además suele asociar alteraciones corneales (lenticono) y sordera neurosensorial. Más raramente pueden encontrarse otras glomerulopatías (proliferativas focales leves, nefropatía membranosa, glomeruloesclerosis focal y segmentaria, etc). Además, una proporción elevada de biopsias renales arroja un resultado normal, reportándose glomérulos sin alteraciones en 17 – 62% de los casos. Conviene tener en cuenta que las frecuencias más elevadas corresponden a estudios donde no se llevó a cabo evaluación por microscopía electrónica, de manera que alteraciones sutiles, aunque diagnósticas, pudieron haberse pasado por alto.
Por otro lado, al considerar las causas no glomerulares, las primeras a tener en cuenta son las neoplásicas, debido a sus implicancias pronósticas y terapéuticas. La frecuencia de cáncer genitourinario se encuentra hasta en el 5% según la mayoría de series publicadas. Dentro de esta categoría se destaca el cáncer de vejiga, cuya forma de presentación en 90% de casos es la hematuria y es el quinto cáncer en orden de frecuencia (7% de cánceres en varones, 3% en mujeres), afectando en algún momento de su vida al 2,4% de la población general y siendo pasible de terapéuticas curativas, con una supervivencia a 5 años del 77,4%. Lamentablemente, el 25% se detecta en estadíos avanzados, disminuyendo las probabilidades de supervivencia. En lo concerniente a la histopatología, el 90% son de origen urotelial (los restantes pueden ser mesenquimáticos, epidermoides o adenocarcinomas). Con respecto a los factores de riesgo para dicha neoplasia, la evidencia reciente apunta fundamentalmente a la edad mayor de 50 años y la historia previa de hematuria macroscópica como los más importantes; mientras que el sexo masculino, el antecedente de tabaquismo, síntomas irritativos vesicales, diversas exposiciones (combustibles diesel, ciertas tinturas, aminas aromáticas, arsénico, etc), haber recibido agentes alquilantes (por ejemplo ciclofosfamida) y un sedimento urinario con >25 GR x CGA, contribuyen también de manera significativa. 1,7 Las frecuencias citadas de cáncer de vejiga en la evaluación de HM van de 0,68% a 3,4%, con un promedio de 2,6%.  De todas maneras, estos porcentajes se elevan si aparecen los factores de riesgo mencionados, fundamentalmente la edad y el antecedente de hematuria macroscópica, pudiendo llegar a cifras de 5 – 13% (cifras cercanas al 20% se reportan en casos de hematuria macroscópica activa). De hecho, ante esta eventualidad o el hallazgo de >50 GR x CGA (microhematuria de alto grado), está indicado iniciar inmediatamente la evaluación del árbol urinario sin confirmación adicional de la microhematuria. El carcinoma renal es un hallazgo bastante menos frecuente que el de vejiga en la evaluación de HM (<1 o:p="">1>
Un meticuloso y relativamente reciente estudio de evaluación de HM llevado a cabo por la organización Kaiser Permanente, se encontraron las siguientes etiologías en los 4414 casos sometidos a un examen completo: cáncer de vejiga 2,3%, cáncer renal 0,2%, enfermedad litiásica 16,2%, patología prostática 4%, infección urinaria 2,3%, glomerulopatías 0,9%. Un dato interesante pasible de ser extraído de este estudio señala que la HM con < 25 GR x CGA se acompaña de una probabilidad muy baja de cáncer (0,43%), siempre que no coexistan otras características de alto riesgo, mientras que la HM de alto grado está claramente asociada a riesgo aumentado.10
A pesar del énfasis puesto en la enfermedad maligna debido a motivos obvios, las causas no neoplásicas de HM constituyen la gran mayoría, destacándose las infecciones, los cálculos y la hiperplasia prostática benigna. La frecuencia reportada de enfermedad litiásica va de 1% a 19,5%, de hiperplasia prostática benigna de 1% a 38,7%, y de estenosis uretral de menos del 1% al 7,1%.2 Causas menos frecuentes pueden ocurrir a nivel renal no glomerular, por ejemplo, enfermedades parenquimatosas quísticas, como la enfermedad renal poliquística autosómica dominante, el riñón esponjoso medular, las malformaciones arteriovenosas, la necrosis papilar, las nefritis túbulo-intersticiales, la tuberculosis renal, etc. Otras causas que deben tenerse en mente, particularmente en pediatría y en adultos jóvenes, sobre todo luego de descartar las etiologías más frecuentes, son la hipercalciuria (puede provocar HM, sin haber formado cálculos previos), y el síndrome del cascanueces (“nutcracker”), donde, merced a ciertas anomalías vasculares que condicionan compresión de la vena renal izquierda, se genera HM y/o proteinuria ortostáticos, acompañados de dolor en algunos casos.
Es importante considerar que una proporción variable, pero sin lugar a dudas muy significativa de pacientes, presentará una evaluación con resultados negativos, por lo cual se estará frente a una HM de causa no filiada.



EVALUACIÓN
El primer paso ante un paciente con HM confirmada, es llevar a cabo una prolija anamnesis a fin de excluir alguna de las causas transitorias y benignas (ejercicio físico intenso, menstruación, procedimientos urológicos recientes, etc). Asimismo se debe interrogar sobre la existencia de antecedentes personales y/o familiares de nefropatía. Además, es esencial practicar un adecuado examen físico, incluyendo la determinación de la tensión arterial. Adicionalmente, la mayoría de las recomendaciones apuntan a obtener un urocultivo, y en caso de ser positivo, tratar la infección urinaria y posteriormente reevaluar la presencia de HM luego de seis semanas.
Una vez descartados aquellos factores, si bien la evaluación urológica es el paso primordial en el algoritmo diagnóstico, se deben tener en cuenta ciertos aspectos a analizar a efectos de determinar si se está en presencia de alguna nefropatía, sobre todo si ésta es de origen glomerular. A tales fines, además de la medición de la tensión arterial ya mencionada, se agrega la determinación de marcadores funcionales renales (urea y creatinina), recomendada por todas las guías implicadas. Además, estos marcadores son útiles debido a la probable necesidad inminente de implementar estudios de imagen contrastados o, tal vez, procedimientos terapéuticos que impliquen una reducción de la masa renal funcionante. Respecto al sedimento urinario, ciertos elementos que se mencionarán seguidamente son de gran valor diagnóstico. La aparición en orina de eritrocitos con formas anormales (dismorfia) tradicionalmente ha sido considerada un marcador de daño glomerular y se ha adjudicado al daño mecánico provocado al pasaje a través de los poros de la membrana basal glomerular y posteriormente al daño desencadenado por el ambiente tubular, sometiendo a los hematíes a drásticos cambios de pH y fuerzas osmóticas.11 La presencia de dismorfia eritrocitaria es pasible de ser evaluada por microscopía óptica convencional, la cual se encuentra ampliamente disponible, y también, por microscopía de contraste de fases, siendo ésta el método más idóneo para este cometido. Además de la cuantificación del total de dismorfia, se pueden encontrar morfologías particulares (por ejemplo acantocitosis), a las cuales se les han adjudicado valor diagnóstico per se. Distintos puntos de corte del porcentaje de dismorfia se han tomado en la bibliografía a la hora de considerarlos como predictores del origen glomerular. La mayoría de los estudios publicados, empleando microscopía óptica convencional, mencionan proporciones de dismorfia del 20 al 40%. Un estudio que evaluó 131 pacientes encontró como mejor punto de corte un porcentaje de dismorfia eritrocitaria total de 22%, con sensibilidad del 100%. Otros estudios han apuntado hacia un valor del 40%. La mejor especificidad se logra con dismorfia más de 58%, pero en este punto la sensibilidad decae significativamente (60%).12 Con respecto a la microscopía de contraste de fase, al ser más sensible, requiere puntos de corte más altos. Se citan valores más de 80% para obtener especificidades cercanas al 100%. En lo concerniente a la acantocituria, su mejor valor discriminativo se ha reportado en el orden del 5% al 6%. En todo caso, la dismorfia es un elemento adyuvante al diagnóstico y, más allá de los valores obtenidos, deben interpretarse a la luz de otros indicadores (proteinuria, función renal, tensión arterial, etc.). No se puede finalizar la consideración del sedimento urinario sin mencionar a los cilindros eritrocitarios, cuya presencia en cualquier cuantía es suficiente para certificar el origen glomerular de la hematuria; y la aparición de proteinuria, la cual puede ser manifestación de afección tubular o glomerular siendo una cuantía de rango nefrótico, un hallazgo específico respecto al mismo.
Independientemente de la presencia de indicadores de la génesis glomerular de la HM, éstos no excluyen la presencia de un sangrado de origen no glomerular. De hecho, la AUA, en sus guías sobre HM, sugiere llevar a cabo una evaluación urológica de acuerdo con las características del paciente y sus factores de riesgo para enfermedad neoplásica urológica, más allá de los datos obtenidos en el estudio del sedimento urinario.2
A la hora de emprender la evaluación del tracto urinario, es menester mencionar ciertos aspectos preliminares dignos de ser destacados. En primer lugar, como se ha visto en el capítulo destinado a etiologías, un pequeño porcentaje de pacientes terminarán teniendo una malignidad urológica (más de 5%); incluso en pacientes con factores de riesgo, aunque esta cifra se eleve ligeramente, seguirá constituyendo una pequeña proporción. En segundo lugar, también se ha determinado que la HM constituye un indicador poco fiable de cáncer (sobre todo aquellas con menos de 25 GR x CGA). Por último, la probabilidad de hallar un tumor es aún mucho menor en aquellos pacientes de bajo riesgo (menores de 40 años, no fumadores), muy inferior al 1%. Por otro lado, los estudios a implementar no están exentos de riesgos y complicaciones. El uso de contraste puede dar lugar a reacciones alérgicas, deterioro de la función renal y fibrosis sistémica. La cistoscopía, además de la incomodidad generada, se asocia a un riesgo pequeño pero concreto de urosepsis y estrechez uretral. Debido a lo mencionado, es razonable plantear reparos respecto a la implementación generalizada de una batería completa de exámenes, fundamentalmente en pacientes jóvenes de bajo riesgo. Como se verá, esto se halla en marcado contraste con las recomendaciones de las principales guías urológicas, que indican una evaluación exhaustiva en la gran mayoría de los pacientes, resultando por lo tanto en una enorme cantidad de estudios con resultados negativos.1
Como primera observación, los umbrales de edad para indicar una evaluación urológica completa varían según las guías. La AUA y las guías canadienses indican evaluación exhaustiva con cistoscopía incluida a partir de 35 años en todos los pacientes, independientemente de la presencia de factores de riesgo. También en caso de que existan dichos factores, sin considerar la edad. Para el grupo restante de pacientes, es decir, menores de 35 años sin factores de riesgo, siguen recomendándose los estudios por imágenes, pero la cistoscopía queda a criterio del médico tratante. La Asociación Británica de Cirujanos Urólogos establece un umbral de 40 años. Las guías NICE son las más permisivas, estableciendo el límite de 60 años para el inicio del estudio urológico completo, y para aquellos menores de 45 años, únicamente debería estudiarse el árbol urinario en presencia de hematuria macroscópica. Con respecto al tiempo sugerido para iniciar la exploración, las únicas guías que hacen mención de este tópico son las canadienses y las NICE. Las primeras señalan que la evaluación debería completarse en cuestión de 12 semanas, excepto que exista hematuria macroscópica, en cuyo caso urge realizar todos los procedimientos en un mes. Las guías NICE mencionan que, en caso de sospecha de cáncer, el urólogo debe iniciar la evaluación dentro de 14 días y, si se confirma el diagnóstico, implementar el tratamiento correspondiente dentro de 62 días.13
El primer paso a considerar son los estudios de imagen del árbol urinario. Éstos están destinados a detectar neoplasias del tracto urinario, así como pesquisar la presencia de litiasis o focos infecciosos del mismo. Existen diversos métodos disponibles. Se mencionará en primer lugar la Urografía por Tomografía Computada Multifase (fase no contrastada, seguido por bolo de contraste de 100 a 150 ml con fase parenquimatosa renal a 100 segundos de la inyección del contraste y fase excretora a los 10 a 20 minutos) abarcando desde el polo superior de los riñones hasta la sínfisis pubiana, que permite evaluar secuencialmente el tejido renal y posteriormente el urotelio y la vejiga. Se recomiendan cortes renales cada 3 a 5 mm, aunque el 73% de cánceres uroteliales miden igual o menos de 5 mm, por lo que en uréteres y vejiga los cortes se sugieren de 1,25 a 3 mm.  La AUA considera este estudio como de primera elección en absolutamente todos los pacientes en evaluación por HM asintomática ya que posee la mayor sensibilidad (91-100%) y especificidad (94-97%)2 para detectar patología del tracto urinario superior. En cambio, las guías canadienses desalientan su uso merced a los altos costos y riesgos implicados con la exposición a radiaciones y contraste, proponiendo como método de estudio inicial la ecografía renal y vesicoprostática, reservando la tomografía de entrada a aquellos con hematuria visible o síntomas asociados. Particularmente se ha reportado un 0,4% de riesgo de cáncer iatrogénico vinculado a exposición a tomografía computada, sobre todo en pacientes jóvenes (menos de40 años). Teniendo esto en cuenta, algunos autores propusieron protocolos de tomografía no contrastada con baja dosis de radiación, encontrando resultados similares en detección de neoplasia urológica en pacientes < 50 años (riesgo de pasar por alto un cáncer menos de1%), por lo cual sería una opción razonable en estos pacientes.1,13
Respecto a la ecografía, constituye un método con menor sensibilidad, sobre todo en aquellas lesiones menores de 1 cm (21% versus 60% de la tomografía contrastada). Su sensibilidad global para cáncer es del 67%. Sin embargo, es fiable para la detección de masas renales de mayor tamaño, pólipos y lesiones vesicales, para diferenciar lesiones sólidas de quísticas, y permite asimismo detectar litiasis con moderada eficiencia. Su desempeño más pobre es a nivel del urotelio de los uréteres. Hemos visto cómo las guías canadienses consideran la ecografía como de primera elección en la pesquisa diagnóstica. Tiene la ventaja de la inocuidad.
La Urografía por Resonancia Magnética es un método menos utilizado debido a su alto costo, limitación de disponibilidad, y ausencia de protocolos estandarizados. Además, es un pobre detector de litiasis, la cual es una causa frecuente de HM. Aporta una excelente resolución del parénquima renal pero no sucede lo mismo en uréteres y vejiga, donde su rendimiento es menor que el de la tomografía contrastada en fase excretora. Su sensibilidad ha sido reportada como del 90% para detectar masas renales, y de un 80% para tumores del urotelio, cuando se utiliza gadolinio. Su utilidad queda limitada a aquellos pacientes que presentan contraindicaciones a la tomografía (por ejemplo, alergia al contraste iodado) y que requieren una exploración más profunda que la que ofrece la ecografía.1
Habiendo trazado un panorama de las técnicas de imagen disponibles y los beneficios y riesgos que aporta cada una dentro de cada grupo de pacientes, estamos en condiciones de trazar un esquema general de evaluación, sometiendo a un espíritu crítico las recomendaciones mencionadas en las guías. En primer término, aquellos pacientes jóvenes menores de 40 años (riesgo de neoplasia ínfimo, menos de 1%), con HM asintomática y ausencia de factores de riesgo, podrían ser evaluados con una sistemática que se limite a una ecografía renal, vesical y prostática. En aquellos mayores de dicha edad y/o que presenten factores de riesgo, será menester iniciar la exploración con Urografía por Tomografía Computada Multifásica como se ha descripto. En pacientes con alergia a contrastes iodados o contraindicación a la exposición a radiaciones, como en el embarazo, se podrá recurrir a la Urografía por Resonancia Magnética. Se debe recordar que ésta última está contraindicada en presencia de alergia al gadolinio, claustrofobia o algunos dispositivos implantables metálicos. En pacientes con insuficiencia renal moderada a severa no se podrá emprender la exploración por tomografía con contraste o resonancia, ya que tanto los contrastes iodados como el gadolinio se asocian a efectos adversos concretos (deterioro de función renal, fibrosis sistémica nefrogénica). En estos casos, se puede recurrir a una tercera opción, que consiste en combinar una ecografía renal (que aporta una buena evaluación del parénquima renal), con una tomografía sin contraste o una pielografía retrógrada, que permitirán una razonablemente adecuada evaluación del urotelio.1,2
Respecto a la cistoscopía, configura el paso siguiente luego de las imágenes del árbol urinario. Es un procedimiento relativamente simple, que puede llevarse a cabo generalmente con anestesia local. Es el método fundamental para diagnosticar el cáncer de vejiga, que como hemos visto, es la principal neoplasia a investigar en la HM. La cistoscopía con fluorescencia, utilizando una sustancia fotosensibilizante, ayuda a identificar lesiones planas que podrían pasarse por alto en la cistoscopía convencional. Conlleva un 5% de riesgo de infección urinaria.14 Ya se han comentado sus indicaciones por parte de la AUA, que recomienda dicho estudio en los pacientes más jóvenes (a partir de 35 años). Las guías británica y japonesa lo indican a partir de los 40 años. La Asociación Alemana de Urología la recomienda a partir de los 50 años, mientras que, en menores de dicha edad, queda a criterio del médico tratante. Dentro del otro extremo del espectro propuesto de evaluación, se encuentran las recomendaciones suecas y de las guías escocesas sobre enfermedad renal crónica, que sugieren no aplicar de rutina la cistoscopía, sino hacerlo en aquellos casos que ameriten según el criterio profesional.
Otro aspecto a tener en cuenta es la citología urinaria. No es recomendada en ninguna de las principales guías urológicas. Esto se debe a su baja sensibilidad (0 – 76%) respecto a la cistoscopía (91%). Dicha característica se da sobre todo en aquellos cánceres uroteliales de bajo grado, que constituyen casi dos tercios del total. En los de alto grado, su desempeño mejora, pero sigue siendo superada por la cistoscopía. Además, su especificidad puede ser tan baja como el 62,5%, dando lugar a un número no despreciable de falsos positivos. La única ventaja radica en el diagnóstico del carcinoma in situ, que puede ser pasado por alto en la cistoscopía, pero sólo constituye el 3% de cánceres de novo. Además, existen importantes limitaciones debido a que es un método dependiente de operador, ya que se encuentra condicionado por la habilidad y experiencia del citólogo. Las guías de la AUA reservan su uso en caso de alta probabilidad de cáncer in situ, particularmente en el contexto de HM persistente luego de una evaluación inicial negativa.2
Se hará mención de los marcadores tumorales. Se han desarrollado varios, en un intento de mejorar la detección no invasiva de tumores del tracto urinario. Algunos de ellos son NMP22, BTA-stat y UroVysion FISH. Sin embargo, no han podido superar el rendimiento de la cistoscopía, y por lo tanto ninguna de las guías destacadas lo recomienda dentro del algoritmo de estudio de la HM.
Otro aspecto a evaluar luego de haber descartado patologías orgánicas del árbol urinario, es la presencia de alteraciones metabólicas urinarias que pudieran provocar HM, fundamentalmente la hipercalciuria. Por ello, es conveniente incluir en la evaluación, un perfil metabólico para litiasis.
Finalizada la evaluación mencionada, es posible que ésta haya arrojado un resultado negativo, sin haber podido arribar a un diagnóstico etiológico. Dicha situación es harto frecuente, llegando en muchas series a representar la mayoría de la casuística reportada (43% – 68%).3
Esta eventualidad constituye un desafío adicional para el médico, ya que debe plantearse la posibilidad de una patología subyacente que haya sido pasada por alto en la evaluación, condicionando tal vez la repetición de los métodos diagnósticos. Asimismo, genera desconcierto en el paciente, al enfrentarse a una alteración sin diagnóstico, y ansiedad, producto de una putativa entidad nosológica que tal vez comprometa su vida y que no ha podido ser hallada.
Ante la vicisitud mencionada, las guías sobre HM de la AUA recomiendan repetir anualmente un sedimento urinario por dos años al menos, y en caso de que se certifique la presencia de HM persistente, se debería emprender una reevaluación completa del árbol urinario cada tres a cinco años. Sin embargo, se trata de una recomendación basada en opinión de expertos.2 En un estudio, se evaluó a 234 pacientes mayores de 50 años con factores de riesgo para cáncer de vejiga, que habían sido sometidos a evaluación rigurosa por HM arrojando resultado negativo. De ellos, sólo dos (0,85%), se diagnosticaron posteriormente de cáncer vesical, uno a los 6 y otro a los 11 años. Además, se comparó con una cohorte de 1076 sujetos con características basales similares, pero sin HM, y se halló que 10 de ellos (0,93%) terminaron diagnosticándose de cáncer de vejiga en el seguimiento. La conclusión de los autores es que luego de la evaluación inicial negativa, no estaría indicado proseguir con exámenes adicionales, merced a una frecuencia de neoplasia igual a la población comparable sin HM.15 Otro estudio retrospectivo, enfocó la misma cuestión de la evaluación inicial negativa en HM, pero en este caso, en pacientes sin factores de riesgo para cáncer urotelial. Incluyó 87 sujetos sometiéndoles a examen de sedimento urinario anual, que evidenció HM persistente y reevaluación del árbol urinario a los tres años, como recomiendan las guías de la AUA. De ellos, 5 (5,6%) desarrollaron proteinuria, practicándose biopsia renal y hallándose un caso de nefropatía IgA, uno de necrosis papilar y tres de enfermedad renal crónica, dos de los cuales terminaron requiriendo tratamiento dialítico. Respecto a los tumores, no se diagnosticó ningún cáncer de vejiga, y en un caso (1,1%) se halló un adenocarcinoma de próstata.16 Otros elementos de la bibliografía disponible, también sugieren que la abrumadora mayoría de pacientes con una evaluación rigurosa inicial negativa, permanecerán libres de cáncer a largo plazo. Por lo tanto, si no se repite la HM o el paciente reúne características de muy bajo riesgo, no sería necesario emprender estudios adicionales para investigar el episodio inicial, excepto en pacientes de alto riesgo con cambios del escenario clínico (por ejemplo, incremento del grado de HM, macrohematuria, dolor, síntomas irritativos vesicales, etc.)

ROL DE LA BIOPSIA RENAL
Luego de haber repasado la pléyade de posibilidades etiológicas de la HM, queda claro que ésta representa un desafío diagnóstico tanto para el urólogo como para el nefrólogo. Ya se mencionaron en particular las posibles entidades glomerulares que pueden generar este signo. Habiendo descartado por estudios de imagen, cultivos pertinentes, y, en caso necesario, cistoscopía, enfermedades del parénquima no glomerulares (quistes, necrosis papilar, hipernefroma, tuberculosis) y patología del tracto urinario, se llega al punto de considerar la práctica de la biopsia renal.
La aplicación de tal procedimiento en el contexto de HM no se encuentra estandarizado en las guías y se trata de un tópico sometido a continuo debate. Quienes argumentan en favor de su utilización opinan que se trata de un procedimiento seguro, con una baja tasa de complicaciones; que permite un diagnóstico certero en casos de HM familiar, obviando la necesidad de estudiar al resto de miembros; y que en aproximadamente la mitad de los pacientes se encuentran glomérulos normales, al menos por microscopia óptica (en dicho caso el paciente no requeriría adicional seguimiento nefrológico). Por otra parte, los detractores afirman que es un procedimiento invasivo, y como tal, no exento de eventos adversos; que los posibles diagnósticos glomerulares no llevarán aparejada una conducta terapéutica específica, sino un seguimiento nefrológico regular con instauración de medidas nefroprotectoras generales en cualquier caso; y que, en última instancia, la HM de origen glomerular se caracteriza por un excelente pronóstico a largo plazo.9
A continuación, se apelará a la evidencia disponible a fin de someter a escrutinio tales afirmaciones y valorar el papel preciso que podría desempeñar la biopsia renal. Respecto a lo último mencionado, el pronóstico renal a largo plazo, dada su trascendencia, se le dedicará el siguiente capítulo de esta revisión.
En lo relativo a los riesgos inherentes a la práctica, en sujetos típicos con HM asintomática aislada, los eventos adversos son poco comunes. En una revisión reciente sobre biopsia renal se destaca una serie de factores de riesgo para complicaciones ligadas al procedimiento (aguja 14F, edad menores de 40 años, creatinina mayor de 2mg%, presión sistólica mayor de 130 mmHg, hemoglobina menor de 12g%). Las complicaciones son: hematuria macroscópica 3,5%, hematoma perirrenal pequeño detectado por tomografía 57-91%. Las complicaciones graves son muy infrecuentes, incluyendo: necesidad de transfusión 0,9%; nefrectomía 0,01%; muerte 0,02%.17
Ya se ha adelantado en el capítulo de etiología algunas cifras respecto a los hallazgos histopatológicos en la biopsia renal. Se citará aquí un estudio de Japón, donde se practicaron biopsias renales a 56 pacientes con HM y función renal normal. Cabe mencionar que 16% tenían historia de hipertensión arterial, y un 33% antecedentes de algún episodio de hematuria macroscópica. El resultado fue un predominio marcado de nefropatía IgA (62%), seguida por enfermedad de membrana basal fina (13%), anomalías glomerulares mínimas (11%), anomalías inespecíficas de la membrana basal (9%) y algunos casos de nefroesclerosis. Respecto a la nefropatía IgA, es menester destacar que se hallaron adhesiones en un 10% y semilunas de diverso tipo en el 15,8% de los glomérulos. Hubo 3 pacientes que tenían concomitantemente nefropatía IgA y síndrome de cascanueces. Se encontraron como factores predictivos de nefropatía IgA, la presencia de proteinuria >80 mg/d, edad promedio de 27 años y nivel sérico de IgA mayor de 213 mg/dL.18 En otro estudio, se evaluó a 45 potenciales donantes vivos de riñón con HM asintomática mediante biopsia renal, luego de haber descartado patología del árbol urinario mediante tomografía y cistoscopía. Un 62% de los sujetos tenían hallazgos normales, un 29% enfermedad de membrana basal fina, y 9% nefropatía IgA.19
Otros reportes también han señalado como elemento predictor de IgA, en desmedro de la enfermedad basal fina, la presencia de cantidades al menos pequeñas de proteinuria. En un estudio, la presencia concomitante de proteinuria menor de 2,5 g/día tornó mucho más probable la nefropatía IgA (casi 50%), en segundo lugar, otras glomerulonefritis (26%); relegando enormemente a la enfermedad de membrana basal fina (7%). Por otro lado, la presencia de microalbuminuria sin proteinuria, equiparó ambas enfermedades (46 y 48% respectivamente), mientras que, ante la ausencia de microalbuminuria, el dominio abrumador fue de la enfermedad de membrana basal fina (89%).20
Un estudio evaluó el valor de la biopsia renal en 111 pacientes con HM aislada, de los cuales se biopsiaron 75. Se hallaron los siguientes casos: 27 de membrana basal fina, 17 de nefropatía IgA, 7 de glomerulonefritis mesangio proliferativa inespecífica, 8 con anomalías glomerulares leves y 3 de glomeruloesclerosis global y focal. Se encontraron como predictores clínicos de nefropatía IgA, el antecedente de hematuria macroscópica y el nivel sérico de IgA (muy específico, pero poco sensible). Además, se comparó tanto a los pacientes con y sin biopsia, en base a un seguimiento regular anual durante casi cuatro años, no encontrándose diferencias en resultados clínicos (tensión arterial, desarrollo de proteinuria o insuficiencia renal), ni en medidas de manejo nefrológico.21
Otro estudió evaluó 135 pacientes con HM, de los cuales 89 tenían HM aislada, y 46 HM con proteinuria (0,3 – 2,49 g/día). En el primer grupo predominó nuevamente la membrana basal fina (43%) y la nefropatía IgA (20%), con un 18% de biopsias normales. Los hallazgos fueron distintos en aquellos con proteinuria, encontrándose un 46% de glomerulopatías adicionales, destacándose la glomeruloesclerosis focal y segmentaria (13%)  y, algunos casos de nefropatía membranosa y glomerulonefritis membranoproliferativa. Asimismo, fue frecuente en este grupo la nefropatía IgA (45,7%), mientras que la membrana basal final y los glomérulos normales se redujeron a escasos pacientes.22
Otro aspecto a destacar, que mencionan algunos de estos estudios, es que en una proporción significativa de pacientes (17 – 40%) la HM desaparece en el seguimiento posterior.
Resumiendo la evidencia citada, se puede decir que, en condiciones de HM aislada, la práctica de la biopsia renal permitirá un diagnóstico certero en la mayoría de casos. De manera prácticamente unánime, la nefropatía IgA y la enfermedad de membrana basal final contribuyen conjuntamente a más del 50% de los casos. Sin embargo, no aportará información crucial que determine cambios importantes respecto a la terapéutica nefrológica ni a la pauta de seguimiento. Las glomerulopatías halladas, en su gran mayoría, no requieren terapias específicas, siempre que se expresen clínicamente como HM aislada, sin hipertensión arterial, proteinuria y/o deterioro de la función renal. Por lo tanto, no se cumplen dos premisas básicas en la indicación de una biopsia renal. En primer lugar, la práctica de la misma debería implicar que el diagnóstico permita modificar la historia natural mediante terapéuticas específicas; y, en segundo lugar, que dichas intervenciones sean distintas para los diversos diagnósticos que podrían lograrse. Tal vez la única indicación fuerte de biopsia en este contexto sea la evaluación de HM en candidatos a donante vivo de riñón, en quienes la opinión mayoritaria es verificar la indemnidad glomerular.
Distinta es la situación en caso de aparición concomitante de otras características, además de la HM, particularmente la presencia de proteinuria, incluso de bajo grado. Entonces, es factible una ampliación del espectro diagnóstico, como otras glomerulopatías o una nefropatía IgA más avanzada (riesgo de enfermedad renal crónica terminal 25 – 35% a 10 años con proteinuria mayor a  1 g/día; 40% con proteinuria mayor de 2 g/día; 60% con proteinuria mayor de 3 g/día), las cuales podrían ameritar un enfoque terapéutico distinto, por ejemplo, la instauración de un tratamiento inmunosupresor.
Desde el punto de vista nefrológico, un plan de seguimiento lógico sería reexaminar al paciente anualmente, mientras persista la HM. En cada oportunidad se estudiará el sedimento urinario, y se determinarán la tensión arterial y la función renal. Ante la aparición de proteinuria, hipertensión arterial o caída de la tasa de filtrado glomerular; se debería practicar una biopsia renal.
En el siguiente capítulo, se tratará sobre la historia natural y el pronóstico a largo plazo de los pacientes con HM. Se verá cómo la evidencia disponible difiere en alguna medida del concepto tradicional, que señalaba un pronóstico excelente en todos los casos. Sin embargo, la revisión de este tópico no alterará las conclusiones sobre biopsia renal escritas en los párrafos anteriores, ya que no se modifican las premisas señaladas respecto a la utilidad diagnóstica y terapéutica de la misma.

HEMATURIA MICROSCÓPICA GLOMERULAR: HISTORIA NATURAL Y PRONÓSTICO
            Como se ha señalado anteriormente, tradicionalmente se ha considerado a la HM aislada asintomática persistente como una entidad con un excelente pronóstico renal a largo plazo. No obstante, es escasa la evidencia publicada en la bibliografía donde se haya evaluado el derrotero de estos pacientes en lapsos de tiempo verdaderamente prolongados. Algunas de las glomerulopatías que ocasionan esta condición, pueden tener una evolución negativa en una proporción no despreciable de casos, particularmente cuando se añade la aparición de proteinuria en las alteraciones urinarias.
            En este capítulo, se expondrá la evidencia disponible respecto a esta controvertida cuestión, para finalmente intentar extraer alguna conclusión definitiva en lo relacionado a este tópico.
            En primer lugar, se apelará al estudio que, desde el punto de vista del número de pacientes incluidos, y el prolongado seguimiento realizado, se podría considerar como el más importante en este tema. De hecho, es citado por prácticamente todos los trabajos recientes que versan sobre HM. Se trata de un estudio de cohorte, retrospectivo, poblacional, realizado en Israel. Incluyó 1203626 reclutas del servicio militar de entre 16 y 25 años de edad, a quienes se realizó screening diagnosticándose y confirmándose 3690 (0,3%) casos de HM persistente. Se excluyó a aquellos con patologías sistémicas, hipertensión arterial, enfermedades del árbol urinario, deterioro de la función renal y proteinuria mayor de 200 mg/día. De manera que se trató de una población por lo demás sana, con HM aislada asintomática. El seguimiento superó 20 años, y consistió en comparar cuántos pacientes con y sin HM evolucionaban a enfermedad renal en estadío terminal. Básicamente, esto se hizo analizando la base de datos del Registro Isrealí de Nefropatía Terminal. En aquellos con HM persistente hubo 26 (0,7%) de casos de nefropatía terminal. En aquellos sin HM hubo 539 (0,04%) de casos. El Hazard Ratio ajustado según variables determinó un riesgo 18,5 veces mayor de desarrollar enfermedad renal crónica terminal en aquellos con HM persistente. El estudio concluye señalando que la HM persistente constituye un fuerte factor de riesgo para el desarrollo de enfermedad renal crónica terminal, particularmente a partir de glomerulopatías primarias.6
Un estudio coreano, unicéntrico, evaluó retrospectivamente a 350 pacientes con HM aislada a quienes se practicó biopsia renal. Los resultados a largo plazo que se analizaron fueron: caída de tasa de filtrado glomerular a <60 aparici="" de="" min="" ml="" n="" o="" proteinuria="" y="">300 mg/día. Los hallazgos histológicos fueron los siguientes: predominó la nefropatía IgA (46,9%), seguida por glomerulonefritis mesangio proliferativa idiopática (43,1%). El resto de diagnósticos fueron infrecuentes y comprendieron glomeruloesclerosis focal y segmentaria, glomerulonefritis membranoproliferativa, nefropatía membranosa, nefropatía IgM, membrana basal fina y cambios glomerulares leves o normalidad total. El seguimiento en promedio fue apenas superior a 7 años. Luego de realizar el análisis de datos, se evidenció que hubo un empeoramiento estadísticamente significativo, aunque con promedios aún dentro de los parámetros de normalidad, respecto a la tensión arterial, creatinina sérica, nivel de filtrado glomerular y proteinuria. Respecto a los eventos duros pesquisados, se desarrolló proteinuria en 10 pacientes (todos ellos diagnosticados con nefropatía IgA), y deterioro del filtrado glomerular a un nivel menor de 60 ml/min en 3 pacientes (1 con nefropatía IgA, otro con nefropatía mesangial idiopática y finalmente un paciente con glomérulos normales pero cambios tubulointersticiales crónicos y severos). Estos hallazgos demostraron un riesgo aumentado para desarrollar proteinuria en aquellos con nefropatía IgA. Respecto al desarrollo de enfermedad renal crónica, ésta se dio en menos del 1% de los pacientes, sugiriendo un curso benigno para la HM persistente, pero los autores reconocen que el período de seguimiento no fue lo suficientemente largo para evaluar adecuadamente el impacto probable sobre la función renal.2360>
En otra publicación coreana, se realizó un seguimiento prospectivo de 90 pacientes con HM aislada, investigando el desarrollo ulterior de proteinuria mayor de 500 mg/día, hipertensión arterial y/o enfermedad renal crónica (filtrado glomerular menor de 60 ml/min). El seguimiento promedio fue de 5,2 años. Únicamente se realizó biopsia en 28 pacientes, diagnosticándose nefropatía IgA, enfermedad de membrana basal fina, y glomérulos normales en proporciones similares. En el seguimiento, 22% de los pacientes desarrollaron uno o varios eventos adversos. Hubo un 13% de incidencia de hipertensión arterial, 11% de proteinuria, y 0,9% de deterioro de la función renal. Al analizar las diferentes variables, se observó que el riesgo de desarrollar dichos eventos aumentó marcadamente en aquellos pacientes con mayor índice de masa corporal, proteinuria basal mayor de 100 mg/día, y altos niveles séricos de ácido úrico. Un dato interesante es que el pronóstico, al final del seguimiento, no varió entre aquellos pacientes a quienes se practicó biopsia renal en comparación con quienes no se llevó a cabo tal procedimiento.24
            En definitiva, la evidencia disponible aporta fundamentos para considerar que la HM aislada persistente no sigue un curso evolutivo tan favorable como anteriormente se consideraba. Existe una potencial naturaleza progresiva de la enfermedad renal, cualquiera sea la etiología subyacente, la cual puede inicialmente presentarse como HM aislada, desarrollando con el tiempo otras características adicionales. De hecho, es perfectamente razonable considerar a la HM aislada persistente como enfermedad renal crónica, incluyéndola dentro del epíteto de alteraciones del sedimento urinario, según lo establecen las guías KDIGO 2012 sobre enfermedad renal crónica. Esto sirve para realzar el potencial significado pronóstico de esta condición y la necesidad de seguimiento, aunque dichas guías terminen en cierta forma brindando un mensaje contradictorio al no considerar a la HM sin proteinuria como un factor de progresión de la enfermedad renal.25 Debido a que no son aplicables intervenciones terapéuticas específicas y adecuadas a las diversas etiologías hallables, como se ha comentado en el capítulo anterior, los esfuerzos deben ser puestos sobre un seguimiento anual del paciente, pesquisando indicios de progresión del daño renal, tomando las medidas pertinentes. Coligiendo ciertos datos de los estudios resumidos, es razonable ejercer una vigilancia más estrecha y cuidadosa sobre aquellos pacientes que expresan algunas características que pueden ser consideradas de mayor riesgo. Se trata de quienes tengan un mayor índice de masa corporal, tensión arterial más elevada, excreción urinaria diaria de proteínas más alta y mayor uricemia; incluso aunque dichos valores se encuentren dentro del rango de referencia normal.
            Cierto es que las diferentes glomerulopatías que provocan HM glomerular aislada y persistente, pueden seguir su evolución fisiopatológica particular y, por ende, provocaran el daño glomerular y tubulointersticial propio de cada una de ellas. Sin embargo, se debe tener en cuenta que la HM glomerular persistente, per se, es capaz de poner en marcha mecanismos de daño independientes de la etiología subyacente, y esto puede, en última instancia, determinar el pronóstico a largo plazo. Esto ha sido objeto de una reciente e interesante revisión sobre el tema. Según la investigación básica, el pasaje de los glóbulos rojos a través de la membrana basal glomerular genera distorsión del citoesqueleto eritrocitario, promoviendo la lisis celular, con la consiguiente liberación en el fluido tubular de hemoglobina, hierro libre y grupos hemo. La hemoglobina liberada es internalizada en las células tubulares por el complejo megalina – cubilina. En condiciones normales, la enzima hemo-oxigenasa-1 degrada el hemo a biliverdina, que posteriormente pasa a bilirrubina, y hierro, el cual se almacena como ferritina. En condiciones de HM persistente, la capacidad de la hemo-oxigenasa-1 se ve saturada, y el hemo y el hierro libre despliegan su potencial oxidante. El hierro libre oxida lípidos, desnaturaliza proteínas y degrada la membrana celular. El grupo hemo tiene efectos indirectos proinflamatorios y fibróticos, y disminuye la disponibilidad de óxido nítrico, generando vasoconstricción e isquemia renal. Estos mecanismos, entonces, podrían contribuir a un mecanismo patogénico directo de la hematuria glomerular.26


CONCLUSIONES
            Como corolario de todo lo desarrollado a lo largo de esta revisión, se intentará extraer una serie de conclusiones sucintas, claras y útiles para la práctica cotidiana.
            En primer lugar, es dable señalar que se trata de una anomalía común y prevalente en la población general. Actualmente, la definición operativa que se toma de manera mayoritaria, y que se debería aplicar, es la presencia de más de 2 GR x CGA en la microscopía del sedimento. Siempre debe confirmarse un dipstick positivo con microscopia del sedimento urinario y descartarse mediante cultivo la presencia de una infección urinaria. También es recomendable confirmar la persistencia de la HM en al menos dos sedimentos, aunque enfermedades serias del árbol urinario pueden dar HM intermitente. En consideración a esta eventualidad aquellos pacientes con factores de riesgo, deberían ser estudiados sin dilación ni necesidad de confirmar el hallazgo. El screening no es recomendado por ninguna sociedad urológica ni nefrológica, ya que la evidencia disponible no indica que mejore la sobrevida en caso de detectar la presencia de cáncer urológico, incluso en poblaciones de alto riesgo; y por la desproporcionada cantidad de falsos negativos que dicha intervención supondría.
            Respecto a la evaluación, debe estar destinada fundamentalmente a la detección de patología del árbol urinario. Aunque existe gran diversidad de criterios en las guías de las distintas sociedades de urología, a grandes rasgos, se pueden diferenciar dos grupos de pacientes: aquellos mayores de 40 años, con características de riesgo adicionales, en quienes es recomendable llevar a cabo una exhaustiva y completa investigación que incluya procedimientos tomográficos y cistoscopía. Mientras que, en pacientes más jóvenes, sería suficiente con un enfoque más conservador basado fundamentalmente exámenes ecográficos. En lo concerniente a un resultado negativo de la evaluación, si ésta fue rigurosa, el riesgo remanente de neoplasia es despreciable y no ameritaría una nueva evaluación, excepto en pacientes con HM persistente y características de riesgo, en cuyo caso es recomendable una reevaluación cada 3 a 5 años.
            Posteriormente, ante la negatividad de los estudios mencionados, habiendo descartado causas malignas y benignas del tracto urinario, el paciente debería ser evaluado por un nefrólogo, si a esta altura no había sido evaluado por un especialista. La derivación a dicho profesional debería ser al momento de detectar HM en caso de características que hacen factible suponer un origen glomerular, como por ejemplo dismorfia, antecedentes familiares, edad joven, o indicadores de nefropatía clínica (hipertensión arterial, presencia de proteinuria o descenso de la función renal). La evaluación nefrológica debe tener por objetivo indagar la presencia de enfermedad renal no glomerular (fundamentalmente por métodos de imagen), y, sobre todo, pesquisar la ocurrencia de patología glomerular.
            En el capítulo sobre biopsia renal, se apreciaron las controversias que merodean sobre dicha práctica en el caso de HM aislada. Luego de resumir la evidencia disponible, se puede afirmar que, si bien el rédito diagnóstico es excelente, los resultados obtenibles a partir de una biopsia renal revisten una utilidad nula o escasa respecto a implicancias terapéuticas y/o pronósticas. Tampoco parece tener un impacto sobre la evolución de los pacientes, haber realizado o no dicho procedimiento al momento de detectar la HM. Por lo tanto, no sería recomendable aplicar la punción biopsia renal a los casos de HM aislada persistente en pacientes por lo demás sanos. Sí lo es en aquellos con las características adicionales ya mencionadas, fundamentalmente proteinuria, ya que el espectro diagnóstico y las implicancias terapéuticas se amplían.
            Finalmente, el eje de la discusión se centró sobre la evolución a largo plazo de estos pacientes. Contrariamente al concepto tradicional, la evidencia reciente señala que éstos pacientes, a lo largo de seguimientos muy prolongados (décadas) tienen un riesgo incrementado de desarrollar eventos adversos renales, como proteinuria y descenso de la función renal, incluso llegando al estadío de enfermedad renal crónica terminal. Por lo tanto, el nefrólogo debe considerar a los pacientes con HM aislada persistente como una población en riesgo, y, consecuentemente, promover su seguimiento frecuente, anual. En cada evaluación, además de repetir el sedimento urinario, se deben determinar la presión arterial y la función renal. Cualquier característica que sugiera una nefropatía en evolución debería suscitar un enfoque más activo, incluyendo biopsia renal, y las medidas terapéuticas específicas que amerite la situación, ya que en dicho momento aparecería la oportunidad de brindar medidas efectivas para mejorar el pronóstico renal.
           






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ERITEMA PIGMENTADO FIJO POR LOSARTAN.

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Paciente femenina de 91 años de edad con antecedentes de hipotiroidismo , acalasia e hipertensión tras nueve años de tomar losartan aparece el eritema el cambio de coloracion en labios y lengua sin otros síntomas tras retirar el farmaco con pocas dosis de corticoides y cambiar por amlodipino el eritema ha mejorado

Probable diagnostico:  eritema pigmentado fármaco inducido por losartan


















Gentileza
Dr. Brand Schafik




VARÓN DE 82 AÑOS CON ÚLCERAS PERSISTENTES EN MANOS.

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Un hombre de 82 años fue ingresado en un hospital debido a lesiones cutáneas persistentes en las manos.
El paciente tenía antecedentes de diabetes mellitus e hidradenitis supurativa recurrente. Cinco semanas antes de la internación actual fue internado para drenaje de un absceso perineal que no respondía a cefalexina. En el examen, según los informes, tenía una pequeña abrasión en la mano izquierda, que pensó que había sido causada por mordedura de un perro. La administración de cefalexina se suspendió, y se iniciaron piperacilina-tazobactam y vancomicina. Durante la semana siguiente, evolucionó a eritema progresivo y una bulla hemorrágica creciente que se desarrollaron en el dorso de la mano izquierda y una erupción difusa, urticariana y purpúrica en el torso. Según los informes, las pruebas de laboratorio revelaron trombocitopenia. Se realizó desbridamiento de la lesión de la mano izquierda; el examen patológico de una muestra mostró inflamación aguda y tejido de granulación. Después del desbridamiento, la lesión empeoró y se desarrollaron lesiones similares en la mano derecha, en las articulaciones metacarpofalángicas. Las lesiones eran dolorosas al tacto y a la manipulación, y la ulceración se extendía a los tendones. Se administraron glucocorticoides. El día 10 de hospital, se obtuvo una muestra de biopsia de la piel del abdomen derecho; el examen patológico aparentemente mostró vasculitis leucocitoclástica y no se visualizaron microorganismos. La administración de piperacilina-tazobactam y vancomicina se suspendió, al igual que la heparina subcutánea (comenzada durante el ingreso), y se iniciaron ciprofloxacina y linezolid, junto con una solución antimicrobiana tópica para las manos. Las lesiones se expandieron para incluir las articulaciones interfalángicas proximales y se volvieron más erosivas y dolorosas. El día 13, el paciente fue trasladado a un segundo hospital para la evaluación y el tratamiento de las lesiones cutáneas.
En el segundo hospital, el paciente refirió una pérdida de peso de aproximadamente 2,3 kg por semana durante el mes anterior y diarrea intermitente. En el examen, la temperatura era normal. En la superficie dorsal de las manos se observaron placas bien demarcadas, edematosas, friables, eritematosas a violáceas, con coloración gris en los márgenes (Figura 1A 1B Y 1C)











Figura 1A B, Y C.
En el momento del ingreso del paciente al segundo hospital, hay lesiones bullosas parcialmente denudadas en la superficie dorsal de ambas manos, que se extienden sobre los dedos (A). Al ingresar a este hospital, se observa una lesión eritematosa ampollosa en el brazo derecho ( B). Después del tratamiento con infliximab, la lesión en el brazo derecho está casi curada (C).




Pequeñas placas edematosas, eritematosas y violáceas estaban presentes en el tronco y los muslos. Se obtuvo una muestra de biopsia de la piel en el dorso de la mano derecha; el examen patológico reveló un infiltrado neutrofílico difuso, denso, superficial y profundo. La tinción para microorganismos fue negativa y los cultivos fueron estériles. El nivel sérico de sodio fue de 130 mmol por litro, y los niveles de los otros electrolitos fueron normales. Las pruebas de la función hepática fueron normales, y las pruebas de anticuerpos contra el complejo heparina-factor plaquetario 4 fueron negativas; otros resultados de prueba se muestran en la Tabla 1





Tabla 1 Datos de laboratorio.




Se suspendió la administración de antibióticos, se iniciaron dosis más altas de glucocorticoides sistémicos y se realizó el cuidado local de la herida con mejoría parcial.
El paciente fue dado de alta a su casa el quinto día, tomando prednisona (70 mg por vía oral al día) con instrucciones para iniciar un ciclo de descensogradual en 2 a 3 semanas. También se le recetó un régimen intensivo de cuidado de heridas, con la asistencia de una enfermera domiciliaria. Poco después del alta, la dosis de prednisona se redujo de 70 mg diarios a 40 mg diarios, se inició la administración de ciclosporina (300 mg diarios) y se inyectó acetonida de triamcinolona intralesional (hasta un total de 60 mg diarios).
Seis días antes de la admisión al tercer  hospital, se obtuvo una  biopsia de la piel del dorso de la mano derecha; el examen patológico reveló dermatitis neutrofílica, con una sugerencia de perforación folicular y foliculitis; no se vieron microorganismos Al día siguiente, los niveles de electrolitos séricos, bilirrubina total, proteína total, globulina y calcio fueron normales, al igual que las pruebas de función hepática; otros resultados de la prueba de laboratorio se muestran en la Tabla 1. Tres días después, las lesiones parecían mejoradas; la dosis de ciclosporina se redujo a 100 mg por vía oral al día, se inició dapsona (100 mg diarios) y se mantuvo la prednisona a 40 mg diarios. Durante los siguientes 2 días, las lesiones en las manos del paciente empeoraron. Fue remitido a un tercer  hospital y admitido debido a un aumento del dolor y a la supuración de las lesiones.
El paciente informó sentirse bien, excepto por sus manos. Tenía antecedentes de hidradenitis supurativa, con abscesos recurrentes, durante más de 20 años, para los cuales se habían administrado múltiples antibióticos; diabetes mellitus, por la que recientemente comenzó a aplicarse insulina; hipertensión; hiperlipidemia; colelitiasis; un melanoma maligno de la espalda, que había sido extirpado; anemia macrocítica con bajos niveles de folato; bocio multinodular; diverticulosis; microhematuria; enfermedad pulmonar obstructiva crónica; bradicardia, para la cual se había insertado un marcapasos cardíaco; y edema bilateral de la pierna. Él había tenido herniorrafías y una apendicectomía. Otros medicamentos incluyen lisinopril y aspirina. Era alérgico a la penicilina. Estaba jubilado, vivía con su esposa, fumaba cigarrillos y bebía alcohol con moderación. No tenía antecedentes de exposiciones a productos químicos. No había antecedentes familiares de lesiones cutáneas similares, trastornos autoinmunes o enfermedad inflamatoria intestinal.
En el examen, la frecuencia respiratoria fue de 30 respiraciones por minuto y la saturación de oxígeno fue del 97% mientras el paciente respiraba aire ambiente; los otros signos vitales eran normales. Había placas violáceas, edematosas, denudadas en las articulaciones metacarpofalángicas de ambas manos y en ambos codos (Figura 1B), así como edema bilateral en piernas. El nivel sérico de hierro fue 50 μg por decilitro (rango de referencia, 45 a 160 μg por decilitro), la capacidad de unión al hierro 220 μg por decilitro ( rango de referencia 228 a 429 μg por decilitro), y nivel de ferritina 540 ng por mililitro (rango de referencia, 30 a 300, en hombres). Los niveles séricos de electrolitos, calcio, magnesio, fósforo, proteínas totales y globulina, tiroxina libre, lactato deshidrogenasa, vitamina B12, ácido fólico y glucosa-6-fosfato deshidrogenasa fueron normales, como lo fueron las pruebas de la función hepática. La prueba fue negativa para  factor reumatoideo; evidencia de virus de hepatitis A, B y C; anticuerpos antifosfolípidos; y anticoagulante lúpico. Otros resultados de la prueba se muestran en la Tabla 1. Se inició la administración de trimetoprim-sulfametoxazol. No se detectaron proteínas de Bence Jones en una muestra de orina concentrada. El análisis de orina reveló orina amarilla turbia, proteína traza, 3+ sangre oculta, 20 a 50 glóbulos rojos por campo de alta potencia y 3 a 5 cilindros hialinos por campo de baja potencia.
El cuarto día, se realizó un procedimiento de diagnóstico.


DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Esta paciente presentó una lesión bullosa violácea en la mano después de una posible mordedura de perro. La lesión se expandió después del desbridamiento y, por otro lado, surgieron nuevas lesiones. Los hallazgos cutáneos se acompañaron de diarrea y pérdida de peso, pero el paciente por lo demás estaba asintomático. Inicialmente, se pensó que el proceso era compatible con una celulitis hemorrágica necrotizante.
El diagnóstico diferencial que habría que considerar para estas lesiones ulcerativas, bullosas y necróticas en las manos incluye causas infecciosas (bacteriana, micobacteriana, protozoarios, fúngica o viral); vasculitis (por ejemplo, vasculitis asociada con anticuerpos anti citoplasma neutrofílico (ANCA) o vasculitis de vasos de tamaño medio); y dermatosis neutrofílica (por ejemplo, pioderma gangrenoso o síndrome de Sweet). Otros procesos ampollosos que a menudo afectan las manos pero que no son clínicamente consistentes con la presentación de este paciente son la porfiria cutánea tarda y la epidermólisis ampollosa adquirida.

INFECCIÓN
Se debe considerar una causa infecciosa de la ulceración inicial en vista de la historia de una mordedura de perro, que puede transmitir varios tipos de organismos infecciosos. El diagnóstico diferencial incluiría infecciones bacterianas (por ejemplo, celulitis necrotizante), infecciones por micobacterias (por ejemplo, Mycobacterium ulcerans), infecciones por protozoos (por ejemplo, leishmaniasis), infecciones fúngicas profundas (por ejemplo, esporotricosis) e infecciones víricas (por ejemplo, orf). La mayoría de estos agentes causales no son endémicos en el noreste de los Estados Unidos, y este paciente refirió  no haber realizado viajes recientes o remotos a áreas donde estos agentes son endémicos.
Las principales infecciones bacterianas a considerar en asociación con las mordeduras de perro son estafilococos, estreptococos, anaerobios y especies de pasteurella. La naturaleza agresiva de la lesión inicial de este paciente también requiere la consideración de organismos más agresivos, como clostridium. Muchos casos de celulitis necrotizante son el resultado de un traumatismo local y se observan con mayor frecuencia en pacientes con antecedentes de diabetes que padece este paciente. A pesar del diagnóstico patológico de la celulitis necrotizante, no había crepitación en el examen del paciente o gas en las imágenes, aunque este hallazgo no se observa en todas las formas de celulitis necrotizante. No tenía otros signos de infección (por ejemplo, fiebre o leucocitosis), no tuvo respuesta a los antibióticos de amplio espectro, los cultivos de la lesión fueron estériles y sus lesiones empeoraron con el desbridamiento; además, las lesiones se desarrollaron en áreas no traumatizadas en ausencia de signos de infección sistémica. Por estas razones, la infección parece poco probable.

VASCULITIS
Ciertas formas de vasculitis pueden causar ulceración profunda y dolorosa, particularmente vasculitis de vasos medianos y formas de vasculitis asociadas a ANCA. Estos fueron diagnósticos menos probables en este paciente debido a la muestra de biopsia previa que carecía de evidencia de vasculitis, la ausencia de síntomas respiratorios que sugirieran inflamación granulomatosa necrotizante del tracto respiratorio superior e inferior y la glomerulonefritis que estaría presente en la granulomatosis de Wegener. La edad máxima al inicio de esta condición es de 45 a 65 años, más joven que este paciente. La poliarteritis nodosa cutánea es una afección de la vasculitis necrosante de los vasos medianos que se limita a la piel. Sería poco probable en este paciente, ya que una manifestación son nódulos dolorosos que posteriormente se ulceran, predominantemente en las piernas. Hallazgos adicionales en casos de poliarteritis nodosa cutánea incluyen fiebre, mialgias, artralgias, neuropatía periférica, livedo reticularis y atrofia blanca, todo lo cual estuvo ausente en este paciente. Repetir la biopsia prestando especial atención a cualquier anormalidad de los vasos sanguíneos y los niveles de ANCA citoplásmico y ANCA perinuclear ayudaría a descartar estas formas de vasculitis.

DERMATOSIS NEUTROFÍLICAS
PATERGIA
La lesión original del paciente pareció surgir después de un traumatismo cutáneo menor, y durante la estancia hospitalaria tuvo evidencia de nuevas lesiones cutáneas que surgieron en sitios de trauma iatrogénico de la piel. Este fenómeno, conocido como patergia, es una respuesta inflamatoria que se desarrolla después de un trauma intradérmico y se manifiesta como pápulas, placas y pústulas eritematosas a violáceas, a veces con ulceración secundaria. A menudo se usa una prueba diagnóstica de patergia para confirmar una sospecha de enfermedad de Behçet: se inserta una aguja de calibre 18 en ángulo a través de la dermis, y la aparición de lesiones dentro de las 48 horas posteriores a la inserción es indicativa de una prueba positiva. Patergia ocurre no solo en la enfermedad de Behçet sino también en la dermatosis neutrofílica febril aguda (síndrome de Sweet), pioderma gangrenoso, dermatosis asociada al intestino, síndrome de artritis y artritis reumatoide. A menudo se ve patergia asociada con estas afecciones como un hallazgo incidental en el examen físico, que se manifiesta como lesiones que surgen en sitios de colocación de catéteres intravenosos, venas, biopsias de piel y otros procedimientos de rutina que provocan la perforación de la dermis, como en este paciente . El hallazgo de patergia debe detener cualquier desbridamiento o cirugía adicional, ya que estos procedimientos extenderían el proceso y muy probablemente darían como resultado un ciclo continuo de expansión y desbridamiento adicional que podría tener consecuencias catastróficas.

PIODERMA GANGRENOSO
El pioderma gangrenoso es una dermatosis neutrofílica que se presenta como una úlcera dolorosa que avanza rápidamente, con mayor frecuencia en las piernas, con un borde irregular, violáceo o bronceado1. Aparece una forma atípica en las manos, los brazos o la cara con erosiones profundas o ulceraciones superficiales que tienen un borde violáceo o azul grisáceo, ampolloso o de aspecto granulomatoso. Esta forma también se conoce como dermatosis neutrofílica de las manos, y la presentación clínica del paciente es consistente con esta variante.
Hasta 70% de los casos de pioderma gangrenoso se asocian con una enfermedad subyacente, como enfermedad inflamatoria intestinal, artritis reumatoide y enfermedades hematológicas (p. Ej., Leucemia mieloide aguda o síndromes mielodisplásicos, leucemia de células pilosas o gammapatía monoclonal) .1 el paciente informó una historia reciente de diarrea y pérdida de peso, lo que aumenta la posibilidad de una enfermedad inflamatoria intestinal subyacente, aunque la presentación a su edad sería inusual. Los casos atípicos crónicos de pioderma gangrenoso, como el de este paciente, a menudo se asocian con leucemia mieloide aguda, síndromes mielodisplásicos y gammapatías monoclonales de IgA.1 Este paciente tiene trombocitopenia y anemia, lo que aumenta la preocupación por un trastorno primario de la médula ósea. Otro hallazgo clínico notable en este paciente es su pronta respuesta, al menos inicialmente, a los glucocorticoides sistémicos.
Se han propuesto los criterios para el diagnóstico de pioderma gangrenoso1,2. Los criterios principales son la progresión rápida de una úlcera cutánea dolorosa, necrolítica, que presenta un borde irregular, violáceo y socavado y se descarta otras causas de ulceración cutánea. Los criterios menores son una historia que sugiere patergia, la presencia de una enfermedad sistémica asociada con pioderma gangrenoso, el hallazgo histopatológico de neutrofilia dérmica y una respuesta rápida al tratamiento sistémico con glucocorticoides. Este paciente cumple tanto los criterios principales como tres de los cuatro criterios menores para este diagnóstico.

SÍNDROME DE SWEET
El diagnóstico de dermatosis neutrofílica febril aguda (síndrome de Sweet) requiere dos criterios principales (la aparición brusca de lesiones cutáneas edematosas a violáceas edematosas y una muestra de biopsia que muestra edema superficial y un infiltrado denso neutrofílico denso sin vasculitis) y al menos dos criterios menores (una afección o exposición subyacente asociada, fiebre, leucocitosis y una respuesta rápida al uso sistémico de glucocorticoides). Al igual que pioderma gangrenoso, el síndrome de Sweet se caracteriza por patergia, como se ve en este caso. Además, el 15% de los casos adultos de síndrome de Sweet se asocian con neoplasmas hematológicos. El síndrome también se observa en pacientes que tienen cánceres de órganos sólidos, infecciones respiratorias superiores o gastrointestinales, infección por el virus de la inmunodeficiencia humana o enfermedad inflamatoria del intestino; que recibieron vacunas u otros medicamentos (p. ej., factor estimulante de colonias de granulocitos y ácido retinoico todo trans); que se han sometido a una cirugía de derivación intestinal; o que están embarazadas El síndrome de Sweet generalmente no induce la ulceración profunda y progresiva que se observó en este paciente; sin embargo, el síndrome de Sweet localizado de las manos y el pioderma gangrenoso atípico (dermatosis neutrofílica de las manos) a veces se consideran la misma entidad.3 El paciente no tenía fiebre ni leucocitosis, aunque sí tenía una respuesta a los glucocorticoides.

RESUMEN
En este paciente que tenía úlceras violáceas, bullosas y necróticas de las manos y los brazos; patergia; una muestra de biopsia que reveló un denso infiltrado neutrofílico; y la ausencia de síntomas sistémicos, el diagnóstico presuntivo es  pioderma gangrenoso crónico atípico, probablemente en asociación con una neoplasia hematológica. Habría que continuar con una nueva revisión de sus muestras de biopsia por el servicio de dermatopatología y, si no es concluyente, con una nueva biopsia. Recomendaría una mayor evaluación de los trastornos asociados con el pioderma gangrenoso, incluidas las consultas de los servicios de hematología y gastroenterología.

DIAGNÓSTICO PRESUNTIVO
PIODERMA GANGRENOSO CRÓNICO ATÍPICO EN ASOCIACIÓN CON UNA NEOPLASIA HEMATOLÓGICA.

DISCUSIÓN PATOLÓGICA
Las secciones histológicas de la muestra de biopsia de piel tomadas en el primer hospital revelaron un denso infiltrado de neutrófilos en la dermis. La epidermis suprayacente muestra acantosis y existe edema dérmico papilar (Figura 2A y 2B)




Figura 2 Muestra de biopsia de piel (hematoxilina y eosina)).
El panel A muestra hiperplasia epidérmica con edema y hemorragia dérmica superficial y un infiltrado denso de neutrófilos en la dermis que se asemeja a un absceso. El panel B muestra un infiltrado dérmico denso de neutrófilos a mayor aumento.




 Los cultivos microbiológicos y las tinciones especiales para microorganismos fueron negativos. Estos hallazgos son consistentes con un diagnóstico de pioderma gangrenoso.
Se han descrito las siguientes cuatro variantes clínicas e histológicas distintivas del pioderma gangrenoso: ulcerativo, pustular, ampollar y vegetativo.4 Las lesiones caracterizadas por ulceración a menudo se asocian con una enfermedad sistémica, que incluye artritis, enfermedad inflamatoria del intestino y gammapatía monoclonal. Las lesiones pustulosas se caracterizan por pústulas subcorneales, edema dérmico papilar, infiltrado denso de neutrófilos y asociación con enfermedad inflamatoria intestinal. Las lesiones bullosas tienen vesiculación subepidérmica y un infiltrado denso de neutrófilos dérmicos y se asocian con neoplasmas hematológicos. Las lesiones vegetativas (pioderma granulomatoso superficial) se caracterizan por hiperplasia pseudoepiteliomatosa, absceso dérmico y reacción granulomatosa en empalizada y, por lo general, no se asocian con enfermedad sistémica.4 Este caso se adecuaría mejor a la variante ampollosa y, por lo tanto, debería sospecharse una neoplasia hematológica .
La biopsia de médula ósea y la aspiración se realizaron el cuarto día de hospital. La muestra de la biopsia era normocelular para la edad del paciente y mostraba elementos mieloides y eritroides en maduración. Muchos megacariocitos parecían displásicos y pequeños y tenían núcleos hipolobulados y contornos nucleares simplificados (Figura 3A B Y C




Figura 3  Muestra de biopsia de la médula ósea y la tinción de sangre periférica).
La muestra de biopsia de médula ósea (A, hematoxilina y eosina) mostró megacariocitos pequeños displásicos frecuentes con lóbulos nucleares únicos o separados y redondeados (flechas). La displasia mieloide se manifestó en el frotis de sangre periférica (B) como células pseudo-Pelger-Huët con núcleos bilobulados y citoplasma hipogranulado; un neutrófilo normal de otro paciente se muestra en el recuadro para la comparación. El análisis citogenético de la médula ósea (C) reveló un cariotipo anormal y complejo. Las flechas indican una translocación entre los cromosomas 2 y 6, monosomías de los cromosomas 3, 12 y 18, eliminación del brazo largo del cromosoma 5 y material adicional en el brazo largo del cromosoma 17; también estaban presentes un cromosoma en anillo (14d) y un cromosoma marcador (A) (abajo a la izquierda).


El frotis del aspirado reveló células mieloides displásicas frecuentes, incluidas muchas formas con citoplasma hipogranulado y núcleos bilobulados (células pseudo-Pelger-Huët). La maduración eritroide fue normal y el porcentaje de mieloblastos (3%) no aumentó. Una tinción de hierro del aspirado de médula ósea mostró la presencia de abundante hierro  almacenado y sin sideroblastos en anillo. El frotis de sangre periférica mostró elementos mieloides inmaduros circulantes (mielocitos y metamielocitos) y células pseudo-Pelger-Huët (Figura 3B);  no se vieron blastos circulantes. Se pensó que estos hallazgos morfológicos eran altamente sospechosos de un síndrome mielodisplásico; este diagnóstico fue confirmado por el análisis citogenético de la médula ósea, que reveló un cariotipo complejo y anómalo, incluida la eliminación del brazo largo del cromosoma 5 (Figura 3C).
Sobre la base de la presencia de dos linajes morfológicamente displásicos (mieloides y megacariocíticos), el porcentaje de blastos en la médula ósea (menos de 5%) y el porcentaje de blastos en la sangre (menos de 1%), este síndrome mielodisplásico fue clasificado como citopenia refractaria con displasia multilinaje, según la clasificación de la Organización Mundial de la Salud 2008.5 La presencia de un cariotipo complejo es una característica de pronóstico adverso. El Sistema internacional de puntuación pronóstica (IPSS) para pacientes con síndrome mielodisplásico incorpora el porcentaje de blastos en la médula ósea, el número y el grado de citopenias y los hallazgos citogenéticos en una designación de grupo de riesgo (riesgo de bajo riesgo, intermedio 1, riesgo intermedio-2, o alto riesgo). La enfermedad de este paciente caería en el grupo intermedio-2; los pacientes en este grupo tienen una mediana de supervivencia de aproximadamente 1 año.6
Se ha informado una variedad de manifestaciones cutáneas en asociación con tumores malignos, que incluyen pioderma gangrenoso, síndrome de Sweet, dermatomiositis y xantogranuloma necrobiótico. Las dos dermatosis neutrofílicas, el pioderma gangrenoso y el síndrome de Sweet, se observan con mayor frecuencia en asociación con neoplasias mieloides, incluidos los síndromes mielodisplásicos (como en este caso), los neoplasmas mieloproliferativos y las leucemias agudas. La dermatomiositis, caracterizada por queratinocitos necróticos en la unión dermoepidérmica y marcado depósito de mucina dérmica, se asocia con linfomas y carcinomas de ovario. El xantogranuloma necrobiótico, caracterizado por inflamación granulomatosa, hendiduras de colesterol y células gigantes multinucleadas llamativas, se asocia con paraproteinemia.

DISCUSIÓN DEL MANEJO
El diagnóstico de pioderma gangrenoso atípico se había realizado en el segundo hospital, y se había prescrito prednisona y ciclosporina, con una respuesta clínica. El tratamiento del pioderma gangrenoso implica el cuidado de la herida, incluida la evitación de trauma y desbridamiento; tratamiento de cualquier condición subyacente; y terapia inmunosupresora.1 Aunque el tratamiento de la enfermedad inflamatoria intestinal puede inducir la remisión de las lesiones cutáneas en algunos pacientes, a menudo se requiere inmunosupresión sistémica. Los agentes disponibles, incluidos los glucocorticoides, dapsona, sulfapiridina, azatioprina, metotrexato, ciclofosfamida, ciclosporina, micofenolato mofetilo, tacrolimus y los inhibidores del factor de necrosis tumoral α (TNF-α), varían en su velocidad de inicio de acción, su perfil de efectos secundarios y su costo.1 En consulta con el equipo clínico, y debido a que la prednisona y la ciclosporina habían sido efectivas antes del intento de disminuirlas, inicialmente continuamos con prednisona a 40 mg por día y aumentamos la ciclosporina a 300 mg por día. Debido a que las lesiones no mostraron respuesta, agregamos micofenolato mofetil y tacrolimus topical gel. Las lesiones continuaron progresando y aparecieron nuevas lesiones en la cara y la parte superior de los brazos. El octavo día, el paciente comenzó el tratamiento con infliximab (un anticuerpo monoclonal quimérico contra el TNF-α que bloquea la acción del TNF-α e induce la apoptosis de las células T que expresan el TNF-α), que tiene un inicio de acción rápido y se ha informado para ser útil en casos de pioderma gangrenoso atípico que ocurre en las manos y los brazos.7-9 Infliximab es preferido sobre otros bloqueadores de TNF-α debido a su rápido inicio de acción. El paciente tuvo una respuesta dramática, con mejoría en todas sus lesiones (Figura 1C). Sin embargo, su estado clínico general se deterioró, con insuficiencia renal, sobrecarga de volumen y edema pulmonar. Debido a que el trastorno hematológico subyacente confirió un mal pronóstico, el paciente y su esposa eligieron no seguir un tratamiento agresivo; en consulta con el servicio de cuidados paliativos, la atención fue trasladada a medidas de comodidad solamente, y el paciente murió el día 29 del hospital.

En el hospital, el equipo de consulta de dermatología está formado por un dermatólogo a tiempo completo que se asigna al servicio de consultas con un residente. En nombre de este paciente, el equipo de consulta de dermatología trabajó extensamente con el equipo de cuidadores, incluidos los médicos y enfermeras principales y los consultores que ayudaron a interpretar los resultados de las pruebas que llevaron al diagnóstico y al plan de atención.

DIAGNÓSTICO ANATÓMICO
PIODERMA GANGRENOSO DEBIDO A UN SÍNDROME MIELODISPLÁSICO (CITOPENIA REFRACTARIA CON DISPLASIA MULTILINAJE).

Referencias
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VARÓN DE 37 AÑOS CON DOLORES MUSCULARES, DEBILIDAD Y PÉRDIDA DE PESO.

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Un hombre de 37 años ingresó en este hospital debido a dolor y debilidad muscular.
El paciente había estado bien hasta la noche anterior al ingreso, cuando se desarrollaron mialgias difusas leves. Se despertó por la mañana con calambres musculares difusos y dolor intenso en las piernas (calificó el dolor a 10 en una escala de 1 a 10, con 10 indicando el dolor más intenso). Al levantarse para ir al baño, se sintió inestable y tenía dificultades para caminar. Después de volver a la cama, el dolor muscular difuso persistió, con debilidad en los brazos y piernas y entumecimiento en las piernas; él no pudo levantarse de nuevo. Llamó a familiares que lo llevaron al departamento de emergencias del hospital.
El paciente informó que había tenido un dolor similar pero mucho menos intenso intermitentemente durante el último mes, no asociado con debilidad y principalmente en la parte superior de los muslos, después de períodos prolongados de descanso. El dolor ocurrió varias veces a la semana, con mayor frecuencia por la noche, ocasionalmente lo despertó y se resolvió espontáneamente después de unos minutos. Informó una pérdida de peso de 3,2 kg durante el mes anterior, visión borrosa ocasional durante el año anterior, dolor intermitente en la muñeca izquierda y un leve temblor. Seis semanas antes de la admisión, tuvo fiebre, dolor de garganta y disminución del apetito; una radiografía de tórax reveló opacidades parcheadas en el lóbulo superior del pulmón derecho, características compatibles con una posible neumonía; sus síntomas mejoraron después de que se administró azitromicina. Se realizó un diagnóstico de ginecomastia aproximadamente 3 meses antes, cuando presentó sensibilidad en la glandula mamaria izquierda y una masa palpable (4 cm por 3,5 cm) debajo de la areola; la mamografía reveló posteriormente densidades subareolares bilaterales (mayores en la mama izquierda que en la derecha) que fueron consistentes con  ginecomastia. El paciente también tenía alopecia androgénica y dermatitis seborreica. Según los informes, había sido tratado por tuberculosis 17 años antes. Su dieta era alta en carbohidratos; refirió que la noche antes de la internación, había  comido diez porciones de pizza. Los medicamentos que tomaba incluían finasteride y clobetasol shampoo. Él no tenía alergias conocidas. Había nacido en Colombia, había vivido en los Estados Unidos durante aproximadamente 17 años y había visitado Colombia 6 meses antes de su ingreso. Bebía alcohol con poca frecuencia, no fumaba ni usaba drogas ilícitas, y no reportó haber olido ni haber estado expuesto a pintura de tolueno. Vivía con su hermano, trabajaba en un restaurante, era soltero y había sido sexualmente activo en el pasado, solo con mujeres. Su madre había tenido diabetes mellitus e hipercolesterolemia y murió de cáncer de vejiga, su padre tenía hipertensión y un primo y una sobrina tenían enfermedad de la tiroides; el paciente no estaba seguro de los diagnósticos exactos. No había antecedentes de enfermedad autoinmune.
En el examen, la presión arterial era 166/72 mm Hg, el pulso 100 latidos por minuto, la temperatura 37.3 ° C, la frecuencia respiratoria 16 respiraciones por minuto, la saturación de oxígeno 99% mientras el paciente respiraba aire ambiente, y el peso 66.2 kg. El paciente no podía pararse; la fuerza en los músculos de flexión y extensión era 3 de 5 en las caderas y las rodillas y 4 de 5 en los tobillos y los codos. La fuerza de prensión con la mano medía 4+ de 5. Los reflejos aquíleos, rotuliano y braquioradial estaban ausentes. El resto del examen era normal.
El resultados de un hemograma completo fue normal, al igual que los niveles sanguíneos de nitrógeno ureico, calcio, magnesio, proteína total, albúmina, globulina, bilirrubina total y directa, creatina quinasa y aspartato aminotransferasa. La detección toxicológica sérica fue negativa; otros resultados de prueba se muestran en la Tabla 1





Tabla 1 Datos de laboratorio.


Un electrocardiograma mostró ritmo sinusal a una frecuencia de 96 latidos por minuto, con cambios inespecíficos del segmento ST y de la onda T. Un análisis de orina fue normal.
Se le administró cloruro de potasio (120 mmol, total) por vía oral e intravenosa, con resolución de la debilidad. Se colocó un catéter intravenoso en la vena yugular interna. Una radiografía de tórax fue normal. Los resultados de la prueba de los solutos urinarios y la osmolalidad, de una muestra obtenida 3,5 horas después de la presentación, se muestran en la Tabla 1. El paciente ingresó en el hospital.
Se realizaron pruebas de diagnóstico adicionales.

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Este hombre de 37 años de edad presentó un historial de 1 mes de dolor intermitente en las piernas, que culminó en un episodio de profunda debilidad. Los déficits predominantemente proximales en la fuerza muscular y la falta de reflejos tendinosos profundos son consistentes con una miopatía grave. Aunque una variedad de procesos inflamatorios, infecciosos, tóxicos metabólicos y autoinmunes pueden causar miopatía aguda, los síntomas de este paciente son fácilmente atribuibles a su marcada hipokalemia, que se confirmó por la resolución rápida de la debilidad después de la administración de suplementos con cloruro de potasio. Por lo tanto, deberíamos centrar la discusión en las posibles causas de la hipocalemia que este paciente tenía. Idealmente, el diagnóstico correcto también explicará otras características distintivas del caso, incluida la pérdida de peso del paciente y la ginecomastia bilateral.

CAUSAS DE LA HIPOKALEMIA
El potasio es el catión más abundante en el cuerpo.1,2 Debido a la absorción activa de potasio por la bomba de sodio y potasio (Na + / K + -ATPasa) a través de las membranas celulares, aproximadamente el 98% del potasio corporal total es intracelular. El 2% restante, aproximadamente 60 mmol de potasio, constituye el conjunto extracelular. La ingesta típica de potasio en una dieta occidental es de 50 a 100 mmol por día; por lo tanto, se necesitan mecanismos robustos para prevenir aumentos peligrosos en el nivel de potasio en el líquido extracelular, a corto plazo y en el tiempo. Los aumentos repentinos pueden prevenirse mediante una mayor captación celular por medio de la Na + / K + -ATPasa, un proceso que es estimulado por la insulina y las catecolaminas. Este cambio transcelular no da como resultado la eliminación neta de potasio del cuerpo. En cambio, los riñones mantienen el equilibrio de potasio a largo plazo, excretan aproximadamente el 90% del potasio ingerido; el resto se secreta a través del tracto gastrointestinal y la piel. Aunque el potasio se filtra libremente en el glomérulo, se reabsorbe ampliamente en el túbulo proximal y el asa de Henle. Por lo tanto, la excreción urinaria neta de potasio se basa en la secreción en la nefrona distal, un proceso que se ve aumentado por la aldosterona.
Debido a que los riñones pueden reducir la excreción urinaria de potasio a menos de 20 mmol por día, la hipokalemia debida únicamente a la ingesta inadecuada es poco común. En cambio, las principales causas de hipopotasemia crónica están relacionadas con la pérdida excesiva de potasio. En tales casos, el desafío del clínico es diferenciar la  pérdida renal y no renal del potasio. Cuando la hipopotasemia es de inicio súbito, el médico también debe considerar si el cambio de potasio transcelular, y no la depleción total de potasio del cuerpo, es responsable de la presentación del paciente. Dado que el 98% del potasio corporal total es intracelular, los cambios relativamente pequeños en su distribución pueden provocar cambios clínicamente significativos en el nivel de potasio en el líquido extracelular.

PÉRDIDA DE POTASIO RENAL
Este paciente estaba hipertenso en la presentación, aunque en el contexto de estrés agudo. La hipertensión arterial persistente puede ser una pista importante cuando se distingue la pérdida de potasio renal mediada por aldosterona y no mediada por aldosterona
  • PÉRDIDA DE POTASIO RENAL MEDIADA POR ALDOSTERONA

El aldosteronismo primario, como ocurre con un adenoma productor de aldosterona (síndrome de Conn) o hiperplasia suprarrenal, puede causar hipokalemia e hipertensión. Un carcinoma adrenocortical productor de aldosterona podría explicar mejor la pérdida de peso y la ginecomastia del paciente (si el tumor también secreta estradiol) .3 Si se encuentra que el paciente tiene un nivel elevado de renina además de un nivel elevado de aldosterona, se necesitarán causas secundarias de hiperaldosteronismo para ser considerado (por ejemplo, un tumor secretor de renina o estenosis de la arteria renal). La ausencia de una alcalosis metabólica concomitante no descarta un diagnóstico de hiperaldosteronismo.
La hipercortisolemia también puede presentarse con hipokalemia e hipertensión. El cortisol tiene una alta afinidad por el receptor mineralocorticoide, pero normalmente se evita su unión debido al metabolismo rápido de 11β-hidroxiesteroide deshidrogenasa (11β-HSD) a cortisona .4 La intoxicación crónica con regaliz puede simular hiperaldosteronismo, porque el ácido glicirrético, un componente del regaliz, inhibe 11β- HSD, permitiendo que el cortisol endógeno active receptores mineralocorticoides.5 Alternativamente, los niveles muy altos de cortisol pueden exceder la capacidad metabólica de 11β-HSD, permitiendo que el cortisol ejerza efectos similares a la aldosterona sobre el balance de potasio y la presión sanguínea. La pérdida de peso de este paciente parece argumentar en contra del síndrome de Cushing, pero podría ser consistente con un tumor pulmonar productor de corticotropina ectópica (tal vez malinterpretado como neumonía en sus imágenes recientes del tórax). Los medicamentos del paciente incluyen clobetasol shampoo, un glucocorticoide tópico. El síndrome de Cushing resultante de los glucocorticoides tópicos ha sido reportado en adultos, aunque típicamente en aquellos con afecciones inflamatorias de la piel como la psoriasis6. Finalmente, varios trastornos genéticos, incluyendo aldosteronismo remediable con glucocorticoides, hiperplasia suprarrenal congénita, deficiencia de 11β-HSD y síndrome de Liddle. puede causar hipokalemia e hipertensión al aumentar los niveles de aldosterona o al imitar su actividad; sin embargo, estos diagnósticos son poco probables dada la edad del paciente y el historial familiar.

  • PÉRDIDA DE POTASIO RENAL NO MEDIADA POR ALDOSTERONA

Si el paciente no está persistentemente hipertenso, deben ser consideradas las causas no mediadas por aldosterona de pérdida renal de potasio. Los agentes diuréticos, por ejemplo, son la causa más común de hipokalemia.7 Los trastornos intrínsecos que causan pérdida de potasio (por ejemplo, síndrome de Bartter y síndrome de Gitelman) imitan los efectos de los diuréticos, pero se manifiestan en la infancia o la adolescencia. Algunas causas de acidosis tubular renal se asocian con hipokalemia, pero el nivel de bicarbonato de este paciente es normal. Esto también argumenta contra la inhalación subrepticia de pegamento o intoxicación con tolueno, que la historia del caso explícitamente excluye; el tolueno se metaboliza a ácido hipúrico, lo que lleva a la acidemia, y la excreción renal rápida de los aniones hipurato puede dar como resultado la pérdida obligatoria de potasio.8

ESTUDIOS DE ORINA
En ausencia de uso diurético conocido, la evaluación de la excreción de potasio en la orina es fundamental para establecer la pérdida renal de potasio. La pérdida de potasio en la orina de 20 mmol o más durante un período de 24 horas en un paciente con hipokalemia indica una secreción renal de potasio excesiva y continua. Cuando una recolección de orina de 24 horas no es práctica, una muestra de orina que revela un nivel de potasio de 15 mmol o más por litro sugiere una pérdida excesiva de potasio renal. Por el contrario, una pérdida urinaria de potasio de menos de 20 mmol en 24 horas o un nivel de potasio en orina de menos de 15 mmol por litro indica pérdida renal previa de potasio (por ejemplo, uso anterior de diuréticos), pérdida de potasio no renal o desplazamiento de potasio transcelular ( Figura 1



Figura 1 Algoritmo para el diagnóstico diferencial de la hipopotasemia.


 El nivel de potasio en orina de este paciente fue de 9,5 mmol por litro, lo que obliga a considerar las causas no renales de hipokalemia. Sin embargo, es importante reconocer que niveles relativamente bajos de potasio en la orina pueden ser consistentes con la pérdida renal de potasio si los volúmenes de orina son altos; esta es una advertencia importante, ya que la hipokalemia puede causar poliuria.10,11

PÉRDIDA DE POTASIO NO-RENAL
No hay antecedentes de exposición al calor o esfuerzo prolongado para soportar pérdidas cutáneas como la causa de la hipopotasemia de este paciente. La diarrea lo suficientemente grave como para causar este grado de hipokalemia se asociaría con una acidosis metabólica debido a la pérdida concomitante de bicarbonato. Por el contrario, el vómito excesivo puede causar hipokalemia y una alcalosis metabólica. Gran parte de la pérdida de potasio en pacientes con vómitos excesivos, sin embargo, es a través de la orina, como resultado de la excreción de potasio junto con el bicarbonato y debido al hiperaldosteronismo secundario que resulta de la contracción del volumen. El historial de este paciente no respalda ni la diarrea ni los vómitos como la causa de su hipokalemia.

SHIFT TRANSCELULAR
Aunque cualquier causa de hipopotasemia severa puede ocasionar marcada debilidad muscular, la mayoría de los casos asociados con parálisis aguda se deben a un shift transcelular, más que a la pérdida neta de potasio. 12,13 La historia de este paciente de episodios recurrentes y transitorios de debilidad muscular, que van desde la debilidad leve hasta la parálisis completa, es altamente sugestiva de oscilaciones agudas en la distribución transcelular del potasio. En raras ocasiones, el desplazamiento transcelular resultante de estímulos exógenos puede provocar una hipopotasemia grave. Por ejemplo, el abuso de un agente adrenérgico como la pseudoefedrina podría haber causado la hipokalemia del paciente a través de la estimulación inducida por catecolaminas de la Na + / K + -ATPasa transmembrana; dicho abuso también podría haber causado la hipertensión, la taquicardia y el temblor.14 La intoxicación por bario es otra causa rara de parálisis hipopotasémica que resulta del desplazamiento transcelular del potasio.15 Más comúnmente, sin embargo, un cambio transcelular que resulta en parálisis hipopotasémica representa un diagnóstico de ya sea parálisis periódica hipopotasémica familiar o parálisis periódica tirotóxica (PPT).
Clínicamente, los ataques de parálisis periódica hipopotasémica familiar y PPT son indistinguibles y se caracterizan por dolores en los músculos proximales, calambres y debilidad que pueden progresar a parálisis; la hipokalemia es un sello distintivo de ambas presentaciones (Tabla 2)





Tabla 2 Características de la parálisis periódica hipopotasémica familiar y la parálisis periódica tirotóxica.



En ambos casos, los ataques pueden precipitarse mediante comidas de alto contenido  de carbohidratos (p. Ej múltiples porciones de pizza) debido a los efectos estimulantes de la insulina en la Na + / K + -ATPasa. Los ataques también ocurren durante los períodos de descanso, particularmente después del ejercicio extenuante, ya que el potasio liberado durante la actividad es reabsorbido por el músculo esquelético. Otras características superpuestas, todas las características del caso actual, incluyen predominio masculino, estado ácido-base normal y bajo nivel de fósforo (también debido al shift transcelular).
La parálisis periódica hipopotasémica familiar es un trastorno genético autosómico dominante debido a mutaciones en los canales iónicos del sarcolema del músculo esquelético, que incluye la subunidad α1 del canal de calcio sensible a la dihidropiridina19 y el canal de sodio SCN4A.20 La PPT generalmente se considera un trastorno adquirido definido por la presencia de hipertiroidismo (de cualquier causa), aunque los signos y síntomas de exceso de hormona tiroidea pueden ser sutiles o incluso ausentes en la presentación. La patogénesis de la PPT sigue sin estar clara, pero se sabe que la hormona tiroidea aumenta la expresión y la actividad de la Na + / K + -ATPasa, quizás desenmascarando una predisposición subyacente para un aumento del desplazamiento transcelular del potasio en personas seleccionadas.21,22 Recientemente, en algunos pacientes con PPT se ha demostrado que albergan una mutación en el canal de potasio Kir2.6 rectificante hacia dentro que altera la excitabilidad de la membrana muscular pero no es suficiente para producir síntomas en el estado eutiroideo.
Como la parálisis periódica hipopotasémica familiar generalmente se manifiesta en pacientes menores de 20 años, la presentación de este paciente es más característica del PPT, con aparición de enfermedad entre las edades de 20 y 50 años. Más importante aún, este paciente tiene varias características cardinales del hipertiroidismo. Estos son la hipertensión sistólica con una gran presión de pulso, taquicardia, temblor y pérdida de peso. Además, la ginecomastia es una complicación bien conocida del hipertiroidismo atribuible a un aumento relativo del estradiol libre circulante 23; los efectos antiandrogénicos de la finasterida que estaba tomando el paciente pueden haber amplificado esta perturbación hormonal. Debido a que la parálisis hipopotasémica rara vez afecta los músculos bulbares, la visión borrosa del paciente aumenta la posibilidad de la oftalmopatía de Graves. La neumonía 6 semanas antes del ingreso no se explica tan bien por el diagnóstico de PPT. Quizás el paciente recibió un agente de contraste yodado durante su evaluación, lo que desencadenó la liberación de la hormona tiroidea de un bocio multinodular subyacente. Alternativamente, la dismotilidad orofaríngea causada por hipertiroidismo puede haber resultado en aspiración24.

RESUMEN
Numerosas características de este caso son consistentes con un diagnóstico de PPT, que incluye debilidad episódica con parálisis aguda, hipokalemia con bajos niveles de potasio urinario y evidencia de hipertiroidismo. Aunque la incidencia de PPT es más alta entre los asiáticos, se ha informado en otros grupos étnicos, incluidos los hispanos.25-29 El diagnóstico precoz es fundamental porque el tratamiento definitivo del hipertiroidismo es curativo. A corto plazo, la administración de suplementos de cloruro de potasio está garantizada para evitar arritmias cardíacas o insuficiencia respiratoria potencialmente mortales. Sin embargo, debido a que los pacientes con PPT no tienen un déficit neto de potasio total en el cuerpo, la repleción demasiado agresiva puede complicarse  hiperkalemia de rebote.30 Este paciente tenía un nivel de potasio normal 14,5 horas después de la presentación. Sospechamos que un diagnóstico de PPT fue confirmado poco después por evidencia bioquímica de hipertiroidismo.

DIAGNOSTICO CLÍNICO PRESUNTIVO
PARÁLISIS PERIÓDICA TIROTÓXICA.

DISCUSIÓN PATOLÓGICA
La extracción de sangre cuando el paciente estaba en la sala de emergencias mostró un nivel muy bajo de tirotropina, a 0.01 μU por mililitro (rango de referencia, 0.4 a 5.0). Los resultados de las pruebas tiroideas mostraron un nivel elevado de tiroxina libre (T4) (3.4 ng por decilitro, rango de referencia, 0.9 a 1.8 ng por decilitro) y un nivel total elevado de triyodotironina ( 307 ng por decilitro; rango de referencia, 60 a 181 ng por decilitro). Estos niveles fueron consistentes con hipertiroidismo, y el paciente fue evaluado para enfermedad tiroidea autoinmune mediante la medición de autoanticuerpos dirigidos contra los siguientes antígenos tiroideos: peroxidasa tiroidea, tiroglobulina y el receptor de tirotropina. El nivel de anticuerpos antitiroideos-peroxidasa fue muy elevado (> 1000 UI por mililitro, intervalo de referencia, <35 a="" anticuerpos="" antitiroglobulina="" antitiroideos-peroxidasa="" autoinmune="" claro="" com="" como="" de="" el="" elevado="" en="" enfermedad="" epifen="" estar="" estos="" exacto="" formas="" fue="" graves="" hashimoto.="" intervalo="" la="" los="" marcadores="" menos="" mililitro="" muchas="" n="" nesis="" nivel="" no="" o:p="" papel="" patog="" pero="" por="" pueden="" que="" referencia="" representar="" sigue="" sin="" son="" tiroidea="" tiroiditis="" ui="" y="">35>
La presencia de anticuerpos del receptor de tirotropina se evaluó con el bioensayo de inmunoglobulina estimulante de tiroides (TSI). Con el ensayo TSI, el suero del paciente puede examinarse para detectar la presencia de anticuerpos capaces de activar la ruta de señalización del receptor de tirotropina. Los resultados de los ensayos sensibles de TSI muestran que prácticamente todos los pacientes con hipertiroidismo de Graves activo no tratado tienen un índice TSI elevado (la relación entre la actividad estimulante del paciente y la del sujeto control) .31 El índice TSI de este paciente fue de 2,7 (valor de referencia , ≤1.3). El índice TSI elevado, el nivel alto de hormona tiroidea y el nivel muy bajo de tirotropina son consistentes con el diagnóstico de la enfermedad de Graves. Sin embargo, en raras ocasiones, los pacientes con tiroiditis de Hashimoto pueden presentar una fase hipertiroidea inicial que tiene una presentación de laboratorio similar a la de la enfermedad de Graves, incluido, en algunos casos, un índice TSI elevado32. El curso clínico, el examen histológico, la presencia de las características extratiroideas de la enfermedad de Graves (oftalmopatía y dermopatía) y las tomas de captación de yodo radioactivo pueden proporcionar información útil para distinguir entre estos dos diagnósticos.

EVOLUCIÓN
El paciente no recibió más suplementos de potasio. Comenzó con metimazol y metoprolol por consejo del equipo de endocrinología de pacientes hospitalizados. Después de que el nivel de potasio había permanecido normal durante varios días, fue dado de alta del hospital. Poco después, se obtuvo un escáner de pertecnetato de tecnecio-99m de la tiroides en un centro ambulatorio (Figura 2).



Figura 2 Tomografía de Pertecnetato de Tecnecio-99m de la Tiroides.) Mostró una tiroides agrandada con captación aumentada en forma difusa del pertecnetato (el doble del límite superior del rango normal), características consistentes con la enfermedad de Graves.


La repetición de las pruebas de función tiroidea realizadas aproximadamente 3 semanas después reveló un nivel de T4 libre de 1,1 ng por decilitro, y su endocrinólogo disminuyó su dosis de metimazol. Dos meses después, el nivel de T4 libre era bajo y el nivel de tirotropina era elevado, por lo que se comenzó la terapia de reemplazo de la hormona tiroidea. Recientemente, los estudios de laboratorio revelaron niveles normales de T4 y tirotropina libres. El paciente fue ingresado sin un médico de atención primaria, por lo que, como su interna de admisión, se convirtió en su médico de atención primaria. Lo he visto en la clínica varias veces, y es gratificante haber encontrado un problema fácilmente reparable y tranquilizador para saber que el paciente puede proceder a vivir una vida normal. Su endocrinólogo planea realizar una ablación de yodo radioactivo pronto.

DUDAS RESPECTO AL TEMA
¿CÓMO CONTROLAR LOS SÍNTOMAS EN LOS CASOS FAMILIARES?
Habría que evitar los desencadenantes, como el ejercicio prolongado e intenso y las comidas con alto contenido de carbohidratos. Los betabloqueantes no selectivos pueden prevenir la activación de la Na + / K + -ATPasa inducida por catecolaminas, y por razones que no están claras, la acetazolamida también puede ser efectiva para reducir los episodios de parálisis. Desafortunadamente, la parálisis periódica hipopotasémica familiar, a diferencia del PPT, se asocia con una miopatía progresiva, a pesar de estas medidas preventivas.
Vale la pena señalar que el nivel de potasio del paciente y los síntomas se corrigieron con solo 120 mmol de potasio. Cuando el nivel de potasio es inferior a 2 mmol por litro en las formas más comunes de hipokalemia, el déficit corporal total es de 400 o 500 mmol. Comúnmente, 40 u 80 mmol de potasio elevará el nivel de potasio de manera transitoria, pero horas o días después, volverá a caer en picada a medida que el potasio se redistribuya en el espacio intracelular. El hecho de que 120 mmol de potasio fue suficiente en este paciente apoya el diagnóstico de PPT, lo que indica que la hipokalemia se debió a un cambio de potasio transcelular en lugar de a una depleción total de potasio del organismo.

DIAGNOSTICO FINAL
ENFERMEDAD DE GRAVES CON PARÁLISIS PERIÓDICA TIROTÓXICA.


Traducción de:

A 37-Year-Old Man with Muscle Pain, Weakness, and Weight Loss

Eugene P. Rhee, M.D., James A. Scott, M.D., and Anand S. Dighe, M.D., Ph.D.
N Engl J Med 2012; 366:553-560February 9, 2012




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VARÓN DE 39 AÑOS CON RECIENTE DIAGNÓSTICO DE INFECCIÓN POR VIH Y PSICOSIS AGUDA.

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Un hombre de 39 años con un diagnóstico reciente de infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) fue trasladado al  hospital desde otro hospital debido a fiebre, sudores y psicosis.
El paciente había estado bien hasta 4 meses antes de la admisión, cuando comenzó con fiebre con temperaturas de hasta 40.6 °C, sudores nocturnos y escalofríos. Durante los siguientes 3 meses, se presentaron anorexia, tos no productiva y pérdida de peso involuntaria (7 a 14 kg), asociada a saciedad precoz, ardor epigástrico que mejoraba con la ingesta y dolor abdominal intermitente, leve y con cólicos. Se administraron dos ciclos de antibióticos, sin mejoría.
Seis días antes de la admisión, el paciente fue visto en el departamento de emergencias de un hospital. La evaluación fue negativa; se le realizó una prueba cutánea para tuberculosis y se le dio el alta. Al día siguiente, vio a su internista. La tomografía computarizada (TC) de abdomen, después de la administración de material de contraste, reveló una masa de paredes gruesas cerca del duodeno (7 cm por 2,2 cm, con aire en el centro), ganglios linfáticos diseminados cerca de la porta hepática, vesícula biliar con pared engrosada y esplenomegalia leve (13.5 cm). El paciente fue admitido en un hospital.
En el examen, el paciente estaba alerta, orientado, cooperativo y delgado, con escalofríos. La temperatura era de 38.5 °C, la presión sanguínea 135/76 mm Hg, el pulso 106 latidos por minuto, la frecuencia respiratoria de 20 respiraciones por minuto y la saturación de oxígeno 93% mientras respiraba aire ambiente. Había dolor leve en el epigastrio y el cuadrante superior derecho, sin induración en el sitio de la prueba cutánea para la tuberculosis. El hematocrito era 31.9%, el recuento de leucocitos 4600 por milímetro cúbico (con 75% de neutrófilos y 14% de linfocitos), el nivel de fosfatasa alcalina en sangre 233 U por litro y el nivel de aspartato aminotransferasa 47 U por litro. Se administraron antibióticos de amplio espectro y pantoprazol intravenoso.
Durante los siguientes 2 días, la temperatura aumentó a 39.4 ° C y las heces se volvieron negras y alquitranadas; el hematocrito descendió a  28.3%. Una resonancia magnética (RMN) de abdomen, después de la administración de contraste, reveló una lesión de paredes gruesas contigua a la pared posteromedial del duodeno, distensión leve de la vesícula biliar y una pequeña cantidad de líquido adyacente a la vesícula biliar. Se transfundió una unidad de glóbulos rojos. El cuarto día, la esofagogastroduodenoscopia reveló una úlcera duodenal y gastritis. La prueba de anticuerpos contra el VIH fue positiva. Esa noche, el paciente presentó un estado de agitación. Cuando se lo interrogó sobre qué había sentido dijo haber presentado una pesadilla en la que se estaba muriendo. El quinto día de internación impresionaba tenso, hablaba con los dientes y los puños apretados y los ojos fijos mirando hacia adelante; a partir de allí desarrolló delirios religiosos. Se realizó una consulta psiquiátrica y se recetó olanzapina. El paciente fue transferido a otro hospital de mayor complejidad.
El paciente había tenido herpes zoster del dermatoma torácico 4 años antes del ingreso y nuevamente 3 meses antes del ingreso. Él no tenía alergias conocidas. Había inmigrado a los Estados Unidos desde un país caribeño más de una década antes. Según los informes, las pruebas de VIH y sífilis habían sido negativas 11 años antes de la admisión. Tenía antecedentes de abuso de alcohol y no fumaba ni usaba drogas intravenosas. Vivía con su pareja y sus hijos. Tenía niños biológicos que vivían en su país natal. Como mascotas tenía un pájaro y una tortuga en su hogar. Sus padres y hermanos estaban sanos, sin antecedentes familiares de enfermedad psiquiátrica.
Al ingreso, el paciente estaba despierto pero inicialmente no respondía. La temperatura era 37,6 ° C y la presión sanguínea 148/81 mm Hg; otros signos vitales y el resto del examen físico fueron normales. Presentaba agitación y continuó teniendo delirios extraños. Se le administró olanzapina y haloperidol. En un examen psiquiátrico más tarde ese mismo día, la agitación se había resuelto. No estaba orientado en la fecha y se determinó que no tenía la capacidad de firmar un alta voluntaria que solicitó en contra de los consejos médicos. Se comenzó un acompañamiento de veinticuatro horas. Los niveles sanguíneos de plaquetas, bilirrubina, amilasa, lipasa, calcio, fósforo, magnesio, vitamina B12, ácido fólico, tirotropina y amoníaco fueron normales, al igual que los resultados de las pruebas de función renal y análisis de orina; las pruebas para drogas tóxicas y los virus de la hepatitis B y C fueron negativos. Otros resultados de prueba se muestran en la Tabla 1




Tabla 1 Datos de laboratorio.


En el examen psiquiátrico formal en el segundo día, el paciente tenía un comportamiento desorganizado y reservado, afectividad plana, bloqueo de pensamiento y delirios nihilistas extraños, incluyendo declaraciones de que había muerto y estaba muerto. Aunque el examen cognitivo fue de alcance limitado debido a la falta de cooperación del paciente, reveló déficits en la atención (incapacidad para nombrar meses del año hacia atrás), memoria anterógrada (incapacidad para recordar oralmente tres objetos) y la realización de tareas visuoespaciales en ausencia de fluctuaciones en el nivel de conciencia. (Figura 1).




Figura 1. Clock Drawing.
En el segundo día de hospital, las habilidades visuoespaciales se evaluaron haciendo que el paciente dibujara un reloj. Mediante esta prueba se demostró una desorganización visuoespacial severa por el escaso espacio entre los números, la omisión y la repetición de números, los números escritos incorrectamente y que continúan más allá del número 12. Además, aunque hay dos agujas distinguibles, el tiempo no se identifica correctamente, evidenciando déficits en el pensamiento abstracto y la capacidad de traducir el concepto de tiempo en un dibujo.


El tercer día de internación, el paciente parecía lúcido y sombrío y tenía un contenido de su discurso apropiado. La temperatura máxima fue de 40.3 ° C. Había placas blancas en la lengua, cicatrices de zoster en el hemitórax derecho y una linfadenopatía pequeña y de  consistencia gomosa en la axila izquierda. Los análisis de sangre para anticuerpos IgG contra toxoplasma y citomegalovirus (CMV) fueron positivos, y las pruebas para sífilis, antígeno de CMV, anticuerpo contra estrongiloides, antígeno criptocócico y antígeno de histoplasma urinario fueron negativos. El nivel de aspartato aminotransferasa aumentó a 155 U por litro. Se suspendieron los antibióticos de amplio espectro y se inició nistatina por vía oral. Se instituyeron medidas de aislamiento respiratorio. Una radiografía de tórax con portátil fue normal; La TC de abdomen y pelvis obtenida después de la administración de material de contraste mostró linfadenopatía abdominal superior, retroperitoneal y pélvica; esplenomegalia; un divertículo duodenal; y engrosamiento de la pared de la vesícula biliar.
Durante los siguientes 9 días, los síntomas psiquiátricos persistieron. Continuó presentando fiebre  diariamente, con temperaturas de hasta 40.1 ° C, y se desarrolló efectos secundarios extrapiramidales. La TC del cerebro no mostró ninguna anomalía clínicamente significativa. La TC del tórax sin material de contraste reveló algunos nódulos inespecíficos y múltiples ganglios linfáticos supraclaviculares, mediastínicos y del abdomen superior, de hasta 12 mm de diámetro. Las imágenes de RMN del cerebro obtenidas antes y después de la administración de material de contraste mostraron focos de realce múltiples punteados, de hasta 4 mm de diámetro, en los hemisferios cerebrales derecho e izquierdo, con hiperintensidad circundante leve en las imágenes de recuperación de inversión atenuada por líquido (FLAIR) . La distribución de las lesiones fue predominantemente intraaxial e involucraban la sustancia blanca y la unión de la sustancia gris y blanca, aunque una lesión parecía extraaxial y otra lesión parecía involucrar la sustancia gris cortical. Los resultados de la electroencefalografía portátil fueron normales, con actividad beta suprayacente y sin evidencia de actividad epileptiforme. Tres muestras de esputo inducido mostraron hifas en la preparación húmeda para hongos y fueron negativos para bacilos ácido-alcohol resistentes. En los cultivos de esputo crecieron Candida albicans y flora respiratoria normal. Los cultivos de esputo, orina y sangre para micobacterias y hongos se mantuvieron negativos. Se realizó punción lumbar y el análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR) fue normal. El nivel de ARN del VIH fue de 3010 copias por mililitro de LCR, sin células malignas en el examen citológico.
En el noveno día, una aspiración con aguja fina de un ganglio linfático peripancreático no mostró células malignas, y la citometría de flujo reveló linfocitos T con una relación invertida de células T CD4 a células T CD8 y sin células B monoclonales. El examen oftalmológico mostró lesiones retinianas, que incluían infiltrados blancos superficiales esponjosos, hallazgos compatibles con retinopatía por CMV o VIH. La ecocardiografía transtorácica fue normal.
Se suspendió el haloperidol y se administró olanzapina y lorazepam según fuera necesario para la agitación. Se comenzó el tratamiento con medicamentos antirretrovirales (emtricitabina, tenofovir, atazanavir y ritonavir) y profilaxis con trimetoprim-sulfametoxazol.

La TC abdominal muestra una estructura posterior a la segunda porción del duodeno que es típica en apariencia para un divertículo duodenal, aunque inicialmente planteó la preocupación por una masa, ya sea inflamatoria o maligna. Hay ganglios linfáticos agrandados de baja densidad, incluidos los ganglios aortocavas y periaórticos (Figura 2B), algunos de los cuales eran originalmente preocupantes para una masa parapancreática. La pared de la vesícula biliar se engrosa con una pequeña cantidad de líquido pericolecístico.




Figura 2. Tomografía computarizada abdominal (Figura 2)
Una estructura posterior a la segunda porción del duodeno (2A) tiene una apariencia típica de un divertículo duodenal (flecha). Hay ganglios linfáticos agrandados de baja densidad, incluidos los ganglios aortocavas y periaórticos (2B, flecha).


La tomografía computarizada del cerebro no reveló ninguna anomalía clínicamente significativa. Una pequeña calcificación punteada intraaxial fue un hallazgo inespecífico y no agudo. La RMN de cerebro (Figura 3) reveló múltiples focos hiperintensos predominantemente punteados en las imágenes potenciadas en T2, incluyendo un foco en el lóbulo temporal medial derecho y otro en el lóbulo frontal izquierdo inferior, sin evidencia de efecto de masa. Aunque las imágenes están alteradas por un artefacto de movimiento, no hay evidencia evidente de hemorragia o absceso.



Figura 3. RMN de cerebro.
Se muestran imágenes axiales: potenciadas en T1 (3A),  T1 después de la administración de material de contraste (3B) y ponderadas en T2 (3C). Hay focos dispersos, hiperintensos y dispersos en todo el cerebro en imágenes potenciadas en T2. Las flechas identifican lesiones en el lóbulo frontal inferior izquierdo y en la unión del lóbulo temporal derecho y la ínsula.
El día 12, se realizó un procedimiento de diagnóstico.


DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Este paciente tiene una psicosis de nueva aparición. También presentó un cuadro donde en el que realizó  declaraciones repetidas sobre haber muerto y estar muerto que son consistentes con delirios nihilistas (denominado síndrome de Cotard), que ocurren cuando el ser propio se vuelve desconocido, lo que lleva a la ilusión de estar muerto1,2. La psicosis es un síntoma, no un diagnóstico, y puede clasificarse en psicosis primaria y secundaria (orgánica). Desafortunadamente, no existe una manera fácil de diferenciar de manera confiable las psicosis primarias de las secundarias sobre la base de las características de la propia psicosis 3,4, y la evaluación de la situación clínica general es muy importante para reducir el diagnóstico diferencial y determinar el grado de urgencia.

DELIRIUM
La primera pregunta que debemos hacernos es si la psicosis de nuevo inicio de este paciente es causada por una condición médica subyacente y potencialmente mortal, como el delirium. La psicosis es común en pacientes con delirium.5 El diagnóstico clínico de delirium depende de la presencia de dos características cardinales: alteraciones o disrupción de la atención y alteraciones o disrupción del ciclo sueño-vigilia, que conduce a la fluctuación de los síntomas en el transcurso de un día.5 Un delirium se puede pasar por alto fácilmente si las características secundarias, como la psicosis, eclipsan el problema central de la falta de atención. Un electroencefalograma (EEG) que muestra una ralentización difusa sugiere un delirium, pero como en este paciente, un EEG normal no es lo suficientemente sensible como para descartar con fiabilidad un delirium.
El inicio repentino de psicosis en un paciente con variabilidad del estado mental  y fiebre es un delirium hasta que se demuestre lo contrario. En este paciente, nuestro diagnóstico y evaluación diferencial debe centrarse en su infección avanzada por VIH. Por lo tanto, se justifica una evaluación exhaustiva que incluya el análisis de LCR y una RMN para descartar una infección o una afección maligna del sistema nervioso central.

DEMENCIA ASOCIADA AL VIH
El delirium a menudo ocurre en pacientes con deterioro cognitivo y demencia. Como este paciente tiene una infección avanzada por VIH, corre el riesgo de padecer demencia asociada al VIH, que era un problema común antes de la introducción de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA) .7 La presentación típica es una demencia progresiva con características subcorticales (apatía, falta de atención, y pérdida de la memoria retentiva) y anormalidades de la función motora, como la desaceleración psicomotora. Cuando la psicosis ocurre en pacientes con demencia asociada al VIH, se caracteriza por agitación, irritabilidad e ideas delirantes prominentes8 (todas ellas presentes en este paciente) y a menudo es parte de un síndrome maníaco que se ha denominado "manía del SIDA".
La demencia asociada al VIH es un diagnóstico de exclusión, respaldado por los hallazgos en el análisis del LCR y la RMN. Es casi seguro que este paciente tenga algún grado de afectación cerebral por infección por VIH, como lo sugiere la inmunosupresión grave y la presencia de ARN del VIH en el LCR. El alcance de su deterioro cognitivo requerirá un nuevo examen con una batería completa de pruebas neuropsicológicas después de que se haya resuelto su enfermedad aguda. Lo más probable es que se encuentre en una etapa temprana de demencia asociada al VIH, ya que no tuvo hallazgos focales y su historial no mostró deterioro cognitivo.

PSICOSIS DEBIDO A CONDICIONES MÉDICAS GENERALES
La psicosis puede ocurrir en pacientes con delirium y en aquellos con demencia. También puede ocurrir como una manifestación directa de una afección médica subyacente, como la infección por VIH. Las características clínicas comunes de la psicosis asociada al VIH incluyen inicio repentino sin pródromo, delirios (87% de los pacientes), alucinaciones (61%) y síntomas afectivos (81%) 9. En la psicosis asociada al VIH, los hallazgos neurológicos son generalmente limitados y los hallazgos de TC son inespecíficos; sin embargo, los EEG son anormales en el 50% de los casos. 9 El deterioro cognitivo se ha descrito consistentemente como una característica de la psicosis asociada al VIH, 9,10 aunque no se puede distinguir de un primer episodio de esquizofrenia.11,12 Dado que el abuso de sustancias es un trastorno coexistente común en pacientes infectados por VIH y puede afectar la cognición, es importante descartar el uso de alcohol u otras drogas como una causa contribuyente13. No diagnosticaría la psicosis asociada al VIH en un paciente con delirium, que algunos de los pacientes citados en la literatura podrían haber tenido.

TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS PRIMARIOS
En algunos pacientes que han establecido la infección por VIH, se desarrolla un trastorno psiquiátrico primario, como la esquizofrenia, sin VIH como factor causal. En este paciente, es poco probable un primer episodio de esquizofrenia, ya que el inicio de la esquizofrenia no suele ser repentino, sino que involucra un período prodrómico de varios años, con pérdida gradual de función y competencia social.14 Este paciente estaba casado, tenía hijos y a la edad de 39 años sería inusualmente viejo tener un primer episodio de esquizofrenia, ya que los hombres suelen enfermarse a los 20 años. Sin embargo, la psicosis es una característica de otros trastornos psiquiátricos además de la esquizofrenia. Por ejemplo, el inicio súbito de la psicosis en el transcurso de un día se ha denominado "psicosis reactiva" en respuesta a factores estresantes y puede ocurrir en pacientes con infección por VIH.15 El delirium de este paciente es una explicación suficiente para su psicosis, y la causalidad psiquiátrica no necesita ser invocada.
En resumen, la historia clínica (aparición repentina de psicosis en un paciente con síntomas constitucionales y fiebre) y los resultados del examen del estado mental seriado (caracterizado por delirio, problemas de atención y desorientación en ocasiones) sugieren un delirium en este paciente con SIDA y supresión inmune severa.  Los hallazgos inespecíficos en la RMN y la punción lumbar que mostró la replicación viral del VIH pero ninguna otra infección, sugieren que uno de los trastornos neurocognitivos asociados con el VIH es un factor de vulnerabilidad para el delirium. Las pequeñas lesiones observadas en la resonancia magnética no son suficientes para explicar la psicosis de este paciente, especialmente teniendo en cuenta la clara evidencia de que tenía un delirium, muy probablemente por una infección sistémica.

DIAGNÓSTICO TARDÍO DE INFECCIÓN POR VIH
En cualquier paciente con fiebre y cambios repentinos en el estado mental, se debe considerar la infección o una afección maligna del sistema nervioso central. En este paciente con infección por VIH y bajo recuento de células T CD4, el diagnóstico diferencial debe incluir procesos que causan enfermedad del sistema nervioso central en huéspedes inmunosuprimidos. La toxoplasmosis cerebral es posible, ya que el paciente tiene evidencia serológica de infección pasada. Sin embargo, no se identificó ningún absceso cerebral en la RMN, por lo que este diagnóstico es poco probable. La meningitis criptocócica es otra posibilidad. Los resultados del análisis de LCR son a menudo anodinos en la meningitis criptocócica, ya que el organismo puede no provocar una respuesta inflamatoria robusta. La ausencia de antígeno criptocócico en el LCR de este paciente hace que este diagnóstico sea poco probable. La infección por Mycobacterium tuberculosis puede causar enfermedad crónica del sistema nervioso central. Este paciente no tiene evidencia de meningitis tuberculosa o de un tuberculoma. Aunque la RMN puede revelar una enfermedad grave, no es particularmente sensible para la detección de invasión del sistema nervioso central; por lo tanto, la tuberculosis afectando el sistema nervioso central no puede descartarse. También se debe considerar la infección por CMV, especialmente teniendo en cuenta las anomalías observadas en el examen de la retina. Las pruebas de CMV en sangre y LCR fueron negativas, y esto hace que la encefalitis por CMV sea poco probable aunque no imposible. Este paciente también está en riesgo de leucoencefalopatía multifocal progresiva o linfoma asociado con el virus de Epstein-Barr, pero no hay pruebas de imagen que respalden estos diagnósticos.

En este paciente profundamente inmunodeprimido, pueden estar implicadas infecciones oportunistas múltiples, ya que las leyes de parsimonia médica no se aplican a pacientes con bajos recuentos de células T CD4. El rango de posibles infecciones oportunistas es vasto, pero la mayoría de las enfermedades son causadas por un número relativamente pequeño de organismos. Los dos factores predictivos más importantes en este caso son el recuento de células T CD4 de 30 por milímetro cúbico y el hecho de que el paciente proviene de una isla en el Caribe donde la tuberculosis es endémica. Su fiebre, escalofríos, sudores, tos y linfadenopatía son consistentes con tuberculosis diseminada. A pesar de que tenía una prueba cutánea (PPD) negativa para  tuberculosis, esta prueba carece de sensibilidad en huéspedes normales y por lo tanto es probable que sea poco informativa en este paciente con un bajo recuento de células T CD4. También debemos considerar las infecciones por hongos que se comportan como la tuberculosis, incluida la histoplasmosis.
Durante el curso hospitalario del paciente, tenía un nivel de aspartato aminotransferasa persistentemente alto. Dado que la revisión inicial del aspirado de ganglio linfático no mostró bacilos u hongos acidorresistentes, el siguiente paso fue una biopsia hepática.

DIAGNÓSTICOS PRESUNTIVOS:
PSICOSIS AGUDA CON DELIRIO DE COTARD, MUY PROBABLEMENTE SUPERPUESTA A UN LEVE TRASTORNO NEUROCOGNITIVO ASOCIADO AL VIH.
DELIRIUM DEBIDO A LOS EFECTOS SISTÉMICOS DE UNA INFECCIÓN OPORTUNISTA O MALIGNIDAD, MUY PROBABLEMENTE POR M. TUBERCULOSIS.


DISCUSIÓN PATOLÓGICA
El examen de la muestra de biopsia hepática reveló varios granulomas epitelioides, algunos de ellos necrotizantes (Figura 4A y 4BFigura 4). La tinción histoquímica para organismos ácido-resistentes reveló numerosos bacilos ácido-resistentes (Figura 4C).







Figura 4. Muestra de Biopsia de Hígado.
El panel A (hematoxilina y eosina) muestra un granuloma epitelioide con un manguito de linfocitos. Algunos de los granulomas muestran restos necróticos amorfos centrales (Panel B, área entre las flechas, hematoxilina y eosina). Numerosos bacilos acidorresistentes están presentes (Panel C, flechas, tinción de Ziehl-Neelsen).


El diagnóstico fue infección micobacteriana del hígado con inflamación granulomatosa necrotizante. Poco después de que se hizo el diagnóstico, se informaron varios cultivos como positivos para el complejo M. tuberculosis, incluida la biopsia hepática, el aspirado de ganglio linfático peripancreático, el esputo, la sangre y la orina. Por lo tanto, el diagnóstico anatómico final es una infección diseminada de M. tuberculosis. La gran cantidad de bacilos y la disposición algo más suelta de los histiocitos son características consistentes con el estado inmunodeficiente del paciente.
Después de confirmar el diagnóstico de M. tuberculosis, volvimos a analizar el aspirado de nódulo linfático peripancreático para ver si podíamos encontrar bacilos ácido-alcohol resistentes. La revisión del aspirado reveló linfocitos y pequeñas cantidades de restos granulares amorfos en los que se identificaron bacilos ácido-alcohol resistentes. Este caso subraya el hecho de que la identificación de bacilos ácido-alcohol resistentes es un desafío y los organismos pueden pasarse por alto. Por lo tanto, cuando hay una alta sospecha clínica de enfermedad micobacteriana, es importante notificar al patólogo para que se pueda dedicar más tiempo a revisar los extendidos teñidos para bacilos ácido-alcohol resistentes.

DISCUSIÓN DEL MANEJO 
MANEJO DE LA PSICOSIS ASOCIADA AL VIH
La reversión de la psicosis orgánica implica el tratamiento del trastorno subyacente y el tratamiento sintomático con agentes antipsicóticos. Este paciente tuvo marcadamente menos agitado después de 2 días de tratamiento con olanzapina, un agente antipsicótico. Este fármaco se eligió inicialmente debido a su eficacia comprobada y al riesgo relativamente bajo de causar síntomas extrapiramidales y discinesia tardía, que son altamente prevalentes entre los pacientes con VIH.16-19- Se piensa que esta sensibilidad está relacionada con el daño asociado con el VIH al sistema dopaminérgico de los ganglios basales y al aumento de los niveles plasmáticos de los agentes antipsicóticos debido a las interacciones con los medicamentos antirretrovirales. 20,21 La disfunción de los ganglios basales también aumenta el riesgo de síndrome neuroléptico maligno, que ha sido bien documentado en pacientes con VIH22.
El día 5, se desarrollaron síntomas extrapiramidales que requirieron la administración de lorazepam y una reducción en la dosis de olanzapina. Debido al desarrollo de síntomas extrapiramidales, fiebre alta persistente y cambios en el estado mental, existió preocupación por la posibilidad de síndrome neuroléptico maligno. Se siguieron de cerca los niveles de creatina quinasa, que se mantuvo normal. Al momento del alta, la mayoría de los síntomas psicóticos del paciente se habían resuelto, excepto por una afectividad persistentemente plana y un discurso levemente monótono.

MANEJO DE TUBERCULOSIS E INFECCIÓN POR VIH
Este paciente tiene al menos dos infecciones que ponen en peligro la vida, el VIH y la tuberculosis, y ambos requieren regímenes de tratamiento complejos. Su curso clínico posterior resalta una pregunta clínica no resuelta con respecto al momento del inicio de la terapia antirretroviral en pacientes con un bajo recuento de células T CD4 e infección oportunista concurrente. 23-29
Inicialmente, este paciente comenzó con un régimen antirretroviral estándar de cuatro medicamentos, y aproximadamente 1 semana después, se inició el tratamiento dirigido contra la tuberculosis. Dentro de los 6 días posteriores al inicio de la terapia antituberculosa, se desarrollaron altas temperaturas, tos y taquipnea, con un empeoramiento del malestar general. Apareció asimismo dolor escrotal severo, con hinchazón, sensibilidad e induración. La exploración ecográfica del escroto mostró una masa testicular compleja con un agrandamiento del epidídimo que se consideró compatible con la afectación por tuberculosis diseminada. Durante este tiempo, también hubo un aumento en el nivel de fosfatasa alcalina, de 185 U por litro a 722 U por litro, lo que sugiere un empeoramiento de la enfermedad hepática del paciente. Esta constelación de hallazgos es consistente con el síndrome inflamatorio de reconstitución inmune (SRI), un empeoramiento paradójico de la inflamación causada por la reconstitución de la función inmune durante el tratamiento antirretroviral. A medida que su función inmune comenzó a recuperarse, el paciente montó una respuesta inflamatoria exuberante, probablemente dirigida contra antígenos liberados de micobacterias muertas o en curso de hacerlo.
Para el tratamiento del SRI, se agregó prednisona al régimen del paciente con lo cual tuvo una respuesta clínica rápida, con una disminución en los niveles de fosfatasa alcalina y una mejoría en la fiebre. Sin embargo, tuvo reactivación de una infección por CMV latente y requirió tratamiento con ganciclovir. A medida que se disminuyó la dosis de prednisona, la fiebre reapareció, pero el patrón de fiebre fue relativamente constante, sin la variación diurna normal típica de los cuadros  infecciosos. El paciente se veía y se sentía bien, lo que sugería que la fiebre podría estar relacionada con la medicación. Se discontinuó la rifabutina, que era parte de su régimen antimicobacteriano, y se resolvió la fiebre.

Después de la interrupción de la prednisona, desarrolló hipercalcemia asintomática, con niveles de calcio medidos tan altos como 13.5 mg por decilitro. Se sospechó que la misma era causada por un mecanismo no dependiente de la hormona paratiroidea sino más bien relacionado con la producción de 1,25-dihidroxivitamina D por los macrófagos en reacción a la infección por tuberculosis. La hipercalcemia se observa con mayor frecuencia en otras enfermedades granulomatosas, como la sarcoidosis, que en la tuberculosis. Debido a este cuadro se recomenzó la prednisona a dosis bajas y la hipercalcemia se resolvió rápidamente con ketoconazol, que inhibe un paso en la producción de 1,25-dihidroxivitamina D. El paciente fue dado de alta después de 4 semanas en el hospital, momento en el cual estaba médicamente estable y tenía un estado mental notablemente mejorado. Continuó la terapia contra la tuberculosis y el VIH.
En el examen realizado por el servicio de oftalmología, se observó que el paciente tenía retinopatía bilateral, que se consideró debida a CMV o VIH. Sin embargo, había un área focal de coriorretinitis en el ojo izquierdo que no se consideraba típica de la retinitis por CMV y se pensó que posiblemente era una lesión granulomatosa por tuberculosis. Aproximadamente 14 meses después del alta, en el momento de su último examen ocular, las lesiones oculares estaban inactivas y no había evidencia de retinitis activa.
Treinta meses después del alta, el paciente se encuentra excepcionalmente bien médicamente, se siente fuerte y realiza ejercicios con frecuencia. Su último recuento de células T CD4 fue de 231 por milímetro cúbico, y no se detectó el ARN del VIH en plasma.

PSIQUIATRÍA
El paciente fue visto en psiquiatría ambulatoria para el seguimiento 6 meses después de que se resolvieran sus enfermedades agudas. Se había recuperado notablemente pero tenía problemas cognitivos residuales, particularmente en la velocidad de procesamiento, la memoria de recuerdo y las funciones del lóbulo frontal, todas las cuales podían tener ramificaciones funcionales. Su dibujo del reloj estaba intacto. Cabe destacar que obtuvo 7 de 16 en la escala de demencia del VIH (con puntajes de 10 o menos que indican demencia asociada al VIH) .30
Este caso ejemplifica el efecto que la infección por VIH puede tener en el cerebro, particularmente al final de la infección. El diagnóstico temprano y el tratamiento de la infección por VIH pueden ayudar a limitar la enfermedad cerebral. Por lo tanto, hay que realizar las pruebas de VIH en cualquier paciente que presente psicosis14 o con problemas cognitivos31.
A la luz de la creencia episódica del paciente de que él estaba muerto, ¿deberíamos considerar la posibilidad de que este pensamiento o sentimiento se derivara de una convulsión parcial compleja en el lóbulo temporal? El tema de la muerte en crisis parciales complejas ha sido descrito en la literatura32.
Se obtuvo un EEG para descartar convulsiones y fue normal en este paciente. No creemos que sea posible establecer la causalidad entre la lesión de este paciente en el lóbulo temporal y su psicosis.

DIAGNÓSTICOS FINALES
INFECCIÓN DISEMINADA CON MYCOBACTERIUM TUBERCULOSIS, QUE INVOLUCRA HÍGADO, GANGLIOS LINFÁTICOS PERIPANCREÁTICOS, ESPUTO, SANGRE Y ORINA, CON DELIRIO Y PSICOSIS AGUDA CON DELIRIO DE COTARD.
TRASTORNO NEUROCOGNITIVO LEVE ASOCIADO AL VIH.




Traducción de:
"A 39-Year-Old Man with a Recent Diagnosis of HIV Infection and Acute Psychosis

Oliver Freudenreich, M.D., Nesli Basgoz, M.D., Carlos Fernandez-Robles, M.D., Mykol Larvie, M.D., Ph.D., and Joseph Misdraji, M.D."
N Engl J Med 2012; 366:648-657February 16, 2012


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VARÓN DE 52 AÑOS CON DEBILIDAD, INFECCIONES Y AGRANDAMIENTO ADRENAL BILATERAL

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Un hombre de 52 años ingresó al hospital por debilidad e hinchazón en las piernas.
El paciente había estado bien hasta 9 meses antes, cuando comenzó con edema y debilidad en las piernas asociado a aumento de peso. Su médico le recetó agentes diuréticos; el edema mejoró y el paciente perdió peso, pero la debilidad de la pierna empeoró y comenzó a presentar dificultades para subir escaleras y pararse desde una posición sentada. Las pruebas de laboratorio revelaron hipocalemia. Los diuréticos se suspendieron y se inició la administración de suplementos de potasio. Aproximadamente 6 meses después del inicio de los síntomas, se desarrollaron eritema e inflamación en ambas manos. El paciente ingresó en otro hospital, donde se realizó un diagnóstico de celulitis y bacteriemia por Staphylococcus aureus sensible a la meticilina. Se administraron nafcilina y daptomicina, y fue dado de alta a los 9 días con antibióticos por vía intravenosa. El malestar, fatiga y debilidad bilateral de las piernas y caderas empeoraron. Los resultados de las pruebas de laboratorio se muestran en la Tabla 1




Tabla 1 Datos de laboratorio.


El paciente fue readmitido en otro hospital 2 semanas después del alta debido a dolor en el brazo derecho. Los estudios revelaron trombosis de las venas axilares y subclavias derechas; se administró tratamiento anticoagulante. El recuento sanguíneo completo y las pruebas de la función hepática, la coagulación y la función renal fueron normales, al igual que los niveles séricos de electrolitos distintos del potasio. Otros resultados de la prueba se muestran en la Tabla 1. Las imágenes de resonancia magnética del cerebro después de la administración de gadolinio revelaron hiperintensidades inespecíficas, pequeñas, dispersas y que no realzaban localizadas en la sustancia blanca cerebral en las imágenes potenciadas en T2, sin evidencia de isquemia intracraneal ni de masa localizada en la pituitaria. Los resultados de la ecografía de los riñones fueron normales. La tomografía computarizada (TC) del tórax después de la administración de contraste intravenoso reveló una lesión pulmonar cavitaria (18 mm de diámetro) en el lóbulo superior izquierdo, una embolia pulmonar en el lóbulo inferior derecho, un nódulo en la glándula suprarrenal izquierda de 1 cm de diámetro y una glándula suprarrenal derecha un poco agrandada, sin linfadenopatías. El día 15 de internación, se realizó una prueba de supresión con dexametasona en dosis baja; los resultados se muestran en la Tabla 1. El paciente fue dado de alta y se programó una derivación al Centro Clínico Neuroendocrino en el mismo hospital.
Seis días después del alta, el paciente acudió al servicio de emergencias  debido a la debilidad de sus piernas y caderas; no podía pararse y tenía edema de las piernas con extensión hasta la cintura. Refirió aumento de irritabilidad y moretones en sus brazos. No tenía fiebre, rubor, taquicardia, diaforesis, náuseas, vómitos o dolor abdominal. Tenía antecedentes de hipertensión crónica estable. Vivía con su esposa e hijos y no podía trabajar en su trabajo habitual  en un entorno industrial debido al deterioro de su salud; no fumaba, no bebía alcohol ni usaba drogas ilícitas. Los medicamentos incluían warfarina, hidralazina, furosemida, metformina, espironolactona, metoprolol, valsartán, amlodipina, risedronato de sodio, oxicodona-acetaminofén, insulina, cloruro de potasio, ácido acetilsalicílico y vaselina líquida.
En el examen, los signos vitales fueron normales; la facies era redonda y llena; y el abdomen era obeso, con estrías abdominales oscuras de más de 1 cm de ancho, equimosis múltiples y sonidos intestinales hipoactivos. No había dolor abdominal, distensión o reacción peritoneal. La fuerza distal de las piernas fue de 4 en una escala de 0 a 5 (con 5 indicando la fuerza normal); había edema  3+ que se extendía hasta las caderas bilateralmente. El resto del examen era normal. El recuento de glóbulos blancos era 14.400 por milímetro cúbico; los niveles séricos de globulina, calcio, amilasa, lipasa, alanina y aspartato aminotransferasas, calcitonina, metanefrina, normetanefrina, troponina I y las isoenzimas de creatina cinasa fueron normales; la detección toxicológica de sangre y orina fue negativa; y las pruebas de coagulación fueron consistentes con la anticoagulación con warfarina. Otros resultados de prueba se muestran en la Tabla 1.
Una radiografía de tórax mostró aire libre debajo del diafragma. Una tomografía computarizada del abdomen y pelvis mostró aire libre difuso (con la mayor colección de aire en el cuadrante inferior izquierdo siguiendo el escroto izquierdo), múltiples ganglios linfáticos agrandados, una masa (3,4 cm por 1,8 cm por 8,6 cm) cerca de la crura diafragmática derecha y engrosamiento de las glándulas suprarrenales. Una tomografía computarizada del cerebro sin la administración de material de contraste fue normal.
A la mañana siguiente, se realizó una laparotomía exploradora. Se observó pus dentro de la cavidad peritoneal, y el colon sigmoide parecía inflamado, con perforación. Se llevó  a cabo   colectomía parcial y colostomía sigmoidea se realizaron. El examen patológico del tejido reveló diverticulitis con perforación. Los cultivos del líquido peritoneal revelaron crecimiento de flora mixta. Se administraron antibióticos de amplio espectro y ketoconazol en el postoperatorio.
El 4º día de internación, una resonancia magnética del abdomen reveló una discitis de la segunda y tercera vértebras lumbares y un absceso que se extendía al interior de la crura diafragmática derecha. El 6º día, la resonancia magnética de la columna lumbar confirmó este hallazgo y también reveló múltiples abscesos que afectaban los músculos paraespinales izquierdos en L3-L4 y los músculos psoas bilateralmente. El octavo día, se realizó una discectomía de la segunda y tercera vértebras lumbares. El décimo día, se obtuvo líquido de lavado broncoalveolar de la lesión pulmonar cavitaria del lóbulo superior izquierdo; en los cultivos desarrolló Mycobacterium avium complex. En el día 12, las imágenes ponderadas por difusión de la resonancia magnética de cerebro realizadas después de la administración de gadolinio mostraron una glándula pituitaria normal y un pequeño foco punteado de señal hiperintensa a lo largo de la porción inferior de los ganglios basales derechos, que se interpretó  que representaba un pequeño  infarto lacunar subagudo. El día 17, la exploración realizada después de la administración de pentetreotida marcada con indio 111 no mostró captación anormal.
Durante la segunda semana de hospitalización, los niveles de alanina y aspartato aminotransferasa aumentaron; la dosis de ketoconazol se disminuyó y se agregó metirapona. El nivel de cortisol libre urinario cayó a 24.5 μg por 24 horas después de 3 semanas de tratamiento; sin embargo, se desarrollaron cambios en el estado mental por lo que se suspendió metirapona. El curso del paciente se complicó por trombosis en la vena femoral común, para la cual se administró argatroban, y por insuficiencia renal transitoria. Las pruebas para el síndrome de Goodpasture fueron negativas, al igual que las pruebas de inmunofluorescencia indirecta para anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos (ANCA) y anticuerpos contra la proteinasa 3 y la mieloperoxidasa. En el día 33, los niveles de tiroxina libre y tirotropina fueron normales. Se realizó una prueba de estimulación de la hormona liberadora de corticotropina; resultados de pruebas adicionales se muestran en la Tabla 1 y la Figura 1A




Figura 1 Mediciones de cortisol y corticotropina.
Mediciones seriadas de cortisol y corticotropina se obtuvieron en el hospital 33 días antes y después de la administración de hormona liberadora de corticotropina ovina. Los niveles sistémicos de cortisol y corticotropina no aumentaron en respuesta a la estimulación con hormona liberadora de corticotropina (100 μg administrados en el momento 0 (flecha)), lo que sugiere una fuente ectópica de exceso de corticotropina (Panel A). Las mediciones longitudinales de los niveles de corticotropina se obtuvieron durante las hospitalizaciones. El nivel de corticotropina aumentó con el tiempo después de que se realizaron adrenalectomías bilaterales (Panel B). La escala del eje x en el Panel B no es lineal.




El día 45 del hospital, se realizó adrenalectomía bilateral; el examen patológico reveló hiperplasia cortical suprarrenal difusa. Se administraron prednisona (5 mg dos veces al día) y fludrocortisona (0.1 mg al día). Seis días después de la operación, el nivel de cortisol urinario era indetectable. El paciente fue dado de alta a una instalación de rehabilitación el día 51.
En el seguimiento 1 mes después del alta, persistió la debilidad con dolor de espalda; el paciente tenía facies cushingoide. Los niveles de tiroxina y tirotropina libres fueron normales; otros resultados de prueba se muestran en la Tabla 1 y la Figura 1B. Tres meses después del alta, la TC del abdomen y la pelvis no mostró evidencia de masas, y la TC del tórax sin material de contraste mostró una mejoría en la lesión del lóbulo superior izquierdo.
Cinco meses después del alta, el paciente regresó al Centro Clínico Neuroendocrino de la instalación de rehabilitación para el seguimiento de rutina. Refirió que había perdido peso y que su fuerza había mejorado. Tenía la sensación de que sus manos siempre estaban sucias y que no podía limpiarlas. No refirió cambios de visión o dolores de cabeza. Los medicamentos incluían prednisona (5 mg dos veces al día), fludrocortisona (0.1 mg al día), metoprolol, nifedipina, calcio y vitamina D; la insulina había sido interrumpida. En el examen, su cara era más delgada, sin rasgos cushingoides, y la piel, incluidos los pliegues de las manos y las cicatrices abdominales, estaba hiperpigmentada; El resto del examen era normal. Los niveles de tiroxina libre, triyodotironina, tirotropina, hormona paratiroidea, globulina transportadora de hormonas sexuales y 25-hidroxivitamina D fueron normales; otros resultados de prueba se muestran en la Tabla 1.

La tomografía computarizada de la cabeza obtenida el día de la admisión fue normal. Una tomografía computarizada abdominal mostró una masa en la porción derecha del diafragma e hiperplasia suprarrenal bilateral. También había divertículos de colon sigmoide con infiltración de la grasa adyacente, pequeños focos de aire libre y aire bajo el hemidiafragma, características consistentes con diverticulitis perforada.
La tomografía computarizada de tórax obtenida al día siguiente mostró un absceso pulmonar en el lóbulo superior izquierdo y derrames pleurales bilaterales. La resonancia magnética abdominal realizada 2 días después del ingreso confirmó una hiperplasia suprarrenal bilateral sin una masa focal en ninguna de las glándulas suprarrenales (Figura 2)




Figura 2 Imágenes abdominales y características patológicas de la glándula suprarrenal.).
Las imágenes de resonancia magnética potenciadas en gadolinio, supresión grasa, potenciadas en T1 (Panel A) y potenciadas en T2 (Panel B) muestran un agrandamiento homogéneo de las glándulas suprarrenales (flechas) sin señal anormal, realce anormal o masa focal. Los hallazgos son consistentes con  hiperplasia suprarrenal bilateral. Una fotografía de un corte macroscópico transversal de la glándula suprarrenal izquierda (Panel C, recuadro superior) muestra un agrandamiento difuso. Una fotomicrografía a bajo aumento (Panel C, hematoxilina y eosina) revela un marcado engrosamiento de la corteza, en comparación con una glándula suprarrenal normal con el mismo aumento (Panel C, inserto inferior, hematoxilina y eosina). A gran aumento (Panel D, hematoxilina y eosina), se pueden observar células uniformes con citoplasma eosinofílico en la corteza, a diferencia del citoplasma vacuolado de la glándula suprarrenal normal (Panel D, recuadro, hematoxilina y eosina).




Este estudio de resonancia magnética, así como el estudio de resonancia magnética de la columna lumbar realizado 5 días después del ingreso, mostró que la lesión en la crura diafragmática derecha  era consistente con un absceso asociado con osteomielitis y discitis centrada en L2-L3. La resonancia magnética también reveló fracturas por compresión de los cuerpos vertebrales L2 y L3 con realce, hiperintensidad T2 y un realce muy leve del disco intervertebral, así como un absceso epidural dorsal adyacente, abscesos del músculo psoas adyacentes bilateralmente y abscesos musculares paraespinales dorsales .


La resonancia magnética cerebral realizada 10 días después del ingreso mostró una lesión isquémica punteada en el lóbulo temporal mesial derecho. No se identificó ninguna lesión pituitaria o hipotalámica.
Una exploración del abdomen (gammagrafía con pentetreótido marcado con indio 111), obtenida 15 días después del ingreso para buscar un tumor secretor de corticotropina ectópica, fue normal. Una tomografía computarizada abdominal obtenida el mismo día mostró gastritis y trombosis de la vena femoral común izquierda. Las tomografías computarizadas posteriores del tórax y el abdomen mostraron una resolución de infecciones y no se identificaron masas adicionales.
Se extirparon ambas glándulas suprarrenales; cada uno pesaba 20 grs o más. La corteza estaba difusamente engrosada. El examen microscópico reveló una ausencia de las tres capas corticales (zona glomerulosa, zona fasciculada y zona reticular); en cambio, había láminas de células con abundante citoplasma eosinófilo, lo que refleja la depleción de lípidos debido al exceso de corticotropina. El diagnóstico es hiperplasia suprarrenal cortical difusa (Figura 2).



Se realizó un procedimiento de diagnóstico.

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Este hombre de 52 años presentó varias características que son consistentes con el diagnóstico del síndrome de Cushing, que incluyen aumento de peso, redondeamiento facial, hiperglucemia, equimosis, estrías anchas, edema, debilidad muscular, hipocalemia, infecciones múltiples, atípica sintomatología (perforación intestinal indolora) y eventos trombóticos. Sin embargo, el diagnóstico de hipercortisolismo se confunde con el estrés de la hospitalización y la presencia de infección y trombosis, que pueden estar asociadas con una mayor secreción de cortisol.1 Se debe considerar la administración exógena de glucocorticoides en pacientes con sospecha de hipercortisolismo, pero es poco probable en este caso.
En este paciente, la primera línea de investigación debe tener como objetivo establecer la presencia de exceso patológico de cortisol. Si se puede establecer tal exceso de cortisol, entonces se debe elucidar la causa subyacente y se debe resecar la fuente del hipercortisolismo, si es posible, para reducir el riesgo de complicaciones y muerte.2,3

LA SECRECIÓN PATOLÓGICA DEL EXCESO DE CORTISOL
Una vez que se sospecha exceso de cortisol, se recomiendan pruebas de laboratorio para detectar hipercortisolismo patológico y distinguirlo de otras afecciones1,4. Se realizan pruebas de laboratorio para el síndrome de Cushing para detectar la secreción excesiva de cortisol (lo que aumenta la excreción en la orina, medida por cortisol libre de orina de 24 horas), embotamiento del ritmo circadiano normal de secreción de cortisol (que conduce a cortisol nocturno alto en la sangre o saliva) y sensibilidad disminuida a la regulación de retroalimentación negativa de la secreción de cortisol por glucocorticoides (que conduce a la falta de supresión de niveles de cortisol sérico temprano en la mañana después de la administración oral de dexametasona, conocida como la prueba de supresión de dexametasona) .1,4
A este paciente se le tomaron medidas de cortisol libre de orina (CLU), y se le realizaron pruebas de supresión de dexametasona. La medición del cortisol libre de orina tiene un 95% de sensibilidad para el síndrome de Cushing, si se recogen al menos dos o tres muestras,  y proporciona una estimación confiable de la secreción endógena de cortisol en pacientes con función renal normal1,5. Una medición de cortisol libre urinario que es al menos cuatro veces más alto que el extremo superior del rango normal es patognomónico del síndrome de Cushing.5 El exceso de cortisol de menor magnitud puede estar presente en otras afecciones, como embarazo, obesidad severa o diabetes mellitus mal controlada, que deben distinguirse del síndrome de Cushing. 1,5 La medición de cortisol libre urinario de este paciente fue de 30 a 70 veces mayor que el límite superior del rango normal, lo que confirma la presencia del síndrome de Cushing.
Además de la medición de cortisol libre de orina, este paciente se sometió a pruebas de supresión con dexametasona, que también es útil para establecer la secreción patológica del exceso de cortisol. La administración de 1 mg de dexametasona por la noche debería dar lugar a la reducción de la secreción de cortisol temprano en la mañana a menos de 1.8 μg por decilitro. Este paciente tenía una secreción de cortisol claramente anormal a primera hora de la mañana que no fue suprimida por la administración de dexametasona, lo que confirma la secreción de exceso de cortisol. Los resultados falsamente elevados son muy poco probables en este caso, aunque pueden ocurrir en asociación con otras afecciones o en personas que toman medicamentos que pueden acelerar la depuración de dexametasona.1

SÍNDROME DE CUSHING DEPENDIENTE DE CORTICOTROPINA
Una vez establecida la presencia del síndrome de Cushing, debemos identificar la causa subyacente.3-6 La medición de la corticotropina plasmática en las muestras de la madrugada distingue entre las causas dependientes de corticotropina y las independientes de corticotropina con poca superposición. El nivel plasmático de corticotropina generalmente excede de 20 pg por mililitro (4 pmol por litro) en personas con causas de síndrome de Cushing dependientes de corticotropina y generalmente es menor de 5 pg por mililitro (1 pmol por litro) en personas con causas independientes de corticotropina. , 5 En este paciente, los niveles de corticotropina en plasma fueron consistentes con el síndrome de Cushing dependiente de corticotropina, lo que indica que el nódulo en la glándula suprarrenal era incidental.
La causa más probable del síndrome de Cushing dependiente de corticotropina en este paciente es un adenoma corticotropo pituitario subyacente (enfermedad de Cushing). Una causa mucho más improbable es el carcinoma pituitario. Alternativamente, este paciente puede tener un tumor ectópico que secrete corticotropina o, en casos excepcionales, hormona liberadora de corticotropina3,5.

FUENTES PITUITARIAS DE EXCESO DE CORTICOTROPINA
Los tumores corticotropos hipofisarios son microadenomas en el 90% de los pacientes con enfermedad de Cushing. La RMN de alta resolución que utiliza un protocolo para pituitaria revela una masa selar en 60 a 70% de estos pacientes.5-7 La interpretación de la RMN hipofisaria se confunde por la presencia de hipodensidades selares incidentales de pequeño tamaño (menos de10 mm de diámetro) en aproximadamente 10% de la población general.8 En este paciente, la ausencia de una lesión selar en la RMN requiere una evaluación diagnóstica adicional para identificar la causa subyacente.
El muestreo de los senos petrosos inferiores bilateralmente, con mediciones de corticotropina plasmática antes y después de la administración de la hormona liberadora de corticotropina, tiene una sensibilidad y especificidad del 94% y es el método estándar para distinguir entre fuentes pituitarias y ectópicas de exceso de corticotropina.5,9 Sin embargo,  este paciente puede haber estado muy gravemente enfermo como para someterse a este procedimiento. Por lo tanto, se podría en su lugar,  realizar una prueba de supresión de dexametasona en dosis altas (8 mg) y la prueba de estimulación de la hormona liberadora de corticotropina.3 Ninguna de las dos pruebas tiene una precisión diagnóstica adecuada.4 Sin embargo, los pacientes con resultados positivos concordantes en una prueba de supresión de dexametasona de 8 mg y la prueba de estimulación de la hormona liberadora de corticotropina tienen un 98% de probabilidad de tener un tumor pituitario, pero pueden representar una minoría (35%) entre aquellos con síndrome de Cushing dependiente de corticotropina.5,10 En este paciente, en la prueba de estimulación con hormona liberadora de corticotropina  se observó  respuestas planas de corticotropina y cortisol, sugiriendo una causa ectópica de exceso de corticotropina.

FUENTES ECTÓPICAS DE EXCESO DE CORTICOTROPINA
Este paciente se sometió a múltiples estudios de imágenes (exámenes de tomografía computarizada y resonancia magnética del cuello, el tórax y el abdomen, así como la gammagrafía de todo el cuerpo con pentetreotida marcada con indio 111), pero no se descubrió una lesión sospechosa. Esto no es sorprendente, ya que los tumores asociados con causas ectópicas del síndrome de Cushing dependiente de corticotropina son frecuentemente pequeños y pueden no identificarse en hasta en el 19% de los pacientes, a pesar de estudios de imagen extensos.5 Pruebas de laboratorio, incluidas mediciones de ácido 5-hidroxiindolacético en una prueba de orina de 24 horas, calcitonina sérica, metanefrinas plasmáticas fraccionadas y el marcador tumoral cromogranina A, pueden ser útiles para identificar una fuente oculta5, pero en este paciente arrojaron resultados normales o inespecíficos.
Si se puede identificar la fuente de exceso de corticotropina (o, en raras ocasiones, la hormona liberadora de corticotropina), la resección quirúrgica, si es factible, es el tratamiento de elección y puede conducir a una remisión duradera.5,7 En este paciente, no hay lesiones sospechosas  identificadas; por lo tanto, fue apropiado tratarlo con inhibidores de esteroidogénesis, incluidos ketoconazol y metirapona. Lamentablemente, se retiró la terapia porque no podía tolerar los efectos secundarios de los medicamentos.
La adrenalectomía bilateral es útil para controlar el hipercortisolismo en algunos pacientes que tienen una presunta fuente ectópica oculta (incluidos los pacientes gravemente enfermos en quienes es deseable un control rápido del hipercortisolismo), particularmente cuando las terapias médicas fallan.5,7 En este paciente, la adrenalectomía bilateral llevó a control rápido del hipercortisolismo. Sin embargo, durante los siguientes meses, se desarrolló hiperpigmentación de la piel y un aumento sustancial en los niveles plasmáticos de corticotropina. ¿Cómo podemos explicar estos nuevos hallazgos?

SÍNDROME DE NELSON
Cinco meses después de someterse a adrenalectomía bilateral, este paciente presentó un cuadro clínico compatible con el síndrome de Nelson, que se estima afecta al 8 a 38% de los pacientes con enfermedad de Cushing después de la adrenalectomía bilateral. La patogénesis precisa del síndrome de Nelson no se ha elucidado, pero presumiblemente, después de la adrenalectomía bilateral, la ausencia de retroalimentación negativa por parte de los glucocorticoides puede conducir a la estimulación de un tumor pituitario pequeño no detectado y a la secreción descontrolada de corticotropina. Los primeros informes del síndrome de Nelson describen la aparición de manifestaciones cutáneas, como el desarrollo de pigmentación difusa de la piel, que puede ser más prominente en cicatrices o en áreas de la piel sujetas a fricción y puede afectar la mucosa bucal11,12. Estas manifestaciones ocurren como resultado del aumento de los niveles de corticotropina en plasma, a pesar del reemplazo adecuado de glucocorticoides, que estimula los receptores de melanocortina 1 en la piel. El inicio del síndrome de Nelson ocurre desde unos meses hasta 24 años después de una adrenalectomía.13 Los pacientes pueden presentar tumores corticotropos grandes, localmente agresivos, que producen un efecto masivo (dolor de cabeza, defectos del campo visual, oftalmoplejía o hipopituitarismo) .11-13
La disponibilidad de resonancia magnética hipofisaria y ensayos sensibles de corticotropina en plasma ha ampliado nuestra comprensión del síndrome de Nelson. Datos más recientes han sugerido que los pacientes con esta afección pueden tener un curso indolente caracterizado por un crecimiento lento de un adenoma corticotropo hipofisario, anunciado por un aumento en el nivel de corticotropina en plasma mucho antes de que el tumor cause un efecto de masa o pigmentación cutánea.14 Este paciente tenía varios características que se postulan para predecir el desarrollo del síndrome de Nelson, incluido un aumento rápido en el nivel de corticotropina en plasma, una duración bastante corta del síndrome de Cushing antes de la adrenalectomía bilateral y la falta de radioterapia profiláctica a la silla turca. Otras características que se han asociado con el desarrollo del síndrome de Nelson, como la presencia de una masa selar en el momento de la adrenalectomía bilateral o el inicio a una edad más temprana, no parecen ser factores en este caso 3,13,14.
En este paciente con posible síndrome de Nelson, el procedimiento de diagnóstico sería un examen de RMN de la hipófisis, seguido de un procedimiento quirúrgico para resecar la masa selar.

En el momento de la admisión inicial del paciente, se podría haber realizado un muestreo bilateral de los seno petroso, pero el paciente estaba demasiado enfermo, con trombosis venosa e infecciones múltiples, y se pensó que no habría podido tolerar el procedimiento. Después de que fue dado de alta, se siguió de cerca su nivel de corticotropina. En el transcurso de varios meses, fue evidente que el nivel de corticotropina subía constantemente. Cuando presentó hiperpigmentación de la piel, se planteó como posibilidad diagnóstica el síndrome de Nelson. Por lo tanto, se realizó una resonancia magnética pituitaria para ver si tenía una masa selar.

DIAGNÓSTICO PRESUNTIVO
SÍNDROME DE NELSON (PROGRESIÓN DE UN TUMOR CORTICOTROPO EN UN PACIENTE DESPUÉS DE SUPRARRENALECTOMÍA POR ENFERMEDAD DE CUSHING).

DISCUSIÓN PATOLÓGICA
Cinco meses después de que el paciente fuera dado de alta, una resonancia magnética reveló una masa (8 mm de diámetro) que era isointensa en las imágenes potenciadas en T2 y con hipo-realce  en las imágenes potenciadas en T1 después de administrar gadolinio por vía intravenosa, características compatibles con un adenoma en ellado izquierdo de la silla turca (Figura 3)





Figura 3 Imágenes de RMN coronales  con gadolinio (paneles A y B) y sagital (panel C) que muestran una lesión con hipo realce (flechas) en la parte izquierda de la glándula pituitaria, en consonancia con un adenoma.).


Después de que se identificó la masa selar en la RMN, el paciente se sometió a resección transesfenoidal. El procedimiento produjo varios fragmentos de tejido blando midiendo, en conjunto, 1.0 cm por 0.5 cm por 0.1 cm. El examen microscópico de este tejido reveló láminas de células poligonales monomórficas con núcleos redondos y una cantidad moderada de citoplasma eosinofílico. La arquitectura anidada de una pituitaria normal no estaba presente, y no había una distinción clara entre acidófilos, basófilos y cromófobos (Figura 4A).




Figura 4 Características patológicas de la hipófisis.).
El examen microscópico de la glándula pituitaria revela láminas de células monomórficas (Panel A, hematoxilina y eosina) que son fuertemente positivas para la corticotropina (Panel B, tinción inmunohistoquímica) y tienen un índice de proliferación elevado, como se evaluó con la inmunotinción Ki67 (Panel C).



Además, el cambio hialino de Crooke normalmente ocurre en presencia de hipercortisolismo, pero estuvo ausente en este paciente, lo que concuerda con los bajos niveles de cortisol y la pérdida de retroalimentación negativa observada en los casos del síndrome de Nelson. La tinción inmunohistoquímica reveló que la mayoría de las células tumorales eran positivas para corticotropina (Figura 4B) y negativas para prolactina y p53. El índice de proliferación, evaluado con Ki67 inmunoticción, fue notablemente elevado en el 7,7% (Figura 4C). Se ha demostrado que los índices de proliferación superiores al 1,3% se asocian con una mayor probabilidad de recurrencia  y los tumores en el síndrome de Nelson a menudo tienen altas tasas de proliferación, en contraste con otros tipos de adenomas.16 El diagnóstico es un adenoma pituitario secretor de corticotropina.

MANEJO CLÍNICO Y SEGUIMIENTO
Una resonancia magnética obtenida después de la cirugía mostró un tumor residual en el seno cavernoso izquierdo. El nivel de corticotropina después de la cirugía cayó tan bajo como 190 pg por mililitro (42 pmol por litro), pero en los meses siguientes comenzó a aumentar nuevamente, alcanzando un máximo de 778 pg por mililitro (171 pmol por litro). Debido al aumento en la carga tumoral, el aumento en el nivel de corticotropina y el empeoramiento de la hiperpigmentación, el paciente se sometió a radiocirugía de haz de protones a la hipófisis. También comenzó la terapia de cabergolina después de la radiocirugía en un esfuerzo por reducir sus niveles de corticotropina, prevenir una mayor hiperpigmentación y detener el crecimiento tumoral. Algunos informes de casos han descrito una respuesta a los agonistas dopaminérgicos que produce una disminución en los niveles de corticotropina y una mejoría en la hiperpigmentación.17-19 La terapia con cabergolina del paciente se continuó durante aproximadamente 4 meses, hasta que sus niveles de corticotropina disminuyeron en forma sostenida.
Aproximadamente 2 años después del ingreso del paciente a este hospital, su nivel de corticotropina era tan bajo como 112 pg por mililitro (25 pmol por litro), su hiperpigmentación había mejorado notablemente y su función pituitaria restante estaba intacta. Él continúa con hidrocortisona y fludrocortisona.
Este paciente que tenía infecciones múltiples, trombosis venosa profunda, insuficiencia de órganos terminales y debilidad con incapacidad para caminar, actualmente lo está haciendo muy bien. Ahora, 2 años después, él está trabajando a tiempo completo, llevó a su hija por el pasillo en su boda y continúa disfrutando de actividades al aire libre y pasando tiempo con sus nietos.
En cuanto a la historia natural de los cambios pigmentarios de la piel, sin tratamiento, puede empeorar gradualmente en paralelo con el aumento de los niveles de corticotropina. Nuevas cicatrices también pueden estar involucradas, como se mostró en este caso, y puede ocurrir una pigmentación bucal. Con el tratamiento que conduce a una disminución en los niveles de corticotropina, los cambios pigmentarios tienden a mejorar, como sucedió en este paciente.
Queda pendiente una pregunta y es si podría este paciente haber elegido esperar para tratar el síndrome de Nelson, pero estos  tumores tienden a ser muy agresivos, especialmente si hay un alto índice de proliferación de Ki67, que generalmente se correlaciona con un mayor riesgo de progresión. Me preocuparía que el tumor progrese y que el efecto de masa local, particularmente la presión sobre el quiasma, pueda desarrollarse si el tumor creció lo suficiente.

DIAGNÓSTICO ANATÓMICO
HIPERPLASIA CORTICAL ADRENAL DIFUSA BILATERAL DEBIDA A ADENOMA CORTICOTROPO QUE SSUFRIÓ AGRANDAMIENTO DESPUÉS DE LA ADRENALECTOMÍA (SÍNDROME DE NELSON).


Traducción de : “A 52-Year-Old Man with Weakness, Infections, and Enlarged Adrenal Glands”
Nicholas A. Tritos, M.D., D.Sc., Pamela W. Schaefer, M.D., and Thor D. Stein, M.D., Ph.D.
N Engl J Med 2011; 365:2520-2530December 29, 2011


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VARÓN DE 45 AÑOS CON ANTECEDENTES DE ALCOHOLISMO Y RÁPIDA DECLINACIÓN COGNITIVA.

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Un hombre de 45 años con antecedentes de alcoholismo ingresó al hospital debido a un rápido deterioro cognitivo y un empeoramiento de la ictericia.
Durante los 3 meses previos, el paciente percibió un aumento de la fatiga y la tos produciendo esputo amarillo y estrías de sangre, con vómitos post-tusígenos. Once días antes, el paciente había viajado a Europa durante una semana para un evento familiar, durante el cual había consumido de 10 a 20 bebidas alcohólicas por día. Había dejado de beber alcohol a su regreso, 3 días antes de la internación, cuando aparecieron náuseas y vómitos. Al día siguiente, llamó a su médico. No informó el uso reciente de alcohol ni fiebre, dolor de cabeza, diarrea o dolor abdominal. Se le indicó azitromicina y se recomendaron tomar abundantes líquidos y seguimiento. Durante las 36 horas anteriores al ingreso, se desarrolló ictericia, se oscureció la orina y se produjo somnolencia, palabra lenta y arrastrada, dificultad para juntar palabras y se desarrollaron repeticiones de preguntas y frases. Su circunferencia aumentó gradualmente y su apetito disminuyó, sin pérdida de peso, temblores o actividad convulsiva. Fue llevado al departamento de emergencias en un hospital local.
En el examen, el paciente estaba letárgico pero orientado en la persona, el lugar y el tiempo, y era capaz de seguir órdenes simples. Los signos vitales y la saturación de oxígeno mientras respiraba el aire ambiente eran normales. En el examen fueron evidentes la ictericia escleral, las telangiectasias faciales bilaterales y los crepitantes en la base del pulmón derecho fueron, al igual que la distensión abdominal, con el borde del hígado palpable y una leve sensibilidad en el cuadrante superior derecho. El resto del examen físico y neurológico fue normal. Los niveles sanguíneos de glucosa, alanina aminotransferasa, lipasa, amilasa, troponina I y amoniaco fueron normales, al igual que los resultados de las pruebas de función renal; la prueba de virus de hepatitis B y C, alcohol y salicilatos fue negativa. Otros resultados se muestran en la Tabla 1





Tabla 1 Datos de laboratorio.

Un electrocardiograma fue normal. Una radiografía de tórax mostró hallazgos consistentes con atelectasia en la base del pulmón derecho, sin cambios desde 5 años antes, y por lo demás era normal. La tomografía computarizada (TC) de la cerebro obtenida sin la administración de material de contraste reveló hipodensidad y efecto de masa en el lóbulo temporal e ínsula derechos, con preservación de la corteza adyacente y sin herniación intracraneal o hidrocefalia. La imagen de resonancia magnética (RMN) después de la administración de material de contraste reveló una lesión solitaria (2,6 cm de diámetro) en la ínsula derecha, con realce periférico delgado y liso, edema circundante extenso y efecto de masa leve por lo que fue transferido a otro hospital.
El paciente no refirió fiebre, escalofríos, diarrea, dolor abdominal, dolor en el pecho, disnea, debilidad, hormigueos, parestesias o sensación alterada del sabor u olor. Tenía un historial de resultados elevados de pruebas de función hepática, ansiedad, depresión, gota, disfunción eréctil y bursitis del hombro derecho; se había sometido a una hemorroidectomía 7 años antes después de un episodio de hemorragia rectal y anemia por deficiencia de hierro que requería hospitalización. Tenía una larga historia de abuso de alcohol (hasta 1 litro de vodka por día). Había rechazado el tratamiento de desintoxicación alcohólica, la terapia con disulfiram y la referencia a grupos de apoyo para el alcoholismo. Él no fumaba ni usaba drogas ilícitas. Los medicamentos que tomaba incluían alopurinol, citalopram, sildenafil y vitaminas; había tomado celecoxib por bursitis durante 3 meses, deteniéndose 3 meses antes. Él no tenía alergias conocidas. Había crecido en una granja en Europa, emigró a los Estados Unidos hacía dos décadas, regresó a Europa a menudo para eventos familiares, vivía con su esposa e hijos, y trabajaba en la industria de servicios alimenticios y con maquinaria pesada. Su madre, de 89 años, tenía cáncer y su padre murió a los 84 años con cáncer de huesos; un primo tenía tuberculosis.
En el examen, la presión arterial era 142/89 mm Hg; otros signos vitales fueron normales. La conjuntiva era ictérica, la lengua era lisa y seca, y había sangre seca en la boca. Un soplo sistólico, grado 2/6, se escuchaba en la punta, irradiando hacia la axila. El abdomen estaba distendido, con estrías periumbilicales, flancos abultados y un patrón venoso prominente en la parte superior del abdomen, sin dolor, rebote o defensa a la palpación. El borde del hígado estaba a cuatro dedos por debajo del margen costal derecho en la línea medioclavicular. La piel estaba ictérica y había petequias en las piernas. El paciente seguía órdenes y hablaba con fluidez y espontaneidad, sin afasia ni disartria. Las pupilas se contraían rápidamente (la pupila derecha de 5 mm a 4 mm, y la pupila izquierda de 4 mm a 3 mm), y el resto del examen fue normal.
Los niveles sanguíneos de fósforo, magnesio, alanina aminotransferasa, lactato deshidrogenasa, hierro, vitamina B12 y ácido fólico fueron normales. La electroforesis de proteínas séricas y la inmunofijación mostraron cinco bandas pequeñas (dos IgG kappa, una IgG lambda y dos IgM kappa, todas menos de 0,25 g por decilitro), características consistentes con una respuesta inmune oligoclonal. Otros resultados de la prueba se muestran en la Tabla 1. La orina contenía 3+ bilirrubina y traza urobilinógeno, glucosa y cetonas; detección de toxinas en la orina reveló lorazepam. Se administraron tiamina, ácido fólico, alopurinol, citalopram, levetiracetam y multivitaminas.
Durante los siguientes 3 días, el paciente estuvo intermitentemente letárgico, con dificultad para hablar. La prueba de anticuerpos IgG contra el antígeno de la cápside del virus de Epstein-Barr (EBV) y el antígeno nuclear fue positiva; el nivel de ADN del VEB fue de 1000 copias por mililitro por reacción en cadena de la polimerasa. La prueba de anticuerpos IgM contra VEB; anticuerpos contra citomegalovirus y músculo liso; y los virus de hepatitis A, B y C fueron negativos, al igual que una prueba cutánea para tuberculosis. La ecografía del abdomen mostró agrandamiento hepático y esplénico y una pared engrosada de la vesícula biliar. La TC del tórax reveló nódulos dispersos, de 2 a 5 mm de diámetro, en el lóbulo medio y una cisura menor del pulmón derecho, linfadenopatía hiliar bilateral y trazas de derrames pleurales bilateralmente. La TC del abdomen mostró hepatoesplenomegalia, linfadenopatía leve y una pequeña cantidad de ascitis. El tercer día, la repetición de la RMN del cerebro obtenida después de la administración de material de contraste mostró una lesión hiperintensa ponderada en T2 (3,4 cm de diámetro) con realce periférico delgado y liso y focos heterogéneos de difusión restringida en el centro. Se le administró lactulosa.
El quinto día de hospitalización, el nivel de bilirrubina total fue de 18,6 mg por decilitro y la bilirrubina directa de 11,8 mg por decilitro.

IMÁGENES
La tomografía computarizada de la cerebro sin la administración de material de contraste (Figura 1A muestra hipodensidad que involucra la ínsula y el lóbulo temporal derechos y se extiende hacia arriba en la corona radiada. Hay un efecto de masa leve, con un leve borramiento del ventrículo lateral derecho. Las imágenes ponderadas en T2 de la RMN de cerebro (Figura 1D) muestran una región de hiperintensidad relativamente leve centrada en la ínsula derecha, así como hiperintensidad confluente en el parénquima adyacente que es consistente con edema. El patrón sugiere una lesión central con edema perilesional. No hay evidencia de hemorragia, y la leve y heterogénea restricción de la difusión  corresponde a la región levemente hiperintensa observada en las imágenes potenciadas en T2. Las imágenes obtenidas después de la administración de material de contraste (Figura 1C) muestran una lesión que está delineada por un realce periférico fino y liso y que está centrada en la ínsula derecha. La lesión se extiende para involucrar a la corteza insular y, junto con el edema asociado, causa un efecto de masa leve en las estructuras adyacentes. En términos generales, la lesión tiene características de un absceso infeccioso, aunque un tumor podría tener este aspecto; un proceso inflamatorio o desmielinizante son  mucho menos probables.





Figura 1. Imágenes cerebrales.
Una tomografía computarizada de la cerebro sin la administración de material de contraste (Panel A) revela una lesión hipodensa centrada en la ínsula derecha (flecha). Además, hay una hipodensidad anormal que se extiende hacia el parénquima adyacente, incluidas las cápsulas internas y externas derechas y el tálamo derecho. Hay un efecto de masa leve. No hay calcificaciones aparentes Las imágenes por resonancia magnética en los paneles B a F muestran una lesión centrada en la ínsula derecha (flechas). Las imágenes ponderadas en T1 antes (Panel B) y después (Panel C) la administración de material de contraste revelan una lesión con realce periférico centrada en la ínsula derecha, correspondiente a la lesión observada en la TC (Panel A). Hay hiperintensidad  en T2 heterogénea dentro de la lesión (Panel D). Además, existe una hiperintensidad más confluente en el parénquima adyacente en las imágenes potenciadas en T2, que también se extiende hacia el lóbulo temporal derecho, con una apariencia sugestiva de edema perilesional. La imagen ponderada por difusión (Panel E) revela hiperintensidad dentro de la lesión insular derecha, con la hipointensidad correspondiente en la imagen del coeficiente de difusión aparente (Panel F), características consistentes con restricción de la difusión. Las imágenes de resonancia magnética también muestran el aumento de la masa dentro de la lesión insular derecha y el tejido circundante, con borramiento leve de los surcos adyacentes y sin hernia cerebral intracraneal.



El efecto de masa de la lesión en la ínsula borra levemente las cisternas perimesencefálicas e incide sobre el tallo cerebral, lo que podría explicar el deterioro de los núcleos del nervio motor ocular común en el tronco cerebral y la anisocoria resultante. Las regiones de la red de atención ventral, la región temporoparietal derecha y el lóbulo frontal ventral derecho, están notablemente perturbadas por la lesión y el edema circundante, lo que posiblemente contribuye a la fluctuación del estado mental y las dificultades de atención. La participación del lóbulo temporal derecho, que puede ser la región dominante en el lenguaje en una minoría de personas, podría explicar el deterioro del lenguaje y los déficits en la orientación espacial y la memoria. Aunque ninguna de estas correlaciones es sensible o específica, hemos  presentado algunas ideas sobre lo que se puede discernir de los hallazgos relativamente no focales en el examen neurológico.




TC del abdomen (Figura 2 muestra hepatomegalia leve y esplenomegalia leve), linfadenopatía mesovenosa, paraaórtica, iliaca y mesoventricular leve. Una pequeña cantidad de ascitis rodea el hígado y se extiende hacia la pelvis. Una tomografía computarizada del tórax mostró un subcentímetro pulmonar. nódulos en el lóbulo medio derecho, un hallazgo muy inespecífico.




Figura 2.TC  de Abdomen y  Pelvis.
Una imagen coronal de una tomografía computarizada después de la administración intravenosa y oral de material de contraste muestra hepatomegalia marcada (L), esplenomegalia leve (S), una pequeña cantidad de ascitis (asteriscos) y linfadenopatía (flecha).

Se recibió un resultado de prueba y se realizó un procedimiento de diagnóstico.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Este hombre de 45 años con hepatopatía alcohólica crónica se presentó con fatiga subaguda, tos y hemoptisis; descompensación aguda del hígado; y estado mental fluctuante. Tenía somnolencia variable, habla lenta y arrastrada, dificultad para juntar palabras y repetición frecuente durante el habla conversacional. Los resultados de su examen de estado mental y su nivel de excitación fluctuaron, sin déficits focales claros, pero se observó una anisocoria, con la pupila derecha más grande que la pupila izquierda y un empeoramiento de la somnolencia.

DIAGNÓSTICO SINDRÓMICO
La localización neuroanatómica es bastante amplia en este punto. La somnolencia puede ser el resultado de anomalías en las cortezas bilaterales, sistema de activación reticular (tallo cerebral rostral) o talamo medial bilateral. El habla lenta y la dificultad para juntar palabras pueden ser indicativas de afasia debido a una disfunción dominante del lóbulo frontal o del lóbulo temporal o podrían representar bradifrenia, que puede ser causada por una disfunción subcortical difusa, extrapiramidal o psiquiátrica global. Alternativamente, la dificultad para juntar palabras podría representar un deterioro en la atención como resultado de una disfunción global, lesiones en la corteza prefrontal, lesiones parietales o una causa psiquiátrica. Las repeticiones en la conversación podrían explicarse por una atención deteriorada o por un deterioro de la memoria a corto plazo, atribuible al lóbulo temporal medial y a los circuitos límbicos (tálamo, cuerpos mamilares y sus conexiones). La palabra arrastrada o la disartria pueden deberse a lesiones en el tracto corticobulbar, núcleos motores del tronco del encéfalo, nervios craneales, cerebelo, sistema extrapiramidal o cuerdas vocales. Los hallazgos de somnolencia (en ausencia de signos de afasia o amnesia), el habla lenta, la dificultad para juntar palabras, la repetición conversacional y el habla arrastrada sugieren una disfunción hemisférica global. Sin embargo, la anisocoria con la pupila derecha más grande que la pupila izquierda sugiere una disfunción del nervio óptico derecho, los músculos constrictor pupilar derecho, el componente parasimpático del nervio motor ocular derecho o la vía simpática izquierda.
Muchas características de la historia del paciente y los datos de laboratorio podrían explicarse por enfermedad hepática y un estado confusional subagudo. El diagnóstico diferencial incluye cinco síndromes principales: encefalopatía hepática, encefalopatía de Wernicke, abstinencia de alcohol, convulsiones ocultas e infección. Sin embargo, la anisocoria vista en el examen plantea la posibilidad de un efecto de masa en el mesencéfalo derecho, lo que comprometería la entrada parasimpática a la pupila a través del nervio motor ocular. En pacientes inmunocomprometidos en cualquier grado, como este paciente con enfermedad hepática, las alteraciones en el estado mental deben inducir una TC de la cabeza sin la administración de material de contraste, ya que múltiples procesos (p. Ej., Masas difusas y focales) pueden ocurrir simultáneamente.
Cuatro categorías principales de la enfermedad podrían conducir a la lesión cerebral identificada en la resonancia magnética. Estos son procesos neoplásicos, infecciosos, inflamatorios y vasculares.1 La presentación clínica y las secuencias radiográficas adicionales descartan procesos inflamatorios (p. Ej., Esclerosis múltiple tumefacta, encefalomielitis diseminada aguda y sarcoidosis) y procesos vasculares (p. Ej., Apoplejía isquémica subaguda, hemorragia, y malformación arteriovenosa trombosada).

PROCESOS NEOPLÁSICOS
El diagnóstico diferencial de una lesión cerebral periférica que realza debe incluir siempre los siguientes procesos neoplásicos: tumores metastásicos, tumores gliales primarios y linfoma primario del sistema nervioso central. Aunque las metástasis tumorales pueden causar una lesión periférica que aumenta solitariamente, tales lesiones son más comúnmente multifocales, y por otro lado, este paciente no tenía evidencia de una afección maligna sistémica. El glioma de alto grado puede causar una lesión solitaria que realza en sus bordes, ya que el crecimiento relativamente rápido del tumor sobrepasa el suministro de sangre, lo que lleva a una necrosis central. Sin embargo, tanto el astrocitoma anaplásico como el glioblastoma son típicamente heterogéneos y a menudo cruzan la línea media. El linfoma primario del sistema nervioso central, generalmente el linfoma difuso de células B grandes, puede ocurrir en personas sanas. Alternativamente, puede ocurrir como parte de una infección avanzada con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), en cuyo caso se asocia de forma característica con ADN de EBV detectable en el fluido cerebroespinal. Por lo general, realza de forma homogénea, aunque los casos que involucran pacientes que son VIH-positivos pueden ser heterogéneos o potenciar periféricamente2,3. La presencia de viremia periférica de bajo nivel de VEB en este paciente es inespecífica; esta viremia puede ocurrir en estados inflamatorios sistémicos debido a la lisis de células B infectadas crónicamente, y se sabe que ocurre en pacientes inmunosuprimidos, sin ser predictivos de linfoma. Evaluar el líquido cefalorraquídeo de este paciente para la presencia de EBV sería más específico, pero está contraindicado por el riesgo de herniación uncal. El argumento más importante contra una condición maligna es el rápido crecimiento de la lesión de masa, durante un período de horas a días, lo que sería inusual para cualquiera de estos procesos neoplásicos.

CAUSAS INFECCIOSAS
El aspecto radiográfico es clásico de un absceso, pero los estudios de imagen no pueden distinguir entre bacterias piógenas, hongos, micobacterias o parásitos como  causa.

  • ABSCESO BACTERIANO PIÓGENO

Los abscesos cerebrales solitarios pueden ocurrir en pacientes con otitis, sinusitis o infección dental, generalmente por extensión local de la infección a las regiones temporal, frontal o frontal y temporal, respectivamente. Los abscesos por diseminación hematógena suelen ser múltiples y estar distribuidos en la región de la arteria cerebral media en la unión de la sustancia gris y la sustancia blanca. No hay hallazgos sobre la historia del paciente, el examen físico o los estudios de imágenes que sugieran factores de riesgo para el absceso piógeno. Sin embargo, la aparición de un absceso piógeno criptogénico puede ser independiente de la enfermedad hepática o la infección avanzada por VIH; por lo tanto, este diagnóstico sigue siendo una posibilidad.

  • ABSCESO FÚNGICO

La aspergilosis puede causar infección pulmonar en personas alcohólicas en particular, lo que lleva a hemoptisis e infiltrados pulmonares inespecíficos. Las manifestaciones de la aspergilosis varían según el estado del sistema inmune.5 En pacientes con inmunodepresión moderada, la aspergilosis invasiva puede causar una lesión cerebral solitaria que realza en los bordes (aspergiloma) .6 Las pruebas en suero para galactomanano (específico para aspergilosis) y 1,3 -β-D-glucano (un marcador fúngico no específico) podría ser útil para evaluar esta posibilidad. El patógeno fúngico más común en el sistema nervioso central en pacientes inmunocomprometidos es el criptococo, que generalmente causa meningitis. Sin embargo, pueden aparecer criptococomas en los espacios subaracnoideos perivasculares de Virchow-Robins en la base del cerebro como resultado de la extensión directa de la meningitis7. El antígeno criptocócico sérico sería una prueba sensible para la infección criptocócica activa, pero sería inespecífico para la lesión cerebral.

  • MYCOBACTERIUM TUBERCULOSIS

Las lesiones cerebrales focales por Mycobacterium tuberculosis son poco comunes en los países desarrollados, pero pueden ocurrir como parte de una infección o reactivación primaria. El origen europeo de este paciente (la tuberculosis es endémica en Europa del Este), su síndrome de fatiga subaguda, tos y hemoptisis, y la linfadenopatía hiliar bilateral con nódulos y derrames pleurales aumentan esta posibilidad. Aunque este paciente tuvo una prueba cutánea de tuberculina negativa, la sensibilidad de las pruebas cutáneas en un paciente con tuberculosis del sistema nervioso central es baja, oscilando entre 10 y 65%. Además, la sensibilidad se reduce en un paciente inmunocomprometido que tiene un estado nutricional deficiente.

  • INFECCION PARASITARIA

El absceso cerebral puede deberse a una infección parasitaria. La neurocisticercosis es endémica en partes de Europa del Este y puede causar una lesión cerebral solitaria que realza en su periferia periférica en el contexto de la degeneración quística temprana (etapa coloidal). Sin embargo, estas lesiones son generalmente más pequeñas que la lesión de este paciente, tienen solo edema circundante moderado y a menudo están acompañadas por otros focos de calcificación. Un ensayo sérico para el anticuerpo contra la cisticercosis es insensible en un paciente con una lesión solitaria y no es probable que agregue valor diagnóstico8.
El toxoplasma es un protozoo que rara vez causa una enfermedad grave en los huéspedes normales. Sin embargo, en pacientes con infección avanzada por VIH, es la causa más común de lesiones focales en la masa encefálica.9 Los pacientes con encefalitis por toxoplasma típicamente se presentan en forma subaguda con cefalea, fiebre, cambios en el estado mental y déficits neurológicos focales. Los estudios de imágenes del cerebro revelan lesiones características que realzan en el borde que generalmente son multifocales, pero que pueden ser solitarias en hasta el 30% de los casos. Las lesiones suelen tener menos de 4 cm de diámetro. Las pruebas serológicas para toxoplasma IgG serían útiles, ya que esta prueba tiene una alta sensibilidad para la exposición al toxoplasma. Sin embargo, los anticuerpos pueden perderse en pacientes con inmunosupresión profunda, y la seroprevalencia es más alta en Europa que en los Estados Unidos.10 Estas lesiones mejoran característicamente rápidamente con un tratamiento apropiado.11 Por lo tanto, si el escenario clínico permite la observación, una prueba de agentes antimicrobianos específicos puede ser tanto terapéutico como de diagnóstico.

CONSIDERACIONES DIAGNÓSTICAS
Debido a la lesión cerebral focal que es visible en las imágenes por resonancia magnética, la presencia de infección por VIH cambiaría drásticamente el diagnóstico diferencial y debería analizarse de inmediato. La evidencia circunstancial de la infección avanzada por VIH incluye la anemia macrocítica sin vitamina B12 o deficiencia de folato, la trombocitopenia con esplenomegalia, la linfopenia y los niveles elevados de globulina. Sobre la base del presunto estado de inmunocompromiso de este paciente, la rápida progresión de los síntomas y los hallazgos de la RMN, la lesión cerebral es muy probablemente un absceso.
En pacientes con infección avanzada por VIH, las causas más comunes de lesiones cerebrales focales con efecto de masa son la toxoplasmosis y el linfoma. La tuberculosis y la neurocisticercosis también deben considerarse en pacientes que provienen de regiones donde estas enfermedades son endémicas. En este paciente, las causas más probables de la lesión cerebral son toxoplasmosis o tuberculosis; el linfoma es menos probable. Las pruebas séricas de toxoplasma y tuberculosis no son confiables en pacientes con infección avanzada por VIH. En este paciente, la punción lumbar se excluye, dada la anisocoria y el efecto de masa en el mesencéfalo derecho. Los glucocorticoides pueden atemperar el edema pero pueden comprometer el potencial diagnóstico de una biopsia cerebral, especialmente en el caso del linfoma. La mayoría de los pacientes que reciben tratamiento empírico para toxoplasma mejoran en 2 semanas y, por lo tanto, pueden evitar someterse a una biopsia. Sin embargo, si un paciente empeora rápidamente o no tiene una respuesta al tratamiento empírico para toxoplasma, una biopsia cerebral es esencial para un diagnóstico preciso, muestras para cultivo y sensibilidad microbiana y drenaje terapéutico.

DIAGNÓSTICOS CLÍNICOS PRESUNTIVOS
INSUFICIENCIA HEPÁTICA AGUDA SUPERPUESTA A  HEPATOPATÍA ALCOHÓLICA CRÓNICA.
ABSCESO CEREBRAL DEBIDO A TOXOPLASMA.
INFECCIÓN AVANZADA POR VIH
DISCUSIÓN PATOLÓGICA

El procedimiento de diagnóstico fue una biopsia cerebral, que reveló un proceso inflamatorio necrotizante con varias áreas grandes de necrosis. Las áreas de la muestra de biopsia consistentes en tejido cerebral viable (Figura 3A),  mostró linfocitos dispersos, algunos leucocitos polimorfonucleares, microglia alargada activada y astrocitos reactivos. Además, había muchos organismos redondos u ovales aislados o agrupados en todo el parénquima cerebral (Figura 3A, flecha); estos organismos eran fuertemente inmunorreactivos para un anticuerpo policlonal contra toxoplasma (Figura 3B). Las tinciones especiales y las tinciones inmunohistoquímicas para otros organismos infecciosos, como bacterias, hongos, virus del herpes simple tipo 1 y tipo 2 y citomegalovirus, fueron todas negativas. Los cultivos también fueron negativos.
También se realizó una biopsia hepática (Figura 3C a 3F). El examen de la muestra mostró una esteatosis leve (menos del 5%); diseminación generalizada de hepatocitos, con prominente satelitosis neutrofílica hialina y focal de Mallory; inflamación lobular prominente con linfocitos y neutrófilos; inflamación portal leve y duplicación ductular; y fibrosis en estadio 5 (en una escala de 0 a 6, donde 0 indica normal y 6 cirrosis), en la tinción con tricrómico. Las características generales son consistentes con un diagnóstico de hepatitis tóxica crónica, que en este paciente es compatible con hepatitis alcohólica, con cirrosis en evolución. No se observaron cambios indicativos de hepatitis aguda en el tejido muestreado.




Figura 3 Muestra de Biopsia de Cerebro y Biopsia de Hígado).
Un corte de la muestra de biopsia cerebral teñida con hematoxilina y eosina (Panel A) muestra inflamación, gliosis reactiva y organismos ovales dispersos (flecha). La tinción inmunohistoquímica para toxoplasma (Panel B) teñida positiva (marrón) para muchos organismos. La muestra de biopsia hepática muestra parénquima hepático con desorden de los cordones hepáticos, varios hepatocitos con grasa macrovesicular y células inflamatorias dispersas (Panel C, hematoxilina y eosina). En el Panel D, con el mismo aumento, la tinción con tricrómico de Masson revela fibrosis pericelular prominente en todos los lóbulos hepáticos, con acentuación en la región perivenular (flechas) y fibrosis en puente. A mayor aumento, hay fibrosis pericelular prominente dentro de los lóbulos (flechas del panel E, tinción con tricrómico de Masson). En el panel F y el recuadro (hematoxilina y eosina), una vista a gran aumento muestra varios hepatocitos con grasa macrovesicular en una distribución desigual y hepatocitos dispersos que contienen material eosinófilo amorfo, características consistentes con hialina de Mallory.



MANEJO Y SEGUIMIENTO
Se realizaron pruebas de detección del VIH el día 1 del hospital. Las pruebas estándar de VIH implican dos pasos. La prueba inicial es el ensayo inmunoabsorbente ligado a enzimas (ELISA), que es una prueba extremadamente sensible para el anticuerpo. Si la prueba es positiva, se repite. Si la segunda prueba también es positiva para la presencia de anticuerpos, entonces se realiza el análisis más específico de Western blot para confirmar el diagnóstico. Es importante realizar ambos tipos de pruebas, ya que el ELISA tiene una alta tasa de falsos positivos12,13. En este caso, el ELISA para anticuerpos del VIH fue positivo, y el Western Blot confirmó el diagnóstico. El análisis de los subconjuntos de células T mostró que el recuento total de células T CD4 fue de 78 por milímetro cúbico (16,2%), que cumple con la definición de síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) (es decir, un recuento de células T CD4 menor de 200 por milímetro cúbico). El nivel de ARN del VIH, también conocido como carga viral, era superior a 100.000 copias por mililitro. En conjunto, estos resultados fueron consistentes con la infección por VIH de larga data. Como resultado, el paciente estaba en riesgo extremo no solo de una sino de varias infecciones oportunistas.
El estado mental del paciente disminuyó al mismo tiempo que empeoraba la insuficiencia hepática y renal. A pesar de que el equipo de medicina general le aconsejó extensamente sobre su estado respecto del VIH, fue solo después de varios días de discusión que permitió la revelación a su esposa.
Como parte del tratamiento inicial para la infección por VIH recién diagnosticada, el equipo de medicina ordenó pruebas serológicas para hepatitis B y hepatitis C, una prueba rápida de reagina en plasma para la sífilis y una prueba para antígeno criptocócico, todas las cuales fueron negativas. Un examen oftalmológico fue normal. Anticipándose a la terapia antirretroviral, se realizó la genotipificación del VIH para evaluar la resistencia a los medicamentos 14 y se realizó tipado tisular para HLA B5701 para determinar si el paciente estaba en riesgo de hipersensibilidad al abacavir15,16.
Las pruebas serológicas para toxoplasmosis fueron negativas para IgM y positivas para IgG, hallazgos consistentes con infección previa. Por lo tanto, la presentación clínica y los hallazgos en este caso fueron consistentes con una reactivación de la toxoplasmosis en un paciente con SIDA.
El tratamiento de primera línea para la toxoplasmosis cerebral incluye pirimetamina y sulfadiazina, 17 con ácido folínico (leucovorina) para reducir los efectos adversos hematológicos de los agentes antimicrobianos. La sulfadiazina a menudo está contraindicada en casos de insuficiencia renal, y este paciente tenía un nivel elevado de creatinina, a 2 mg por decilitro. Sin embargo, la preocupación sobre la gravedad de su presentación provocó que se aplicara igualmente  tratamiento con pirimetamina, sulfadiazina y ácido folínico y una estrecha vigilancia de su función renal. La administración de glucocorticoides se suspendió.
Desafortunadamente, la función renal del paciente continuó empeorando; por lo tanto, la sulfadiazina se suspendió en el día 3 del postoperatorio. Se inició tratamiento de segunda línea, que involucró la administración de clindamicina, pirimetamina y ácido folínico. En ausencia de tratamiento con sulfadiazina, se añadió atovacuona para la profilaxis contra la neumonía por Pneumocystis jiroveci, ya que el recuento de células T CD4 del paciente estaba por debajo de 200 por milímetro cúbico.
El paciente fue dado de alta a casa en el día 9 postoperatorio para completar un ciclo de 6 semanas de clindamicina, pirimetamina y ácido folínico para la toxoplasmosis cerebral. La atovacuona se continuó para la profilaxis contra la neumonía por P. jiroveci. Se ha demostrado que la iniciación temprana de la terapia antirretroviral en pacientes con algunas infecciones oportunistas mejora los resultados18; por lo tanto, este paciente debía comenzar la terapia antirretroviral de manera ambulatoria cuando los resultados de la genotipificación del VIH y la tipificación tisular HLA-B5701 estaban disponibles y su función renal y función hepática se habían estabilizado.
Después del alta, el paciente pasó 4 días en casa, cuidado por su esposa. Le preocupaba que su ictericia aumentaba y lo llevó a su médico de atención primaria. Las investigaciones de laboratorio revelaron un avance en la insuficiencia hepática y renal, lo que provocó la readmisión en el primer hospital.
En la readmisión, se desarrolló una falla progresiva en el sistema nervioso central, hepático y renal. El nivel total de bilirrubina fue de 35.0 mg por decilitro, el nivel de creatinina de 4.7 mg por decilitro y el tiempo de protrombina de 15.9 segundos; la encefalopatía persistió a pesar del tratamiento con lactulosa. El puntaje  Model for End-Stage Liver Disease score (MELD) del paciente para enfermedad hepática en etapa terminal (que oscila entre 6 y 40, con puntajes más altos que indican enfermedad más grave), ajustado por hepatitis alcohólica, fue 37, lo que corresponde a una tasa de mortalidad del 83%  a los 90 días. Al día siguiente, la función renal empeoró, con un nivel de creatinina sérica aumentando a 8.5 mg por decilitro, un aumento que se creyó secundario a  síndrome hepatorrenal. A través de conversaciones con la esposa y la familia del paciente y en vista del mal pronóstico clínico del paciente y de no ser candidato para trasplante de hígado, se decidió que los objetivos de su cuidado deberían ser solo paliativos. El paciente murió en el hospital el día 3, antes de que pudiera ser trasladado a un centro para pacientes internados.
Para terminar digamos que los reservorios a partir de los cuales  ocurre la reactivación de la toxoplasmosis son principalmente dos: el miocardio, por lo que la reactivación de la toxoplasmosis es un problema en los receptores de trasplantes cardíacos y  el cerebro.
Queda una pregunta referida a  si era necesaria la biopsia cerebral en este paciente que tenía un diagnóstico conocido de infección por VIH con un recuento de células T CD4 de 78 por milímetro cúbico y una lesión que realzaba en el borde, o si hubiese sidoposible un tratamiento empírico. La  respuesta podría surgir del siguiente dato: cuando el paciente está relativamente estable y no tiene un riesgo inmediato de compromiso neurológico permanente, un ensayo de terapia antitoxoplasmosis puede ser útil, particularmente cuando las pruebas para toxoplasma IgG son positivas, la lesión está en un lugar inaccesible, y no hay sugerencia de otros procesos. Existe un algoritmo publicado para el diagnóstico de lesiones de masa focal en pacientes con infección avanzada por VIH que incorpora factores tales como si el paciente ya está tomando trimetoprim-sulfametoxazol (reduciendo la probabilidad de toxoplasmosis) o si se detecta EBV en el líquido cefalorraquídeo ( el riesgo de linfoma) .9

DIAGNÓSTICOS ANATÓMICOS
ENFERMEDAD HEPÁTICA ALCOHÓLICA CON FIBROSIS.
ABSCESO CEREBRAL DEBIDO A TOXOPLASMA.
INFECCIÓN AVANZADA POR VIH





Traducción de
A 45-Year-Old Man with a History of Alcohol Abuse and Rapid Cognitive Decline
Tracey A. Cho, M.D., Mykol Larvie, M.D., Ph.D., Di Tian, M.D., Ph.D., and Mari Mino-Kenudson, M.D.
N Engl J Med 2012; 366:745-755February 23, 2012


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TETANIA POST TIROIDECTOMÍA

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El Dr. Andrés Guastar envía estos videos con el siguiente texto:

Buenos días Dr, comparto este vídeo con autorización de la paciente para el rincón.

Paciente de 47 años con antecedente de tiroidectomia, consulta por cuadro de espasmos musculares, EKG de ingreso QTc de 513ms, y el siguiente hallazgo al exámen físico (video)

Muchas gracias por los videos Andrés. Evidentemente los hallazgos se relacionan  manifestación de tetania en relación a su cirugía previa. Es un hallazgo bastante prevalente siguiendo a las tiroidectomías totales como consecuencia que no se puede evitar la paratiroidectomía que suele ir involucrada en el tejido graso peritiroideo. En algunas series la incidencia de tetania post tiroidectomía es cercana al 50%!!! y en un 10% de los casos puede llegar a ser permanente. Es muy importante la experiencia del cirujano ya que en manos experimentadas la incidencia es de menos del 2% y casi siempre transitoria. Sería importante saber cuánto tiempo hace de la tiroidectomía ya que con el tiempo suele  en general ir mejorando esta sintomatología por supuesto con tratamiento de altas dosis de vitamina D y calcio. Se puede ver claramente el signo de Chvostek al percutir la región lateral de la cara cercana al tronco del nervio facial  generando un espasmo muscular que en este caso involucra la musculatura peribucal y periorbitaria. También se observa signo de Trousseau en la musculatura de la muñeca y la mano. Se puede ver claramente la aducción del pulgar, y la flexión de la articulación de la muñeca y de las metacarpofalángicas. Hay que decir que el signo de Trousseau es más específico que el de  Chvostek para hipocalcemia. 












VARÓN DE 79 AÑOS CON DOLOR Y DEBILIDAD EN PIERNAS.

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Un hombre de 79 años ingresó al hospital debido a dolor y debilidad en las piernas.
El paciente tenía múltiples problemas médicos, pero había estado en su estado de salud habitual hasta 6 días antes de la admisión, cuando comenzó con dolor generalizados progresivos  y  hormigueos  en ambas piernas. Tres días antes de la admisión, apareció debilidad en ambas piernas la cual empeoró gradualmente llegando a presentar dificultades para caminar. En la mañana de la internación, no pudo levantarse de la cama. Su esposa llamó a servicios médicos de emergencia y lo llevaron al departamento de emergencias del hospital.
El paciente no tenía fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, dolor de pecho, síntomas respiratorios, náuseas, vómitos, cambios en los hábitos urinarios, trastornos esfinterianos,  sangrado rectal o anestesia en silla de montar  y no tenía antecedentes de traumatismo , caídas, contacto con personas enfermas o viajes recientes. Ocho días antes del ingreso, se realizó esofagogastroduodenoscopia por anemia por deficiencia de hierro, con la administración de meperidina y midazolam; se observaron erosiones duodenales no hemorrágicas múltiples; la prueba para Helicobacter pylori fue negativa. El paciente tenía una larga historia de dolor en las piernas que asociaba con la actividad de caminar y que se aliviaba con el descanso, que fue atribuido a  claudicación intermitente, pero que el paciente sabía diferenciar bien  de sus síntomas actuales que eran completamente diferentes. El paciente había tenido  diabetes mellitus, hipertensión e hiperlipidemia durante más de 10 años, así como enfermedad vascular periférica, glaucoma, hipotiroidismo, deficiencia de vitamina D, estreñimiento crónico, retención urinaria debido a hipertrofia prostática (para lo cual se realizó una resección prostática transuretral 3 años antes), y durante los últimos 6 años, empeoramiento de su enfermedad renal crónica (etapa 3 de 5) (Tabla 1)








Tabla 1. a y b Datos de laboratorio. En la tabla se muestran en las columnas de izquierda a derecha los valores normales de referencia y a continuación los valores del paciente 9 meses antes, 3 meses antes de la internación actual, los valores del día de la internación, y los correspondientes a los laboratorios de los días 2, 3, 5, 6 y 7.

Había tenido un adenoma colónico benigno en la colonoscopia de rutina 3 años antes y una prueba cutánea de tuberculina positiva en el pasado remoto, con radiografías de tórax negativas. Tenía un historial de incumplimiento de los medicamentos, pero recientemente se había vuelto más adherente, debido a una enfermera visitante y medicamentos preempaquetados provistos por la farmacia. Los medicamentos diarios al ingreso incluían lisinopril (20 mg), amlodipina (10 mg), metoprolol (200 mg), hidralazina (100 mg en dosis divididas), furosemida (40 mg), doxazosina (8 mg), simvastatina (40 mg al día desde hacía 9 meses, previamente 20 mg diarios durante 1,5 años), finasterida (5 mg), levotiroxina (88 μg), sulfato ferroso (325 mg), sulfonato de poliestireno sódico (30 g), aspirina (81 mg) e insulina glargina (70 U); otros medicamentos fueron gemfibrozil (600 mg dos veces al día durante 2.5 años), ergocalciferol (50,000 U dos veces al mes), lactulosa (20 g según sea necesario para el estreñimiento) y gotas para los ojos de travoprost. Él no tenía alergias conocidas. Había nacido en México, e inmigrado a los Estados Unidos hacía más de dos décadas, y vivía con su esposa; hablaba principalmente español y era analfabeto. Era retirado de una empresa de servicios, con posible exposición a solventes de limpieza. Era un antiguo fumador, bebía alcohol con moderación y no usaba drogas ilícitas. Su madre y su hermana habían tenido diabetes mellitus.
En el examen, el paciente era obeso, de buen aspecto físico, ansioso y con tendencia al llanto. La temperatura era de 37 ° C, la presión arterial de 150/72 mm Hg, el pulso de 86 latidos por minuto, la frecuencia respiratoria de 20 respiraciones por minuto y la saturación de oxígeno del 99% mientras respiraba  aire ambiente. El examen físico general era normal. En el examen realizado por un neurólogo, la fuerza en ambos brazos fue de 5 de 5; la fuerza en los músculos cuádriceps, isquiotibiales, tibial anterior y extensor deldedogordo era 3 de 5 a la izquierda y 2 de 5 a la derecha. La marcha no pudo ser evaluada por la debilidad. Los reflejos disminuidos de forma difusa y los reflejos plantares fueron equívocos. El resto del examen neurológico fue normal.
El recuento de plaquetas y las pruebas de coagulación fueron normales, al igual que los niveles sanguíneos de proteína total, albúmina, globulina, bilirrubina total y directa, calcio, calcio ionizado, fosfatasa alcalina, ácido láctico, lipasa y propéptido N-terminal del péptido natriurético de tipo B. El cribado de la sangre en busca de troponina I y toxinas fue negativo; otros resultados se muestran en la Tabla 1. El análisis de orina reveló orina marrón turbia con un pH de 6.0, densidad de 1.010, 2+ albúmina, 3+ sangre oculta, 0 a 2 glóbulos rojos y blancos por campo de alta potencia, 3 a 5 cilindros hialinos y de 10 a 20 cilindros granulares por campo de baja potencia, muy pocas células tubulares renales, cristales amorfos y mucina. Un electrocardiograma fue normal. Una radiografía de tórax era normal. La tomografía computarizada (TC) de la cerebro, realizada sin administración de material de contraste, reveló hipoatenuación periventricular inespecífica y opacificación parcial de las celdillas aéreas mastoides izquierdas y la cavidad del oído medio, con un nivel aire-líquido dentro del seno maxilar izquierdo. Lisinopril, simvastatin y gemfibrozil se suspendieron; se continuaron los otros medicamentos del paciente y se inició la administración de dextrosa, bicarbonato y cristaloides intravenosos. Fue admitido en el servicio médico.
Durante los siguientes 3 días, se agregaron heparina y epoetina alfa, y se administraron furosemida y líquidos intravenosos para mantener la producción de orina. Los cultivos de sangre y orina fueron negativos. Los estudios de conducción nerviosa fueron esencialmente normales; no había evidencia de polineuropatía sensitivomotora axonal o desmielinizante. La electromiografía (EMG) mostró descargas miotónicas breves y potenciales de unidades motoras cortas, polifásicas y de reclutamiento temprano en el deltoides y el bíceps izquierdos. La ecocardiografía reveló leve regurgitación mitral y tricúspide y, por lo demás, era normal. El nivel de ácido metilmalónico era normal y la detección de toxinas en la orina fue negativa.
En el tercer día de internación, presentó distensión abdominal y dolor. Una radiografía abdominal mostró numerosas asas de intestino llenas de gas, consistentes con íleo. La TC del abdomen y  pelvis, sin el uso de material de contraste, no reveló evidencia de obstrucción intestinal. Se colocaron tubos nasogástricos y rectales, con lo cual mejoró la distensión abdominal y el dolor. Los niveles sanguíneos de tirotropina, ferritina, vitamina B12 y ácido fólico fueron normales. La prueba de anticuerpos antinucleares fue positiva a una dilución de 1: 160, en un patrón moteado, y la prueba de anticuerpos contra Ro (SSA) fue positiva (115.24 unidades de densidad óptica, rango de referencia, 0 a 19.99); la prueba de otros autoanticuerpos fue negativa. Otros resultados de prueba se muestran en la Tabla 1.
El quinto día, el nivel sanguíneo de γ-glutamil transpeptidasa fue normal y una muestra de orina al azar reveló un nivel de creatinina de 0.6 mg por mililitro y un nivel de proteína de 1550 mg por litro (rango de referencia, 0 a 135). Los resultados de las pruebas serológicas para el virus de la hepatitis A fueron consistentes con exposición pasada; la prueba de virus de hepatitis B y C fue negativa. Otros resultados de la prueba se muestran en la Tabla 1. La sensibilidad y la debilidad muscular persistieron; en el séptimo día, la fuerza era de 1 a 2 de 5 en las piernas y 3 de 5 en los brazos.

IMÁGENES
Una radiografía abdominal obtenida para investigar la causa del dolor abdominal y la distensión reveló numerosas asas dilatadas de intestino delgado y grueso (Figura 1A).
Una  TC del abdomen y pelvis, realizada sin el uso de material de contraste intravenoso debido a niveles elevados de creatinina en sangre, mostró asas de intestino de calibre normal, sin evidencia de obstrucción (Figura 1B). Ambos riñones eran pequeños, con tejido adiposo perinéfrico leve, características consistentes con la enfermedad del parénquima renal crónica.






Figura 1.
Una radiografía abdominal (Panel A) muestra asas dilatadas llenas de aire en el intestino delgado (flechas) y en intestino grueso (puntas de flecha). La proporcionalidad de la distensión y el grado de afectación son más sugerentes de íleo adinámico que de obstrucción mecánica. Una imagen de TC axial sin la administración de material de contraste (Panel B) muestra asas de intestino de calibre normal (flechas), sin evidencia de obstrucción. Ambos riñones son pequeños (puntas de flecha), característica consistente con la presencia de enfermedad parenquimatosa renal crónica.


En el octavo día, se realizó un procedimiento de diagnóstico.


DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Este paciente presentó debilidad generalizada, que puede ser consecuencia de una lesión del sistema nervioso en cualquier nivel, desde la corteza cerebral hasta la fibra muscular. Primero debemos definir dónde reside el proceso patológico primario, ya que cada nivel de compromiso del neuroeje sugiere un diagnóstico diferencial específico. Definir la anatomía es la clave para identificar la causa.

LESIÓN CENTRAL O PERIFÉRICA
Lo primero que debe determinarse es si  la lesión es de origen central o periférico. El origen  central abarca desde  la corteza cerebral, el tallo cerebral y la médula espinal. En este caso, una localización cortical sería poco probable. La debilidad que involucra ambos brazos y ambas piernas implicaría una lesión en una gran área de la corteza en ambos hemisferios, lo que casi con toda seguridad produciría un deterioro de la conciencia, que no está presente en este paciente. Las lesiones del tronco encefálico a menudo afectan la conciencia, producen déficits en la función de los  nervios craneales y provocan alteraciones de la sensibilidad o coordinación; ninguna de estas características se informan en este paciente. Finalmente, las lesiones de la médula espinal a menudo producen signos y síntomas sensoriales y alteración de la función intestinal y de la vejiga, que no se mencionan en este caso. Por lo tanto, un origen central parece poco probable.

TRASTORNOS PERIFÉRICOS
Al considerar los trastornos periféricos, es útil comenzar con una disección conceptual de la unidad motora. La unidad motora periférica consiste en un cuerpo celular en el asta anterior de la médula espinal, su axón principal y arborizaciones terminales, las uniones neuromusculares en la interfaz nervio-músculo y las fibras musculares. La debilidad generalizada puede resultar de procesos de enfermedad que involucren cualquier nivel de la unidad motora periférica, y cada nivel sugiere posibilidades diagnósticas específicas. Las pistas a menudo son proporcionadas por el examen físico.


EXAMEN FÍSICO
Primero, ¿cuál es el patrón de debilidad? ¿Es proximal o distal? Aunque existen excepciones importantes, la debilidad que es predominantemente proximal suele ser indicativa de un trastorno miopático, y la debilidad que es predominantemente distal indica una afección neuropática. La debilidad segmentaria que involucra miotomas seleccionados en una distribución multifocal puede implicar una neuronopatía motora (trastorno de las células del asta anterior). La debilidad fatigosa específica ocasionadas por la realización de tareas o actividad física hace sospechar un trastorno de la transmisión neuromuscular. En el caso actual, la debilidad inicialmente se limitó a las piernas, tanto a nivel distal como proximal. La debilidad fue progresiva y el día 7 involucró también los brazos. No se presenta información detallada sobre el patrón de debilidad, pero parece ser una debilidad generalizada que involucra tanto a los músculos proximales como a los distales. En sí mismo, esta información brindada en la historia no ayuda a nuestros esfuerzos de localización.
El examen de la sensibilidad también proporciona evidencia importante. Los resultados de las pruebas de sensibilidad suelen ser anormales en pacientes con neuropatías y normales en pacientes con afecciones miopáticas, trastornos de la transmisión neuromuscular y enfermedades que afectan a las células del asta anterior. El examen de la sensibilidad proporciona cierta información en este caso. Aunque se dice que el paciente presentó  parestesias  en forma de hormigueos 6 días antes de la internación, no se mencionaron más los síntomas sensitivos durante las siguientes 2 semanas y no consta que en los dos exámenes neurológicos realizados se documentara  alguna alteración de la sensibilidad. Esto implicaría un síndrome predominantemente motor, haciendo menos probable una condición neuropática generalizada.
Finalmente, el examen de los reflejo puede proporcionar información discriminatoria. Los reflejos suelen estar disminuidos o ausentes en las neuropatías generalizadas, en ocasiones desproporcionadas en relación con el grado de debilidad. Inversamente, los reflejos se conservan relativamente en las miopatías, a menos que la condición sea bastante avanzada. En los trastornos de la transmisión neuromuscular, los reflejos generalmente se conservan en la miastenia gravis, pero se reducen en el síndrome miasténico de Lambert-Eaton. Los reflejos pueden acentuarse o deprimirse en los trastornos neuromusculares, según el contexto clínico. Con respecto a este paciente, hay una sola referencia en la historia acerca de los reflejos que dice que estaban  difusamente disminuidos en el momento de la internación. No está claro si los reflejos estaban disminuidos o ausentes, y no sabemos cómo evolucionaron los reflejos con el tiempo. Una transición de reflejos normales o hiporreflexia relativa a un estado de arreflexia durante un período de 2 semanas proporcionaría una fuerte evidencia de la relevancia del examen de los reflejos. Además, hay que tener en cuenta que en este paciente el examen de los reflejos podría plantear confusión debido a la diabetes de larga data y a la posibilidad de una neuropatía diabética subclínica. Dados estos factores, es difícil interpretar la importancia del examen de los reflejos como se establece.
Aunque los datos son limitados, el examen indica un síndrome predominantemente motor que es tanto generalizado como progresivo. La ausencia de signos y síntomas sensitivos disminuye la probabilidad de una neuropatía. En consecuencia podemos enfocar este cuadro como consecuencia de una enfermedad del músculo, de launión neuromuscular y de las células de las astas medulares anteriores. 

DATOS DE LABORATORIO
Los datos de laboratorio proporcionan pistas adicionales. Sin lugar a dudas, lo más notable es el nivel de creatina quinasa, medido de 37.479 U por litro en la admisión. Esta única observación argumenta fuertemente a favor de un proceso miopático. Los trastornos de la transmisión neuromuscular no producen elevaciones en el nivel de la creatina quinasa. Aunque las enfermedades de  la neurona motora inferior pueden estar asociadas con un ligero aumento en el nivel de creatina quinasa, nunca producen elevaciones tan llamativas.
En este punto, la revisión de las pruebas del  electrodiagnóstico serían útiles.

ESTUDIOS DE ELECTRODIAGNÓSTICO
Se realizó un estudio electrodiagnóstico portátil junto a la cama. La evaluación electrodiagnóstica es una extensión del examen clínico y tiene dos componentes principales. Los estudios de la conducción nerviosa, que  evalúan la función de los nervios sensoriales y motores, y el examen con aguja o EMG, que  evalúa el músculo en reposo y durante la contracción leve. El EMG evalúa la función y la estructura de la unidad motora y ayuda a localizar la debilidad a un nivel particular de la unidad motora.
Los estudios de electrodiagnóstico provocaron respuestas normales del nervio sensorial (sural y radial superficial) y del nervio motor (tibial, peroneo y cubital) y la latencia de la onda F tibial (que indica la función del segmento más proximal de la fibra motora) fue también normal. Estos resultados normales apuntan alejan la probabilidad de un trastorno de los nervios periféricos. El  EMG en músculos seleccionados (distal y proximal) del brazo y de la pierna mostraron anomalías en el bíceps y el deltoides. Cuando se examinaron estos músculos en reposo, había actividad espontánea anormal en forma de potenciales de fibrilación leves y descargas miotónicas menguantes y decrecientes (Figura 2A y 2B), características sugestivas de irritabilidad de la membrana muscular.
La primera forma de onda (Panel A, fila superior) muestra el inicio de la descarga miotónica. Las formas de onda secuenciales muestran una velocidad decreciente y una disminución de la amplitud de la descarga a lo largo del tiempo (filas central e inferior) hasta el final de la descarga (Panel B). Las líneas horizontales de puntos denotan un marco de tiempo (10 mseg entre puntos) y las líneas verticales de puntos denotan amplitud (50 μV entre puntos).





Figure 2.  Examen con aguja-electrodo del músculo en reposo.Músculo mostrando descargas descargas miotónicas decrecientes.
La primera onda (panel  A, trazado superior), muestra el inicio de la descarga miotónica. Las ondas secuenciales muestran una tasa decreciente y una disminución de amplitud a lo largo del tiempo (trazado del medio e inferior), hasta las ondas finales (panel B) Las líneas punteadas muestran el marco de tiempo  (10 mseg entre dos puntos), y las líneas verticales denotan la amplitud  (50 μV entre puntos).




Durante la actividad voluntaria de leve a moderada, los potenciales de la unidad motora mostraron reclutamiento temprano y de corta duración, baja amplitud y forma polifásica. En un patrón de reclutamiento temprano, muchas más unidades motoras se liberan de lo esperado por la fuerza de contracción, un fenómeno que se observa de forma característica en trastornos musculares que involucran un número normal de unidades motoras pero un complemento reducido de fibras musculares intactas para cada unidad. Los hallazgos EMG para este paciente, por lo tanto, fueron indicativos de un proceso miopático con irritabilidad de la membrana.


Los resultados de las pruebas de EMG son útiles de dos maneras. En primer lugar, confirman La sospecha de una miopatía y hacen improbable un proceso neuropático o de motoneurona generalizado. Igualmente importante es el hallazgo de actividad espontánea anormal. La reducción en la amplitud y duración de los potenciales de la unidad motora se observa en la mayoría de las miopatías, pero la irritabilidad difusa de la membrana muscular es característica de solo unas pocas: miopatías inflamatorias, miopatías tóxicas o necróticas, miopatías distróficas y miopatías metabólicas y congénitas seleccionadas. En este paciente, los procesos tóxicos e inflamatorios son los principales diagnósticos diferenciales. La diferenciación entre estas dos categorías tiene implicancias para el tratamiento.

MIOPATÍA TÓXICA
De los dos tipos de miopatía considerados, la lesión tóxica sería la más probable, con una atención particular centrada en el papel de los inhibidores de la 3-hidroxi-3-metilglutaril coenzima A (HMG-CoA) reductasa (es decir, estatinas). Las mialgias son reportadas por 10 a 20% de los pacientes que toman estatinas, pero la incidencia de miotoxicidad severa (un nivel de creatina quinasa que excede 10 veces el límite superior del rango normal, asociado con síntomas musculares que conducen a hospitalización) se estima en 0.1 a 1.0 %,  o 0.4 a 1.1 por 10,000 pacientes-años. Los factores de riesgo para el desarrollo de una miopatía asociada a estatina incluyen medicamentos concurrentes (p. Ej., Fibratos y bloqueantes de los canales de calcio), edad avanzada, hipotiroidismo, disfunción hepática y un alto índice de masa corporal,  cuatro de los cuales tenía este paciente.
El riesgo de una miopatía inducida por estatinas depende de la dosis, y el riesgo entre los pacientes que reciben terapia de dosis alta es más alto en un factor de 10 que el riesgo entre los pacientes que reciben dosis más moderadas; la simvastatina puede ser particularmente notoria a este respecto. Por lo tanto, cualquier medicamento concurrente que pueda aumentar el nivel plasmático de una estatina al modificar su biodisponibilidad puede en teoría promover la lesión muscular. Los medicamentos que compiten con el sistema del citocromo P-450 podrían aumentar la miotoxicidad de las estatinas. La simvastatina es metabolizada por la isoenzima CYP3A4. Una serie de casos informó un aumento en el riesgo de miopatía con la combinación de simvastatina y otro  inhibidor de CYP3A4.5  Al menos tres de los medicamentos que tomaba este paciente (amlodipina, doxazosina, and finasteride) usan esta vía.  Así, lamedicación concomitante de este paciente lo hacía particularmente vulnerable a los efectos miotóxicos de la simvastatina.  El  Gemfibrozil poseeun problema adicional dado que interfiere con la captación hepática de simvastatina a través de la inhibición del sistema de anión orgánico  transportador de polipéptidos que aumentan los niveles de simvastatina. Gemfibrozil también inhibe an additional problem, since el CYP2C8, otra isoenzima que afecta el metabolism de la simvastatina.La terapia asociada de simvastatuna gemfibrozil está asociada con un aumento del riesgo de miopatía.En un estudio, 6 la incidencia promedio de rabdomiolisis por 10000 pacientes aumentó de 0.49 a 18.73.

MIOPATÍA INFLAMATORIA
Las miopatías inflamatorias (dermatomiositis, polimiositis y miositis por cuerpos de inclusión) también pueden producir el patrón electrofisiológico visto en este caso. Existe una asociación entre las miopatías inflamatorias y la enfermedad reumatológica, y este paciente tiene niveles elevados de anticuerpos antinucleares y anticuerpos anti-Ro. Sin embargo, la presentación clínica de este paciente no sugiere una miopatía inflamatoria. Estos trastornos generalmente evolucionan en forma subaguda, o en el caso de la miositis por cuerpos de inclusión, crónicamente. Existen informes de trastornos neuromusculares subyacentes insospechados que las estatinas desenmascaran. Esta es una posibilidad que no se puede descartar.

MIOPATÍA NECROTIZANTE  INMUNO MEDIADA POR ESTATINAS
Una consideración final es una miopatía necrotizante mediada por el sistema inmunológico, en la que los niveles elevados de creatina cinasa y la debilidad muscular proximal persisten o progresan, a pesar de la interrupción de la estatina.7,8 Las muestras de biopsia muscular de dichos pacientes muestran necrosis muscular pero no inflamación, y la los pacientes pueden responder a una terapia inmunosupresora intensiva, apoyando un mecanismo mediado por el sistema inmune desencadenado por las estatinas. Recientemente, se han descrito autoanticuerpos contra HMG-CoA reductasa7,9 en tales pacientes; estos autoanticuerpos no se encontraron en usuarios de estatinas asintomáticos o en pacientes con mialgias asociadas a estatinas. Si los estudios posteriores muestran una sensibilidad y especificidad favorables, las pruebas para detectar estos anticuerpos finalmente pueden diferenciar entre pacientes que mejorarán después de la interrupción de la estatina y aquellos que necesitarán terapias inmunomoduladoras. Sobre la base de los datos disponibles, no es posible diferenciar entre estas dos posibilidades en este paciente. Sin embargo, la debilidad del paciente y los niveles elevados de creatinina quinasa se desarrollaron en el contexto del uso activo de estatinas, lo que favoreció la miotoxicidad directa.
RESUMEN
El próximo paso más razonable en este caso sería obtener una muestra de biopsia muscular para distinguir entre procesos tóxicos e inflamatorios. Los procesos inflamatorios podrían ser susceptibles de intervención inmunomoduladora. Sobre la base de los datos disponibles, me gustaría anticipar la presencia de fibras necróticas y la ausencia de cambios inflamatorios en el músculo o los vasos.

DIAGNOSTICO CLINICO
MIOPATÍA TÓXICA RELACIONADA  CON ESTATINAS.



DISCUSIÓN PATOLÓGICA
El procedimiento de diagnóstico fue una biopsia del músculo cuádriceps derecho. Cuando se realiza una biopsia muscular, la primera pregunta generalmente formulada es si el proceso de la enfermedad es neuropático o miopático. En este caso, dado que las pruebas sugerían un trastorno muscular primario, el objetivo era diferenciar entre procesos distróficos, inflamatorios, metabólicos, tóxicos e inducidos por fármacos. El patólogo divide la muestra de biopsia muscular en tres partes: una se congela rápidamente para análisis histoquímicos y microscópicos de luz, una se procesa para microscopía electrónica y una se congela y se almacena a -80 ° C para análisis bioquímicos u otros análisis.
Los cortes congelados de la muestra de este paciente se tiñeron con hematoxilina y eosina y revelaron una mayor variación en los diámetros de las fibras, pero no células inflamatorias y muchas fibras musculares necróticas (Figura 3A).
La tinción tricrómica no mostró evidencia de fibrosis, descartando un proceso distrófico. La inmunotinción para CD68, un marcador de macrófagos, confirmó la presencia de miofagocitosis, con macrófagos que invaden las fibras necróticas (Figura 3B). La tinción para complejo de ataque de membrana, que se asocia con dermatomiositis, se limitó a las fibras necróticas (Figura 3C). Las secciones embebidas en Epon que tenían un grosor de 1 μm revelaron una pérdida de estrías cruzadas, lo que confirma el daño a los miocitos (Figura 3D). El examen microscópico de electrones reveló restos membranosos debajo del sarcolema y alrededor del núcleo, así como bandas Z en desintegración, lo que indica daño celular activo (Figura 3E).




Figura 3 Muestra  de Biopsia Muscular).
Un corte transversal congelada de músculo del paciente (panel A, hematoxilina y eosina) muestra una mayor variación en los diámetros de fibra en comparación con un músculo normal (recuadro). Algunas fibras no tienen núcleos sarcolemales (flechas, compárense con las fibras que se muestran en el recuadro), lo que indica una necrosis de miofibra. La inmunotinción para el anticuerpo CD68, un marcador de macrófagos (Panel B), revela macrófagos que invaden un miocito necrótico (flechas). La tinción para el complejo de ataque de membrana (Panel C) resalta las fibras necróticas (marrones) pero no mancha los vasos sanguíneos, como se vería en la dermatomiositis o la polimiositis. Una sección muscular embebida en Epon de 1 μm de grosor y fijada con glutaraldehído y tetróxido de osmio (Panel D) muestra una pérdida de estriaciones cruzadas y núcleos sarcolemales, así como una leve infiltración de grasa, características compatibles con la miopatía. Una micrografía electrónica de una sola célula muscular (Panel E) muestra la desintegración de las bandas z (flechas) y la acumulación de material membranoso denso en electrones (punta de flecha) debajo del sarcolema y alrededor del núcleo, indicando las etapas iniciales de la degradación de la masa muscular.




Estos hallazgos establecen el diagnóstico de una miopatía necrotizante no inflamatoria que es consistente con la exposición a estatinas. La miopatía necrotizante después de la exposición a estatinas puede ser mediada inmunológicamente 8,10,11 en asociación con un autoanticuerpo sérico.7 El examen de las muestras de biopsia muscular en estos casos muestra evidencia de inflamación en solo una minoría de las muestras, pero según los informes, hay datos -regulación de los principales antígenos de clase I del complejo de histocompatibilidad, detectable mediante análisis inmunohistoquímico; tal tinción no se hizo en este caso.12
Es algo sorprendente que haya tan poca respuesta obvia del tejido en este músculo, 14 días después del inicio de la debilidad y 8 días después del cese de las estatinas. Hubiese sido  esperable ver más evidencia de regeneración y más infiltración de macrófagos en esta etapa.

EVOLUCIÓN
La función intestinal del paciente se recuperó, y las sondas nasogástrica y rectal se retiraron en el hospital el día 10. Los niveles de creatina quinasa disminuyeron gradualmente y volvieron a la normalidad al momento del alta, el día 15. Su fuerza muscular también mejoró lentamente. Un consultor de reumatología pensó que su miopatía probablemente no tenía una causa reumatológica. Desafortunadamente, su función renal no se recuperó y la hemodiálisis comenzó el día 11 del hospital. El paciente fue dado de alta para rehabilitación y recuperó la fuerza muscular completa, pero tuvo progresión a la enfermedad renal en etapa terminal y permanece en hemodiálisis.

PREGUNTAS:
¿El íleo se debió a la miopatía relacionada con estatinas?
No, aunque la causa exacta no está clara. El paciente puede haber tenido una neuropatía autonómica asociada con diabetes, pero estaba bastante enfermo y había múltiples factores de confusión.


CONSEJOS A LOS PACIENTES QUE TOMAN ESTATINAS
Cuando un paciente en terapia con estatinas presenta dolor odebilidad, es fundamental solicitar creatina cinasa y si está alta suspender  el medicamento antes de que ocurran complicaciones graves. El curso de este paciente fue rápido y el estudio fue eficiente, por lo que no parece que el paciente o los médicos hayan hecho nada mal, y sin embargo, el paciente terminó en diálisis. ¿Cómo debemos aconsejar a los pacientes que necesitan estatinas?
Afortunadamente, las miopatías graves relacionadas con estatinas son raras. Además, este paciente albergaba varios factores de riesgo asociados que lo hacían vulnerable a los efectos miotóxicos de las estatinas. Para la mayoría de los pacientes, los medicamentos con estatinas se pueden tomar de forma segura, aunque es aconsejable mantenerse alerta a los riesgos que presentan los medicamentos concomitantes.

DIAGNÓSTICO ANATÓMICO
MIOPATÍA NECROTIZANTE NO INFLAMATORIA COMPATIBLE CON LA EXPOSICIÓN A ESTATINAS.


Traducción de:
A 79-Year-Old Man with Pain and Weakness in the Legs
William S. David, M.D., Ph.D., David A. Chad, M.D., Avinash Kambadakone, M.D., and E. Tessa Hedley-Whyte, M.D.
N Engl J Med 2012; 366:944-954March 8, 2012


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VARÓN DE 53 AÑOS CON ENFERMEDAD DE CROHN, DIARREA, FIEBRE Y BACTERIEMIA.

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Un hombre de 53 años con enfermedad de Crohn que estaba recibiendo terapia inmunosupresora ingresó al hospital debido a diarrea, fiebre y bacteriemia.
El paciente había estado en su estado de salud habitual hasta 2 días antes de la admisión, cuando despertó con malestar general y dolor de cabeza. Sus síntomas mejoraron transitoriamente hasta el final de la tarde, cuando se produjo dolor abdominal agudo y fluctuante y cuatro episodios de diarrea urgente, incontrolable y sin sangre. Esa noche, el malestar general empeoró y su temperatura subió a 39.8 ° C. A las 5 a.m., tomó paracetamol (500 mg). Más tarde esa mañana, llamó a su médico quien le aconsejó que fuera al hospital.
En la evaluación en elhospital, afirmó que sus síntomas habían mejorado y que no tenía dolor. La temperatura era 36.1 ° C, la presión sanguínea 107/71 mm Hg, y el pulso 85 latidos por minuto. El resto del examen era normal. Los niveles de plaquetas y amilasa en sangre, lipasa, fosfatasa alcalina y aspartato aminotransferasa fueron normales; otros resultados de prueba se muestran en la Tabla 1





Tabla 1 Datos de laboratorio



Se obtuvieron cultivos de sangre y el paciente regresó a casa. Más tarde esa misma tarde, su temperatura subió a 38.3 ° C. Llamó a su gastroenterólogo que le recetó amoxicilina-clavulánico. Al día siguiente, se informó que los cultivos de sangre eran positivos. Le dijeron que regresara al hospital y fue admitido.
Al ingreso, el paciente informó un dolor de garganta leve que atribuyó a alergias; no tenía rigidez de nuca, fotosensibilidad, náuseas, vómitos, tos o síntomas urinarios. Había tenido la enfermedad de Crohn desde la edad de 15 años, para lo cual se había realizado una hemicolectomía derecha y una resección del íleon terminal (incluido el ciego) 20 años antes. Sus brotes o exacerbaciones de la enfermedad de Crohn sintomáticas le producían ocasionalmente  fiebres subjetivas de bajo grado. La frecuencia de las deposiciones había aumentado recientemente de 4 a tanto como 12 por día. Había estado tomando adalimumab durante aproximadamente 6 años y metotrexato durante 3 meses. Ocho semanas antes del ingreso, mientras el paciente tomaba estos medicamentos, el examen mediante sigmoidoscopia flexible reveló un área difusa de mucosa moderadamente eritematosa y friable en el colon sigmoide proximal, con ulceraciones lineales superficiales. El examen patológico del tejido colónico obtenido mediante biopsia reveló una colitis crónica gravemente activa con ulceración extensa. Se suspendieron adalimumab y metotrexato, y se administró un ciclo de prednisona (40 mg diarios, disminuyendo a 10 mg diarios el día del ingreso), acompañado de dos infusiones intravenosas de 300 mg de natalizumab (administrado 5 semanas y 1 semana antes del ingreso) . Este régimen produjo una mejoría notable en los síntomas y una reducción en la frecuencia de las heces, a cuatro o cinco por día. El tratamiento previo para la enfermedad de Crohn incluyó infliximab, ciclos intermitentes de glucocorticoides (por vía oral y por el recto) y tabletas y supositorios de mesalamina. El paciente también tenía la enfermedad de Parkinson, osteopenia del cuello femoral,  rinitis alérgica,  insomnio e hipertrigliceridemia. Los medicamentos que recibía incluía rasagilina, mupirocina, ácido fólico, alendronato, minociclina, pramipexol, carbidopa y levodopa en combinación, difenoxilato con atropina y ergocalciferol. Según los informes, era alérgico a la 6-mercaptopurina, que había causado pancreatitis. Estaba casado, tenía hijos y trabajaba en una oficina. Bebía alcohol con moderación y no fumaba ni usaba drogas ilícitas. Mantenía una dieta normal y con frecuencia comía melón y otras frutas, algunas de las cuales las compraban en puestos de granja. Informó que su esposa estaba sintiendo algo de malestar también pero que no tenía fiebre ni diarrea. No había antecedentes familiares de enfermedad inflamatoria intestinal.
En el examen, la presión arterial era 120/65 mm Hg, el pulso 88 latidos por minuto, la temperatura 37.2 ° C, la frecuencia respiratoria 18 respiraciones por minuto y la saturación de oxígeno 98% mientras el paciente respiraba aire ambiente. Los ruidos intestinales eran normales; el abdomen estaba ligeramente sensible en el cuadrante inferior derecho, sin rebote, defensa u organomegalia, y tenía materia fecal de color marrón en el recto. El resto del examen era normal. Los niveles de electrolitos en sangre, calcio, magnesio, proteína total, albúmina y globulina fueron normales, al igual que las pruebas de la función renal y un electrocardiograma; otros resultados de prueba se muestran en la Tabla 1.
Se recibió un resultado de prueba de diagnóstico.


DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Este hombre inmunosuprimido de 53 años con enfermedad de Crohn y una colectomía parcial previa presenta diarrea, dolor abdominal y una temperatura de 39.8 ° C. Dado su grado de inmunosupresión, una temperatura tan alta no es probable que sea causada por un brote de enfermedad inflamatoria del intestino y justifica una investigación exhaustiva de enfermedades infecciosas graves.

INFECCIONES VIRALES
El recuento de leucocitos y el recuento diferencial del paciente son normales y no son muy sugestivos de un proceso bacteriano. ¿Podría ser una enfermedad viral habitual adquirida en la comunidad, como la infección por enterovirus o norovirus? ¿Podría ser el citomegalovirus (CMV) o la infección por adenovirus relacionada con la inmunosupresión? El inicio abrupto de la enfermedad del paciente es consistente con la infección por norovirus, que se caracteriza por vómitos, diarrea y fiebre moderada en aproximadamente la mitad de los casos. La mayoría de los pacientes realizan una recuperación rápida y completa en 1 a 2 días. Este virus generalmente se asocia con grandes brotes de enfermedad y, al momento de la presentación de este paciente, no se sabía que circulara en nuestra comunidad, aunque hubo un aumento en la actividad de norovirus en el año anterior.
El paciente tiene un riesgo considerable de infección por CMV, aunque su enfermedad parece algo aguda para reactivación de CMV, que generalmente es de inicio más gradual y a menudo causa leucopenia. Había recibido terapia con natalizumab, un agente biológicamente activo aprobado para el tratamiento de la esclerosis múltiple refractaria y la enfermedad de Crohn. El natalizumab se ha asociado con leucoencefalopatía multifocal progresiva, una infección neurológica potencialmente mortal causada por el virus JC, un poliomavirus humano, pero generalmente ocurre mucho más tarde en el curso de la terapia (después de muchas infusiones mensuales). El virus JC no causa síntomas gastrointestinales o diarrea y, por lo tanto, no es una consideración en este caso. Finalmente, las infecciones por enterovirus pueden tener manifestaciones proteiformes más allá de los síntomas gastrointestinales, que incluyen manifestaciones neurológicas, pleurales, cardíacas, oculares y cutáneas, y pueden ser especialmente graves y potencialmente mortales en personas que tienen agammaglobulinemia, que se han sometido a un trasplante de médula ósea, aquellos con defectos de las células-B , o quienes están recibiendo terapia con rituximab. Los enterovirus serían dignos de consideración en este paciente.

INFECCIONES BACTERIANAS
Se informó que los hemocultivos de este paciente fueron positivos para  bacterias después de 1 día. Al considerar las infecciones bacterianas que causan enfermedades gastrointestinales, primero se debe pensar en las enfermedades transmitidas por los alimentos mediadas por toxinas como la toxina preformada de Bacillus cereus, toxinas estafilocócicas o incluso toxinas transmitidas por peces o mariscos. Tales toxinas marinas son poco probables en este caso, ya que este paciente tenía fiebre alta y ausencia de otros síntomas característicos, como enrojecimiento, dolor de cabeza y síntomas neurológicos.
Las salmonelas no tifoideas y Campylobacter son las causas más comunes de enteritis bacteriana en los Estados Unidos y son consideraciones serias en este paciente. Ambos organismos están asociados con las aves de corral, y las salmonelas también están asociadas con los huevos. Los serotipos de Salmonella varían considerablemente según la ubicación, pero Salmonella enterica serotipo Enteritidis y S. enterica serotipo Typhimurium son los más comunes y pueden causar enfermedad sistémica con bacteriemia. Este paciente es un candidato ideal para la infección con salmonela, que es con mucho la causa más probable de enteritis con bacteriemia, ya que comúnmente contamina la cadena alimentaria mundial.
Campylobacter jejuni y Campylobacter. coli son las especies más comunes de Campylobacter, que tienen menos probabilidades que las salmonelas de causar bacteriemia. Hay otras especies de Campylobacter menos comunes, como C. fetus, que tiene un tropismo vascular y puede causar infección vascular, endocarditis o tromboflebitis séptica, a veces en huéspedes inmunocomprometidos.
¿Podría ser este un caso de infección por Clostridium difficile o posiblemente infección con C. difficile y otra bacteriemia secundaria de origen intestinal en un huésped inmunocomprometido? La infección por C. difficile adquirida en la comunidad en ausencia de tratamiento antibiótico previo es posible pero no probable. Las personas con inmunidad humoral disminuida, incluidos los enfermos en general y los ancianos, pueden tener más probabilidades de adquirir la infección por C. difficile. También es importante recordar que las bacteriemias con estafilococos o neumococos pueden presentar síntomas diarreicos inespecíficos, por lo que siempre es importante buscar cuidadosamente otros sitios de infección o puertas de entrada que podrían no ser obvios en un huésped inmunocomprometido.
Al considerar las enfermedades transmitidas por los alimentos, puede ser útil obtener un historial cuidadoso de las exposiciones a los alimentos y los animales. Cada año, una de cada seis personas en los Estados Unidos tiene una enfermedad transmitida por los alimentos y alrededor de 3000 personas mueren a causa de las enfermedades transmitidas por los alimentos (www.cdc.gov/foodborneburden). La infección por Escherichia coli productora de toxina Shiga causa diarrea con sangre y fiebre y, a veces, insuficiencia renal mediada por toxinas. El reciente brote en Europa de un serotipo de E. coli no-O157 toxigénico, 1 nos recuerda que varios alimentos aparentemente frescos y saludables, como los brotes de soja, son los principales sospechosos de brotes de enfermedades transmitidas por los alimentos y también destaca el hecho de que este tipo de los brotes ahora están ocurriendo en una escala global. La leche no pasteurizada, los quesos blandos y los alimentos delicatessen pueden ser una fuente de enfermedades transmitidas por los alimentos, particularmente por Listeria monocytogenes. Infliximab, que este paciente había recibido anteriormente, es un factor de riesgo conocido para listeriosis. Según los informes, el paciente comió fruta fresca pero no había estado expuesto a leche no pasteurizada.
L. monocytogenes es responsable de una serie de síndromes infecciosos discretos que también pueden ocurrir juntos. Los adultos sanos no gestantes que están infectados con L. monocytogenes pueden presentar síntomas o solo diarrea leve y autolimitada, mientras que las mujeres embarazadas suelen tener síntomas parecidos a la influenza con fiebre que a veces, aunque no siempre, va precedida de síntomas gastrointestinales, ya que el organismo entra por el tracto gastrointestinal. El síndrome de gastroenteritis febril aguda, caracterizada por fiebre, diarrea y, con relativa poca frecuencia, vómitos, generalmente ocurre después de la ingestión de alimentos que contienen una gran cantidad de organismos (10 7 a 10 9 unidades formadoras de colonias por gramo) .2 Diarrea asociada a estos los brotes no son sanguinolentos. La bacteriemia, la sepsis y la meningitis son más frecuentes en los muy jóvenes, los ancianos, las mujeres embarazadas y las personas inmunodeprimidas, como este paciente. Se ha observado que la enfermedad gastrointestinal, y específicamente la enfermedad inflamatoria intestinal, es un factor de riesgo de infección listerial severa y prolongada del tracto gastrointestinal, así como de enfermedad sistémica.3 Las anomalías intestinales pueden causar motilidad alterada y una vida más prolongada del organismo en el tracto gastrointestinal, que podría dar lugar a un mayor riesgo de invasión sistémica. Este paciente tenía varios factores de riesgo de infección listerial sistémica severa, incluyendo enfermedad inflamatoria intestinal, uso de glucocorticoides y anticuerpos monoclonales inmunomoduladores (Tabla 2).




Tabla 2 Factores de riesgo para la listeriosis.

Cuando este paciente se presentó a la consulta, un brote grande de  infección por L. monocytogenes estaba en curso en los Estados Unidos que se asoció con la ingestión de melón. En ausencia de una epidemia de listeria, la causa más probable de gastroenteritis febril con bacteriemia, antes de que se conozcan las características morfológicas del organismo, sería la salmonella. Sin embargo, su enfermedad gastrointestinal subyacente, presentación con diarrea aguda, fiebre posterior y hemocultivos positivos son consistentes con  listeriosis, especialmente a la luz de la epidemia nacional concurrente.

DIAGNOSTICO CLÍNICO PRESUNTIVO
GASTROENTERITIS FEBRIL Y BACTERIEMIA EN UN HUÉSPED INMUNOCOMPROMETIDO, PROBABLEMENTE DEBIDO A UNA INFECCIÓN POR SALMONELLA  O  LISTERIA MONOCYTOGENES.


DISCUSIÓN PATOLÓGICA
Se recogieron dos muestras de hemocultivos para aeróbicos y anaeróbicos del paciente cuando se lo vio en la unidad médica. Dentro de las 24 horas, ambos  dieron positivo en el sistema automatizado de cultivo de sangre. La tinción de Gram reveló pequeños bacilos grampositivos, que no forman esporas, individualmente y en pares y cadenas cortas de botellas de hemocultivo aeróbico y anaeróbico, que sugieren fuertemente especies de listeria (Figura 1A).








Figura 1. Microbiología.
Los hemocultivos (Panel A, tinción de Gram) revelaron bacilos grampositivos pequeños, no formadoras de esporas, que aparecían solos y ocasionalmente en cadenas cortas, características de la listeria. L. monocytogenes puede mostrar una zona estrecha de β-hemólisis en placas de agar sangre (Panel B) pero puede distinguirse de otros organismos con el mismo fenotipo de colonia por su actividad de catalasa y su motilidad en medios semisólidos (no mostrado). La espectrometría de masas MALDI-TOF (ionización por desorción láser asistida por matriz-tiempo de vuelo) (Panel C) es una tecnología emergente utilizada en la identificación rápida de organismos bacterianos directamente de hemocultivos. Los picos de color en la parte superior pertenecen al organismo presente en los hemocultivos positivos del paciente; estos picos se han combinado con una cepa de referencia de L. monocytogenes presente en la base de datos espectral, con un alto grado de confianza.





Se realizó una identificación presuntiva de L. monocytogenes sobre la base del aspecto morfológico característico del organismo y una reacción positiva en el medio de esculina biliar.
El crecimiento de colonias después de 18 a 24 horas de incubación permitió realizar pruebas confirmatorias incluyendo catalasa positiva, observación de motilidad en agar semisólido, crecimiento en caldo de cloruro sódico al 6,5% y una zona angosta de β-hemólisis en una placa de agar con sangre (Figura 1B) . El organismo fue identificado definitivamente como L. monocytogenes por nuestro sistema de identificación automática (VITEK 2, bioMérieux).
Simultáneamente con los métodos de prueba fenotípicos, aprovechamos un instrumento de espectrometría de masas MALDI-TOF (ionización por desorción láser asistida por matriz-tiempo de vuelo) para identificar el organismo en los hemocultivos positivos como L. monocytogenes (puntuación de confianza, 2.395 (es decir, identificación de especie altamente probable)) (Figura 1C). Esta tecnología utiliza la espectrometría de masas para medir los picos de iones que corresponden a la firma de proteína única de un organismo, que luego se puede comparar con organismos de referencia conocidos para generar una probable identificación de especie y género. Después de cargar la placa objetivo, la identificación del organismo lleva menos de 5 minutos. Este resultado, con la calificación de que la identificación se realizó en un instrumento de uso de investigación, se informó al equipo primario dentro de las 4 horas posteriores a los hallazgos iniciales sobre la tinción de Gram, en contraste con las tradicionales más de 30 horas para las pruebas fenotípicas.
En vista del brote nacional de listeria asociado con el melón cantalupo distribuido desde una granja en Colorado, enviamos el organismo cultivado al Instituto Estatal de Laboratorio del Departamento de Salud Pública de Massachusetts para que lo tipifique mediante electroforesis en gel de campo pulsado (Figura 2A).




Figura 2 Electroforesis en gel de campo impulsado).
El Instituto Estatal de Laboratorio del Departamento de Salud Pública de Massachusetts realizó la tipificación por tensión en el aislado del paciente mediante electroforesis en gel de campo pulsado (PFGE), con el uso de dos enzimas de restricción. El aislado del paciente se muestra en los carriles 3 y 7 (Panel A). La cepa del paciente de L. monocytogenes (Panel B, carril superior) no era compatible con el brote de cepas de L. monocytogenes asociadas a melón cantalupo de Colorado, lo que coincidía con el hecho de que no se sabía que ningún melón contaminado se hubiera enviado a Massachusetts.  PFGE se realizó con la enzima de restricción AscI.

La cepa del paciente no coincidió con las cepas asociadas con ninguno de los brotes recientes de L. monocytogenes (Figura 2B). Además, Massachusetts, New Hampshire y Vermont no se encontraban entre los estados que recibieron envíos de melones de la granja identificada como la fuente del brote. En conclusión, el diagnóstico es gastroenteritis por L. monocytogenes con bacteriemia, no relacionada con la cepa en la reciente epidemia asociada al melón.

EPIDEMIOLOGÍA Y MANEJO
El período de incubación varía según los factores del huésped y la dosis de inóculo. Los alimentos implicados en la listeriosis incluyen artículos que se encuentran en vitrinas de delicatessen, quesos blandos y productos lácteos no pasteurizados, así como pescados, mariscos y carnes, pero las verduras y frutas también pueden transportar el organismo, que está ampliamente presente en el medio ambiente. Listeria es psicrófílica, lo que significa que puede replicarse, aunque lentamente, a 4 ° C. Las muertes causadas por la infección por listeria probablemente se deben en parte a que la listeria afecta a los huéspedes afectados, tiene un tropismo en el sistema nervioso central y puede descubrirse tardíamente o puede que inicialmente no esté cubierta por antibióticos empíricos. Este paciente no parece tener meningitis, pero los médicos deben considerar L. monocytogenes como un organismo causal en un huésped adecuado e iniciar la terapia antibiótica temprana en pacientes que tienen síntomas de meningitis. En general, recomiendo la punción lumbar en casos como este, ya que puede ser útil para controlar la duración de la terapia con antibióticos, incluso si los pacientes no presentan signos y síntomas de meningitis. La resonancia magnética de la cabeza después de la administración de material de contraste también puede ser útil.
El tratamiento de elección es la ampicilina intravenosa a dosis completa y, en pacientes que pueden tolerarla, gentamicina. La adición de gentamicina se ha vuelto un tanto controvertida, 4,5, pero generalmente se la proporciono al menos desde el principio. Las cefalosporinas de tercera generación no son activas contra L. monocytogenes. La bacteriemia en un huésped inmunológicamente normal requiere 2 semanas de terapia intravenosa. La enfermedad del sistema nervioso central requiere al menos 21 días de terapia; se requiere más terapia si hay un absceso o una cerebritis o si un paciente está muy inmunosuprimido, como en este caso, y no hay un conocimiento definitivo de la situación en el sistema nervioso central. Afortunadamente, L. monocytogenes no parece estar ganando resistencia antimicrobiana en el tiempo.6,7
Al ingreso, el paciente recibió una combinación de ampicilina y sulbactam. Para cuando los asesores en enfermedades infecciosas lo evaluaron, sabíamos que probablemente tenía listeriosis. Dado que él era un huésped inmunocomprometido y tenía una bacteriemia de alto grado, agregamos gentamicina y cambiamos la combinación de ampicilina-sulbactam a ampicilina sola. Consideramos realizar una punción lumbar para evaluar la afectación del sistema nervioso central. Sin embargo, no procedimos con la punción lumbar, ya que el paciente no tenía signos clínicos de meningitis. Nuestro plan fue tratarlo con 4 semanas de ampicilina intravenosa con gentamicina por adelantado en base a su historial de inmunosupresión. El paciente recibió este tratamiento, la bacteriemia se aclaró rápidamente y sus síntomas mejoraron; fue dado de alta el cuarto día de hospital. Completó 1 semana de terapia con ampicilina y gentamicina y recibió ampicilina sola durante 3 semanas adicionales. Tomamos un extenso historial dietético, pero no pudimos determinar la fuente de su infección; no pudimos encontrar un laboratorio que pudiera cultivar los restos del melón que había comido unos días antes de enfermarse.
¿Dado que este paciente tiene la enfermedad de Crohn activa, ¿cuándo es seguro reanudar la inmunosupresión?
La listeriosis es curable, y con terapia efectiva, un paciente generalmente no tiene una recaída. Después de completar la terapia con ampicilina, no debiera  preocupar reinstituir la inmunosupresión. El paciente debe ser aconsejado sobre las infecciones transmitidas por los alimentos.
Después de que el paciente fue dado de alta, se informó una prueba para el anticuerpo del virus JC como positiva. La prueba se realizó antes de la admisión como parte del examen de rutina para los pacientes que comenzaron la terapia con natalizumab. Debido al aumento del riesgo de desarrollo de leucoencefalopatía multifocal progresiva asociada con natalizumab, las infusiones de natalizumab se suspendieron y se sustituyó por ustekinumab. Ustekinumab es un anticuerpo monoclonal que inhibe la interleucina-12 y la interleucina-23 y no se conoce que confiera el riesgo de leucoencefalopatía multifocal progresiva que causa el natalizumab.

DIAGNÓSTICO ANATÓMICO
INFECCIÓN POR LISTERIA MONOCYTOGENES CON GASTROENTERITIS Y BACTERIEMIA.

Traducción de
A 53-Year-Old Man with Crohn's Disease, Diarrhea, Fever, and Bacteremia
Elizabeth L. Hohmann, M.D., and JiYeon Kim, M.D., M.P.H.
N Engl J Med 2012; 366:1039-1045March 15, 2012

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VARÓN DE 62 AÑOS CON PARESTESIAS, PÉRDIDA DE PESO, ICTERICIA Y ANEMIA.

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Un hombre de 62 años  es internado debido a parestesias, pérdida de peso, ictericia y anemia.
El paciente había estado bien hasta aproximadamente 2 meses antes de la admisión, cuando  desarrolló entumecimiento, "hormigueos" y ardor en las manos; los síntomas se irradiaban de forma intermitente proximal al antebrazo medio.  También refirió dolor, rigidez y debilidad de las manos; notó disminución de la destreza de sus manos, sin hinchazón, y comenzó a soltar objetos que caían involuntariamente de sus manos. Tomó ibuprofeno, con una mínima mejoría sintomática. Su apetito disminuyó y se produjo una pérdida de peso no intencional de más de 6.5 kg.
Aproximadamente 6 semanas antes del ingreso, la familia del paciente notó que sus ojos y piel (más notoriamente sus palmas) gradualmente se volvieron pálidos y amarillentos. Dos semanas antes de la admisión, presentaba fatiga extrema, dificultad para respirar y debilidad con el esfuerzo, y ocurrieron episodios de dolor abdominal  en los cuadrantes inferiores. Una semana antes de la internación, su esposa notó un cambio en su marcha que le impresionó inestable. No podía subir cuatro escalones sin descansar y estaba inestable al pararse, con resolución después de caminar. Dos noches antes del ingreso, desarrolló disnea, debilidad y diaforesis. Durante el día, la presión irradiaba por sus brazos; esto se asoció con dolor abdominal difuso que irradiaba intermitentemente a las axilas.  Entonces apareció  “orina oscura”. El día de la admisión, calificó el dolor en sus articulaciones de 7 en una escala de 0 a 10, donde 10 indicaba el dolor más intenso. En ese momento, concurrió al departamento de emergencia del hospital.
Allí paciente refirió aumento de las secreciones respiratorias, con una tos de 2 semanas de duración que producía esputo blanco o amarillo, sin hemoptisis, fiebre, dolor de cabeza, náuseas, vómitos, hematoquecia, melena, diarrea, otros cambios en la función intestinal o síntomas en sus piernas o pies. Tenía antecedentes de  hipertensión e hipertrofia prostática benigna.
El paciente había tenido un buen examen de rutina 4 meses antes de la admisión. Los medicamentos que tomaba eran: lisinopril (diariamente) e ibuprofeno y paracetamol según  necesidad; no tenía alergias conocidas. Vivía con su esposa y se retiró, después de trabajar en la industria alimenticia y en la manufactura, y anteriormente estuvo muy activo físicamente. Comía pollo, pescado y verduras con regularidad y raramente comía carne roja. Dejó de fumar (después de 40 paquetes de años) y bebió alcohol 26 años antes de la admisión, y no había usado drogas ilícitas. Cuatro años antes de la admisión, había visitado a su familia en Grecia. También había ido a pescar y a cazar ciervos en Nueva Inglaterra. Su padre estaba bien y su madre estaba postrada en la cama; ambos tenían más de 90 años. Una hermana había muerto de cáncer de mama y dos hermanos habían muerto de cáncer de pulmón; sus hijos estaban sanos.
En el examen, el paciente impresionaba pálido. La temperatura era de 37.5 ° C, la TA de 136/63 mm Hg, el pulso de 113 latidos por minuto, la frecuencia respiratoria de 20 respiraciones por minuto y la saturación de oxígeno del 99% mientras respiraba el aire ambiente. La lengua estaba hinchada y lisa, la conjuntiva era pálida e ictérica, y el paladar, la mucosa sublingual y la piel presentaban ictericia. El abdomen era blando, con sensibilidad leve a moderada en el epigastrio, sin rebote, defensa, organomegalia o masas. En el examen neurológico, había debilidad para la pronación bilateralmente. La sensibilidad superficial  estaba disminuida en  aproximadamente un 80% en las manos y los pies; la sensación de vibración y temperatura estaba disminuida  en ambas piernas en un patrón “en medias”,  y era normal en ambos brazos. Una prueba de Romberg fue positiva, con balanceo y caída cuando los ojos del paciente estaban cerrados; Los movimientos del dedo del pie, del talón y del talón a los pies eran normales. La fuerza muscular, los reflejos y el resto del examen fueron normales. El nivel sanguíneo de potasio fue de 3.2 mmol por litro y la globulina de 2.1 g por decilitro (rango de referencia, 2.3 a 4.1). Los niveles sanguíneos de otros electrolitos, glucosa, calcio, fósforo, magnesio, fosfatasa alcalina, alanina aminotransferasa, aspartato aminotransferasa, amilasa, lipasa, proteína total y albúmina fueron normales, al igual que las pruebas de función renal; las pruebas de isoenzimas de creatina cinasa y troponina I fueron negativas, y otros resultados de las pruebas se muestran en la Tabla 1





TABLA 1 Datos de laboratorio.



Un electrocardiograma fue normal. Una radiografía de tórax mostró cambios degenerativos de la columna torácica y, por lo demás, era normal. Una muestra de materia fecal fue negativa para sangre oculta. Se administró un litro de solución de cristaloides por vía intravenosa, con una mejoría en la taquicardia. Tres horas después de la presentación, el paciente ingresó al hospital; Se transfundieron 2 unidades de glóbulos rojos.
Se recibieron los resultados de las pruebas de diagnóstico.



DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Como en la mayoría de los casos complejos en medicina, este paciente tiene múltiples signos y síntomas en la presentación, y debemos decidir si intentamos ajustarlos a todos bajo un diagnóstico o asignarle a cada hallazgo individual una causa diferente pero igualmente importante. Me centraré en las anomalías más importantes en este caso: parestesias, marcha atáxica y anemia.

PARESTESIAS
Las parestesias involucran una sensación de hormigueo, entumecimiento,  y se sienten principalmente en las partes distales de las extremidades. Aunque en raras ocasiones pueden afectar el tálamo, se considera que las parestesias se originan principalmente en un trastorno de la médula espinal que probablemente sea el resultado de la descarga ectópica en los axones dañados de la columna dorsal y puede detectarse antes de que se detecten otras anomalías en el examen neurológico1,2. Aunque hay muchas causas posibles de parestesias (Tabla 2), la mayoría no son consideraciones en este caso.





Tabla 2 Causas de parestesias.





MARCHA ATÁXICA
Una segunda característica neurológica sobresaliente en este caso es la marcha inestable y atáxica que se desarrolló de manera insidiosa durante el curso de la enfermedad de este paciente. Nuestro paciente se sentía inestable al pararse, tenía dificultades para subir escaleras y parecía mejorar con la ambulación. El diagnóstico diferencial de la marcha atáxica es más concreto e incluye las causas cerebelosa, vestibular y sensorial.3 En este caso, no hay evidencia de disfunción cerebelosa, como ataxia troncal, andar de par en par,  palabra escandida, apraxia, falta de coordinación o dismetría . Tampoco hay evidencia de disfunción vestibular, como mareos, vértigo, náuseas o caídas a un lado.
La ataxia sensorial, que se caracteriza por disminución de la propiocepción, a menudo es causada por un proceso patológico que afecta las columnas dorsales o una polineuropatía de fibras grandes que puede dar como resultado una marcha atáxica. En este paciente, la ataxia sensorial que afecta las columnas dorsal se manifestó por un signo de Romberg, disminución de la propiocepción. El paciente se siente inestable porque el cerebro se ve privado de información sobre la posición de los pies y debe confiar en la información visual y la luz para ver el suelo. Es por eso que los pacientes a menudo tienen dificultades para subir escaleras o caminar en la oscuridad. La visión es capaz de compensar la pérdida de sentido de la posición en gran medida y, por lo tanto, minimiza la ataxia sensorial. Si la lesión afecta el cordón cervical, también hay ataxia de la extremidad superior.
La lista de posibles causas de ataxia sensorial es limitada (Tabla 3)





Tabla 3. Causas comunes de la ataxia sensorial.


Sobre la base de lo que sabemos a partir de la presentación clínica y la historia de este paciente, podemos descartar con seguridad las ataxias hereditarias, las polineuropatías sensoriales y la atrofia multisistémica. Si combinamos las dos características que hemos seleccionado, parestesias y marcha atáxica sensorial, el diagnóstico diferencial se reduciría a aquellos trastornos causados ​​por la disfunción de las columnas dorsales, que incluyen sífilis, enfermedades transmitidas por garrapatas, infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), deficiencias de vitaminas (por ejemplo, deficiencias de vitamina B12, ácido fólico y vitamina E) y afecciones inflamatorias sistémicas (por ejemplo, neoplasia, síndromes paraneoplásicos y enfermedades autoinmunes). Aunque son menos probables, también se deben considerar la esclerosis múltiple y la amiloidosis. 2,3

ANEMIA
Este paciente presentó un hematocrito de 18.7%, lo que probablemente explica su fatiga, dificultad para respirar y palidez. Su esposa comentó que parecía pálido y amarillo, y estos hallazgos fueron corroborados por el examen médico de admisión, que confirmó que estaba pálido y con ictericia. La hemólisis es el mecanismo probable para explicar su anemia e ictericia. Si consideramos las causas de parestesias, ataxia y anemia, nuestro diagnóstico diferencial se estrecha considerablemente para incluir infecciones (enfermedad transmitida por garrapatas y VIH), deficiencias vitamínicas (de vitamina B12 o folato) y causas autoinmunes, neoplásicas y paraneoplásicas4,5.
No se nos ha dado un historial de exposición reciente a garrapatas, lo que hace improbable una enfermedad transmitida por garrapatas. Aunque no podemos descartar fenómenos autoinmunes o paraneoplásicos con la información que recibimos, una característica que tal vez hace que nuestro enfoque clínico sea más perspicaz es la descripción de la glositis (aspecto hinchado y liso de la lengua) en el examen físico.6 Además de las otras características clínicas citadas anteriormente, la presencia de glositis hace que sea muy probable que este paciente tenga una deficiencia severa de vitamina B12 que es responsable de la degeneración subaguda de las columnas dorsal de la médula espinal y la hemólisis. De hecho, podríamos hacer fácilmente el diagnóstico de la deficiencia de vitamina B12 sobre la base de información clínica solamente, ya que este paciente presentó debilidad y fatiga, glositis y parestesias: la clásica tríada de hallazgos clínicos asociados con la deficiencia de vitamina B12. Además, otros hallazgos clínicos también estuvieron presentes, incluyendo anemia, torpeza y marcha inestable, síntomas gastrointestinales inespecíficos y pérdida de peso, lo que hace que la probabilidad de este diagnóstico sea más segura.
Aunque los hallazgos clínicos en este caso sugieren fuertemente una deficiencia profunda de vitamina B12, el diagnóstico debe confirmarse con una evaluación de laboratorio adecuada. El hemograma revela anemia profunda con un nivel de hemoglobina de 6.3 g por decilitro y un volumen corpuscular medio notablemente elevado de 124 fl. Además, encontramos que el paciente también tenía niveles elevados de bilirrubina total, la mayoría de la cual era no  conjugada, niveles de haptoglobina sérica casi inexistentes, y un nivel sérico de lactato deshidrogenasa notablemente elevado; todos estos hallazgos sugieren fuertemente la presencia de un proceso hemolítico como la causa probable de la anemia severa.
Al evaluar a un paciente con anemia, observe rápidamente tres estudios hematológicos básicos: los índices de glóbulos rojos (volumen corpuscular medio, hemoglobina corpuscular media, concentración media de hemoglobina corpuscular y ancho de distribución de glóbulos rojos), el recuento de reticulocitos y el frotis de sangre periférica: es probable que arroje una lista manejable de posibles causas. Aunque no se muestra el frotis de sangre periférica, ciertamente se realizó en este caso y debe considerarse una "biopsia" de la sangre. Nos permite analizar visualmente el hemograma en su totalidad para el recuento, la forma y el tamaño de las células. Aunque lejos de ser perfecta, cuando se analizan juntas, la combinación de estos tres estudios tiene una precisión diagnóstica inicial bastante alta para la anemia.

ÍNDICES DE CÉLULAS ROJAS
Quizás la anormalidad más sobresaliente  en los índices de glóbulos rojos de este paciente es el volumen corpuscular medio notablemente elevado de 124 fl (rango normal, 80 a 100) en contraste con el recuento de reticulocitos (0.8%), que es bajo para el grado de anemia. El volumen corpuscular medio da el tamaño aproximado (volumen) de una población de glóbulos rojos en la sangre de un paciente. Podemos determinar rápidamente por el volumen corpuscular medio de 124 fl que nuestro paciente tiene anemia macrocítica. Sobre la base de la patogénesis, las diferentes causas de anemia macrocítica pueden clasificarse como derivadas de células inmaduras o de estrés (p. Ej., Reticulocitosis, aplasias y anemia de Fanconi), metabolismo anormal del ADN (p. Ej., Vitamina B12 y deficiencia de folato y fármacos o toxinas ), metabolismo lipídico anormal (por ejemplo, enfermedad hepática e hipotiroidismo), un trastorno de la médula ósea (p. ej., síndromes mielodisplásicos, leucemia y anomalías congénitas) y un mecanismo desconocido (p. ej., alcoholismo y discrasias plasmáticas) .8,9
Aunque es relativamente breve, esta lista es demasiado larga para ser de mucha ayuda. El examen de la hemoglobina corpuscular media, la concentración media de hemoglobina corpuscular y el ancho de distribución de los glóbulos rojos pueden ayudarnos a caracterizar aún más la anemia de nuestro paciente. La hemoglobina corpuscular media describe la cantidad de hemoglobina por eritrocito en una población de células. La hemoglobina corpuscular media de este paciente es de 41.7 pg (rango de referencia, 26.0 a 34.0) y nos dice que el paciente, aunque anémico, tiene glóbulos rojos que contienen más hemoglobina de lo esperado; esto argumenta contra una hemoglobinopatía como la causa de la anemia. Sin embargo, la concentración media de hemoglobina corpuscular es normal a 33,7 g por decilitro (rango de referencia, 31,0 a 37,0), lo que indica que los eritrocitos del paciente, aunque son grandes y abundantes en contenido de hemoglobina, son normocrómicos. Además, los glóbulos rojos se pueden describir de acuerdo con la frecuencia relativa con la que se producen formas variadas en una población de células. El ancho relativo de distribución de glóbulos rojos, que en este paciente está elevado al 21.8% (rango de referencia, 11.5 a 14.5), sugiere que una gran proporción de las células son de formas y tamaños muy variados. Sobre la base de los índices de glóbulos rojos, podemos concluir que la anemia de este paciente es macrocítica y normocrómica, con un contenido elevado de hemoglobina por eritrocito y una amplia variedad de formas y tamaños en la población global de glóbulos rojos. ¿Cómo pueden estos hallazgos ayudarnos a distinguir aún más la anemia de nuestro paciente entre las causas de la macrocitosis?
Volviendo a nuestra lista de mecanismos de macrocitosis, podemos excluir la presencia de células inmaduras como un posible culpable, dado que el recuento de reticulocitos en el suero de este paciente era normal. También podemos descartar los trastornos de la médula ósea, el consumo excesivo de alcohol y las discrasias de células plasmáticas como causas probables, dado que otras líneas celulares, glóbulos blancos y plaquetas están intactos. Nos quedamos con un metabolismo anormal del ADN que causa anemia megaloblástica o un metabolismo lipídico anormal de la pared celular debido a enfermedad hepática o hipotiroidismo como los posibles mecanismos etiológicos para la macrocitosis en este paciente. El nivel marcadamente elevado de lactato deshidrogenasa, el bajo nivel de haptoglobina y la hiperbilirrubinemia no conjugada apuntan a un proceso hemolítico como causa de anemia. Al condensar todas estas variables en una explicación unificadora para la anemia de este paciente, nos queda la anemia megaloblástica causada por la vitamina B12 o la deficiencia de folato como diagnóstico probable.
Una característica distintiva de la anemia megaloblástica es la eritropoyesis ineficaz debido al ADN defectuoso y la maduración nuclear y la consecuente destrucción intramedular o hemólisis de precursores eritroides megaloblásticos frágiles y anormales. Dicha eritropoyesis ineficaz, si persiste y es grave, puede mermar las reservas de hierro, lo que lleva a la coexistencia de anemia por deficiencia de hierro. Esto explica la ausencia de alta reticulocitosis periférica en pacientes con deficiencia profunda de vitamina B12 a pesar de la destrucción ávida de glóbulos rojos4,7,9. Además, una eritropoyesis ineficaz y abrumadora con hemólisis grave también puede dar como resultado niveles reducidos de potasio sérico, que probablemente sea el caso en este paciente. El elevado ancho de distribución de glóbulos rojos es una evidencia más de poblaciones mixtas de células anémicas y puede explicarse por la coexistencia de deficiencia de vitamina B12 y anemia por deficiencia de hierro.

DEFICIENCIA DE VITAMINA B12
En este caso, los signos clínicos y la evaluación de laboratorio nos llevan al diagnóstico de una deficiencia profunda de vitamina B12. Dada la edad de este paciente al inicio de la enfermedad, la presentación clínica, la evaluación de laboratorio y los antecedentes de mantener una dieta normal, la causa más probable de su deficiencia de vitamina B12 es la anemia perniciosa. En el sentido clásico, la anemia perniciosa es causada por la producción inadecuada del factor intrínseco por las células parietales, impidiendo así la absorción adecuada de la vitamina B12 en el íleon. Se cree que es una enfermedad autoinmune, con una alta proporción de pacientes que tienen anticuerpos contra las células parietales y anticuerpos contra el factor intrínseco en comparación con las personas sanas.4,8,9
Para hacer un diagnóstico firme de anemia perniciosa en este paciente, examinaría cuidadosamente el frotis de sangre periférica y obtendría los niveles de folato de vitamina B12 y glóbulos rojos. Para diferenciar entre la deficiencia de vitamina B12 y la deficiencia de folato, obtendría niveles de ácido metilmalónico y homocisteína. El nivel de ácido metilmalónico está elevado tanto en la anemia debido a la deficiencia de vitamina B12 como en la anemia debida a la deficiencia de folato. Por el contrario, el nivel de homocisteína se eleva solo en la deficiencia de folato y es normal en la deficiencia de vitamina B12. Aunque ha caído en desgracia, la prueba de Schilling revelaría la causa de la deficiencia de vitamina B12, y las pruebas serológicas para anticuerpos contra el factor intrínseco señalarían la causa de la anemia perniciosa. Para completar el estudio, sería prudente obtener estudios de hierro en suero, dada la alta sospecha de deficiencia de hierro concomitante.
Cuando inicialmente vimos a este paciente, nos impresionó el inicio gradual de los síntomas, los hallazgos neurológicos, la pérdida de peso y la extensión de la macrocitosis, con un volumen corpuscular medio de 124 fl . La hemólisis asociada y la anemia por deficiencia de hierro hacen que la deficiencia de vitamina B12 de la producción de autoanticuerpos que conduce a la anemia perniciosa sea el diagnóstico más probable.
También consideramos las infecciones asociadas con la deficiencia de vitamina B12, incluyendo Helicobacter pylori y la tenia del pescado Diphyllobothrium latum. Sin embargo, este paciente no tenía factores de riesgo obvios para estas infecciones. También consideramos síndromes mielodisplásicos, dado el elevado volumen corpuscular medio, pero no tenía displasia de las tres líneas, neutropenia, leucopenia o trombocitopenia para invocar síndromes mielodisplásicos. Finalmente, el alcoholismo severo puede conducir a una anemia macrocítica. Sin embargo, con el alcoholismo, generalmente se observa un volumen corpuscular medio entre 100 y 110 fl. Sería extremadamente raro que el alcoholismo solo cause un volumen corpuscular medio de 124 fl, independientemente de cualquier otro síntoma.


DIAGNOSTICO CLINICO
DEFICIENCIA DE VITAMINA B12 (ANEMIA PERNICIOSA).




DISCUSIÓN PATOLÓGICA
Un frotis de sangre periférica mostró anisocitosis con macrocitos ovales y abundante hipersegmentación de neutrófilos; no hay esquistocitos o esferocitos presentes (Figura 1).






FIGURA 1 Frotis de sangre periférica
Un frotis de sangre periférica mostró anisocitosis con macrocitos ovalados (puntas de flecha) y abundante hipersegmentación de neutrófilos (igual o más de 6 lóbulos, flecha). No hay esquistocitos o esferocitos presentes.



Se obtuvieron estudios de anemia. El nivel de vitamina B12 fue muy bajo a 61 pg por mililitro (rango de referencia,> 250 pg por mililitro) y el nivel de folato fue normal a 17,2 ng por mililitro(rango de referencia, 3.1 a 17.5 ng por mililitro). Los estudios con hierro revelaron un bajo nivel sérico de hierro de 19 μg por decilitro (rango de referencia, 45 a 160 μg por decilitro), una capacidad de fijación de hierro total ligeramente baja de 221 μg por decilitro  (rango de referencia, 230 a 404 μg por decilitro), y un nivel elevado de ferritina de 340 ng por mililitro (rango de referencia para hombres, 30 a 300). La saturación de transferrina calculada (calculada como el nivel de hierro dividido entre la capacidad total de unión al hierro) fue del 8,6%, lo que sugiere una deficiencia de hierro. Está bien descrito que la deficiencia de hierro y los niveles elevados de ferritina pueden desarrollarse en pacientes con anemia perniciosa.10,11
Dado que la evaluación inicial de laboratorio sugirió anemia perniciosa, se buscaron pruebas de laboratorio adicionales para el diagnóstico. La presencia de deficiencia celular de vitamina B12 se evaluó mediante la medición de ácido metilmalónico, cuyo metabolismo requiere vitamina B12 como cofactor. El nivel de ácido metilmalónico sérico fue muy elevado a 19,78 nmol por litro (rango de referencia, <0 100="" 12="" 24="" 28="" 40="" 60="" a="" al="" anemia="" anti-factor="" anti-intr="" anticuerpos="" apoyar="" aproximadamente="" asociados="" atr="" ayunas="" b12.="" bloqueantes="" celular="" centros="" cercana="" cl="" con="" confirma="" consistentes="" cuerpo.="" cuerpo="" dado="" de="" deficiencia="" del="" detecci="" diagn="" disponible="" el="" elevado="" en="" encontr="" era="" especificidad="" est="" evidencia="" existe="" factor="" fica="" fueron="" gastrina="" gastritis="" geno="" hallazgos="" i="" incluyen="" intr="" la="" lo="" los="" mago="" mayor="" menos="" midieron="" mililitro="" n="" ng="" nivel="" no="" nseco.="" nseco="" o:p="" paciente="" pacientes="" para="" pepsin="" perniciosa.="" perniciosa="" pg="" por="" positividad="" positivo.="" presencia="" proporciona="" prueba="" puede="" que="" rango="" reducido="" referencia="" schilling="" se="" sicos="" stico="" un="" una="" utilizar="" vitamina="" y="" ya="">0>
Los pacientes con anemia perniciosa tienen un mayor riesgo de carcinoma gástrico y tumores carcinoides.13 El paciente se sometió a una endoscopia para evaluar el tracto gastrointestinal superior e inferior para evaluar una afección neoplásica y descartar la posible hemorragia gastrointestinal contribuyente a la deficiencia de hierro del paciente. Las superficies de la mucosa del fondo gástrico y el cuerpo parecían atróficas, y el muestreo histológico confirmó la atrofia de la mucosa con metaplasia pseudopilórica  e intestinal, en consonancia con la gastritis autoinmune. No hay evidencia de carcinoma gástrico o carcinoide (Figura 2A y 2B)





FIGURA 2: muestra endoscópica de evaluación y biopsia.).
El examen endoscópico del estómago reveló una atrofia difusa de la mucosa gástrica (Panel A). Una muestra de biopsia del cuerpo gástrico muestra focos irregulares de metaplasia intestinal (flechas) y metaplasia pseudopilórica (puntas de flecha) en el fondo de  gastritis crónica inactiva, hallazgos compatibles con gastritis autoinmune (Panel B, hematoxilina y eosina). No hay evidencia de hiperplasia neuroendocrina, carcinoide o adenocarcinoma.


El resto de la evaluación endoscópica no fue notable. El papel de H. pylori en la patogenia de la anemia perniciosa es un área de investigación activa.14 El paciente fue evaluado por la presencia de H. pylori; tanto las pruebas serológicas de H. pylori IgG como las pruebas de antígeno en heces fueron negativas.
En el departamento de emergencia, el paciente recibió 2 unidades de concentrado de glóbulos rojos. Consultamos con el servicio de hematología y se inició un régimen de vitamina B12 intramuscular y la administración de hierro por vía intravenosa. Tuvo una mejoría en su neuropatía periférica, y el hematocrito al alta fue del 23%. Desde su alta, ha recibido inyecciones mensuales de vitamina B12. Un año después del alta, el hematocrito es del 44%, el nivel de vitamina B12 es de 581 pg por milímetro y el nivel de hierro es normal. Continúa teniendo entumecimiento y hormigueo en las manos bilateralmente, así como algo de entumecimiento en la parte distal de los dedos de los pies.

DIAGNOSTICO ANATOMICO
DEFICIENCIA DE VITAMINA B12 DEBIDO A ANEMIA PERNICIOSA.



Traducción de: A 62-Year-Old Man with Paresthesias, Weight Loss, Jaundice, and Anemia”
Alberto Puig, M.D., Ph.D., Mari Mino-Kenudson, M.D., and Anand S. Dighe, M.D., Ph.D.
N Engl J Med 2012; 366:1626-1633April 26, 2012



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GOTA TOFÁCEA CRÓNICA

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El Dr. Alejo Mora envía estas imágenes y el siguiente texto:


Dr,  le envío fotos de un paciente con gota tofácea crónica mal controlada para que comparta a todos nuestros compañeros! Saludos desde Ambato Ecuador
Con la debida autorización del paciente para publicar.









Muchas gracias por compartir tu caso Alejo. Se puede ver tofos generalizados que provocan una notable deformidad especialmente en regiones articulares (tremendos tofos en ambos hallux)y periarticulares (particularmente notables en las bursas olecraneanas este caso) . Además uno imagina aun sin ver imágenes radiológicas, destrucción ósea ocasionada por los tofos.
Quisiera hacer alguna consideración respecto a esta entidad. En principio decir “gota tofácea crónica mal controlada” es algo así como una redundancia. Gota tofácea crónica es una metabolopatía que siempre está mal controlada, ya que se debe a un aumento impresionante del pool total de ácido úrico orgánico (en forma de cristales de ácido úrico, uratos amorfos etc), a veces de muchos gramos, que de lo contrario nunca se podría haber llegado a este punto. Una cosa que quiero agregar es que uno puede hacer mucho por estos pacientes y hasta se puede revertir totalmente el proceso tratando de hacer un balance negativo de ácido úrico durante años, es decir recorrer el camino inverso que el que llevó a esta situación. Pero también podemos hacer mucha iatrogenia en estos pacientes. Es muy común que estos pacientes  reciban AINES, diuréticos etc los cuales pueden causar mucho daño. Cuando uno ve pacientes con gota tofácea crónica debe pensar fundamentalmente en proteger un órgano: el riñón. Estos pacientes tienen el parénquima renal con sobresaturación de cristales de ácido úrico y urato monosódico  cuando no tienen además cálculos de ácido úrico en su sistema excretor es decir por un lado la nefropatía urática y por otro la urolitiasis. Podemos llevar a estos pacientes a una insuficiencia renal muchas veces irreversible con el uso de drogas de uso cotidiano como los antiinflamatorios no esteroideos (mucho más en estos pacientes que periódicamente injertan ataques agudos de gota) , especialmente en pacientes deshidratados.
No es mi intención abordar el tratamiento de esta entidad pero digamos que el mismo como dije antes se basa en realizar un balance negativo de ácido úrico basado en la inhibición de su síntesis con inhibidores de la xantinooxidasa (allopurinol ,febuxostat), aumentar la eliminación (uricosúricos como probenecid,  benzobromarona, lesinurad) o mediante la transformación de ácido úrico a alantoína (más soluble) con uricasa (rasburicasa,pegloticasa).













Presentó
Dr. Alejo Mora.
Ambato. Ecuador. 

MIXEDEMA

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El Dr. Cristian Guarderas envió hace un tiempo estos videos de una paciente con mixedema antes y después de comenzado el tratamiento con levotiroxina. 



Buenas noches, le saluda Cristian Guarderas de Ecuador, envió un video de una paciente de 58 años con APP de HTA que es llevada al consultorio por cuadro de varios años de astenia, cansancio, hipersomnia. Los familiares refieren especialmente las hijas que su mamá siempre ha sido así y ahora la traen por un control médica ya que nunca la han llevado para que sea vista por un profesional.



VIDEO 1: Paciente sin tratamiento














SEGUNDO VIDEO
 después de 1 mes de levotiroxina 150 ug/día







TERCER VIDEO: a los 45 días de tratamiento



 







Gentileza:
Dr. Cristian Guarderas
Ecuador

GRANULOMA DE LAS PECERA

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Figura 1
Granuloma de la Pecera.
Nódulos debidos a Mycobacterium marinum en un hombre diabético que desarrolló después de varias semanas de haber limpiado una pecera sin guantes y con una herida cortante en su dedo índice.

 
 

Figura 2
Infección reciente de mano y antebrazo por M. marinum.

Figura 3
"Granuloma de las piscinas" en un paciente con infección por M. marinum de piel en región de antebrazo.

Figura 4
Nódulos subcutáneos en antebrazo y dorso de manos en una paciente con einfección por M. marinum adquirida en forma ocupacional (la paciente limpiaba peceras)



FRECUENCIA.
La frecuencia estimada es aproximadamente 0,27 casos por 100000 habitantes/año.

MANIFESTACIONES CLÍNICAS.
La infección por M. marinum sigue a menudo a abrasiones de una extremidad que ocurre en contacto a aguas no cloradas en pescadores deportivos o pescadores de ostras, bañistas, y trabajadores de acuarios. Tiene un período de incubación de 2 a 3 semanas.
Una pápula levemente dolorosa o un nódulo aparecen en el sitio del trauma, que va creciendo lentamente para después supurar o ulcerarse. (Figuras)
La lesión crece lentamente en forma local en un período de meses. Es frecuente el dolor local y la induración. Puede haber linfangitis ascendente, pero las adenopatías reginales no son comunes. Esta linfangitis ascendente es común a otras etiologías infecciosas como esporotricosis, leishmaniasis cutánea, nocardiosis, forma úlceroglandular de la tularemia, infección por otras micobacterias no tuberculosas (Mycobacterium chelonae, Mycobacterium fortuitum, Mycobacterium kansasii), varias infecciones fúngicas como blastomicosis, histoplasmosis, criptococosis, y coccidioidomicosis, y varias bacterias piógenas (Staphylococcus aureus, Streptococcus pyogenes, Burkholderia pseudomallei, Bacillus anthracis) La diseminación a estructuras profundas (tendones, articulaciones, o aún huesos, ocurren en un tercio de los pacientes.

La extremidad superior, principalmente las manos es la zona más afectada (90%). El compromiso profundo, con tenosinovitis, artritis séptica, osteomielitis pueden ser evidentes en el examen. La PPD es positiva de 5 a 9 mm en la mayoría de los pacientes.
Puede presentarse como un granuloma anular intersticial.

DIAGNÓSTICO.
M. marinum crece en 2 a 3 semanas en un medio de Lowenstein-Jensen a 30ºC, por lo que hay que avisar de la sospecha al personal de laboratorio, ya que otros bacilos ácido alcohol resistentes crecen a temperaturas mayores.
M. marinum es un fotocromógeno (grupo 1 de Runyon) y produce un pigmento amarillo cuando se lo expone a la luz. Produce ureasa y catalasa débilmente pero no produce niacina ni nitrato.
Las técnicas de amplificación por PCR usando primers específicos del género Mycobacterium pueden usarse para el diagnóstico en una muestra de biopsia.
Imágenes.
La Rx puede evidenciar una osteomielitis. Una TAC o RMN si hay tenosinovitis o zonas más profundas afectadas.

PROCEDIMIENTOS.
El drenaje quirúrgico de las lesiones de piel a menudo no es necesario, pero el compromiso de estructuras más profundas pueden requerir debridamiento quirúrgico.

HISTOLOGÍA.
Las lesiones recientes muestran hiperqueratosis, una respuesta inflamatoria mixta, o supuración. Las lesiones más antiguas pueden presentarse como granulomas organizados.


TRATAMIENTO.
La piedra angular del tratamiento en la infección de M. marinum es la terapia antimicrobiana. La duración del tratamiento no está muy bien definido, pero las infecciones de piel y partes blandas debe continuarse 1 a 2 meses una vez resuelto el cuadro y las lesiones. Por lo tanto el tratamiento dura 3 a 4 meses, y más todavía cuando hay estructuras profundas comprometidas. Algunos autores han sugerido 6 meses y en algunos casos hasta 2 años. Se prefier la combinación de 2 agentes en vez de la monoterapia.
M. marinum es resistente a los tuberculostáticos isoniacida, pirazinamida y PAS, y muestra sensibilidad intermedia a la estreptomicina. El M.marinum es sensible a rifampicina, rifabutina, claritromicina, etambutol, y sulfamidas incluyendo TMS-SMX, y fluoroquinolonas. No se hacen tests de sensibilidad habitualmente y solo se reservan para los fracasos terapéuticos. La combinación de claritromicina y etambutol es la de mejor eficacia y tolerabilidad, y cuando hay osteomielitis u otras estructuras profundas están afectadas se agrega rifampicina.
El pronóstico en general es bueno con tasas de 87% de curación.


CELULITIS ORBITARIA Y PRESEPTAL

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 El septum orbitario es una fina estructura laminar fibrosa, flexible, que une el reborde orbitario con los bordes periféricos de los tarsos, y se divide en dos ligamentos anchos, el superior y el inferior, uno para cada párpado. (Figura 1)





Figura 1.
Diagrama que muestra la proximidad del periostio en relación al septum orbitario. La celulitis orbitaria asienta por detrás del septum orbitario.


Existen tres entidades que siempre plantean  diagnósticos diferenciales en los cuadros inflamatorios/infecciosos de la órbita, ellos son  la miositis orbitaria,  la celulitis orbitaria o postseptal, y la celulitis periorbitaria o preseptal. La celulitis orbitaria o postseptal está localizada detrás del septum orbitario, afecta la grasa y músculos contenidos dentro de la órbita ósea. En contraste, la celulitis preseptal o periorbitaria se localiza anteriormente al septum orbitario, por fuera de la órbita ósea. (Figura 1)



La sinusitis es el factor de riesgo más común de celulitis orbitaria tanto en pediatría como en la edad adulta. En cambio la celulitis preseptal es menos frecuente como complicación de sinusitis. Los senos son los mayores componentes de las paredes de la órbita, y las láminas papiráceas forman una fina barrera ósea entre los senos (especialmente los senos etmoidales) y el espacio orbitario (Figura 2)



Figura 2.
Nótese la proximidad del los seno frontal, etmoidal, y maxilar con el espacio orbitario. La lámina papirácea es vista como una fina pared ósea en la superficie de las celdas aéreas etmoidales.


Las venas oftálmicas superior e inferior proveen un sistema no valvulado entre los senos, la órbita y la cara. (Figura 3)





Figura 3.
El diagrama muestra la comunicación entre los senos etmoidales, la órbita, y los senos cavernosos.



CELULITIS PERIORBITARIA O PRESEPTAL.
Es mucho más común que la celulitis orbitaria aunque a veces es difícil distinguir entre ambas. El diferenciar entre ambas es crucial por la severidad de la celulitis orbitaria que puede evolucionar a la muerte en 1 a 2% de los casos y a la ceguera en 3 a 11%, y por lo tanto requiere un cuidadoso monitoreo e intervención rápida y precoz. En cambio en la celulitis preseptal es rara la pérdida de la visión.
Ambas entidades se presentan con inflamación y eritema de los tejidos que rodean la órbita con o sin fiebre.
La celulitis preseptal asienta sobre una infección contigua de partes blandas de la cara, párpados, secundaria a trauma local, picadura de insectos, mordeduras de algún animal, o cuerpo extraño. También la dacriocistitis, algunas sinusitis o la cirugía facial son factores predisponentes. Es raro que progrese a la celulitis orbitaria por extensión local aún cuando no se trate correctamente. Sin embargo, la celulitis orbitaria puede ser clínicamente indistinguible al comienzo, de la celulitis preseptal, dando la falsa apariencia de que hubo extensión de la celulitis preseptal a celulitis orbitaria.






Figura 4.
Celulitis preseptal: Paciente de 8 años que se presentó con inflamación unilateral y eritema del párpado.


Figura 5.
Celulitis preseptal.
Intensa inflamación y edema bipalpebral


Los gérmenes más comúnmente involucrados en la celulitis preseptal son Streptococcus pneumoniae, Staphylococcus aureus, otras especies de estreptococos y anaerobios. Antes de 1990 el Haemophilus influenzae tipo B era la causa más común en niños hasta que se implementó la vacunación de rutina. Otros gérmenes que pueden ocasionarla son: Acinetobacter spp, Nocardia brasiliensis, Bacillus anthracis, Pseudomonas aeruginosa, Neisseria gonorrhoeae, Proteus spp, Pasteurella multocida, M. tuberculosis, y Trichophyton spp.
El tratamiento de las formas leves puede ser ambulatorio y empírico cubriendo el espectro de los gérmenes que más frecuentemente producen la entidad.
Generalmente se usa: amoxicilina-clavulánico 875/12 hs, cefpodoxime 200 mg/12 hs durante 7 a 10 días.


CELULITIS ORBITARIA.
FACTORES PREDISPONENTES:
Un número de factores pueden predisponer al desarrollo de celulitis orbitaria, siendo la causa más común las sinusitis agudas.
Las sinusitis agudas se complican con celulitis orbitaria en 1 a 3% de los casos. Por otro lado, el 73 a 94% de los pacientes con celulitis orbitaria presentan sinusitis. Las sinusitis que con mayor frecuencia se complican con celulitis orbitaria son las sinusitis etmoidales y las pansinusitis.La cirugía oftálmica es una causa poco frecuente de celulitis orbitaria, habiendo sido reportada en cirugía del estrabismo, blefaroplastia, queratotomía, cirugía retiniana y siguiendo a la anestesia peribulbar.
Otras causas incluyen: trauma orbitario con fractura o cuerpo extraño, dacriocistitis, e infección dentaria, otitis media o infección de la cara. Un mucocele sinusal (colección de moco dentro de un seno obstruído) que afecta la órbita puede causar celulitis orbitaria.

MANIFESTACIONES CLÍNICAS.
Tanto la celulitis preseptal como la celulitis orbitaria pueden presentarse con inflamación y eritema. El dolor con los movimientos oculares es más común en la celulitis orbitaria, pero también puede verse en la celulitis preseptal. Quemosis (inflamación conjuntival) es mucho más común en la celulitis orbitaria pero también se ha observado en las celulitis preseptales.
Los elementos semiológicos presentes en las celulitis orbitaria pero que no se ven en las celulitis preseptales son:
• Proptosis.
• Desplazamiento del globo ocular.
• Limitación de los movimientos oculares.
• Visión doble.
• Pérdida de visión (indica compromiso del apex orbitario).




Figura 6.
Un paciente varón con celulitis orbitaria. Proptosis, oftalmoplejía, y edema y eritema de párpados. El paciente también presentaba dolor en el movimiento de los ojos, fiebre, cefalea y quebrantamiento general.




MICROBIOLOGÍA DE LAS CELULITIS ORBITARIA.
S aureus y estreptococos son los gérmenes más comúnmente identificados en las celulitis con cultivos positivos. Causas menos comunes son H influenzae y anaerobios no formadores de esporas. Sin embargo, hay gérmenes mucho menos frecuentes que han sido identificados como Eikenella corrodens, que es un agente dificultoso para aislar. Este es el motivo de que algunos agregan ampicilina al régimen empírico inicial que cubre este patógeno.




Fig 7.
Un paciente varón con celulitis orbitaria que mostraba proptosis, oftalmoplejía, y edema de párpados. El paciente también presentaba quemosis y resistencia a la retropulsión del ojo.

Otros microorganismos menos comunes que causan celulitis orbitaria incluyen Aeromona Hydrophila, P aeruginosa, hongos, y micobacterias tales como Scedosporium apiospermun, M tuberculosis y Mycobacterium avium complex.
Aunque H influenzae era antiguamente la causa más común de celulitis orbitaria, actualmente es poco frecuente, y con la disminución de su frecuencia han disminuído la de otros patógenos para los cuales H influenzae sería facilitador de su patogenicidad.

DIAGNÓSTICO.
El examen físico, que incluya el examen de la agudeza visual y la motilidad ocular, es clave en el diagnóstico de celulitis orbitaria.

ESTUDIOS DE IMÁGENES.
Tomografía Computada. Es útil para confirmar la extensión de la inflamación a la órbita, para detectar enfermedad de senos paranasales coexistentes, y para diagnosticar absceso orbitario o subperióstico.
Ultrasonografía de la órbita. Provee detalles de mayor resolución sobre el contenido de la órbita, y es útil el seguimiento secuencial de un absceso (o drenaje de un absceso) son requeridos. Sin embargo este método diagnóstico no está ampliamente disponible, y además requiere de un operador altamente entrenado y con experiencia.
Resonancia nuclear magnética. Es superior a la TAC en la resolución de enfermedad de enfermedad de partes blandas; sin embargo, no es llevada a cabo debido a que en pacientes pediátricos es necesaria la sedación y que casi nunca está inmediatamente disponible.

Es controversial si todo paciente con sospecha de celulitis orbitaria requiere una TAC. Algunos expertos sugieren que la TAC debe ser llevada a cabo solo si el paciente no responde después de 24 hs de antibióticos. La mayoría de los pacientes responden bien como se verá más abajo en tratamiento.

Una revisión sobre manejo de la celulitis orbitaria del Reino Unido recomienda las siguientes indicaciones de TAC:
• Incapacidad de poder evaluar con precisión la visión del paciente (generalmente niños)
• Proptosis muy significativa, oftalmoplejía, edema bilateral, o deterioro de la agudeza visual.
• No mejoramiento a pesar de 24 horas de antibióticos intravenosos.
• Signos o síntomas de compromiso de sistema nervioso central.

Además de esas indicaciones, se recomienda TAC en todo paciente en quien se considere un drenaje quirúrgico.

ESTUDIOS MICROBIOLÓGICOS.
Los organismos causales en la celulitis orbitaria pueden ser dificultosos de identificar debido a contaminantes de la flora normal, infecciones mixtas y terapia previa con antibióticos. Los cultivos (tanto para aerobios como para anaerobios) pueden ser obtenidos de la sangre, aspirado de senos, y abscesos. Los hemocultivos son positivos con mayor frecuencia en los individuos muy jóvenes. Debido a que los hemocultivos en adultos son generalmente negativos, algunos clínicos obtienen cultivos de las secreciones de los ojos o cultivos faríngeos, aunque estos últimos muestran generalmente contaminación con la flora orofaríngea normal. Los datos más confiables son las muestras recuperadas de drenaje quirúrgico de un absceso orbitario o senos comprometidos, así como un hemocultivo positivo.
En general se recomienda en todo paciente en quien se sospecha celulitis orbitaria, que se obtengan muestras para hemocultivo antes de comenzar tratamiento antibiótico. Si se lleva a cabo un drenaje quirúrgico de un absceso o contenido de senos, el material obtenido debe ser enviado para investigación de aerobios, anaerobios, y hongos.

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL.
Varias enfermedades pueden mimetizar celulitis orbitaria. Ellas incluyen:
• Tumores (retinoblastoma, neuroblastoma, rabdomiosarcoma).
• Escleritis posterior.
• Quiste dermoide periocular.
• Granulomatosis de Wegener de la órbita.
• Pseudotumor orbitario.
• Trauma, incluyendo picaduras de insectos.
• Reacciones alérgicas a alergenos.
• Orzuelo.
• Absceso de la glándula de Meibomio.
• Conjuntivitis.
• Lesión secundaria a herpes o varicela.

COMPLICACIONES.
Las complicaciones de la celulitis orbitaria puede desarrollar rápidamente. El monitoreo cercano está indicado, que incluya la exploración de la función visual al menos 1 vez por día!!! (agudeza visual y respuesta pupilar a la luz). La celulitis orbitaria puede evolucionar a absceso localizado incluyendo absceso subperióstico y colección orbitaria. Una complicación de la formación del absceso puede raramente evolucionar a oclusión de la arteria central de la retina. El absceso subperióstico puede ser consecuencia directa de una sinusitis sin pasar por la etapa de celulitis orbitaria.

ABSCESO SUBPERIÓSTICO.
Aunque el desplazamiento del globo ocular es un hallazgo sugestivo de absceso subperióstico, este dato no sirve para difernciarlo de la celulitis orbitaria desde el punto de vista clínico. Imágenes de la órbita se requieren para el diagnóstico. Sin embargo, la TAC no es infalible. En una serie, este método falló en detectar absceso subperióstico en 16% de los pacientes. El absceso subperióstico no es, como ya se dijo, necesariamente el resultado de la progresión de una celulitis orbitaria al espacio subperióstico, ya que puede ser consecuencia de la extensión directa de una infección sinusal dentro de la órbita. Un absceso subperióstico puede, a su vez romperse y producir una celulitis orbitaria.
En una revisión de celulitis orbitaria, el absceso subperióstico fue observado en 15% de los casos.
La infección polimicrobiana es la regla en adultos con absceso subperióstico, quienes por lo tanto más probablemente requieran drenaje
Se han visto S. aureus, estafilococos coagulasa negativos, H. influenzae, estreptococos, Moraxella catarrhalis, Klebsiella pneumoniae, y E. corrodens como patógenos.
La TAC es importante de entrada en presencia de absceso para comparar con una posterior al uso de antibióticos. Si un paciente con absceso subperióstico no comienza a mostrar signos de mejoramiento clínico en 24 hs de tratamiento se sugiere repetir TAC. En aquellos pacientes con empeoramiento o sin mejoramiento en la TAC se indica el drenaje quirúrgico.

Absceso orbitario.El absceso orbitario puede ser clínicamente indistinguible de la celulitis orbitaria. Proptosis y desplazamiento del globo ocular tienden a ser más severos en el absceso orbitario que en la celulitis orbitaria, y los pacientes suelen estar más comprometidos. El diagnóstico de absceso se confirma por imágenes o con cirugía. Los organismos más comúnmente aislados del drenaje del absceso son estafilococos y estreptococos, en la misma forma que en la celulitis orbitaria.

EXTENSIÓN EXTRAORBITARIA.
La infección puede extenderse hasta el apex orbitario causando pérdida de la visión, o intracranealmente, causando absceso intracraneal, meningitis, o tromboflebitis séptica del seno cavernoso. El compromiso intracraneal puede ser precedido por oftalmoplejía, cambios en el status mental, parálisis de nervios craneales contralaterales, o celulitis orbitaria bilateral.

TRATAMIENTO.
Debido a la creciente incidencia de infecciones por S. aureus meticilino resistente (SAMR) se comienza con terapia empírica con vancomicina (15 mg/kg/12 hs en adultos con dosis máxima de 4 grs por día).
Más uno de los siguientes agentes:
• Ampicilina-sulbactam (3 gr IV/6hs en adultos. Dosis máxima 12 Grs ampicilina –sulbactam que son 8 grs de ampicilina).
• Ticarcilina-clavulánico 3,1 Grs IV/4 hs en adultos).
• Piperacilina-tazobactam (4,5 g IV/6 hs en adultos).
• Ceftriaxona (2 gr/12 en adultos).
• Cefotaxime (2 gr/4 hs en adultos. Máximo 12 gs/día).

Los alérgicos a penicilina deben ser tratados con vancomicina y una fluoroquinolona.
La duración del tratamiento debe ser 2 a 3 semanas. Se comienza el tratamiento por vía intravenosa con el paciente internado, y se rota a la vía oral después que el paciente se torne afebril y los hallazgos cutáneos comiencen a resolverse, lo que habitualmente toma 3 a 5 días. Más de 3 semanas de tratamiento se sugiere en pacientes con sinusitis etmoidal asociada con destrucción ósea.
Aunque el tratamiento puede consistir exclusivamente en antibióticos solamente, se debe consultar al otorrinolaringólogo y al oftalmólogo.
La cirugía orbitaria está indicada si el paciente:
• No responde clínicamente.
• Hay un deterioro clínico a pesar del tratamiento.
• Empeoramiento de la agudeza visual o cambios pupilares.
• Desarrollo de un absceso, excepto en pacientes seleccionados como los pacientes pediátricos en los que un absceso subperióstico puede responder al tratamiento médico.


Referencias.

1) Weber AL, Romo LV, Sabates NR. Pseudotumor of the orbit: clinical, pathologic, and radiologic evaluation. Radiol Clin North Am 1999;37:151-68.[CrossRef][Medline]
2) Lee MS, Lessell S. Orbital myositis posing as cluster headache. Arch Neurol 2002;59:635-6.
3) Yuen SJ, Rubin PA. Idiopathic orbital inflammation: distribution, clinical features, and treatment outcome. Arch Ophthalmol 2003;121:491-9.

Las fuentes consultadas son UpToDate, Emedicine.com, The New England Journal of Medicine.

ESPOROTRICOSIS LINFOCUTÁNEA. A PROPÓSITO DE UN CASO.

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El Dr. Ilich Pavel Castillo Cabello envía estas imágenes con el siguiente texto:

Dr Macaluso  buen día, le mando un caso que pude atender como médico en centro de salud en Perú, Cusco. Paciente varon de 54 años de edad, carpintero de profesión, sin antecedentes patológicos, obesidad I (IMC=31). Hace 10 años viaje a zona selvática endémica de leishmania. Presenta lesión cutánea: úlcera de base sucia, con secreción  y linfadenopatia  de crecimiento lento, que no remite con tratamiento dado 1 semana antes de venir a consulta con dicloxacilina 500 mg cada 6h por 7 días. Adjunto fotos (1 y 2)

Imagen 1

Imagen 2

Imagen 3. Después de dos meses de tratamiento

Imagen 4. Después de dos meses de tratamiento.


Las 2das fotos son después de dos meses de tratamiento.
Se mando al hospital de referencia donde el BAAF mostró sporothrix schenckii. Se administró voriconazol 200 mg x día, durante 1 mes y las lesiones dejaron de exudar y secaron. (3 Y 4)




ESPOROTRICOSIS

INTRODUCCIÓN  
La esporotricosis es una infección subaguda a crónica causada por el hongo dimorfo Sporothrix schenckii . La infección generalmente involucra tejidos cutáneos y subcutáneos, pero ocasionalmente puede ocurrir en otros sitios, principalmente en pacientes inmunocomprometidos. Las actividades asociadas con el desarrollo de la esporotricosis incluyen jardinería, especialmente jardinería de rosas y otras actividades que implican la inoculación de suelo a través de la piel.

CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS 
La  esporotricosis generalmente surge después de que el suelo, el musgo u otro material orgánico que contiene el hongo se inocula en la piel o en el tejido subcutáneo. Los pacientes con infección pulmonar desarrollan infección después de la inhalación de conidios de S. schenckii ; Algunos casos de infección diseminada también presumiblemente siguen a la inhalación.
El huésped típico con esporotricosis linfocutánea es un individuo sano con una ocupación al aire libre con exposición al hongo. Las infecciones que involucran estructuras osteoarticulares, pulmones, meninges y otras vísceras son poco comunes y ocurren con mayor frecuencia en personas con enfermedades subyacentes, incluyendo:
Alcoholismo
Diabetes mellitus
Enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
VIH / SIDA

ESPOROTRICOSIS LINFOCUTÁNEA
La esporotricosis  linfocutánea  es la forma más común de esporotricosis visto en la práctica clínica. Días a semanas después de la inoculación cutánea del hongo, se desarrolla una pápula en el sitio de la inoculación. Esta lesión primaria generalmente se ulcera, pero puede permanecer nodular con eritema suprayacente; el drenaje de la lesión no es extremadamente purulento y no tiene olor. Posteriormente, se producen lesiones similares a lo largo de los canales linfáticos proximales a la lesión original, un hallazgo llamado diseminación esporotricoidea o linfangitis nodular ( Imágenes 5 y 6). El dolor es generalmente leve y los síntomas sistémicos suelen estar ausentes.





Imagen 5. Esporotricosis linfocutánea en la extremidad inferior derecha de un joven que volcó su bicicleta en tierra e inoculó suelo en múltiples lugares de su pierna. Después de un procedimiento de cirugía plástica antes del diagnóstico de esporotricosis, se desarrollaron nuevas lesiones en el borde del injerto de piel y se extendieron hasta el muslo.





Imagen 6. Esporotricosis linfocutánea en la extremidad superior con lesiones ulcerativas por hongos que generalmente se extienden hacia arriba

El diagnóstico diferencial para esta forma de esporotricosis incluye:
  • Infección micobacteriana no tuberculosa, especialmente Mycobacterium marinum
  • Infecciones por Nocardia, particularmente Nocardia brasiliensis
  • Infección por Leishmania brasiliensis.
  • Tularemia


Sin embargo, muchas otras infecciones por hongos, bacterias y virus rara vez causan un síndrome linfocutáneo (también llamado linfangitis nodular) como la leishmaniasis cutánea,  Burkholderia pseudomallei, Scedosporium apiospermum, micosis sistémicas como coccidioidomicosis, blastomicosis e histoplasmosis.

Algunos pacientes tienen una lesión cutánea crónica fija; esta forma se ve con mayor frecuencia en las regiones endémicas de América del Sur ( imagen 7 y imagen 8 y imagen 9 ). Estas lesiones fijas, que se encuentran con frecuencia en la cara y las extremidades, tienden a ser similares a placas o verrugosas, pero también pueden ulcerarse. La forma cutánea no se resolverá sin tratamiento, aunque la lesión puede parecer que regresa y se inflama periódicamente.





Imagen 7. Esporotricosis cutánea. Lesiones en la espalda de un paciente con esporotricosis cutánea que fue arrojado de su camión después de un accidente automovilístico.




Imagen 8. Esporotricosis cutánea fija. Lesión por el  hongo  en la extremidad superior (mano).




Imagen 9. Lesiones cutáneas multifocales

ESPOROTRICOSIS PULMONAR 
Los  factores de riesgo de la esporotricosis pulmonar incluyen la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y el consumo de alcohol. Los síntomas imitan a los de la tuberculosis, incluidas las quejas constitucionales de fiebre, sudores nocturnos, pérdida de peso y fatiga, así como las afecciones respiratorias que incluyen disnea, tos, esputo purulento y hemoptisis. Los hallazgos radiográficos del tórax también son similares a los de la tuberculosis: cavidades del lóbulo superior unilaterales o bilaterales con cantidades variables de fibrosis y / o lesiones nodulares dispersas ( imagen 10 ).




Imagen 10.  Esporotricosis pulmonar
Radiografías de tórax de un hombre de 52 años con diabetes mellitus previa, alcoholismo y enfermedad pulmonar obstructiva crónica y esporotricosis pulmonar.
Panel izquierdo: la película de PA muestra extensas lesiones cavitarias superiores bilaterales.
Panel derecho: radiografía lateral del mismo paciente que muestra una extensa infiltración cavitaria del lóbulo superior.

Algunos pacientes con afectación pulmonar tienen evidencia de diseminación a la piel, estructuras osteoarticulares o vísceras. Casi sin excepción, la esporotricosis pulmonar no tratada progresa hasta la muerte. El diagnóstico diferencial incluye tuberculosis; infecciones fúngicas crónicas, especialmente histoplasmosis; y sarcoidosis.

ESPOROTRICOSIS OSTEOARTICULAR 
Al  igual que la esporotricosis pulmonar, esta manifestación infrecuente de esporotricosis se encuentra con mayor frecuencia en hombres de mediana edad y parece ocurrir con más frecuencia en alcohólicos. La enfermedad generalmente surge de la diseminación hematógena, pero también puede ocurrir después de la inoculación local. La infección puede involucrar una o varias articulaciones, y puede o no estar acompañada de lesiones cutáneas suprayacentes. Las articulaciones más comúnmente afectadas son la rodilla, el codo, la muñeca y el tobillo.
La infección articular es más común que la osteomielitis. Cuando el hueso está involucrado, por lo general ocurre contiguo a una articulación infectada en lugar de como osteomielitis aislada. Se han notificado casos de bursitis y tenosinovitis, que a veces se presentan como un síndrome de atrapamiento de los nervios.
La esporotricosis osteoarticular es crónica con disminución progresiva de la movilidad, el dolor y la hinchazón. Drenar los senos puede ser una manifestación tardía. Debido a que el diagnóstico a menudo se retrasa, el resultado es pobre.

ESPOROTRICOSIS MENÍNGEA 
La  meningitis es una manifestación rara de esporotricosis, que se presenta principalmente en personas con defectos inmunitarios celulares, como linfoma o SIDA. La meningitis puede ser un hallazgo aislado o una manifestación de enfermedad diseminada. En aquellos pacientes que tienen meningitis aislada, el curso suele ser crónico y los síntomas incluyen semanas o meses de fiebre y dolor de cabeza.

Los hallazgos del líquido cefalorraquídeo son similares a los observados con la tuberculosis o la criptococosis, incluida la pleocitosis linfocítica, la proteína elevada y la disminución de la glucosa.

ESPOROTRICOSIS DISEMINADA Y OTRAS INFECCIONES VISCERALES LOCALIZADAS 
La  esporotricosis diseminada es muy poco frecuente y los casos se presentan principalmente en pacientes con SIDA. S. schenckii rara vez causa infección del pericardio, los ojos, los tejidos perirrectales, la laringe, la mama, el epidídimo, el bazo, el hígado, la médula ósea y los ganglios linfáticos.

ESPOROTRICOSIS EN PACIENTES CON INFECCIÓN POR VIH 
La  mayoría de los informes de casos de esporotricosis en pacientes infectados por el VIH han notado la propensión a la infección grave y su aparición principalmente en pacientes con SIDA avanzado con recuentos de CD4 muy bajos. Además, se describió un síndrome inflamatorio de reconstitución inmune que empeoraba las lesiones cutáneas en pacientes con esporotricosis diseminada cuando se inició la terapia antirretroviral.

La mayor serie de casos de esporotricosis en pacientes infectados por el VIH se informó en Río de Janeiro, Brasil, donde un brote zoonótico en curso se remonta a gatos domésticos. Entre los 21 casos descritos, se observaron esporotricosis diseminada y esporotricosis linfocutánea en siete pacientes cada uno. Otros cinco tenían lesiones cutáneas generalizadas, y dos tenían lesiones cutáneas fijas sin diseminación. Sólo dos de los pacientes con infección diseminada tenían meningitis. El recuento medio de CD4 fue de 364 células / microlitro.(rango 22 a 1100). Por lo tanto, es probable que haya un espectro más amplio de infecciones en pacientes con infección por VIH de lo que se pensaba anteriormente. Esta observación podría deberse a un diagnóstico temprano durante un brote identificado, o es posible que una cepa menos virulenta causó este brote.

DIAGNÓSTICO  
El  diagnóstico no es difícil cuando un paciente se presenta con esporotricosis linfocutánea clásica, ya que las características clínicas son muy sugerentes. Sin embargo, el diagnóstico de las formas menos clásicas de esporotricosis, como la enfermedad osteoarticular o visceral, casi siempre se realiza tardíamente.

CULTIVOS 
Los  cultivos son  el estándar de oro para establecer un diagnóstico de esporotricosis y también es el método más sensible. El material aspirado de una lesión, la muestra de una biopsia de tejido, el esputo o líquidos corporales deben inocularse en agar de dextrosa de Sabouraud e incubarse a temperatura ambiente. La incubación a esta temperatura facilita el crecimiento de la fase micelial de S. schenckii con la disposición característica de los conidios en las hifas.
El crecimiento generalmente aparece dentro de los cinco días, pero a veces puede tomar varias semanas. Para asegurar que el hongo sea S. schenckii , la fase de moho debe convertirse en la fase de levadura en agar sangre a 37 ° C. En raras ocasiones, S. schenckii se ha cultivado a partir de cultivos de sangre mediante el método de lisis por centrifugación. Cada vez más, la espectrometría de masas de tiempo de vuelo de ionización por desorción asistida por matriz (MALDI-TOF, por sus siglas en inglés) se ha utilizado para identificar Sporothrix a nivel de especie.

HISTOPATOLOGÍA 
El cuadro histopatológico habitual es el de un proceso mixto granulomatoso y piógeno. Los organismos pueden no visualizarse incluso con tinciones especiales para hongos, como la metenamina de plata,  Gomori y las tinciones de ácido pariódico de Schiff (PAS), porque la cantidad de organismos suele ser pequeña. Cuando se encuentra, este hongo tiene un diámetro de 3 a 5 micrones, es ovalado a forma de cigarro y puede mostrar múltiples brotes.

En raras ocasiones, se pueden ver cuerpos asteroides que consisten en una levadura basófila central rodeada por material eosinófilo que irradia hacia afuera como los radios de una rueda (imagen 11). Se cree que esta reacción representa complejos antígeno-anticuerpo o neutrófilos desintegrados y no es específica para la esporotricosis.





Imagen 11. Esporotricosis. Cuerpo asteroide
Un cuerpo de asteroide, compuesto por un par de levaduras en ciernes de S. schenckii rodeado por una capa de sustancia Splendore-Hoeppli, con proyecciones radiantes.

REACCIÓN EN CADENA DE LA POLIMERASA (PCR) 
Varios laboratorios de referencia han informado sobre el uso de ensayos de PCR anidados para identificar S. schenckii en tejidos. Aunque se han utilizado múltiples enfoques diferentes para las pruebas de PCR, ninguno está disponible comercialmente.

SEROLOGÍA 
La  serología no se utiliza de forma rutinaria en el diagnóstico de la esporotricosis, aunque el trabajo continúa desarrollando un ensayo de anticuerpos sensible y específico. Como ejemplo, un grupo de Brasil desarrolló un inmunoensayo enzimático para las pruebas serológicas de S. schenckii. En un estudio que evaluó este ensayo utilizando muestras de suero recolectadas durante 10 años (177 de pacientes con esporotricosis, 77 muestras de pacientes con otras infecciones fúngicas, 15 de pacientes con enfermedades no fúngicas y 38 controles sanos) la sensibilidad y especificidad fueron 89 y 82 por ciento, respectivamente. Este estudio se realizó en pacientes que adquirieron esporotricosis en el brote de esporotricosis asociada a felinos en Río de Janeiro; Queda por verse si resultará útil en otros casos de esporotricosis.


TRATAMIENTO
Para la esporotricosis linfocutánea y cutánea, el fármaco de elección es 200 mg de itraconazol por vía oral una vez al día y debe administrarse durante dos a cuatro semanas después de que todas las lesiones se hayan resuelto, generalmente entre tres y seis meses. Los pacientes que no responden a itraconazol a 200 mg / día deben recibir una de las siguientes alternativas: itraconazol oral a 200 mg dos veces al día, terbinafina 500 mg dos veces al día o solución saturada de yoduro de potasio.
Para la esporotricosis pulmonar severa, se debe usar inicialmente una formulación lipídica de anfotericina B. Después de que el paciente haya mostrado una respuesta favorable, la terapia puede cambiarse a itraconazol oral , 200 mg dos veces al día para completar al menos 12 meses de terapia. Para la esporotricosis pulmonar leve a moderada, se puede administrar itraconazol oral en una dosis de 200 mg dos veces al día durante al menos 12 meses de tratamiento.
La esporotricosis osteoarticular generalmente se puede tratar con itraconazol oral 200 mg dos veces al día durante al menos 12 meses, ya que la infección suele ser crónica y localizada. La anfotericina B se recomienda en pacientes con enfermedad extensa como terapia inicial y en aquellos que no han respondido al itraconazol. Una vez que el paciente ha mostrado una respuesta favorable, la terapia puede cambiarse a itraconazol oral, 200 mg dos veces al día.
Para la esporotricosis meníngea, una formulación lipídica de anfotericina B (5 mg / kg por día por vía intravenosa durante cuatro a seis semanas) es el fármaco de elección. La terapia de reducción con itraconazol oral , 200 mg dos veces al día, se debe usar después de completar la terapia inicial con anfotericina B y la terapia debe continuar durante al menos 12 meses. Para pacientes con SIDA o inmunosupresión en curso por otra causa, se recomienda la supresión crónica con 200 mg de itraconazol al día.
Para la esporotricosis diseminada, sugerimos una formulación lipídica de anfotericina B (3 a 5 mg / kg por día por vía intravenosa). La terapia de reducción con itraconazol oral , 200 mg dos veces al día, debe iniciarse después de que el paciente haya mostrado una respuesta favorable y la terapia debe continuar durante al menos 12 meses. La supresión crónica debe considerarse para pacientes con SIDA o inmunosupresión en curso por otra causa.
Los niveles séricos de itraconazol deben revisarse después de que el paciente haya tomado el medicamento durante al menos dos semanas para la esporotricosis pulmonar, osteoarticular, meníngea y diseminada para asegurar niveles adecuados.
Para las mujeres embarazadas con esporotricosis grave, se recomienda una formulación lipídica de anfotericina B (3 a 5 mg / kg por día por vía intravenosa). Los azoles no deben administrarse durante el embarazo debido a su teratogenicidad.
El tratamiento de la esporotricosis en niños es similar al de los adultos, aunque la dosificación es diferente.












Gentileza:
Dr. Ilich Pavel Castillo Cabello
Doctor en Medicina en la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco
Perú

ENCONDROMA. A PROPÓSITO DE 2 CASOS.

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CASO N° 1
Paciente  de 74 años con APP de HTA que se trata con losartan 50mg cada 12h, además tenía un diagnóstico de fibromialgia para lo que que tomaba paracetamol y tramadol en gotas, llega a la guardia refiriendo aumento de volumen en el pie derecho que lo asocia a trauma en el dedo, que tenía 7 días de evolución que tenía un EVA de 6pts que tomaba sus remedios para el dolor y no mejoraba además comienza a notar según refiere aumento de volumen de la rodilla y tobillo de ese lado.  Cuando se lo examina,  a la observación se ve una pierna inflamada en su totalidad, dolorosa a la palpación sin circulación colateral, no había cambio en la coloración maniobras para descartar TVP negativa, ante la duda le hago una radiografía de la pierna y esto se observa
No refería síntomas de tener problemas en la próstata








El paciente presenta dolor en la pierna que parece tener relación con lo descrito de tumefacción de rodilla y tobillo (artritis?). En el espacio articular de la rodilla se ve claramente condrocalcinosis por lo que el episodio doloroso podría tener relación con pseudogota, que es  una artropatía cristálica con manifestaciones crónicas y también agudas que recuerdan a la gota y de allí su nombre. Creo que lo que te llamó la atención también es la imagen osteocondensante del fémur, localizada en la unión entre la metáfisis con la diáfisis, con algunas zonas centrales radiolúcidas lo mismo que alguno de sus bordes contrastando con la esclerosis y calcificación de la lesión  y que impresiona como encondroma.  

Los encondromas son tumores benignos formadores de cartílago y que nacen en la médula.  A veces cuando son múltiples pueden pertenecer a la enfermeda de Ollier (encondromatosis múltiple), o al síndrome de Mafucci,  cuando a la encondromatosis múltiple se agregan malformaciones vasculares y de partes blandas. En este caso parece ser un encondroma solitario, que probablemente el paciente lo tiene desde siempre. La mayoría de las veces estos encondromas solitarios son asintomáticos dependiendo de la localización, de que tengan o no fractura agregada, o de que comiencen a crecer y en cuyo caso puede verse ensanchamiento doloroso del miembro afectado . El diagnóstico diferencial  se debe hacer con las calcificaciones posteriores al infarto óseo. 
Como hallazgo radiológico adicional, son visibles en la Rx lateral, algunas calcificaciones vasculares en el tercio inferior del muslo.







Presentó 
El Dr. Jose Antonio Sainz Riveron
Medicina Interna 
Cuba












CASO N° 2


Femenino 65 años con antecedente de HTA 10 años de evolución en tratamiento  con enalapril e hidroclorotiazida, trastorno depresivo en tx con paroxetina, clonazepam cirugía hace 4 años por quiste renal simple derecho.

Tabaquismo positivo a razón de 6 cigarrillos por 30 años, infección por H. Pylori + antecedente de STDA por ulcera gástrica con 2 endoscopias que descartan malignidad, inicia PA hace 1 año con dolor inguinal derecho que se acentúa a la deambulación, médico familiar la canaliza al servicio de cirugía para descartar hernia inguinal, cx canaliza a trauma donde se realiza RX con los hallazgos mencionados.
Hace 2 meses presento una IRA le solicitaron Rx Tx donde solo se aprecian cambios compatibles con EPOC, ultima analitica dentro de parámetros, no presenta perdida de peso, linfadenopatías o fiebre
la paciente acude temerosa al comentar que el traumatólogo le mencionó que probablemente se trataba de metástasis
A la exploración signos en parámetro, sin datos relevantes, dolor a la palpación de cadera derecha, arcos de movilidad conservados pero dolorosos
Se obtuvo una Rx. 



La imagen es típica de encondroma







Dr. Luis Enrique González Vázquez
Especialista en Medicina General
Guadalajara.  México







ENCONDROMA
Los encondromas son tumores benignos que forman cartílago y se desarrollan en la médula (cavidad medular) de los huesos largos ( imagen 1 ). Representan aproximadamente el 3 por ciento de los tumores óseos benignos.



Imagen 1.Encondroma solitario del fémur.
El encondroma del fémur distal muestra una matriz que se parece a los anillo. Las calcificaciones se concentra en el centro de la lesión.

La encondromatosis (un subtipo común de la cual es la enfermedad de Ollier, MIM % 166000 ) se define por múltiples encondromas, a menudo con un predominio unilateral ( imagen 10 ) [ 3,6,47 ]. La prevalencia estimada es de 1 en 100,000. El síndrome de Maffucci es un subtipo de encondromatosis que se caracteriza por múltiples encondromas y malformaciones vasculares de tejidos blandos ( imagen2 e imagen 3 ). La mayoría de los casos de encondromatosis y síndrome de Maffucci son esporádicos y se asocian con mutaciones somáticas en los genes isocitrato deshidrogenasa-1 e isocitrato deshidrogenasa 2 ( IDH1 e IDH2 ).




Imagen 2:Síndrome de Maffucci
A) La radiografía muestra múltiples masas de tejidos blandos y trombos calcificados en asociación con lesiones óseas expansivas.
B) La radiografía tardía de una arteriografía muestra material de contraste que llena muchos hemangiomas cavernosos de los tejidos blandos.





Imagen 3: Síndrome de Maffucci
Malformaciones venosas grandes y severa deformidad de la mano en un paciente con síndrome de Maffucci.

CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS
Los encondromas suelen aparecer durante la segunda década, pero pueden presentarse a cualquier edad. La encondromatosis generalmente se presenta en niños menores de 10 años.
Los encondromas suelen aparecer en los huesos largos, especialmente en los huesos largos de la mano, seguidos del húmero y el fémur ( Imagen 4  ). Generalmente son lesiones centrales, metafisarias. Los encondromas se producen con igual frecuencia en varones y mujeres.





Imagen 4: Distribución esquelética de los encondromas solitarios.


Los signos y síntomas varían según el sitio anatómico, la extensión y la distribución de la participación. La mayoría de los encondromas son asintomáticos a menos que haya una fractura presente. A menudo son hallazgos incidentales. Cuando son sintomáticas, las manifestaciones clínicas pueden incluir ensanchamiento del hueso, deformidad angular y discrepancia en la longitud de las extremidades. En pacientes con encondromatosis, los encondromas pueden surgir de la base del cráneo; Las características clínicas incluyen dolor de cabeza y parálisis del nervio craneal

HALLAZGOS RADIOLÓGICOS
Las características radiográficas de los encondromas incluyen un óvalo, bien circunscrito con márgenes escleróticos o no escleróticos, lesión de hiperclaridad central, con o sin calcificaciones matriciales ( imagen 1 ). La matriz condral generalmente no se ve en los niños. Puede haber festoneado endosteal de la corteza, especialmente cuando la lesión está en la mano o el pie ( imagen 5 e imagen 6 ). Múltiples lesiones pueden estar presentes.





Imagen 5: Encondromatosis múltiple (enfermedad de Ollier)
A) Mano: observe las lesiones geográficas, expansivas, en burbujas de jabón que afectan a casi todos los huesos visualizados en la mano. Se observa una leve calcificación de la matriz en los huesos metacarpianos.
B) Pie: observe las lesiones expansivas, geográficas y múltiples dispersas a lo largo de las falanges proximales del pie. El primer metatarsiano y la diáfisis del cuarto metatarsiano también contienen encondromas expansibles. La expansión del hueso ha ensanchado la diáfisis de la mayoría de los huesos afectados.





Imagen 6:Encondroma solitario de la mano.
Radiografía posteroanterior de la mano. Observe la gran área geográfica de radiolucidez dentro de la diáfisis media del quinto metacarpiano. Se observan expansión significativa, festoneado endosteal, deformidad ósea y fractura patológica (flechas). La calcificación matricial es evidente.

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El diagnóstico diferencial de encondromas incluye infarto óseo ( imagen 7 ), dactilitis tuberculosa (también llamada espina ventosa) [ 70 ] y condrosarcoma de grado bajo ( imagen 8 ), que debe excluirse en pacientes con encondroma que tienen dolor sin fractura.





Imagen 7:Diferencia entre matriz y calcificación heterotópica.
A) El encondroma del fémur distal muestra una matriz floculante que se parece a los anillos, o Cs y Os. La calcificación se concentra en el centro de la lesión.
B) Calcificación heterotópica en un infarto óseo. La calcificación se encuentra principalmente en la periferia de la lesión y tiene una apariencia ondulada o serpentina.





Imagen 8:  Encondroma solitario a condrosarcoma: degeneración maligna
Observe la lesión principalmente expansiva, principalmente lítica, de la metáfisis y la diáfisis proximal del fémur. Existe una calcificación característica de la matriz punteada en toda la lesión (flechas). Hay una interrupción de la corteza con la presencia de una masa de tejido blando en la superficie medial del fémur (puntas de flecha). Los signos radiográficos de rotura cortical, una zona pobre de transición que rodea a la lesión y una gran masa de tejido blando apoyan el diagnóstico  de degeneración maligna de un encondroma benigno preexistente a un condrosarcoma secundario que se confirmó en la biopsia. La degeneración maligna de tumores cartilaginosos benignos ocurre en los huesos más cercanos al esqueleto axial y es mucho más común en los huesos tubulares largos que en los huesos pequeños de las manos o los pies.

TRATAMIENTO
El tratamiento de los encondromas depende de la presencia de los síntomas y el tamaño. Se pueden observar aquellos que son asintomáticos y lo suficientemente pequeños como para no aumentar el riesgo de fractura patológica. El riesgo de fractura aumenta cuando las lesiones se producen en un hueso que soporta un peso, tienen un diámetro de más  25 mm e involucran más del 50 por ciento del diámetro de la corteza. La frecuencia del seguimiento depende del tamaño, la ubicación y el número de lesiones.

Los condromas sintomáticos se tratan con curetaje e injerto óseo; El condrosarcoma de bajo grado debe excluirse en pacientes con dolor en ausencia de fractura. Se debe permitir que las fracturas sanen antes del legrado.

PRONÓSTICO
Los encondromas solitarios suelen ser autolimitados. Sin embargo, pueden seguir creciendo. La recurrencia después del legrado y el injerto óseo es rara.
Los encondromas, particularmente los de los huesos largos y la pelvis, pueden complicarse con la transformación maligna a condrosarcoma ( imagen 8 ), que generalmente ocurre después de la madurez esquelética y puede ser anunciada por el desarrollo de dolor. La transformación maligna de un encondroma solitario es extremadamente rara (menos del 1 por ciento) pero se ha descrito. El riesgo de transformación maligna aumenta (hasta un 50 por ciento) en pacientes con encondromatosis (enfermedad de Ollier) o síndrome de Maffucci. La encondromatosis y el síndrome de Maffucci también se asocian con neoplasias extraóseas no sarcomatosas, incluidos tumores cerebrales.



Fuente UpToDate 2018


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